Prólogo del autor
Este volumen reúne textos de diferentes épocas, unos
publicados y otros no. Partes de una versión antigua de Reflexión
hacia el sur fueron publicadas en la revista Trilce,
de Chile, a comienzos de los ochenta y en un libro antológico
de literatura hispanocanadiense de José Varela y Richard
Young. Negro, Peces y Cuaderno de la zona obscura
fueron publicados en la revista Alter Vox. Trabajadores del
vacío en la antología Boreal de poesía
hispanocanadiense. Esta muestra incluye desde un texto cuya primera
versión data de comienzos de los setenta (del siglo pasado)
hasta otro de hace un par de meses. No descarto la posibilidad de
que algunos de estos textos se recontextualicen en otras muestras
impresas o virtuales. Entregado a la selección de textos,
me encuentro frente a un mosaico de diversas maneras de (intentar)
escribir e instancias temporales y situacionales que se me convierten
en piezas contiguas y armables en una especie de presente. La afinidad
y el gusto personal deciden ciertos textos en desmedro de otros
que se retiran a sus habitaciones esperando la próxima oportunidad.
Jorge Etcheverry Arcaya
Septiembre de 2004
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A Sharon
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Reflexión hacia el Sur
I
– Somos un pueblo extrañamente dotado por la naturaleza.
Nunca me han gustado los planteamientos que tengan algo de racismo
–Pero no podemos desconocer que como chilenos provenimos de
un conjunto de determinantes que escapan a nuestras manos. Accidentes
geográficos, una dilatada costa, un par de cordilleras,
tocar el trópico y el polo
–Nos hemos preguntado al redactar estos prolegómenos,
suspendiendo el lápiz sobre la hoja de papel cubierto
de líneas horizontales, por lo que hizo a los araucanos
resistir por tantos siglos a los conquistadores
–No nos ha sido negado como pueblo el brillo doble, como la
luna reflejada en un charco, de algunas victorias militares,
de las realizaciones culturales a nivel universal
– Las convulsiones sociales, los mártires, la utopía
casi al alcance de la mano. Estrangulada con el propio cordón
umbilical. Abandonada en los baldíos de la historia
–La impresión que he tenido siempre es la de una especie
de almácigo que necesita bastante agua y mucho sol para
dar fruto
Bajo la apacible superficie de la tierra se gestan vastos movimientos
– Las clases pudientes creen a veces percibir ese rumor subterráneo
entre ronquido y temblor de tierra. Que no los deja
dormir tranquilos, los hace paralizar la copa entre los dedos
en medio de fiestas y reuniones sociales, con la mirada fija
y como ausente
Como si un pájaro tan enorme como invisible y siniestro
hubiera pasado haciendo atravesar todo el Barrio Alto de Santiago
por el perímetro de una punta de sus alas
– Así de vastos y lentos, mudos durante décadas,
como niños muy sanos, de gestación larga, que
de pronto se lanzan a caminar
–Así de profundos y terribles suelen ser, no ya los
movimientos sociales, sino incluso sus anuncios
–Ciertos desplazamientos de estructuras de poder, algunas manifestaciones
culturales
No son más que el anuncio de esos movimientos subterráneos
–Como si la tierra cerca del polo Sur fuera una mujer que duerme
el sueño profundo de la pesada digestión de acontecimientos
históricos, luego de ingerir una buena cantidad de cauces
de sangre
En la costa la mar se torna roja. Las gaviotas sobrevuelan
en círculos, alborotadas
– Sus venas dejan circular esa lava ardiente que calienta su
piel. Sus dedos se mueven espasmódicos en forma refleja
y se queja en sueños
– Que son la vasta urdimbre de dichos, sentencias y refranes,
la música creada y la poesía escrita en los cuatro
rincones de
Santiago, en el extremo Norte, plano y desértico, en
el extremo Sur, helado, angular y diseminado en islas
– Somos un pueblo extrañamente dotado por la naturaleza.
