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Traduciendo a Yevgeny Yevtushenko
Por Javier Campos
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Fue en un mes de la primavera de 1967 cuando Pablo Neruda y un joven poeta ruso de 34 años, Yevgeny Yevtushenko (1933), llegaron a leer poesía en un pueblo del sur de Chile donde yo vivía. El pueblo era Tomé. Y mientras recitaban sus poemas en la Plaza del pueblo, el cura de la iglesia, y con las sotanas puestas, hacía sonar las campanas tirando del largo cordel del campanario. Dicen algunos, los que lo vieron, que el santo padre mientras subía y bajaba tirando de aquel cordel, se le iba formando una maliciosa sonrisa en sus labios. Fue a partir de ese día que comencé a leer, a mis 17 años, la poesía de Yevtushenko porque el cura del pueblo no me dejó escuchar qué es lo que estaba recitando aquel joven, espigado y rubio poeta ruso. Alguien dijo en el pueblo, días después, y que le habían oído decir al cura de su propia boca: “era para hacer callar a dos poetas comunistas”.
El poeta chileno Nicanor Parra (nacido en 1914), y quien tiene ahora 95 años, a mediados de los 60, comenzó a traducir una antología de poesía rusa la cual se editó finalmente en 1971 en Chile bajo el título de Poesía Rusa Contemporánea. Quizás le interesó traducirla por recomendación de Pablo Neruda quien tenía a su vez una buena amistad con Yevstushenko que ambos comenzaron en 1964. Aquella amistad entre Neruda y Yevstushenko se estrechó aún más en el año 1967. Fue en aquel año cuando él fue invitado por Neruda a recorrer todo Chile leyendo poesía desde Antofagasta hasta tierra del Fuego. Tenía entonces 34 años y él ya era muy conocido en Rusia como también su famoso poema Baby Yar de 1961.
Esa fue mi primera entrada en la poesía rusa y la poesía de nuestro poeta que seguí leyendo desde aquellos años. Pero no sería hasta mayo de 2007 cuando lo conociera personalmente, y más aún, para sorpresa mía, allí en Guatemala, en Quezaltenango, en un Encuentro Internacional de Poesía, me pidió tradujera 20 poemas hasta ahora nunca traducidos al castellano que en estos momentos son el libro que presentamos hoy día aquí en Chile, con la editorial LOM, bajo el título: Caminando sobre el tejado. La traducción no la hice del ruso sino desde una versión ya existente en inglés.
Pero volviendo a Nicanor Parra y sobre la antología de esos 30 poetas rusos, donde por supuesto estaba Yevstushenko, hay algo interesante que tiene que ver con el proceso de la traducción que hizo Nicanor Parra desde otra lengua al castellano sin saber él ni una palabra de ruso pero cuyas versiones al español son lo mejor que he leído. Y él lo dice de esta manera, y que en cierto modo se parece pero se diferencia también de mi propia traducción. Así lo explica Nicanor Parra: “Traduje esa antología de poesía rusa sobre la base de una primera versión literal al castellano preparada por José Vento. Trabajé en Moscú durante el año 1964 contando con la colaboración de dos asesores lingüísticos Agustín Manzo y Vicente Arana.”
Hay que destacar que esa antología fue una de las primeras que se publicaban en America Latina en 1971 y con una excelente selección de poetas que iban desde Alexander Blok, Mayakosvski, Serguei Esenin, Boris Pasternak, Anna Ajmatova, Marina Tsvetaeva, Yevgueni Yevstushenko, entre los 30 poetas rusos antologados allí.
Marco Antonio Campos, poeta mexicano, quien posee una vastísima experiencia en traducción de poesía italiana, francesa, alemana al castellano dice en su excelente trabajo “Poesía y traducción” de 1996: “Como toda tarea fascinante y compleja, la traducción de la poesía es un aprendizaje que no termina nunca. Cada obra maestra, cada libro, es infinito en su traducción… Nadie ignora que lo ideal es traducir sólo lo que nos deleita o interesa. Traducir poesía conlleva muchas inseguridades, se interroga, se consultan diccionarios, se revisa, se compara el texto con traducciones de la obra, si las hay, en otros idiomas o en el suyo propio, se reposa el texto, se vuelve a corregir. Y al final se da a una o a dos personas que tengan como lengua materna el poema a la lengua que se tradujo para llenar huecos y borrar manchas. Desde luego esas personas deben tener asimismo una sensibilidad poética.”
