José Donoso
Historia
Personal del Boom
(1972)
Por Martín Panero
Taller de Letras N°3, 1973
En torno al llamado boom de la novelística hispanoamericana,
se han escrito, en los últimos tiempos, multitud de artículos
y ensayos de muy variada índole, desde la admiración
incondicional a la diatriba biliosa y el desdén nutrido de
envidia y resentimiento. En el léxico de ciertos autores, el
actual boom novelístico hispanoamericano representa
una de las más altas cimas narrativas de todos los tiempos
e idiomas. En la frontera opuesta, se retuerce de ira una minoría
discrepante para la que el boom no es más que un bastardo
engendro de la habilidad publicitaria
y la astucia mercantil, en interesado consorcio con el izquierdismo
político. Se trata, naturalmente, de dos posiciones extremas.
En medio de ellas, se mueve una crítica serena y ponderada
que sabe valorar de manera objetiva (con las inevitables limitaciones
de la falta de perspectiva temporal, ya que el boom tiene apenas
diez años de existencia) la hora de extraordinario esplendor
que vive la narrativa hispanoamericana. De todos modos, sería
absurdo el cerrar los ojos ante el hecho de que el boom ha
suscitado agrias polémicas y que, en torno suyo, danza el frenesí
de secuaces lastrados de papanatismo y de detractores a quienes se
les nota demasiado el encono, la envidia y la mala bilis. Por eso,
resulta muy interesante este libro del chileno José Donoso,
autor de Coronación, Este domingo, El obsceno pájaro
de la noche y otras obras que lo sitúan entre los dii
maiores de la actual narrativa de lengua española.
El autor no se ha propuesto escribir una historia erudita y crítica,
en el sentido riguroso de ambos términos. Por este motivo,
el sustantivo Historia está muy oportunamente limitado
por el adjetivo Personal, el cual explica gran parte de lo
que se dice en sus páginas. De no ser así, se trataría
de un libro narcisista y egocéntrico, ya que una parte considerable
de él está destinada a contarle al lector las vicisitudes
—editoriales, económicas y, sobre todo, estéticas y
anímicas— por las que ha pasado el autor en sus largos, obsesivos
y dolorosos afanes de creador novelístico. Pero, juntamente
con su aventura novelística, José Donoso nos da su personal
visión de la actual narrativa hispanoamericana, especialmente
de la integrada por el boom. Advirtamos, de paso, que el autor no
pierde la cabeza en ningún momento y que, aunque hable desde
una perspectiva personal, contempla el paisaje novelístico
hispanoamericano con unos ojos en cuyas pupilas se reflejan obras
y autores con dimensiones bastante reales.
El libro, aunque breve, es incitante y excitante. En el corto espacio
de 125 páginas, Donoso ha tenido la genial habilidad de encontrar
un sitio para muchas cosas radiantes de interés: para lo personal
y lo general, para la categoría y la anécdota, para
la historia y la profecía. ¿Cómo referirnos a
todo en el reducido espacio de una recensión? Faena imposible.
Trataremos, sin embargo, de encender un poco de luz alrededor de lo
más importante.
El autor, que exhibe una sabiduría novelística descomunal,
formula con frecuencia afirmaciones desconcertantes. Por ejemplo,
en el primer capítulo, dice que el boom "es una
creación de la histeria, de la envidia y de la paranoia".
Y no porque dude de que, en la década del 60, saltaron al primer
plano de la novelística un grupo de hispanoamericanos de muy
alto valor. Por el contrario, afirma rotundamente su existencia y
comprueba, gozosamente, el hecho. Lo que le irrita es ese extraño
vocablo de boom, y no por extranjero, sino porque ese término
inglés conlleva numerosas connotaciones peyorativas que tuvieron
muy en cuenta los detractores de esos novelistas al encapsularlos
en ese sustantivo. "Boom es una onomatopeya que significa estallido;
pero el tiempo le ha agregado el sentido de falsedad, de erupción
que sale de la nada, contiene poco y deja menos". Esos detractores,
reclutados, a su juicio, entre envidiosos y fracasados, son frecuente
blanco de los disparos de Donoso. Por otra parte, aunque no lo expresa
de forma categórica, queda muy claro para el lector que el
autor se siente entre los grandes del boom. (¡Y no le
falta razón!)
