El poeta que juega con fósforos
Entrevista a Julio Espinosa Guerra
Por Luis Martínez S.
La publicación de antologías poéticas en Chile
han pasado desapercibidas sólo en contadas ocasiones, ya sea
para el acotado mundo de la crítica nacional como para el desperdigado
colectivo literario chileno. En algunas ocasiones, incluso, trascendiendo
al exclusivo ambiente de las letras, la discusión generada
ha involucrado a sectores diversos, lejanos del cotidiano poético,
que se han manifestado y tomado posturas y opiniones respecto a la
correcta o errada labor de los antologadores, logrando con esto, la
finalidad última de la labor antólogica, que es abrir
nuevas visiones, estimular reflexión y debate, entregando nuevas
propuestas críticas en una
realidad cambiante y dinámica, y no convertirse en un instrumento
lapidario y categórico. Es el mundo lector, el esquivo y caprichoso
mundo lector, inmerso en el antologador final que es el tiempo, quien
abrirá o cerrará definitivamente la presencia y permanencia
de una obra poética en el patrimonio literario nacional.
Ejemplos claros de este efecto han sido la ya mítica "Antología
de poesía chilena nueva" publicada por Volodia Teitelboim
y Eduardo Anguita en 1935, que irrumpió con verdadero escándalo
por las temerarias exclusiones e inclusiones que se realizaron, pero
que permitió establecer las líneas profundas que marcaron
el devenir de la creación poética en las generaciones
venideras. Otro ejemplo más reciente lo constituye la vilipendiada
"Cantares" de Rául Zurita, notable esfuerzo que buscó
remarcar en forma precisa los nuevos referentes y procesos creativos
en el caótico ambiente de la joven poesía nacional,
generando una discusión que aun permanece y que ha permitido
visualizar en algunos casos ya de manera cierta, los nuevos poetas
que perdurarán.
La necesidad vital e imprescindible del género antológico
queda de manifiesto en la profusa publicación de estos trabajos
en los últimos años en nuestro país, algunos
de ellos apegados más a fines comerciales o de índole
más oscura han nacido muertos y otros han fallecido a los pocos
días, carentes de la seriedad y rigor que la tarea necesita.
La reciente aparición de "Antología: la poesía
del siglo XX en Chile", realizada por el joven poeta chileno
radicado en España Julio Espinosa Guerra, bajo el sello
de la prestigiosa editorial "Visor" destaca por la laboriosa
y pulcra labor realizada y habla del profesionalismo con que se acometió
el desafío. La presentación con extenso y completo prólogo
en que el autor explica y especifica su tarea de selección
y de exclusión, no bastó, sin embargo, para que la primera
revisión publicada en Chile en la Revista de Libros de El Mercurio
por el crítico Camilo Marks fuera de dulce y agraz. La inconsistencia
del título elegido con el contenido del libro, lo insuficiente
de la muestra poética y la exclusión de algunos poetas
"imprescindibles" negaron tres de los tinteros que con un
máximo de cinco califica el crítico las obras que aborda.
Los dos tinteros ganados le fueron otorgados por la excelente selección
del cuarteto poético integrado por Nicanor Parra, Gonzalo Rojas,
Enrique Lihn y Jorge Teillier, verdaderas cabezas de playa que permitirían
la penetración de los poetas antologados menos conocidos por
los lectores hispanos y la completa presentación de algunos
de los otros seleccionados, Óscar Hahn entre ellos.
Interesados en conocer la opinión de Espinosa Guerra respecto
a la crítica de Revista de Libros y, esperando conocer de primera
fuente las razones que impulsan a un antologador a emprender tan temeraria
empresa lo contactamos en Madrid, le hicimos llegar nuestras inquietudes
y también los comentarios y preguntas de poetas y amigos. He
aquí lo que nos relató.
-Primero una pregunta personal. Siempre he sostenido que los poetas
nacen y viven impregnados en bencina, ahora tendría que agregar
que los poetas-antologadores además juegan con fósforos.
Me gustaría que pudieras responder, más allá
de los argumentos netamente académicos ¿Qué es
lo que te atrajo de realizar esta antología, conociendo los
riesgos y los frutos que entrega una labor tan ingrata?
- Bueno, lo de ingrata es relativa. Te puedo decir, honestamente,
que editar esta antología me ha sido tanto o incluso más
gratificante que cuando me han otorgado algún premio o he podido
publicar mis propios libros. Imagínate que fue un trabajo de
años que estuvo guardado en un cajón de la editorial
durante otros tantos. Y sin duda, cuando la pasión que uno
siente por la poesía le permite mostrar los trabajos de otros
en un país diferente, lo que se siente no lo puede echar por
tierra un crítico de periódico por pocos tinteros que
le ponga al asunto. Imagínate que ahora la poesía chilena
del período reseñado está comenzando a ser conocida.
Las universidades han comprado el libro. Los estudiantes están
leyendo a poetas que no conocían. Porque allá en Chile
todos creen que somos una potencia poética, pero en España
no conocen a nuestros creadores, ni siquiera un poco, a parte de los
más importantes (Parra, Rojas, Lihn, Teillier, algo de Hahn,
un poco, muy poco, de Chihuailaf). Te cuento una anécdota.
Cuando Raúl Zurita quiso presentar "INRI" en España,
no me fue posible encontrar ningún centro principal en Madrid
donde hacerlo. Tuvimos que realizar la lectura en una librería...
Que muy bien por la librería, pero Zurita es un autor a la
altura de los grandes de Hispanoamérica, y sitios como Casa
de América, Residencia de Estudiantes y Círculo de Bellas
Artes deberían correr para ofrecerle sus instalaciones, pero
no, no lo hicieron.