Otro punto interesante que menciona Marco Antonio Campos es que “…traducir un poema es transformar, en este caso al español, los varios o múltiples sentidos y los varios o múltiples ritmos y estos tomarán en la traducción otra forma y el poema se convierte en un nuevo objeto verbal.”
Hay sin embargo diferentes tipos de traducción. Una es la ya mencionada de Nicanor Parra quien trabajó con unas versiones literales en español de esos poetas rusos. Otro tipo de traducción, y es la que yo adopté, pero que no fue traducción desde el ruso -lengua que ni leo ni hablo- sino de una versión en inglés la cual Marco Antonio Campos señala también que “…ésa es una práctica bastante común“. Es decir, traducir desde una segunda lengua.
Pero yo agregaría otro elemento que es la fortuna de traducir a un poeta cuando el poeta que se traduce está vivo, como Yevstushenko en este caso. Y no sólo eso, sino que se pueda trabajar conjuntamente y personalmente con él. Y aún más, lo ideal fue que Yevstushenko en este caso, lee muy bien el español y pudo revisar atentamente mis traducciones para sentir o no que la versión traducida en cierta manera captaba el corazón de sus propios poemas escritos originalmente en su lengua rusa.
Hay que agregar que el traductor traduce también por cercanías poéticas y porque aquel otro imaginario, del poeta que se traduce, se conecta de alguna manera con el imaginario del lector-traductor.
Pero como ya decíamos más arriba, ningún traductor de poesía puede traducir a cualquier poeta si no existe primero, y fundamentalmente, una atracción por aquel imaginario poético que nos deleita personalmente, y que quizás al traductor-poeta le hubiera gustado poseer para sí mismo o sí misma. O simplemente porque existe una conexión instintiva con el otro imaginario del poeta que se traduce.
Y como Marco Antonio Campos escribió en su trabajo ya mencionado: “…en toda traducción de poemas lo que importa es que las lenguas se hablen y todos podamos comunicarnos y entendernos por la palabra oral o escrita”.
Ojalá que la traducción de este libro haya captado el corazón de los originales de Yevstushenko, es decir, lo que Gonzalo Arango, poeta colombiano, dijera: “la poesía de Yevtushenko es un saco lleno de balas y de besos”. O lo que yo diría también: una poesía de amor y de combate que sigue manteniendo la frescura y su poder como cuando el poeta a sus 19 año, en 1952, publicó su primer libro de poemas de amor, o cuando a los 28 años, en 1961, escribiera ese famoso y estremecedor poema ¨Babi Yar” que luego el compositor Dimitri Shostakovich inmortalizara para siempre en su Sinfonía número 13 llamada igualmente “Babi Yar”, donde algunos versos de ese poema están escritos en piedra en la entrada al Museo del Holocausto en Washington, DC, Estados Unidos.
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Leído en Santiago, Chile, 12 de junio de 2009, por Javier Campos cuando se presentó en la Biblioteca Nacional, la edición hecha por LOM, Caminando sobre el tejado, del poeta ruso Yevgeny Yevtushenko, y junto al mismo poeta ruso. La traducción es de Javier Campos.
Aquí se puede leer otra traducción de 47 poemas nunca traducidos antes al español y editada por el Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, en 2010.¨
http://issuu.com/festival-internacionalde-poesiade-m/docs/manzanas_robadas__yevgeny_yevtushen
Foto tomada en La Moneda, junio de 2009, al recibir él de manos de la presidenta Michelle Bachelet, y del gobierno de Chile, la Condecoración “Orden Bernardo O’Higgins” en el Grado de Comendador que se le otorga a grandes personalidades extranjeras. Ver mi columna http://letras.mysite.com/jc040709.html
Ultima y reciente traducción hecha por Javier Campos del poeta Yevtushenko aquí: http://www.caratula.net/ediciones/54/poesia-yyevtushenko.php