Piensa Donoso que la novela hispanoamericana, internacionalizada en
la década del 60, debió su difusión a que se
decidió a hablar un lenguaje internacional. Para ello le fue
necesario romper con el pasado y dejarse contagiar por los grandes
autores europeos y norteamericanos: "Nuestra sensibilidad huérfana
se dejó contagiar sin titubeos por norteamericanos, franceses,
ingleses e italianos que nos parecían mucho más nuestros,
mucho más propios que un Gallegos o un Güiraldes, por
ejemplo, o un Baroja". Donoso se muestra implacable en el repudio
del pasado novelístico hispanoamericano: "la omnipotencia
monumental de los grandes abuelos engendró una generación
de padres debilitados por el ensimismamiento en su corta tradición".
Por eso se imponía la ruptura con tales padres, la que se realizó
con óptimos resultados: "Me parece que nada ha enriquecido
tanto a mi generación como esta falta de padres literarios
propios". Realizada esta ruptura y asimilados el nuevo lenguaje
y las nuevas técnicas, se produjo en poco tiempo la difusión
internacional a una escala que nadie en Hispanoamérica hubiera
sospechado unos años antes: revistas, películas, agentes
literarios, cientos de tesis doctorales. Pero el autor destaca que
"todas estas cosas, positivas y estimulantes", fueron consecuencia
de la internacionalización de la novela hispanoamericana, no
causa de ella.
En cuanto a la fecha de aparición del boom, José
Donoso cuenta que sus más destacados integrantes apenas si
fueron nombrados en el Congreso de Intelectuales realizado en la Universidad
de Concepción en 1962. Para el autor, la historia del boom
tiene tres momentos decisivos, señalados por la publicación
de las siguientes obras: La región más transparente,
La ciudad y los perros y Cien años de soledad,
novela que marca el apogeo de la novelística hispanoamericana
en el mundo. Donoso llega incluso a afirmar que "la novela hispanoamericana
no salió al mundo sino a partir del triunfo verdaderamente
escandaloso de Cien años de soledad". Sin embargo,
el éxito de García Márquez en Estados Unidos
es bastante inferior al de autores como León Uris o Mario Puzo.
Como el libro de José Donoso tiene un claro afán polémico,
sale frecuentemente al paso de algunas falacias vertidas sobre los
integrantes del boom: su vida burguesa, su autoexilio europeo,
las pingües ganancias obtenidas por sus libros. El autor recuerda
la vida dura que llevaron, en sus primeros años europeos, Vargas
Llosa y Gabriel García Márquez, sobre cuyas penurias
proporciona datos tan pintorescos como tristes. En cuanto a Cortázar,
vive fundamentalmente de su trabajo como traductor en la UNESCO.
Donoso roza incontables temas, como el de la incomunicación
existente por muchos años entre los escritores hispanoamericanos
y hasta el desconocimiento y el desprecio sufrido en el propio país,
cuyo ejemplo más representativo es el de Borges, que tuvo que
ser descubierto en Europa antes de que lo convirtieran en Argentina
en monumento nacional.
Gran parte del libro, como ya anotamos más arriba, está
destinada a narrar la aventura estética del propio Donoso,
sus perplejidades y vacilaciones, sus luchas con las editoriales al
comienzo de su carrera, la apasionada y angustiosa búsqueda
de sus caminos novelísticos, la larga y doloroso caza de El
obsceno pájaro de la noche y, sobre todo, su amistad con
Carlos Fuentes, tan decisiva para sus rumbos novelísticos.
"La lectura de La región más transparente
en 1961 fue un cataclismo para mí".
De otras muchas cosas se habla en este espléndido libro: el
papel de la Editorial barcelonesa Seix Barral en la difusión
de la novela hispanoamericana, de la revista Mundo nuevo, de
la unidad del grupo, del efecto disgregador del caso Padilla, etc.
Al final, Donoso cataloga curiosamente a los más importantes
narradores hispanoamericanos: boom, proto-boom, gratín, boom-júnior,
petit-boom y sub-boom.
El autor conoce demasiado bien la inconsistencia de la fama literaria
y los numerosos concomitantes que confluyen en la pervivencia o en
la muerte de un autor. Por eso, varias veces a lo largo del libro,
formula cautelosas reservas respecto al futuro de la gran novelística
hispanoamericana actual. Además no se halla contaminado por
ningún tipo de triunfalismo ni se adelanta a proclamar futuras
inmortalidades. Por eso, ya hacia el final de la obra, escribe: "Sí,
probablemente resultará a la larga que la novela hispanoamericana
contemporánea —y los novelistas que mayor figuración
tienen en ella—, no es la mejor ni la más grande de nuestro
tiempo. Pero no importa: la aventura valió la pena. Sólo
quisiera alegar que durante la década de los sesenta la novela
fue la forma de quehacer artístico que caracterizó a
Hispanoamérica".