Entonces abrir esta puerta a la poesía chilena para mí
es un orgullo. Ojalá ahora los editores, después de
leerla, se entusiasmen por alguno de los poetas antologados y les
pidan material para editarlos. Porque sin duda, ese es mi objetivo
último.
- El título del libro "Antología: la poesía
del siglo XX en Chile", puede llamar a confusión, pues
abre al lector expectativas que el contenido no entrega. ¿Estás
de acuerdo con está crítica?
- Sí, sí. Lamentablemente esta antología
ha sido publicada en una colección de antologías latinoamericanas
que Visor está sacando poco a poco. La primera fue la de Venezuela
y la segunda, ésta. Se está preparando una tercera,
de Colombia. Pero yo este trabajo lo realicé antes de que la
colección -incluso la idea de una colección- existiera,
y la persona que me la pidió, me dio plena libertad para realizarla.
Elegí hacerla del período reseñado porque la
mayoría de los autores aún están vivos y los
podía beneficiar de alguna manera. Además la idea era
hacer algo representativo. Como puedes constatar en la antología
misma, la media de páginas por autor está entre 20 y
22. Alta para una antología. En Chile no existe ninguna igual.
Claro, podría haber hecho un trabajo de cinco páginas
por autor y compendiar el siglo XX completo, pero ¿sirve de
algo ese tipo de trabajos? Pienso que no. Así que me la jugué
por un libro que inicialmente se iba a llamar "Retrovisor:
antología de la nueva tradición de la poesía
chilena". Pero uno pierde las riendas del asunto cuando el
libro se ha terminado. Entonces viene el trabajo de la editorial como
empresa: inclusión en colecciones o no, buscar financiación,
pedir derechos de autor, etc. Y la suerte quiso que este libro calzara
en un proyecto mayor y muy ambicioso, como el de antologar la poesía
del siglo XX en Latinoamérica. Claro, pude haber escrito una
antología de mil quinientas páginas, con un total de
sesenta o setenta autores, pero nadie me la hubiese publicado, o decirle
a Visor que con esas condiciones no publicaba, pero ¿alguien
habría perdido la oportunidad de hacerlo? ¿Hubiese sido
justo para los y las poetas seleccionados? Yo pienso que en ambos
casos la respuesta es no.
- Cuéntanos la manera, el método que utilizas para
fijar, por ejemplo el marco con que realizaste la selección
de los poetas.
- Eso aparece explicado claramente en el prólogo de la
antología. Lo primero era fijar los años que iba a abarcar
el texto. Me incliné por los autores de los '60 y los '70 porque
eran los que habían estado silenciados por la dictadura y porque
a demás, eran los que estaban haciendo o habían hecho
el aporte más importante después de los cuatro autores
fundamentales también seleccionados. Era importante mostrar
eso que yo llamo la nueva tradición de la poesía chilena,
o sea, autores de más de 45 años que hubiesen realizado
un aporte importante a la poesía chilena, ya fuera por una
obra o por un libro específico. Claro, yo escribí la
antología entre los años 2000 y 2002, de allí
que a la fecha de publicación se sobrepase esa barrera de los
45 años.
Por arriba era natural cortar el texto en la llamada generación
del '50, porque ellos mal que mal son o están siendo conocidos.
Así que por eso seleccioné a partir de los autores que
comenzaron a editar en los años '60, la mayoría desconocidos
totalmente en España.
Por otro lado, era importante redefinir o, directamente, eliminar
el concepto de "generación", así que opté
por una división de diez años, mucho más exacta
que la anterior, además de explicar que sólo se trataba
de un criterio metodológico, porque al fin de cuentas la literatura
funciona por autores, no por grupos. Así, al considerar como
último autor importante de los '50 a Teillier, fijé
el corte inferior de la antología el año 36; o sea,
para mí los autores de los años '60 comenzaba con los
nacidos el año 37. Y de ahí trazaría una línea
de 20 años, hasta llegar al 56, año que coincide con
el que para mí es el último poeta de los años
'70, que es Alexis Figueroa, cuyo importantísimo primer libro
es publicado justamente el año anterior a la emergencia de
una nueva oleada de poetas, el año '87. Me dirás ahora
que el primer autor antologado no nació el '37 sino el '38.
Lamentablemente no encontré ninguno nacido el '37 que cumpliera
con otro de los parámetros pedidos, o sea, una obra o un libro
fundamentales para la poesía chilena del período.
- De no existir la limitante editorial, ni el número de
páginas ¿ A qué otros autores hubieras incluido?
- ¿Quieres que te haga un listado de otros cincuenta poetas?
Primero, la poesía o investigación ficción no
me gustan. Y, segundo, debería leerme a todos los autores chilenos
del siglo XX con gran detenimiento, para hacerlo de manera responsable.
Eso sí, indudablemente autores como Rosamel del Valle, Humberto
Díaz Casanueva, Eduardo Anguita y Armando Uribe estarían
incluidos, además de toda la Mandrágora, Neruda, Mistral,
Huidobro, de Rokha... Bueno, mira tú mismo cómo sube
la cantidad de páginas. Por lo menos, ya tenemos 220 páginas
más, y nos falta una multitud.
- Camilo Marks critica en Revista de Libros el que hayas excluido
a artistas de relevancia semejante, si no superior a los elegidos.
¿A qué poetas crees tú se refiere y que opinión
te merecen ellos?
- Agradezco que me hagas esta pregunta. Primero quiero decir que
al señor Camilo Marks no lo conozco y que siento respeto por
el trabajo crítico que realiza. Lo que lamento es que él
no cite los nombres a los que se refiere. Todo crítico que
se precie de tal y en cualquier parte del mundo, justifica sus dichos.
