Es difícil tratar de definir la poesía de Jorge Etcheverry,
un escritor poseedor de una voz poética propia que salta de
registro a registro, de tono a tono, de contenido a contenido, con
una versatilidad y un dominio sorprendentes. Este poeta chileno (
nacido en 1945) que ha vivido en Canadá desde 1975,
ha combinado con maestría las labores de poeta, narrador, crítico,
traductor y editor (a él se le deben varias iniciativas editoriales),
convirtiéndose en un verdadero hombre de letras. No causa sorpresa
que Jorge Etcheverry sea considerado uno de los intelectuales más
sólidos de la comunidad hispano-canadiense. Su voz poética
sobresale por ser de las más consecuentes, originales, constantes
y mejor trabajadas de la poesía canadiense en español.
Parece que Etcheverry se resiste a que se le ponga cualquier tipo
de etiqueta. ¿Es chileno, canadiense o hispano, por ejemplo?
Pregunta ésta no fácil de contestar porque Jorge Etcheverry
no se adhiere a un solo país o cultura, pero no renuncia a
ninguna; y va más allá, hasta ser un ciudadano responsable
del mundo en que vive. Vitral con pájaros, la antología
que la Editorial Poetas.Com publicó en Ottawa a mediados del
2002, pone en evidencia la oposición de este poeta a que se
le encasille.
El libro contiene cincuenta y cinco poemas que dan una muestra del
quehacer poético de Etcheverry a través de más
de treinta años. Esta antología recopila poemas que
datan desde mediados de 1960 ("El astronauta," de 1966)
hasta poetas de finales del siglo ("Ícaro", de finales
de 2001). Es importante notar que los poemas aparecen de un solo tirón,
uno tras otro sin que exista ninguna división ni explicación
de ningún tipo. El lector por lo tanto no tiene una guía
que lo ilumine temáticamente, va expuesto a lo que el poeta
le ponga enfrente. Muchos de los poemas ya han aparecido publicados
en diferentes medios, mientras que otros son inéditos. Le queda
al lector adivinar.
Tampoco aparecen ordenados cronológicamente; se presentan
entreverados, tanto por la fecha en que fueron escritos como por la
temática. Explica el autor en la pequeña introducción:
". . . no he querido dividirlo [el libro] en partes que pudieran
introducir una separación artificial, de la misma manera que
no se puede hacer en la vida real. . ."(11). El lector tiene
de esta manera la visión del poeta que reflexiona sobre diversos
aspectos de la experiencia humana. A aquél le queda el trabajo
de adivinar la época en que fueron escritos los poemas y las
preocupaciones del escritor en la época en que compuso determinado
poema. Otro problema que se le plantea al lector es el de la relación
que existe entre los poemas, especialmente entre los que se siguen
secuencialmente, suponiendo que se lean los poemas de esa forma y
no como Etcheverry autoriza al lector en la introducción, quien
[el lector/a] "podrá pasar de una parte a otra como se
recorren la piezas de una casa" (11). Aparecen entreverados poemas
de tono y preocupación variada que inevitablemente ocupan un
espacio lineal en el libro, causando a veces sorpresa esta yuxtaposición.
La poesía de Jorge Etcheverry se caracteriza sobre todo por
la lucidez con la que, y empleando un tono conversacional ya de larga
tradición en América, trata diversos temas capitales
al ser humano de nuestro tiempo. El poeta nos va entregando las vivencias
y preocupaciones que va experimentando en el trajín cotidiano.
Etcheverry adopta a veces un tono serio o filosófico, a veces
una sonrisa burlesca o irónica, pero siempre se expresa con
una inteligencia poética extraordinaria que le permite usar
a menudo un lenguaje directo, pero con una fuerza y cuidado que denotan
un dominio del discurso poético.
Muchos poemas de Etcheverry emplean un lenguaje en el que el contenido
se hace evidente. Son poemas que se entienden sin dificultad, sin
que esto haga que su fuerza disminuya. A veces son poemas narrativos,
como "Teotihuacan" (42-5) donde el lector puede seguir al
poeta en sus impresiones sobre un viaje a México (la crítica
está muchas veces presente en estos poemas, como en éste,
en el que se denuncia desde el comercialismo del turismo, hasta el
cinismo del sistema político). Otro poema muy logrado es el
que tiene por envío "Conversación con Martínez",
donde el poeta reflexiona sobre la amistad de viejos amigos y cómo
los ideales han ido cambiando. En tono desilusionado pregunta la voz
poética:
Dime Erik, viejo perro. . .
dónde están los otros
los compañeros de la vanguardia
los que se atrevieron a medias en el 68
pero que no se atreven más. . . (39)
El tema de los ideales traicionados recurre a menudo en Etcheverry.
En el mismo poema, continúa:
. . Porque te digo
los otros están ocupados en otras cosas:
de sus libros de ensayos
de sus cátedras. . ." (40).
La repetición de "otro" subraya la ausencia de
lo que en realidad debe importar: el afán de lucha que una
vez se proclamó. El mismo tema del individuo que ha olvidado
sus ideales aparece en otros poemas, como en "Surrealismo y cereales"
(51), "El intelectual y la izquierda" ((54) y "Kale
borroka" (33-5), dónde se cuenta cómo los jóvenes
luchan por cambiar las injusticias "mientras nosotros / los maduros
y acomodaticios / miramos por televisión / cómo arrojan
piedras . . ."· (35).
