ENTREVISTA
A JULIO ESPINOSA GUERRA*
Por
Augusto Rodríguez
Julio
Espinosa Guerra (Santiago de Chile, 1974) es un incansable poeta, narrador y editor
de la revista Heterogénea. Vive desde el año 2001 en Madrid,
España. Esta breve entrevista pretende conocer un poco más al hombre,
al poeta, al creador; sobre todo conocer sus visiones como escritor sudamericano,
pero que vive insertado en otra vorágine, tal vez más desafiante
y enriquecedora como lo es vivir en Europa.
- Julio,
vamos al principio, cuéntame: ¿cómo nace el amor a la poesía?
¿Cuál es el rol del poeta en la sociedad?
- Amor a
la poesía, amor a la poesía... Lo leo y, Augusto, no me convenzo.
Yo no tengo idea si amo a la poesía. Lo que tengo claro es que me permite
decir cosas que de otra manera serían imposible, cosas que, al verbalizarlas,
me traerían problemas o el calificativo de “loco”. Algunas veces aborrezco
lo que resulta en el papel y otras, me trae de cabeza, pero esa mirada romanticona
del poeta amando a la poesía no la tengo, en absoluto.
En cuanto
al rol del poeta en la sociedad, ninguno. El poeta puede servir de florero en
reuniones de la alta sociedad, o en el cartel de algún colegio privado,
de alguna universidad privada. Pero el poeta no
sirve para nada. Acaso, como medio para la subsistencia de la poesía. Porque
si algo puede llegar a tener interés algún día es la poesía,
ese algo que se dice tartamudeando y casi siempre sin certeza. Pero el poeta,
el poeta es o debería ser un cero a la izquierda, perderse entre las páginas
de sus propios libros, no ser más que las letras de su biobibliografía
en la solapa.
- Sé que vives en España
desde el 2001, ¿por qué te fuiste de tu país? ¿Qué
pasaba allí en ese entonces? ¿Qué cosas positivas y negativas
ha traído para ti vivir en España y sobre todo para tu creación
poética?
- No tengo muy claro por qué salí
de mi país. Será porque desde niño escuché hablar
de la Revolución Francesa y de algo que mi padre llamaba “Cultura”, así,
con mayúscula, y que al final no existía o era el grafitti hecho
por unos muchachos sobre el metro de Madrid. También fue por un poco de
asco al panorama poético de mi país, donde, evidentemente, no tenía
ninguna cabida. Quizá sucedía lo mismo que ahora: becas manipuladas,
amiguismos, los mismos apareciendo y volviendo a aparecer en los diarios, un mercado
editorial enano e impenetrable y un gallinero muy pequeño para tanto gallo
de pelea. Es decir, me salí de un ambiente donde todos se estaban sacando
la cresta, porque no me convencía andar compitiendo con nadie. En Chile,
para que sepas, a todos los creadores se les ha metido en la cabeza que la teoría
del libre mercado también es aplicable a la creación y, además,
se creen los supermanes de la poesía mundial. Imagínate qué
desfile de egos. Eso produce nauseas y arcadas. O por lo menos a mí me
las produce. Por eso me fui. Me “piré”, como se dice en España.
En
cuanto a las cosas positivas de España o, mejor dicho, de Madrid, es que
aquí soy nadie y, de alguna manera, pude reinventarme. Indudablemente el
llegar a conocer a Andrés Fisher, un poeta excelente de la generación
post'87 chilena, pero totalmente desconocido en el país, me marcó.
Su poesía es la más concreta del período, la más esencialista
e indudablemente acercarme a esa mirada me permitió replantearme lo que
yo entendía por poesía: fuera prosaísmo, fuera grandilocuencia,
fuera palabra de puro empaque, tan reconocida últimamente por las Américas.
Más vale decir lo justo y no pasarse. Madrid me ha enseñado eso
y no creerme tanto el cuento del poeta y más el de la poesía. Aquí,
al ser un desconocido, o eres humilde o tu ego termina por mandarte al psiquiátrico
o al suicidio.