Él, en este caso, no lo ha hecho. No nombra a los autores ni
señala por qué son iguales o mejores a los otros. Este,
sencillamente es un acto o de desconocimiento o de irresponsabilidad
crítica. Todos tenemos derecho a opinar. Lamentablemente hay
gente que cree que opinar no conlleva el responsabilizarse por los
juicios emitidos. Yo, en la introducción, dejo muy claro cuáles
van a ser los parámetros de la antología. Él
no hace lo mismo con su crítica; al contrario, tira la piedra
y esconde la mano. Para mí los nombres importantes son los
que están en la antología: los que deberían estar
y no están los tiene que señalar él.
- En la introducción a esta entrevista contamos que la
crítica de Camilo Marks fue de dulce y agraz, dos o tres palos
para terminar felicitando la publicación. ¿Alguna opinión?
- Hay gente que quiere quedar bien con todos. Lo lamento por la crítica
chilena y por él mismo. Es penoso que un crítico de
cierta enjundia en el ámbito local comience diciendo "[La
antología] dejará a los aficionados peninsulares con
un nivel de insatisfacción frente a lo que el tomo ofrece y
lo que efectivamente entrega" y "Curiosamente, Espinosa
excluye de La poesía... a numerosos artistas mencionados en
la introducción, cuya relevancia es semejante, si no superior,
a la de los elegidos", para terminar señalando "[Espinosa
tiene] un notable ojo para decidir cuáles piezas ofrecer"
y "[La antología] en definitiva, brinda un excelente panorama
del período que cubre". Cualquier lector que haya pasado
con una nota media la asignatura de lengua, se debería dar
cuenta de la contradicción de los juicios llevados a efecto
por el autor de la reseña. Al mismo señor Marks le podría
servir en la Escuela de Periodismo de la USACH para enseñar
a sus alumnos lo que no se debe hacer. Además es penoso que
se dedique durante los tres extensos primeros párrafos a criticar
un par de aspectos que podría haber hecho en uno y después
señale que por problemas de espacio no puede extenderse en
los aspectos positivos. Cuando publiqué esta antología,
pensé que en mi país la gente de letras estaría
feliz de que se conociera la poesía chilena en el extranjero,
pero parece que nos seguimos mirando mucho el ombligo y pensando que
somos los mejores poetas del mundo, cuando realmente no se conoce
nada de lo que se ha escrito en Chile en los últimos cuarenta
años, con contadas excepciones.
- Tres mujeres en una antología chilena es todo un logro.
¿Qué opinión tienes de la poesía escrita
por mujeres en Chile?
- Gracias por la ironía, Luis. Me la esperaba y te agradezco
la pregunta. A mí me interesa la poesía. No la poesía
escrita por hombres, ni la poesía escrita por mujeres, ni la
poesía escrita por homosexuales, ni por lesbianas, ni por pedófilos,
ni por zoofílicos. Me interesa mostrar aquello que, desde mi
humilde punto de vista, ha significado un aporte. Hay poetas mujeres
que se echarán de menos, pero más que por su creación,
por su poder local, y no en el ámbito poético, se entiende,
sino en las redes que hay alrededor de la poesía. Por otro
lado, hay muchas mujeres poetas nacidas con posterioridad al grupo
seleccionado. Esa no es culpa mía. La mejor poesía escrita
por mujeres -con excepciones muy significativas, como Elvira Hernández-
corresponde a personas nacidas en la década de los '60 y, especialmente,
de los '70 en adelante. Claro que si hiciese una antología
de dicho período aparecerían más mujeres, pero
no por ser mujeres, sino por lo significativo de sus textos.
Ahora que estamos obsesionados con la paridad, me atrevo a decir que
en el arte no tiene por qué haber paridad. Bien si la hay y
bien si no la hay. Bien, si la balanza se inclina hacia el lado de
los hombres. Pero también muy bien si se inclina hacia el lado
de las mujeres.
Además, si te fijas, ninguna de las tres poetas seleccionadas,
son las más conocidas o las que más cuentan para la
crítica nacional. Eso debería hacer reflexionar a cierta
gente. Incluso ha habido poetas que me han insistido en que cambie
a una de ellas por otra, porque allá no gusta nada. Curiosamente,
acá es la que más ha impactado. Y me alegro.
Por eso y porque he trabajado seriamente, asumo totalmente mi criterio
al respecto.
-¿Cómo ha sido la recepción de la antología
en España?
- Poco a poco va siendo conocida. El día 21 de abril la
presentará un grupo de alumnos en la Universidad Complutense
de Madrid. He tenido la posibilidad de hablar con ellos y les ha gustado
mucho. Me ha sorprendido gratamente que autores bastante marginados
de otras antologías o separados del canon, como Omar Lara y
Verónica Zondek, hayan gustado mucho. También la están
leyendo otros amigos poetas y les ha impactado, especialmente porque
desconocían a la mayoría de los autores y muchas veces
sus búsquedas actuales -estamos hablando de poetas jóvenes-
se corresponden con la de estos autores. Sé que en Barcelona,
apenas salió el libro pidieron quinientos ejemplares y que
está distribuida en todas las librerías importantes
de España. Muchas reseñas no han salido, pero es que
los medios españoles -periódicos, revistas- son reticentes
a las antologías. Pero el texto se está moviendo, se
está comprando y está gustando. Esa es una satisfacción.
Preguntas y
comentarios.
- Felipe Ruiz Valencia:
1.- En el estudio preliminar de tu antología hablas
de que la generación del 60 estuvo marcada por la revolución
cubana y el inicio de una lucha anti imperialista yanqui. Sin embargo,
en la poética de esta generación uno ve precisamente
un desligarse del castellano y la asunción de un lenguaje más
híbrido y menos barroco. ¿Por qué crees que eso
ocurre?