Gozamos de una gran facilidad de adaptación a otros países,
pero nunca nos mimetizamos
El carácter aventurero, el laconismo del Sur, la calma
británica de algunos en el puerto, el habla rápida
del Norte, su afición por la comida simple y abundante
La belleza en la mujer, los ojos rasgados oliváceos,
la espesa mata de pelo, la sensualidad, los ángulos faciales
Mucho antes de la explosión feminista en Norteamérica,
una flor de pétalos ambiguos, muchas señoras santiaguinas
anuladas, separadas
Como lienzos que protegen girasoles incipientes contra los
embates del sol y el hielo de la helada velan por el crecimiento
de hijos después lanzados al mundo a cumplir las diversas
tareas de los hombres
Justicia Espada fue la primer mujer médico de Chile.
Magaly Honorato fue la primera torturada y muerta en una cárcel
a principios de la década de los setenta
Las innúmeras mujeres mestizas de ojos grandes y amplio
regazo proyectan su estirpe desde la Araucanía, desde
el perfil anguloso de Inés de Suaréz, desde el
mito vestido de neblina y pelo rojo de La Quintrala
Se levanta la Violeta Parra en vuelo cantante enredando en
su despegue varias otras figuras matriarcales. La Gabriela Mistral
niña la mira pasar sobre un cerco de piedra en el Norte
Chico,
mientras camina hacia la Escuela Pública de delantal
blanco y con chapes
El regazo de las señoras gordas mantenedoras de vastas
familias que crecen tomadas de sus faldas con manitas chicas
como pintadas por Pedro Lobos, y ojos obscuros vueltos hacia
arriba en maravilla, se mancha de sangre con los acontecimientos
históricos
En Coipué región del Maule, la señora
Marta junto a sus hijos de pura estirpe española conservada
en el jardín botánico del boldo y el espino, con
un marido trabajador y borroso es el centro del poder y la vida
social
Reúne cantoras y capataces en su casa de adobe de inescrutable
fondo, techo lejano y ventanas diminutas
La Nilda Silva que en paz descanse trabaja de aguatera a los
siete años. Se matricula sola en la escuela de los curas,
ve la mar por primera vez en Tal Tal, se echa boca abajo al
suelo temblando de maravilla
Cría 15 hijos y allegados. Cuida de un esposo ángel
caído que sueña y musita con tesoros, que desarrolla
una escultórica que es una filigrana de chatarra
Defiende a sus hijas de la prostitución con la biblia
y el leño. Se muere bendiciendo a enemigos. La Parte
Alta de Coquimbo se enluta
La Nana Arcaya sale de la mansión, no asiste a los bailes
de sociedad, cuelga a los veinte años las zapatillas
de ballet cuando Ibáñez relega al coronel su padre
a Juan Fernández
Trabaja por décadas y cría dos hijos que no llegan
a apagar
cierta nostalgia
Pero antes las machis retuercen una posesión convulsa,
como por arte de magia se sostienen en vilo en la copa del canelo,
uniendo esa raza de cara ancha y torso fuerte, de voz aguda
de pájaros, con el cielo, la tierra, el sol y las montañas
Atraviesan la Cordillera los Collela Ché, que son pájaros
multicolores que sostienen en vilo a su reina por los aires,
una niña de siete años
Entonces los conquistadores desganados, desplazados del Perú
opulento por riñas intestinas entre jefes, barbudos,
en harapos, los arcabuces mohosos, se desparraman hacia el Sur
en las garras de una cansina avidez
Sus ojos interiores acarician las leyendas de la Ciudad de
los Césares y el cuerpo de las indias mientras se derraman
rumbo al Valle Central y luego al extremo Sur
Mientras sus barraganas cocinan para ellos en improvisados
fogones, y dejan secar la pólvora mojada por la última
lluvia jugándose a los dados los cuatro extremos del
mundo
–Han ido sembrando su estirpe doquiera se asentaban sus campamentos
dejando hijos de mirada sensible y perpleja
Los cielos del Sur se estremecen en turbulencia mientras avanzan
por ciénagas y selvas esas máquinas de cuatro
patas cuya parte superior es de metal y escupe fuego