- En una entrevista hablabas de
una tal “guerrilla literaria” y de los “amiguismos”, ¿cuéntame un
poco más sobre eso?
- Mira, lo que yo manejo es ya antiguo
y no vale la pena reabrir heridas. Ahora bien, es cosa de abrir la página
www.letras.s5.com y mirar lo que pasa con las becas a la creación literaria
que “da” el estado y te darás cuenta de lo que está sucediendo.
Lo que pasa es que ahora la cosa es a lo bestia. Miro el asunto y me río,
porque están reclamando una serie de señores y señoras (me
refiero a los más viejos) que hicieron exactamente lo mismo cuando les
tocó estar en el poder o en jurados de concursos. La cosa es bastante miserable,
no porque los poetas lo sean ni porque lo hayan denunciado, que eso está
bien, sino porque, si lees cada carta, casi todos reclaman que sus proyectos han
sido los mejores, que ellos sí merecían el dinero y los otros no.
Entonces se da la paradoja de la corrupción a nivel de estado (que es claramente
cierta) y el esperpento del ego de los escritores, mostrándose en estado
puro. No hay mesura. Esto, pero a nivel cotidiano, es a lo que yo me refería.
Eso sí, si lo piensas fríamente es natural que así suceda:
en un país tan chico y con tanto poeta, nunca habrá cabida para
todos. La única manera de hacer poesía más o menos tranquilo,
es arrimándose al poder (estado, universidad o prensa) o trabajando en
el anonimato, como Ennio Moltedo. Pero si se elige esta última alternativa,
¿cómo sobrevivir?
- ¿Háblame
de tu propio proceso a la hora de escribir poesía, a la hora de enfrentarte
a la hoja en blanco?
- La hoja en blanco es una patraña.
No existe. La única hoja en blanco es, a veces, la mirada o la cabeza del
creador. El mejor consejo es no sentarse a escribir a no ser que se tengan las
ideas claras o, por lo menos, las imágenes claras. Eso de la musa que lleva
la mano es una mentira grotesca y el que crea en ello, mejor que deje de escribir.
No hay que darle muchas vueltas al asunto: no escribirás nada por arte
de magia, así que ahórrate tiempo si no sabes a qué te vas
a referir cuando te sientes frente al papel, sea del color que sea.
Una
cosa positiva es pensar sobre aquello que se quiere escribir. Pero no escribir
poemas en la cabeza, que eso es una pérdida de tiempo y palabras, sino
reflexionar sobre lo que se quiere decir, hacerlo hasta el hartazgo. Llegará
un momento en que tendrás madurada la poética que refleja el tema
que te preocupa. Entonces será hora de sentarse y anotar, concretizando
y dejando fuera las pajas mentales, las palabras abstractas y los lugares comunes,
como esto de “la página en blanco”. Después la cosa es simple: quitar,
quitar, quitar. Al final tendrás un puñado de palabras, que seguro
no dice lo que querías decir, pero se le aproxima.
-
Has sido premiado con el IX Premio Hispanoamericano de Poesía Sor Juana
Inés de la Cruz con tu libro NN, cuéntanos algo sobre este poemario
-
Uf, qué quieres que te diga. El proceso es el de arriba. La
preocupación central está en que las palabras cotidianas no dicen
ni de cerca todo lo que se puede decir y, además, el sistema social está
lleno de tabúes y olvidos, premeditados o casuales. Por lo tanto, NN
intenta llegar a eso que no está dicho. Es una poética de lo que
existe, pero está innombrado. De allí a explicarlo más extensamente,
creo que es desvirtuar el texto mismo. Ya sabes, el poema se sostiene solo o no
se sostiene.
- Ha sido muy crítico
con ciertos poetas jóvenes de España y de tu país natal.
Sobre todo con el tema de los premios literarios: ¿Crees en los premios?
¿Qué opinas de ellos? ¿Crees que nos están viendo
la cara a todos?