- Lo que señala Felipe Ruiz es totalmente cierto. Parece paradójico,
pero no lo es tanto. Los mismo poetas fueron criticados por varios
de sus contemporáneos debido a que no escribían una
poesía políticamente activa. Pero eso no quiere decir
que no tuvieran un compromiso personal y que dichos hechos no los
hayan afectado. Desde mi punto de vista esto ocurre porque la escritura
es un acto de libertad, igual que todo arte, y cada autor se veía,
en ese momento histórico, con la posibilidad real de llevar
a la práctica esa máxima. Además los poetas solemos
ir a contracorriente y no aguantamos que alguien nos diga lo que debemos
hacer. El ambiente de la época es fácil de imaginar:
un grupo de gente urgiendo a los poetas, sus amigos, a "poetizar
la revolución". Por formación y por aprecio a su
propia obra, es fácil suponer por qué eligieron otro
camino.
Finalmente la respuesta es personalísima, corresponde a cada
creador. Pero el mejor ejemplo de que sí que estaban comprometidos
es que muchos pasaron al exilio y otros tantos fueron detenidos. Y
que otros, sin traicionar en absoluto su estética, fueron capaces
de escribir poemas memorables sobre la dictadura, como "Al otro
lado de la verdad", de Waldo Rojas.
2.- ¿En qué sentido la poesía española
hoy podría ser un aporte a la latinoamericana? ¿Quién
se beneficia más con el intercambio?
- Es indudable que se beneficiaría la poesía española
actual. Quiero resaltar que, a pesar de esto, sí que existe
una poesía española no conocida en Chile que tiene búsquedas
semejantes y un lenguaje que se aleja del simplismo de la que es más
conocida. Especialmente está ocurriendo un cambio excepcional
y positivísimo en los poetas jóvenes. Hay una oleada
-aún retenida por los poetas del canon actual-, que se asemeja
mucho a nuestras búsquedas. Por eso uno de mis próximos
objetivos es sentarme a escribir una antología que muestre
a estos autores allá. La haré y luego buscaré
editor. Ojalá lo encuentre. U ojalá que alguno que lea
está entrevista acepte el ofrecimiento.
- Rosabetty Muñoz:
- Julio Espinosa hace una buena defensa inicial respecto de los
criterios de selección (con toda la libertad que le proporciona
aquello), sin embargo, me asalta la duda ¿Esta misma antología,
con ese planteamiento, resistiría la lectura del medio literario
chileno? o, dicho de otra manera , más allá de los (des)
criterios personales que él mismo menciona ¿la selección
de autores, destacados para ser presentados en esta edición
al público lector español, sería igual en una
posible edición chilena?
- Escribir desde el extranjero da una tremenda libertad y perspectiva
que desde dentro no se tienen.
Porque escribir esta antología fuera del país no tuve
que darle cuentas a nadie, ni guardarme las espaldas, ni pensar en
qué premio me iban o no me iban a dar si incluía o excluía
a tal o cual.
Por la misma razón y porque no vivo de lo que obtenga de los
sustentadores de la verdad poética del país -verdad
muy cuestionable, especialmente porque muchos de los que la abanderan
son juez y parte-, y manteniendo los mismo criterios metodológicos
y límites temporales, mantendría idéntica la
selección. Otra cosa sería, sin duda, si los límites
temporales variaran.
- Alexis Figueroa:
1.¿Cual es la recepción y visión critica
de la poesía chilena actual en España?.
- La poesía chilena actual no se conoce en España.
Zurita, que acá ha editado dos libros, es casi un desconocido.
Chihuailaf que ha editado uno, es conocido por cinco personas. A Hahn
lo conocen un poco más, porque su bibliografía es más
grande, pero no creas que mucho. Rojas, después del Cervantes,
se hizo conocidísimo, y Parra aún sigue siendo para
iniciados. De Lihn hay una antología de siete poemas largos
en la Editorial Hiperión publicada el año 87. Todavía
quedan ejemplares. De Teillier salió una antología hace
dos años. Ni siquiera está distribuida. Los demás
poetas de la antología son unos desconocidos. Y ni que hablar
de los poetas que venimos después. A veces me han preguntado
por Bello, pero es gente que lo conoció cuando vivió
en España. Después está Neruda, nada más,
porque la gente de a pie ni siquiera conoce "Altazor" de
Huidobro.
Y como el desconocimiento es tan grande, ¿qué visión
crítica puede haber? Es cierto que han existido otros intentos
por difundir nuestra poesía: significativo es el de Marcelo
Rioseco en la revista Litoral, y aún más la antología
en dos volúmenes de Alonso, Mestre, Rodríguez y Triviño
publicada por la Diputación de Málaga, pero que no tuvo
distribución. Por eso creo que esta antología es un
aporte y por eso no podía renunciar, aunque me cambiaran el
título, a publicar con Visor.
2. En un país en que vive aún con el peso político
y con una herencia cultural tradicionalista reafirmada de una forma
u otra en el franquismo, el lector ¿se interesa por una poesía
más experimentalista, menos retórica, menos imperial
que la española?
- Voy a acotar un poco tu pregunta. Es el canon español
el tradicionalista. Ha habido poetas como Joan Brossa y Rafael Pérez-Estrada
que se han salido de ese lugar. Otros, como José Miguel Ullán
tienen una búsqueda experimental riquísima. También
está el camino hacia la esencialidad de Eduardo Scala. Y ahora
último, poetas como Patricia Estevan, Benito del Plieglo y
Francisco Sevilla definitivamente están profundizando en otras
formas del decir.
Ahora bien y hablando del lector... ¿acaso en Chile la gente
de a pie no privilegia a Benedetti por sobre Maquieira? Así
las cosas, yo no enfocaría tanto hacia el gran público
la pregunta, sino hacia el mundo de las letras y la respuesta es que
está produciéndose un cambio lento, pero inevitable,
que llevará a que la poesía española cada día
se acerque más a la latinoamericana.