Para algunos Emisarios de Dios la región es el vértice
inferior de un triángulo con una punta hundida en el
pecho de la divinidad y la otra en la Corona de España
Ellos más tarde harán el inventario de las voces
del idioma despreciado mientras discuten la teología
en una atmósfera que
huele a bosta de caballo
400 mil conquistadores yacen fertilizando esa región
llamada La Frontera
En los últimos años del siglo diecinueve Bulnes
lanza una campaña de exterminio de araucanos. Se cruza
la frontera. Se pasa a cuchillo a los mayores de ocho años
Ya que antes por dos días Caupolicán cargó
un enorme leño a las espaldas. Ahora sus hijos cargan
sacos de harina en las panaderías
Lautaro hizo labor de inteligencia, aprendió técnicas
militares, incorporó a la lucha el caballo
Luego de serle amputadas las manos, Galvarino peleó
con los muñones
Como una sementera de granos morenos arrasada a fuego que no
puede quemar sus raíces se sienta esa gente a la espera
en las gradas del Edificio de la Gobernación
Quinientos años no es mucho para quien mide su tiempo
en estaciones y cataclismos naturales
Discurren los indios entre sus rucas en la tierra húmeda
y fértil de Arauco, cuidando rebaños de gallinas
que ponen huevos azules o verdosos, alimentándose de
harina con agua, criando hijos de voces agudas que hablan con
los pájaros y un buen día emigran a las ciudades
a buscar trabajo
Manos y pies pequeños, bien formados, torso recio, ojos
grandes
y pardos, el pecho levantado y la voz cantarina, la habilidad
para la orfebrería y el papel indiscutible de la mujer
en la religión y la vida social
El mal metabolismo para el vino
Hunden firmemente los pies en los pastos húmedos del
Sur. Las cifras oficiales disminuyen el número de la
población indígena. Ellos se aprestan a esperar
otros dos de siglos en el mejor de los casos
II
Como una perdigonada saliendo de la escopeta de nuestra historia.
Por delante el hueco en el pecho, por detrás la dispersión
por los cuatro puntos cardinales
Establezcamos este paréntesis mientras recordamos los
cielos claros del Norte Chico, tachonando de noche con estrellas
como puños, el gris del smog en Santiago que crece envolviendo
los pueblos aledaños como un joven amante abraza en sueños
el cuerpo de la amada
La mujer que pasa a esa hora vendiendo machas por las calles
de Coquimbo
La visión y la audición del ruido de Santiago
desde la cumbre del San Cristóbal
Y se equivocan aquellos que, los que piensan que...
No se apaciguará nunca toda esta sed que nos define
a todos nosotros, a gran parte de nosotros, qué acostumbrados
estamos.
!Qué acostumbrados estamos!
A beber las aguas siempre verdes y frescas, a absorber por
los ojos las vastas faldas de los más azules cielos
Elegidos por los astrónomos americanos y europeos, de
preferencia daneses o noruegos, para construir los macizos y
nunca vistos observatorios astronómicos
Mientras nosotros entrecerramos nuestros miles de ojos en este
instante entre el sueño y la vigilia que nos arracima
en este tan mentado valle de lágrimas
Mientras las estrellas como puños y así de cercanas
pugnan por separar cada uno de nuestros innumerables párpados
y meterse, aún de día, por nuestras incontables
pupilas pardas hasta nuestro cerebro–quizás–colectivo
En nuestras lenguas, una similar a las aves y un poco gutural,
la rapidísima del Norte, de papa en la boca, la reposada
y abierta del Sur, acompañada casi siempre de una mirada
ponderativa
Las leyendas dan cuerpo a mujeres como La Quintrala y tantas
otras, la llorona
Mientras en algunos cafés de Santiago se produce desde
los sesenta una estrella opaca y casi viva de música
y sus huesos son tarcas, flautas, charangos y todo el amasijo
de América al que algún día daremos forma
Mientras la voz de las mujeres como un enjambre de muchas palomas
se levanta sobrevolando La Moneda, la Plaza de Armas