- Mira, hay concursos y concursos. En España
seguro que hay premios honestos, o ciertas ediciones de los que han sido más
corruptos que pueden ser honestas. Lo malo es que pagan justos por pecadores (vaya
lugarazo común, ¿no?) y entonces uno no sabe a qué atenerse.
Estoy
seguro que nos están viendo la cara, pero el asunto es más profundo
todavía. La pregunta es: ¿si estoy de jurado en un concurso y un
amigo manda su libro, acaso no pelearé para que él se lleve el premio?
Es bien difícil la respuesta, más todavía si el que mandó
el libro y su amigo en el jurado creen que la obra o el poeta es bueno, digno
de ser premiado. Claro, ese pre-juicio puede cegar a dicho jurado frente a una
obra mejor que la de su amigo y alguien se verá afectado por un juicio
injusto.
El problema no es que esto suceda una vez con un poeta aislado,
sino que se repita o sea evidente la mala calidad de la obra premiada o haya una
conjura desde el comienzo para apoyar una sola obra, haciendo la vista gorda frente
al resto.
Por lo demás, los realmente corruptos no son los poetas
que se llevan estos premios, sino que los jurados. Evidentemente que si yo soy
fulanito de tal y me ofrecen un premio de seis mil euros, con edición en
España, voy a decir, “Bueno, ya” y voy a regocijar a mi ego saliendo en
la mayoría de los periódicos de mi país. Pero en él
no hay corrupción, porque en el pedir y en el intentarlo, no hay engaño.
En cambio, el jurado que no ha cumplido su labor y ha votado por su hijo, su hermano,
su amigo del alma, su discípulo, ése, ése es el corrupto
y es al que habría que juzgar más duramente.
-
Si tuvieras qué dar un consejo a alguien que recién empieza a escribir
y que desea escribir sobre todo poesía hoy en día, ¿qué
le dirías?
- No tengo ni idea. Seguramente la cosa es que
lea, escriba y corrija... Y que se posicione frente a su obra y la de los demás.
No valen mucho las obras de los poetas camaleones, las obras de esos que quieren
estar bien con todo el mundo.
- ¿Qué
poetas son tus referentes y tus autores de cabecera?
- Heinrich
Böll, Albert Camus, Manuel Rojas, Rotko, Andrés Fisher, Benito del
Pliego, Gonzalo Millán, Da Vinci, la Bauhaus , Bergman, Sharon Olds, Anne
Carson, Brodsky, Esperanza López Parada, Gamoneda, Buñuel, la Nouvelle
Vague , Víctor Erice, Montale, Jorge Oteiza, Matsuo Basho, Chillida, Chirico,
Zurita y todo aquel que, da alguna manera, trabaje con el vacío.
-
¿Cómo ves la poesía chilena actual y la de este continente
con respecto a España?
- Las comparaciones son odiosas y
lo sabes. Yo hace mucho no vivo en Chile y nunca he sido un viajero de las Américas.
Por lo tanto, comparar no puedo ni debo. Algo tengo que decir con respecto a España
y es que hay una serie de creadores que se conocen poco o nada en Latinoamérica
y que son muy importantes. Los mejores poetas españoles no son los que
lleva el Instituto Cervantes a Nueva York, ni tampoco los que se pasean por Casa
de América. Los mejores están en la trastienda, como Chantal Maillard,
Olvido García Valdés, Manuel Rico, Miguel Casado, Andrés
Sánchez Robayna, Esperanza López Parada, Antonio Gamoneda, entre
otros. Y además están los jóvenes, como Patricia Esteban,
Sandra Santana, Julio Reija, Mariano Peyrou, Carlos Pardo, Josep M. Rodríguez,
Miguel Ángel Gara, Luis Luna y algunos más que están haciendo
cosas realmente interesantes y que por fin quiebran esa normalización del
discurso poético impuesto por la Poesía de la Experiencia , que
no es más que una nueva norma lingüística, un discurso ya agotado,
que en su momento sirvió, pero ahora no es más que un cadáver
tirado en la playa, repitiéndose una y otra vez a sí mismo, anquilosado
a una serie de lugares comunes y visiones de mundo hace ya tiempo superados.