- Juan Cameron:
- Una de mis preguntas es si cree, Espinosa, en la vigencia de
mi visión de la poesía chilena hecha hace ya veinte
años.
- Si sólo nos preocupamos de dicho período, pienso
que sí, que sigue siendo válida. Pero indudablemente
hay un grupo de ese entonces que, podemos decir, cayó en desgracia
con el paso de los años. Por lo demás, era inevitable.
Se trata de aquellos que asumieron el discurso urbano, pero desde
una perspectiva más panfletaria que poética. Muchos
de ellos han seguido escribiendo, pero han caído en la repetición
o en una búsqueda ya realizada anteriormente por otros poetas,
no necesariamente chilenos. Hay que tener en cuenta que la palabra
poética, una vez encontrada, se agota. Por eso, poetas que
hace veinte, quince años, realizaron un hallazgo y sólo
se han dedicado a repetirlo, ya no dicen nada. Se pasa de la búsqueda
artística a la repetición técnica de algunas
formas del decir. Esto le pasó a este grupo de poetas, que
además ni siquiera, en su mayoría, han sabido lavarse
la mirada y replantear su perspectiva; otros, en cambio, supieron
callarse a tiempo. Vivimos en una época en que el discurso
moral perfectamente se puede unificar con el poético, pero
no de la misma manera que hace veinticinco años atrás.
Es más, pienso que es urgente hacerlo. Pero ellos se han quedado
repitiendo la musiquilla.
- La otra puede referirse a su opinión sobre el lenguaje
meteco o parvenù de los académicos con pretensiones
literatosas.
- Ja,ja,ja. La pregunta es qué está primero: la
poesía o la teoría.
En Chile tenemos un problema en este sentido. Como son muchos los
gallos (también gallos femeninos) y el gallinero, muy chico,
los y las poetas se acercan al poder. El poder está representado
por esta gente, o sea, los académicos (que muchas veces, para
darse un "plus" extra, sacan su librito de poemas, que más
parece un compendio de sus teorías). Esto les hacen un hueco
en su parcela de poder, pero siempre y cuando a través de sus
textos transmitan lo que ellos han señalado es poesía.
Entonces el poeta termina siendo un accesorio de estos señores,
de estas señoras: el animal de laboratorio que utilizan para
demostrar sus teorías, el animalillo que repite todo lo que
el crítico y académico de turno necesita que se repita
a cambio de un premio, una beca, una publicación. La poesía,
entonces, se pincha. Lo bueno es que siempre hay alguien a quien no
le interesa ese poder o no depende de él. Allí se suele
encontrar algo, siempre.
Así el lenguaje utilizado por esta gente sólo es la
representación de sus carencias: complican el discurso para
que pensemos que es complejo, pero no se trata más que de retórica
y de una manera de crear una elite literaria que dependa de sus juicios.
Todos aquellos que están dentro son los iniciados y los que
no, plebeyos. Al fin y al cabo, la vieja fórmula de dividir
para gobernar. Y si por algún motivo se te ocurre tener voz
propia, ¡pluch, crach, strach!, ya estás fuera y te puedes
ir olvidando de dineros públicos, becas, premios e invitaciones.
- David Bustos:
- Las dos omisiones más grandes de la antología
a mi gusto, tanto a modo de selección o como referencia a la
pasada dentro del prólogo es : Hernán Miranda y Bruno
Vidal. Quisiera saber, ya de ante mano sabiendo lo complejo e injusto
que es hacer una selección, por qué estos dos poetas
tan relevantes no aparecen por ninguna parte. Me interesa, sobre todo
porque si se trata de difundir o dar a conocer la poesía chilena
del último tiempo, ambos y especialmente Bruno Vidal son poetas
singulares que a vuelo de pájaro se pueden distinguir.
- Me gusta que David Bustos dé nombres. Se queme. Es el único
que se ha quemado. Además me gusta que defienda a los poetas
que le gustan y, muy especialmente, a sus amigos. Había una
cantidad de poetas posibles y a veces, bueno para algunos, malo para
otros, prevalece el criterio de quien escribe la antología.
Preferí otros dos en vez de esos dos que él nombra,
como Omar Lara, Verónica Zondek, Cecilia Vicuña o Alexis
Figueroa, por ejemplo, bastante ninguneados en el panorama nacional.
Como quien dice, me la jugué por otro puñado de poetas
poco representados en las antologías, equilibrándolo
con otro puñado de poetas que siempre aparecen, indudablemente
debido a su calidad. Esa es la única razón, además
del espacio disponible, naturalmente.
- La segunda pregunta es acerca de los proyectos narrativos de
Julio, sé que tiene dos novelas inéditas. Quisiera saber
qué ha pasado con ellas y cuáles son los problemas que
él ha tenido que sortear al cambiar de la poesía a la
narrativa. Ambos procesos creativos son distintos, cómo se
compatibilizan.
- Sí, es cierto, tengo dos novelas inéditas. La primera,
"El día que fue ayer", la escribí con 22 años.
La segunda, "El miedo y la fuga", entre los 26 y los 28.
Cuando llegué a España una agente literaria me aceptó
entre su grupo de representados, naturalmente gratis, como debe ser.
Ella sólo se llevaría dinero si lograba que me publicaran.
Vino el 11 de septiembre estadounidense y la industria editorial paró
la publicación de textos de escritores noveles. Esperé
cuatro años y ella no consiguió nada. Cuando el año
pasado la dejé, me presente al Herralde con "El día
que fue ayer". Nadie me conocía en la editorial. Dentro
de la lista "larga" de finalista, era el sexto. Ahora, con
la misma novela, estoy de finalista en un concurso de una editorial
nueva. Dudo ganar nada, pero es el camino a seguir. Lamentablemente
la mayoría de los concursos están dados de antemano
y la esperanza es que algún editor crea en uno. A veces esto
va acompañado de la fama. Si logro algo como poeta, probablemente
también lo logre como novelista. Ahora estoy escribiendo mi
tercera novela. Escribo, que es lo más importante. El resto
se verá con el tiempo. Y si no ocurre nada, seguramente será
porque soy lo suficientemente malo o estoy lo suficientemente fuera
del mercado como para que alguien se interese en lo que hago.