La timidez y la dulzura se han apoderado de estas locas desgreñadas
tan pronto atravesaron el umbral de los treinta años
III
Mientras entrecerramos nuestros ojos enrojecidos luego de recorrer
como un milpiés mil distintas latitudes, comiendo marisco
en Bruselas, pan con paté al lado de Notre Dame, un souvlaki
aquí en Montreal, unas papas fritas con ketchup aquí
mismo, sesos fritos en San Sebastián
Maravillándonos del bajo precio de las putas en Barcelona
y de que Madrid tenga el mismo aire en las tardes de otoño
del centro de Santiago, donde el Viejo Chico Vestido de Plomo
tiene su cuartel general y sale de la Bolsa de Comercio al Café
Haití
Donde habla de acciones en los corrillos, admira a camareras
de breve delantal blanco
Mientras mojados volvemos de bañarnos en estas aguas
insípidas de aquí y desde lejos nos vemos tumbados
en un pasto demasiado verde: un montón impreciso con
todos los caracteres de un grupo étnico, como una manada
de dragones que retoza
Nos desplazamos con los cabros a cuesta de casa en casa, de
ceca en meca por Elgin Street por Sparks por Bank por las Ramblas,
por el Paseo Ahumada, por los Campos Elíseos por las
concentraciones contra la guerra, las peñas los cumpleaños,
las farras los conciertos
Tan inconfundibles como los paquistaníes y los chinos
entre quienes vivimos – también los italianos – dicho
sea de paso
Hagamos un poco de tripas corazón para romper esta delgada
capa de tevinil que nos ha cubierto estos últimos años
Tienes razón, aunque te has puesto un poco gordo
y se te ve demasiado tranquilo últimamente
Hagamos un poco de cuenta que no han pasado los años,
como pasa rajado el cabro en moto sin ninguna posibilidad etiológica
de conciencia política
Pero necesitándola desde el fondo mismo de su insaciable
necesidad de rebelión que le hace gritar que es el rey
del universo, que lo puede todo (anda un poco volado)
Hagamos lo que podamos. Juntemos nuestras innumerables y tan
dispersas manos cada cual su granito de arena
No nos avergoncemos ni miremos para otro lado cuando lloran
las mujeres en las concentraciones
No murmuremos a la espalda de los que aparecen inquietos y
medrosos luego de estar ausentes estos años
Ahora que la cosa tiene olor ambiguo, como un sexo abierto
frente a la nariz, porque en la arena se ven los gallos
Juntemos nuestros músculos aún capaces de hacer
un sinnúmero de cosas
Despojémonos los túneles mentales de tanto rollo
que se nos ha ido metiendo en la cabeza
Los gorriones son universales. No dejemos de contemplar las
palomas y las gaviotas de agua dulce que hay por aquí
Entre la maraña enrevesada que nos llega por amigos,
los medios, el internet, otros latinos
O simple gente que sobrevivió a las avalanchas revolucionarias
que de repente se abrieron como volcanes y luego se cerraron
Todavía aquí achunchados si hay que decir que
en Chile no pasa nada o que pasó todo a quien nos pregunta
por aquí
Mientras nuestras miríadas de fosas nasales recogen
un olor como de fogatas en la noche, que viene de muy lejos
y se propaga porque la tierra es redonda, y nos sentimos un
poco encabritados y un poco alegres
Y de repente un montón como de bichos que teníamos
adentro nos comienzan a desfilar con sus propias banderas de
sindicatos o partidos
Mientras nuestras manos se crispan solas y en nuestros corazones
hay como una música húmeda
Postales
Entre el bote varado (como un cuadro) cercado y acometido por
gaviotas
y la mesa de la cocina cubierta de hule
sobre la que reposa el pan, el queso de cabra
y las calles empinadas de la tarde, amarillas y desiguales llenas
de perros y gatos, de niños
y las calles del centro, en El Bajo
apenas visibles entre cerro y cerro
cobijadoras de la escasa vida urbana que por aquí tenemos,
con jóvenes de pantalón claro
(No sabemos si los hijos de pescadores se ponen ropa deportiva.