-
¿Sé que impulsas la revista Heterogénea, háblame de
este proyecto? ¿Qué tan importante son estas revistas literarias
impresas o virtuales hoy en día?
- La verdad es que no sé
si es importante o no. La hago porque hay una serie de poesía invisible
por ahí y la finalidad es sacarla a la luz, siempre y cuando sea de calidad.
Lo malo es que todo pasa por mi criterio y a veces uno puede ser muy descriteriado.
Eso sí, ten por seguro que no pondré poemas de amigos por ser amigos,
ni porque alguien me vaya a abrir las puertas de su universidad. La idea es hacer
un camino paralelo a la oficialidad, a lo que “existe”, a lo que “se ve”. De alguna
manera es una revista de trinchera, pero que sólo publica textos de autores
con poéticas claras y que realmente son alternativas al discurso oficial.
En
cuanto a la existencia de revistas, bueno, es una cosa incierta. El objetivo es
que alguien las lea hoy o pasado mañana. Quizá algún ejemplar
útil queda para dentro de diez años. Al fin de cuentas, la cosa
es “hacer algo” y no dejar que los espacios los domine solamente el canon institucionalizado.
Eso sería nuestra perdición.
- Conozco
tu novela El día que fue ayer. ¿Cuéntame sobre tu
incursión en la narrativa? ¿Y en qué proyectos andas trabajando
actualmente?
- Llevo escribiendo narrativa tantos años como
poesía, pero me ha sido menos satisfactoria. El día que fue ayer
es del 97 y recién salió el 2006. A pesar de haber sido finalista
del Herralde, el premio de Anagrama, no conseguí que me la sacaran en la
península. Salió en Chile, en una editorial digna pero pequeña,
que cada vez hace un mejor trabajo. Tengo una segunda, ya concluida, pero que
está a punto de irse a la basura. Lo bueno del computador es que al no
quedar restos de ella, no me avergonzaré en mi tumba si es que alguien
desea “recuperarla”.
Ahora mismo estoy escribiendo una novela infantil
y me pondré a trabajar en otra, ya para adultos, que toca el tema de la
memoria y de vivir lo inesperado, pero desde un punto de vista totalmente cotidiano
y, por lo tanto, casi intrascendente. Es trabajar lo mismo que en la poesía,
pero en vez de detenerme en ciertos aspectos para profundizar, cuento cómo
esos vacíos del decir y el ser configuran la cotidianidad del ser humano,
su historia. Porque, si te das cuenta, la mayor parte del tiempo es puro vacío,
vacío lleno de cosas y aparentemente sin nada substancial en medio. Yo
creo que sí que hay algo que late dentro de ese vacío al que nadie
le presta atención y sobre eso quiero hablar.
*Julio
Espinosa Guerra (Santiago, Chile, 1974). Poeta y narrador, ha publicado los
libros “Cuando la rosa aún no existía” (1996), “La soledad del encuentro”
(1999), “Las metamorfosis de un animal sin paraíso” (Premio de Poesía
“Villa de Leganés”, España, Editorial LF, 2004), “Antología:
la poesía chilena del siglo XX” (Visor Editores, 2005) y “El día
que fue ayer” (2006, novela). Además ha obtenido las becas de la Fundación
Pablo Neruda (Santiago, 1998) y de creación del Consejo Nacional del Libro
y la Lectura de Chile (Santiago, 2000). En la actualidad dicta diversos talleres
de poesía y creación literaria para la Escuela de Escritores de
Madrid y dirige la revista gratuita de poesía “Heterogénea”. Su
nuevo libro de poemas: “NN”, donde lleva a cabo una reflexión sobre la
relación entre palabra y realidad, acaba de ser galardonado con el IX Premio
Hispanoamericano de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz y será
publicado en México. Desde el año 2001 reside en España.