Hablando del proceso creativo, claro que es diferente. Lo cierto es
que no salté de la poesía a la novela ni de la novela
a la poesía. Desde que comencé a escribir seriamente
desarrollo paralelamente ambos oficios. La poesía me ha dado
más alegrías, claro; sólo por eso se me conoce
sólo en ese ámbito (y sólo un poco). Por otro
lado, no creo que sean ejercicios demasiado diferentes. Allí
tienes a Lezama o a Joyce. El Ulises muchas veces -por no decir
casi siempre- hay que leerlo como un poema. Además hay un ejercicio
de creación de mundo en la novela que a mí me fascina.
Mientras la poesía es una mirada oblicua de la realidad, como
dice Concepción Rey, la novela, la buena novela literaria,
es conseguir que tus personajes tengan una mirada del mismo tipo sobre
el mundo que tú les creas para que se desenvuelvan. Eso es
literatura. Y eso persigo.
- Tomás Harris:
PREGUNTAS PARA JULIO ESPINOSA A LA HORA DEL
TÉ
- En estos últimos meses han aparecido varias antologías
de poesía chilena que tienden más hacia la selección
de poetas integrantes de las últimas generaciones. Como dice
el título de la reedición de la correctísima
antología de Erwin Díaz: "De Parra a nuestros días";
pero a mí me gustan las antólogías con ruidos,
que sacan a la luz poetas que se olvidarán pronto y, quién
no dice, serán redescubiertos 50 o 90 años más.
La etimología de antología, es ambigua en todo tipo
de textos de este género. Quisiera recordar, además,
que hay dos antologías previas -y recientes- a la de Julio
Espinosa en España: las recopilaciones hechas para las ediciones
Juan Ramón Jiménez de Gilberto Triviños, María
Nieves Alonso y Mario Rodríguez y la de Marcelo Rioseco; es
decir esta muestra de Visor no cae en el vacío lector del mínimo
número de interesados. Ahora bien, una antología es
un error genérico per se, una permanente amputación,
una mezcla deletérea entre el paradigma y el sintagma que hace
que jamás puedan ser -ni siquiera aspirar a ser- una réplica
o un reflejo a lo que sucede en la poesía de una nación
(noción ya en vías de caducidad) pero que son, a veces,
necesarias. A lo que habría que agregar que el todo, en literatura,
siempre es mayor que la suma de sus partes. Por eso el gesto de rasgar
vestiduras de comentaristas de gacetas literarias o de los mismos
poetas excluidos/incluidos, es un despropósito teórico.
El único comentario que he leído hasta el momento de
la antología de Julio Espinosa es el del comentarista Camilo
Marks que, además de las absurdas y flagrantes contradicciones
valorativas en las que cae en apenas 3.000 caracteres más o
menos, la despacha per se, sumándole a esto, el hecho
de la absoluta ignorancia del fenómeno poético que Marks
demuestra cada vez que comenta un libro de poesía y el ridículo
lenguaje que maneja no sé si como ironía o desfase mental.
Llamar vates a los poetas. ¡Por favor! Un poquito más
de lucidez o respeto. Frente a este inhóspito y mediocre paisaje
receptivo del lamentable, único y endogámico suplemento
literario con que contamos, son dos mis inquietudes para Julio, que
puedo plantear gracias a la apertura del ciberespacio y, sobre todo
este sitio que ya casi nadie de los interesados en el tema literario
se pierde:
RESPUESTAS A TOMÁS HARRIS A LA HORA
DEL ALMUERZO.
-¿Crees en la pertinencia del "gusto" al decidir
la inclusión de un poeta que por afinidad de rasgos, tipo de
escritura, tropos, etc., en el momento de elegir?
- Se trata de una pregunta interesante. El paradigma de la objetividad
fue derribado hace años, al inicio de la posmodernidad. También
es inválido el que separa el mundo y, por ende, el arte, en
bueno y malo. Tomando como base estos postulados, lógicamente
el gusto tuvo mucho que ver con la selección de poetas, pero
no un gusto a secas, puesto que también fueron fundamentales
aspectos como el aporte que las obras de los poetas seleccionados
han realizado en el panorama nacional, pero no en cuanto a cantidad
de lectores o citas críticas en los periódicos puedan
haber tenido, sino a un hallazgo o profundización en una manera
de mirar, previamente no existente en el corpus de la poesía
chilena del período. El equilibrio entre estos elementos y
de una lectura atenta de todos los poetas, además de mi propio
bagaje tanto poético como crítico, me llevó a
seleccionar finalmente a estos veinte autores, en los que, sin duda,
hay unos que me gustan más, otros menos y una minoría,
muy poco; pero que mi análisis racional y sistemático
de sus obras, me llevó a valorar por sobre mi más "subjetiva
subjetividad", o sea, por sobre mi gusto personalísimo,
por decirlo de alguna manera.
-¿Crees que se mantiene una actitud 'imperialista' -en asuntos
literarios- desde España hacia Chile? Y si es así, ¿debería
preocuparnos?; en otras palabras, ¿cuán importante y
para qué sirve la recepción de la poesía latinoamericana
-y chilena en particular- en España?
- No creo que haya una visión imperialista al respecto. Esto
se observa claramente en que las multinacionales de la edición,
en Chile editan chilenos y en España, españoles; son
sólo unos pocos los privilegiados en publicar a ambos lados
del Atlántico y generalmente lo hacen cuando ya están
probados como autores de cierta calidad y éxito en ventas.