En la misma vena de poemas narrativos y sin complicaciones se encuentran
poemas que denuncian la represión política como "Nilton"
(36), que recoge la historia de Nilton da Silva, un brasileño
que llegó a Santiago y que murió antes del golpe de
Estado en Chile, o "Viriato" (37-8), que también
denuncia la represión durante esos años en el país
suramericano. Hay poemas muy personales, como "Llegada"
(26) que capta la experiencia del joven que se ha ido a vivir a un
nuevo país, o poemas tan sentidos como "La Gabriela grande
y la Gabriela chica" (22-3) que relata el parecido entre la esposa
y la hija del poeta; o "Despedida" (48), la elegía
a la poeta Ivonne Truque, donde la muerte de la amiga se acepta con
resignación, como un acto natural del acto de vivir. Comienza
el poema: "No hay campanas / No hay coros ni lamentaciones /
Los días fueron fructíferos, después de todo
/ Pasaron. . ." (48). Y Termina el poeta, como si quisiera confortar
a la amiga que ahora debe descansar: "¿No es cierto, amiga
/ que no estamos tan lejos? / No importa / cálmese / ahora
descanse" (48).
Esparcidos por todo el libro se encuentran también poemas
que son más complicados. Estos poemas son muchas veces herméticos,
muy abstractos, en los que el lector debe hacer un esfuerzo por tratar
de comprender el significado del poema. Frecuentemente, estos poemas
oscilan entre lo literal o lo simbólico, si es que se les puede
hacer esta lectura. Aquí podemos incluir poemas como "El
desprendimiento de los pájaros" (17) "Metáfora"
(46) "Caza de brujas" (50), "Épica cotidiana"
(16) o incluso el poema inicial "En el bus" (13-4) en el
que el lector debe hacer un esfuerzo por encontrar el sentido de lo
que lee. Comienza este poema:
Cuadriculado, nublado
El espacio organizándose
la vista que registra
una gama de luz
que sólo ocupa un segmento
del enorme radio de ondas magnéticas. . . (13)
Con frecuencia en estos poemas la única guía que el
lector tiene es el título y debe articular su lectura a partir
de este punto de orientación. En estos poemas es cuando tal
vez con mayor fuerza se vea la inteligencia celeste y ligera de este
poeta chileno.
Debe hacerse mención a los poemas de índole filosófica,
tales como "Darwinismo III" (52), "Reflexiones del
Marqués de Sade" (49), "Gnosis" (19), "Analogía"
(25) o "Res Extensa" (72), donde muchas veces Etcheverry
reflexiona sobre la condición humana, como en este último,
"Res Extensa", en el que se discurre sobre la ontología
humana:
El cuerpo
como este perro
sentado a nuestro lado
que espera con ojos implorantes
que le tiremos comida
que lo cuidemos
que lo bañemos. . .
Nuestra existencia oficial
Es de la cabeza para arriba. (72)
Jorge Etcheverry tiene un lado más ligero también,
donde se ve muchas veces la ironía y el humor, como en "Darwinismo
II" (56) en el que nos hace sonreír por el final inesperado.
He aquí una muestra de ese humor:
¿Tú sabías que los
calamares emiten una luz
para atraer sexualmente a su pareja
que cambian de color
para esconderse de los peces carnívoros...?
Yo no brillo en tu presencia
cuando estás cerca
tropiezo. . .
Pero te puedo llevar a un restaurante japonés de lo
más mono
para tomar un trago de sake
con calamares fritos. (56)
Las citas que aquí se incluyen pretenden que a través
de esta pequeña muestra se contemple el dominio de la palabra
poética que Etcheverry posee. Aparecen diversas figuras literarias
como la metáfora original, en "la esencia de la poesía"
(64) por ejemplo, donde dice el poeta: "Y de repente un animal
/ con carne hecha de memoria / ensueños, el paso del tiempo/
te muestra sus garras . . ." (64). Hay diferentes tipos de aliteraciones
que dan a los poemas mucho de su ritmo y también imágenes
de mucho impacto como en "Viriato" donde el protagonista
del poema cae en combate: "Cae, dice 'ahora estoy jodido'".
/ Y se incorpora a la cadena sin fin de nuestros muertos, / formando
un eslabón de sangre y hierro." (38) La imagen de la "cadena
sin fin de nuestros muertos" refuerza el mensaje de optimismo
al saber que la muerte del combatiente no ha sido en vano.
Vitral con pájaros es, en suma, una antología esencial
de un poeta fundamental de las letras hispano-canadienses (y de Latinoamérica)
como es Etcheverry. Esta edición muy bien cuidada de Poetas.Com
viene a llenar una necesidad al poner en manos de más lectores
voces tan propias y de tanta trayectoria como la de Jorge Etcheverry.
La invitación está abierta a leer esta poesía
clara y vibrante, llena de preguntas, de cara al futuro, pero sin
olvidarse de las raíces, de la responsabilidad del poeta ante
su realidad.
Vitral con pájaros
Jorge Etcheverry
Ottawa: Poetas.Com, 2002.
Este trabajo fue publicado el 2/27/03