0 si los veraneantes se tostaron en la playa)
Mientras las gaviotas graznan arriba, girando, abatiéndose
sobre
la profusión de roqueríos que se lanzan al mar
detrás de La Pampilla
Y los Chinos de La Tirana ensayan (se ven desde la casa que
está en el cerro)
Y el viejo se sienta en el umbral de la ventana, tornando el
sol ojeando revistas viejas
acumulando fuerza por los ojos sedientos de sol para seguir
otro día tirando
Y los Niños lanzan garabatos en el Taller Mecánico
Y el primer frío de la noche lanza puñados de
sal y azufre sobre la tiza de los huesos
Y la Señora pasa con la bolsa de las compras desde la
panadería,
el boliche de Arquero, jadeando y subiendo la cuesta, como diciendo
"Hasta aquí no más llegamos",
con cada paso que da.
Postales II
Como los fragmentos de una explosión que se sigue reproduciendo.
Brotados del confín austral del mundo. Teniendo hijos
y brindándoles un hogar que es como una cadena atada
a la pata de un pajarito. En la Otra Tierra, siempre a las espaldas,
siempre al frente. Reproduciendo con la obstinación de
la litografía la cara de los líderes asesinados.
Lanzando cartas como palomas a todos los rincones del mundo.
Dándose maña para permanecer juntos. En medio
otra vez de las ciudades y los campos y los mares, hechos por
otras manos para que los pisen otros pies y los vean otros ojos
(En la variedad está el gusto)
Y se encerrarán, aquellos que no vuelvan. Entre las
cuatro paredes del monte el desierto el mar la nieve. Para poder
contárselo a los nietos. Languidecerán como una
gota de vinagre en el agua. Rodeados de hijos que pálidamente
reflejan la propia infancia. De nietos que hablan otra lengua,
comen otros alimentos tratando de pensar que los montes y los
valles y la larga costa eran un sueño.
Dominio Vasco
A vol d'oiseau. Mira. Por el ángulo del ojo – las casas
brotadas en la piedra, vueltas hacia adentro "aquí
estamos nosotros". La tierra no es plana ni arcillosa
"Dejemos a los invasores extender sus alas sobre nosotros,
como las aguas pasan, inesenciales, sobre las piedras"
"Vivimos en medio de los bosques. No hay otra parte como
ésta
en toda España.. Dejemos que los turistas se bañen
en nuestras playas, hagan volar sus palabras fáciles,
como bandadas de mirlos (llenan el aire, luego desaparecen)"
Maravillémonos, aún podemos, somos viejos. Miremos
los rayados
(¿Tú entendís?:–Esto es chino. Esto
no es habla de cristianos).
Sintamos el olor de las curtiembres. Sintamos el impacto en
la fama de la pupila del postón de las vastas arquitecturas.
Adivinemos la vida que se agita en esas casas de minúsculas
ventanas
Dejemos perderse las usinas hacia atrás (vamos en auto)
los barrios obreros, orlados de ROPA TENDIDA
Preguntemos, discutamos. Cómo se integran a los bosques
sombríos, a los cerros antediluvianos (de allí
venimos)
Por las calles del barrio gótico, algunas frentes permanecen,
bajo el moño o la boina, cambiando miradas de reconocimiento.
Hull
Ca va. Ca n'en va plus
Las calles empinadas, el pavimento ajado y quebrado. Para morir
a una altura insuficiente. Las gaviotas otorgan ilusión
de costa
Los autos de los sajones, de muchos caballos de fuerza, cruzan
el agua turbia del río para gastarse unos dóllars
en cerveza. Porque aquí circula el trago en los boliches
chicos, se puede comprar incluso el domingo por la noche
Los exploradores, los traficantes de armas y abalorios daban
a los indios aguardiente. Lo vimos en un wéstern
Ontario y Quebec. Ottawa aquí Hull allá, partidos
por el río. Los puentes son amplios y de pronto cambia
el tono de las construcciones. Los inmigrantes latinos comentan:
"Es como estar en nuestras calles. De bolas"
El país se saca la ropa deportiva y deja colgar una
provincia como un brazo el hemipléjico. Se ven papeles
y murallas rayadas. Florecen fuera de las casas las flores étnicas
Los ingleses borrarán estos estigmas con vastos planes
de demolición y construcción
Según se llega desaparecen los cabellos claros. Se acorta
la estatura de la gente. Un inglés dice "y el
lenguaje se hace poco menos que incomprensible"
Un hombre de piel curtida desciende una cuesta en Hull con
un vaso de café de máquina, cuidando de no vaciar
el contenido
En Latinoamérica, los hacendados mestizos mandan a sus
hijos a estudiar economía a Harvard, Princeton y Yale.