Por otro lado, lo que debería preocuparnos es lo que se valora
de la poesía latinoamericana en España, que no suele
coincidir con la más cercana a nuestro canon -si es que existe
un propio canon, cosa que cuestiono-; mejor digamos "búsquedas".
La pregunta es por qué sucede esto, por qué en España,
con excepción de grupos minoritarios, no existe una búsqueda
poética similar y la mayoría de las veces se conforman
con placebos.
Es algo que me he cuestionado mucho y he llegado a la conclusión
de que la respuesta no tiene nada que ver con Chile ni Latinoamérica,
menos, con sus poetas, sino más bien con el poder.
Me explico: hoy en día el grupo de poetas españoles
que tiene el poder representan sólo una manera de mirar la
poesía. Es gente que ha encontrado una manera de decir que
llega con facilidad al público mayoritario y que más
que poetas individuales, parecen una fábrica; es decir, en
este caso estamos hablando de un grupo, de una verdadera generación
literaria, con todo lo bueno y malo que ello implica. Pues bien, si
estos poetas abrieran las puertas a los grandes poetas latinoamericanos
de su generación, lo más probable es que los lectores
comenzaran las odiosas comparaciones y terminaran dándose cuenta
de que existe una gran poesía muy diferente -no mejor ni peor-
a la pregonada por el canon peninsular y la buscarían y lo
mejor es que encontrarían a poetas Españoles, poetas
propios, que efectivamente han llevado a cabo esa búsqueda
pero han quedado mediana o totalmente silenciados por el poder de
los otros. Entonces podría ocurrir lo contrario: que la gente
y los críticos prefieran a los poetas que hoy en día
tienen menos poder o no lo tienen, tanto de uno u otro lado del Atlántico,
cuestión que, como es lógico, a los que hoy lo sustentan
no les interesa en absoluto, aunque sea la poesía, ese abstracto,
la perjudicada. Así las cosas, y desde mi punto de vista, la
falta de recepción no tiene nada que ver con el imperialismo,
sino con un aspecto mucho más prosaico y cotidiano. Hablando
de la segunda pregunta, pienso sinceramente que le podemos dar la
vuelta: ¿Y por qué no nos va a interesar ser leídos
en España?
Aquí nos enfrentamos a otro aspecto importantísimo:
el poeta crea en soledad y cuando lo hace no está pensando
si va a ser reconocido o no en tal o cual lugar. Diferente es cuando
un grupo de gente se da cuenta de que esa creación dice, ve,
algo importante en el ámbito poético. Cuando así
es, también es hermoso poder compartir esta experiencia y no
me refiero a la del creador, sino a la de lector. Si puedo, la difundo
y quizá mil, cien, diez, uno se entusiasma por esa manera de
mirar. Por ese uno, entonces, ya ha valido la pena la publicación,
la difusión.
Tiene, al final, que ver con lo que H. M. Enzensberger señaló
en el año 60 y que recojo en el prólogo del libro. El
libre flujo de las ideas. Si eso se logra, también crecerá
más la poesía, habrá nuevas búsquedas
porque el poso, el acerbo será mayor y el reto del poeta, por
tanto, también.
Al revés, si este flujo no existe, si por el contrario es el
desconocimiento el que impera, sucederán absurdos como uno
de los últimos años en la Feria del Libro de Guadalajara,
cuando un poeta del canon español señalaba como si fuera
una verdad recién descubierta, que había que volver
al lenguaje cotidiano, dejando de lado las grandilocuencias. Este
señor no se había enterado de que cincuenta años
antes Nicanor Parra había dicho lo mismo y había cambiado
la forma de poetizar en toda Latinoamérica. Por eso, que no
es poco, es importante que tanto acá como allá se conozca
lo que se está haciendo.
-Waldo Rojas:
En este último tiempo parecen soplar vientos antológicos
sobre la poesía chilena. Nada más que en lo que va de
este último par de años tengo noticias de una media
docena de ellas. Cuenta tenida del papel fundamental que las antologías
han jugado históricamente en la evolución de la poesía
chilena, es éste un tema que merece ser abordado con debido
rigor.
He leído el comentario de Camilo Marks de quien, dicho sea
de paso, tengo la mejor idea como de entre otros muy pocos columnistas
literarios del Chile de hoy que saben asumir los imperativos y constricciones
de la crítica periodística con brío intelectual,
honestidad y hasta buena pluma. Su juicio, perfectamente atendible
en buenas cuentas, me parece sobre todo documentado y razonado en
cuanto a la aparente incongruencia entre el título del volumen
y su contenido. Si este último es objeto de aplicada justificación
por su autor en el prefacio, es verdad, por el contrario, que el efecto
de anuncio de sus títulos (el de la portada y el de la portadilla)
plantea más de algún problema en los términos
expresados por el comentarista.
Me parece por otro lado que este mismo texto de presentación
no posee solamente el mérito de existir, esté uno de
acuerdo con sus criterios de análisis y argumentaciones o no.
Pocos antologadores se dan, con el denuedo del caso, un tal afán.
Es un punto de vista no por personal menos válido en su marco
general.
No me cabe en todo caso asumir la réplica a dicha columna -y
no solamente por el hecho de encontrarme entre los poetas seleccionados-;
pero me pregunto si la nota que encabeza la reseña es pertinente
en cuanto a que la antología "refleja un nivel insuficiente
de nuestra riqueza poética", en circunstancias de que
en el cuerpo de la misma reseña queda claro que no es el "nivel"
lo insuficiente, sino el territorio poético, por así
decir, que ella supone cubrir por obra de su título. Hay que
reconocer, por otra parte, que la doble operación de la inclusión
y la exclusión representa siempre el punto vulnerable en la
antología mejor acorazada. Siempre habrá para una selección
de este espinoso género objeciones más o menos atendibles,
"aunque, en definitiva, brinde un excelente panorama del período
que cubre", como afirma en justa compensación el comentarista.
