Lo
que fue Boreal III.
Por Jorge Etcheverry
Las jornadas de Boreal, que en general ha sido anuales, tuvieron
su tercera edición a fines de noviembre del año pasado
en el lugar de la ciudad que quizás sea el más adecuado
para acogerlas. Se trata de la sede de extensión de la Universidad
Autónoma de México en Gatineau, justo al otro lado del
río, donde empieza la provincia de Québec. Ahí
confluyen simbólicamente los tres idiomas principales de las
Américas; el inglés y francés, de Ontario y Québec,
separados por el Río Ottawa, y el español, objeto de
las actividades de la sede de la UNAM en Gatineau. El auditorio donde
se funcionó tiene buena luz natural, generalmente hay exposiciones
plásticas en los muros y en el pasillo que da al salón,
donde esta vez presentó trabajos la artista visual de origen
chileno Irene Abedrapo. Las diversas dependencias están festoneadas
de flores y plantas interiores, decoradas con artesanía, es
decir hay una atmósfera muy distinta a otras instalaciones
en que a menudo se llevan a cabo este tipo de actividades y que podrían
ser desde cafeterías penitenciarias hasta salas de disección.
Esta vez Boreal se ramificó un poco hacia lo intercultural,
manteniendo eso sí su foco en la literatura en español
producida en Canadá, que es un poco el mandato autoimpuesto
del Taller Cultural El Dorado y por consiguiente de Boreal, que el
Dorado organiza.
En un país como Canadá, los autores hispanohablantes
se ven solicitados por distintos imperativos creativos, culturales
y sociales. Si exilados, los avatares que tienen o tuvieron lugar
en sus países de origen son una fuente no tan sólo de
trabajo creativo, sino muchas veces resultan en labores de
solidaridad y apoyo: se hace necesario denunciar un estado de cosas,
participar a distancia en la política patria, apoyar a agrupaciones
y personas en ‘el interior’ y difundir la cultura al exterior. Las
embajadas de los países quisieran que los autores se convirtieran
en vehículos para la difusión de las respectivas culturas
y autores nacionales en el medio canadiense. Por otro lado, la existencia
social de los autores hispanógrafos sólo existe en el
país anfitrión si son publicados en las lenguas oficiales,
para eso tienen que entablar complejos entramados de relaciones personales
e institucionales con agencias gubernamentales, traductores, editoriales,
etc.
Debido a esta variedad de opciones voluntarias e involuntarias que
hacen del escritor hispánico en Canadá una figura sumamente
maleable y a veces camaleónica, una verdadera máquina
identitaria, se hacen necesarias instancias que velen por la conservación,
desarrollo y difusión de una literatura en español,
justificada demográficamente por el incremento de la comunidad
hispanoablante, culturalmente por la especificidad de la concepción
de mundo ínsita en el idioma y la cultura hispánicas,
socialmente por el hecho irrefutable de la multiculturalidad del país
e
institucionalmente por la definición de la nación canadiense
como multicultural.
Es ahí donde se ha ido insertando el Taller Cultural El Dorado
en sus ocho años de existencia, y esto es un poco lo que explica
a Boreal. En algún momento nos pareció necesario hacer
algo que fuera más allá de las series de lectura y presentaciones
ocasionales de libros, que no se restringiera tan
sólo a la participación de los miembros del Taller en
eventos y congresos, sino que era necesario que en tanto escritores
hispanófonos generáramos nosotros una instancia de reunión
de la escritura hispánica y su crítica en Canadá.
Boreal no ha contado con respaldo universitario oficial, pese a
que asisten especialistas universitarios en la literatura en español
made in Canada, -que son también escritores-, ni qué
decir con financiamiento municipal o gubernamental, aunque El Dorado,
organizador de los boreales, sea la actividad literaria cultural de
más trascendencia para una comunidad en la ciudad capital de
Canadá. Y no pensamos que esto vaya a cambiar con el
gobierno conservador.
Haciendo un poco de historia, el primer Boreal fue dedicado a la
literatura chilena en Canadá y resultó en la publicación
de un número especial de la revista Alter Vox. El segundo,
dedicado a las letras hispanoamericanas en el país, tuvo como
resultado indirecto Boreal, la antología de poesía
latinoamericana en Canadá más completa hasta la fecha.
El paso de este último Boreal III hacia lo intercultural es
el resultado de una progresión lógica. Ahora y a vuelo
de pájaro, nos corresponde hacer un recuento de esta jornada,
cuyos textos resultantes pronto estarán a la venta en forma
impresa, con la salvedad de estos trabajos de creación, testimonio
y comentario no agotan las posibilidades del espectro de los autores
latinoamericanos en Canadá y que faltan nombres importantes.
Estas jornadas tuvieron el nombre de Boreal III- Literatura hispánica
y el Mosaico canadiense. Leyeron poesía Hugo Hazelton, Arturo
Lazo, David Castro Rubio, Maureen Glaude, Juan Mildenberger, Erik
Martínez, Heather Ferguson, Eddie Garnier, Margarita Feliciano,
Patrick White, Paolo de Lima, Carmen Contreras, Luciano Díaz,
Juan O’Neill, Claudio Durán, y prosa Jorge Etcheverry, Ramón
Sepúlveda, Borka Satler, Camila Reimers, Gabriela Etcheverry,
Magdalena Ferreiro, Alejandro Saravia y la prosa testimonial de Lou
Reeves. Yendo a las presentaciones, Erik Martínez se refirió
a la Poesía de Jorge Etcheverry en “Reflexión hacia
el Sur”; el título de la ponencia de Gabrielle Etcheverry fue
Chilean poetry in Canada: Reframing the Nation Through the Lens of
Exilic Literary Production; Margarita Feliciano habló sobre
las Imágenes de lo cotidiano en la poesía de Miriam
Waddington, Hugo Hazelton sobre Transculturación e identidad
nacional
en la novela Rojo, amarillo y verde, de Alejandro Saravia, David Castro
Rubio entregó un testimonio, Ethnic Literature and National
Identity in Canada, Luciano Díaz abordó El mosaico canadiense
y la literatura Latinoamericana en Canadá, Paolo de Lima presentó
otro testimonio, Ser
poeta en Canadá: Testimonio de un poeta peruano y Jorge Etcheverry
trató sobre El escritor virtual. Así, se contó
con textos de varios autores chilenos, uno estadounidense, varios
canadienses, uno haitiano, uno de Bolivia, un autor nativo, una autora
uruguaya, dos peruanos, uno argentino, uno
cubano/canadiense, una autora ítalo/argentina, y una chilena
nacida en Canadá. La crítica tocó a la literatura
latina producida en Canadá, la literatura canadiense, la experiencia
testimonial y la inserción de la literatura hispanocanadiense
en el mosaico etnocultural y lingüístico canadiense. Ya
avanzado el proceso de recopilación de trabajos, pronto estarán
a la venta las actas de Boreal III, publicadas conjuntamente por La
Cita Trunca/Verbum Veritas. Y vámonos preparando para el Boreal
IV, que pensamos hacer otra vez, si es posible en el mismo local,
a fines de noviembre.