Negro
Hay un tiempo, hogaño está lejos,
que remotamente se despide de otro tiempo en otra parte mencionado,
como desde la ventanilla de un tren expreso nos despedimos de
los paisajes, árboles, ocasionales siluetas humanas que
se recortan contra el background de los ornamentos naturales
agrarios
mejor aún cuando inmóviles en la escalinata que
lleva directo al vientre del aeroplano nos damos vuelta agitando
la mano en un signo tan convencional como preñado de
significaciones, hacia los amigos y familiares y simples relaciones
que se han conglomerado ahí, en la loza del aeropuerto
para despedirnos. Mientras la otra mano se tensa sobre la manija
de la más inocente, la más gastada de nuestras
valijas, aquella que pese a su aspecto inocente y poco valioso
oculta, amén de recuerdos personales, fotografías
y cosas así, que a nadie importan sino a su inmediato
poseedor, quizás aquellos mismos elementos conflictivos
que los representantes de una autoridad siempre ávida
de nuestras amarguras y sinsabores han buscado en esas reuniones
secretas, en que deciden nuestro destino y hacen el balance
de nuestro posible peligro frente a sus tambaleantes instituciones.
Toda institución que se defiende observa cómo
su debilidad crece en la misma medida en que se la vigila y
cuida como una flor improbable llenándola de guardias
y agentes, de aparatos de seguridad y convenios con entidades
crediticias continentales y de ultramar.
Cuaderno de la zona oscura
No es fácil en estos tiempos y menos para nosotros volverle
la espalda ni por un momento a la realidad histórica
Que nos exige cada día un compromiso más intenso
y preciso
Para dedicarnos en cambio una vez más a las lamentaciones
y digresiones tan caras a los románticos
Tengamos por lo menos la suficiente franqueza
Como para reconocer nuestras culpas pasadas, presentes y futuras
Hay muchos lectores que se alejarán definitivamente
de estas páginas, ante la mera vista de este párrafo
Desde mi más tierna infancia me acuerdo de haber padecido
penas de amores. La primera mujer en mis sueños diurnos
fue el Hada de Cabellos Azul Turquesa, esa especie de madre
de Pinocho. Hay otros que por razones muy diversas se interesan
hoy por el libro de Collodi
Saltémonos la universal adolescencia, que sueña
y se masturba
Nunca ha sido fácil para nosotros, producto de nuestra
clase y cultura, la relación con las mujeres
El teléfono pone al alcance de nuestra mano bárbara
un instrumento que pare ambigüedades
Hemos tomado el asedio de la mujer como antaño se tomaron
las tareas de la guerra
Y así íbamos, como vastos dragones dormidos en
pleno vuelo
La mujer era la droga que nos mantenía atados a nuestro
sueño de piedra
Hemos presenciado y participado en la vasta mascarada compacta
de los histriones aglomerados en los cafés de ciertos
barrios de todas las ciudades. Los jóvenes atractivos
de llamativa ropa y larga cabellera o pelados al cero según
la moda
Y las muchachas de ojeras artificiales y manos movedizas, fáciles
conversadoras de esto, de aquello y de lo de más allá
Mientras pasábamos, la oscura pupila fuertemente encajada
en la cuenca, bajo el balcón de la frente, como en un
óseo monóculo, las manos en los bolsillos y la
frente plegada, el eterno pucho sin filtro de esos días
envenenándonos el metabolismo
Mientras pensábamos éstas y otras cosas, tratando
de construir una teoría general a partir de nuestra situación
individual, proceso de inferencia
Achaquemos nuestros desencuentros al sistema éste en
que nos debatimos
Que separa a los seres que al menor contacto operan como el
caracol que se enconcha
El flagelo de la ameba que hábilmente se retracta
Ciertas flores que se cierran ante el contacto de un SOL MUY
FUERTE
Sigamos persiguiendo imágenes apretadas en la corteza
del
cerebro como en la memoria cuadriculada de una sutil computadora.