Hay no obstante otras debilidades en este caso que podrían
ser señaladas. De algunas de ellas ya di parte a Espinosa.
Se trata, primeramente, de la puesta en página de muchos de
los textos, con alteración (que es una deformación)
de la disposición de los versos en la página siguiendo
un corte dictado por la dimensión de la columna; enseguida.
Tiene que ver, por otro lado, con la nada despreciable cuantía
de las erratas. Pocos poetas se salvan aquí de alguna de éstas,
y no en todo caso… un servidor!
Por tu envío me entero de lo que supongo el título original
("RETROVISOR. muestra de la nueva tradición de la poesía
chilena contemporánea"), que se me ocurre harto más
apropiado, no sólo porque, de haber sido el rótulo definitivo,
el volumen se habría hurtado a las objeciones más evidentes.
No es imposible que en el cambio hayan jugado las irrevocables razones
del editor, atento a las fórmulas de mayores perspectivas de
marketing. No me parece desatendible en este caso interrogarse sobre
las imposiciones y condicionamientos que el negocio editorial impone
a los autores.
- Rodolfo Hasler:
En mi opinión esta antología que ha hecho el poeta
Julio Espinosa y que acaba de editar Visor en Madrid es importante
en primer lugar porque descubre al lector español amante de
la poesía a una serie de nombres que a veces a oído
mencionar, pero siempre difíciles de leer con mayor amplitud,
y ese espacio en blanco este espléndido trabajo lo cubre de
manera magistral. En España se respeta y admira la poesía
chilena, se conocen muy bien a los grandes nombres, desde Mistral,
Neruda o Rojas, pero el panorama que esta antología descubre
permite conocer mejor una de las mejores poesías de la lengua.
Destacaría además el buen criterio de Espinosa a la
hora de elegir a los poetas, hay una coherencia, que es su gusto,
la calidad que desde el primero al último seleccionado destaca
por encima de todo. Era algo necesario y esperado esta bellísima
antología de la poesía chilena del XX.
- Javier Campos:
Pregunta o más bien un comentario a favor de la antología.
Primero el titulo* me parece acertado: "Muestra de la nueva tradición
poética chilena contemporánea" (*se refiere al
título original, que no fue el definitivo. N del E.) Dice "la
nueva tradición". Con eso queda claro que no es una muestra
de la poesía chilena contemporánea. Y la división
o la línea de marcación comienza con Nicanor Parra.
Y eso me parece muy objetivo y cierto. Hay ANTES de Parra y DESPUES
de Parra. La selección me parece acertada. Lo que algunos discutirían
por que no está tal o cual. Eso ocurre en toda antología.
Pero como muestra de una tradición poética con PARRA
a la cabeza es certero. También lo es la validez de la poesía,
la abundante poesía durante, o a partir, del golpe militar.
Está bien representada. Podrían ir más pero quizás
por asuntos de espacio del volumen.
Podrían ir la poesía chilena, o alguno/as, que han escrito
en el exilio por ejemplo. Pero entiendo que por ese lado el antologador
fue muy "territorial": privilegiar a los residentes en Chile
(aunque Oscar Hahn vive en EE.UU. por mucho tiempo).
Otro comentario. Gracias a Julio Espinosa por citar varias veces mis
trabajos sobre poesía chilena que, en mi opinión, creo,
le sirvieron para su propuesta (teórica), en parte en su introducción.
Eso al menos me dice que el trabajo que uno hace como académico
tiene, al fin, un uso en el futuro: le sirve a los poetas/antologadores.
En fin creo que no tengo reparos, en mi opinión, sino (a diferencia
de Carlos Marks en El Mercurio del viernes 7 de abril de 2006) una
felicidad de que se distribuya por el mundo español (de la
Península) la poesía chilena. Eso es lo que importa.
Creo que ha sido una buena selección. Excelentes poemas. Eso
es lo que importa.
PD importante: . Al leer el artículo en El Mercurio de Carlos
Marks hoy viernes 7, 2006, creo que él confunde a Juan Camerón
con Javier Campos cuando señala:
"El prólogo explica las razones que tuvo Espinosa para
preferir a los 20 poetas y poetisas que forman parte de su recopilación:
mostrar los versos de vates poco conocidos en España, destacar
la influencia de la Revolución Cubana en la politización
de las letras (se emplea el entrañable término "una
fuerte lucha de clases"), exponer la cancelación del proceso
de cambio social producido por el golpe militar, que condujo a muchos
literatos e intelectuales al exilio, definir, en parte, la heterogeneidad
de los movimientos marginales, opuestos a la dictadura y, en fin,
señalar las tendencias que Juan Cameron propone en 1987 (el
subrayado es mío. J.C) cuando destacan renovadores y neovanguardistas,
quienes privilegian una imagen de contenido semiológico o aproximaciones
urbanas."
Eso mismo fue lo que Javier Campos sugirió en su libro de
1987, , 1987: "La joven poesía chilena en el período
1961-1973 (G. Millán, W. Rojas, O. Hahn)", Concepción,
LAR e Institute for the Study of Ideologies and Literature, Minneapolis,
Minnesota. y NO Juan Camerón, que Julio Espinosa no cita más
(a Camerón) por ninguna parte de su prólogo como teórico
ni menos en su bibliografía. Es importante dejarlo aclarado
por mi mismo aquí y se sepa. No pienso que Carlos Marks haya
querido "ningunearme", sino que creo de buena fe que fue
un error que debe ser aclarado. Y ya lo hice aquí.