No hablemos mal de las mujeres, todos tenemos hijas. Aprobemos
la pertinencia de la rata en el laberinto
El sentido de las células no es el del software
Un medio a la vez pornográfico y pechoño no nos
ayuda en absoluto. Hemos visto a la mujer entrar directamente
en la cama sin sacarse la ropa y luego levantarse a buscar algo,
agua o leche, poniéndose una prenda contra el pecho
Y no era la primera vez que me veía metido en esa clase
de forros. Me acuerdo de las eternas esperas en las esquinas
de otra ciudad, en otro país
Las despedidas patéticas en los terminales de buses
Un gato blanco eternamente pelechando, en una casa oscura,
de techos altos
O de otro color, en un segundo piso, en otras latitudes
Los insomnios revolcados de ojos tamaños entre el sol
poniente y el naciente
La arena en los párpados. Las curas lloradas y las confidencias
vergonzantes
Gatos de todas las pintas, siempre pelechando, en casas obscuras
de techos altos
nos acompañaron silenciosos, tan sólo los ojos
titilando en la noche
Cuando asediábamos una determinada ventana en una determinada
casa de una ciudad muy precisa
Es un milagro que no nos hayan tomado presos
Pero todas esas aventuras son al fin y al cabo una especie
de prólogo. Cuando uno gana finalmente a la mujer la
da por supuesta, la toma for granted y la hace circular
en medio de las cosas de la casa
No así a la Recién Aparecida
En torno a la que el hombre vuela como la polilla alrededor
de la llama de una vela
Especialmente en nuestros países latinos
Sostengamos sin embargo muy en alto el papel que por esta vez
nos hemos asignado. Las pesadas sombras de Platón y Plotino
nos acechan desde el nacimiento de Occidente
Nunca han dejado de preocuparnos las grandes batallas que convulsionan
a tres de los cinco continentes: Asia, África, América
Los poetas comprometidos tienen el deber de cantarle a la Revolución,
denunciando el actual estado de cosas
Pero eso se hace en otros metros, usando otro tipo de imágenes
Desde las publicaciones clandestinas del Sur se suele levantar
la voz acogotada de poetas silenciados o que sufren curiosos
accidentes
El chileno Serrano, autor de un poema sobre los desaparecidos,
se cayó de un décimo piso
Dejemos sin embargo un espacio para las peleas de perros
chicos, que lo digo por experiencia
Nos suelen envolver en forma abierta. Las necesidades del afecto,
la belleza y la cópula se desparraman por las calles
urbanas aquí y en la quebrada del ají
Ya hemos dicho alguna vez eso del pensamiento general y la
consolación, casi con las mismas palabras
Que era como una orilla a que el náufrago trató
de agarrarse
Pero sólo era neblina, o un palo de dónde ahorcarse,
como dicen los venezolanos
Y no pecamos ni venial cuando decimos sin temor a los clichés
Que nos hemos parado frente a La Esfinge y le hemos hecho toda
clase de preguntas
Pero que nunca supimos quién armaba las respuestas:
nosotros o La Esfinge
Y así andábamos, al borde del abismo, petrificados
a medias, sin poder pasar al otro lado
Un resto de pudor nos impide el uso llano de la primera persona
Pero he caminado las mismas calles infinidad de veces
agobiado por toda una serie de cosas que se suponía
que debía hacer o al menos intentar
Como autómata, chocando con los transeúntes,
disculpándome, lleno de una sensación de vergüenza
infinita, lo que es la juventud
Por haber permitido que la espina dorsal de mi vida, formada
de piezas precisas, se hubiera casi fracturado
Por la introducción de un rostro, de un cuerpo oloroso,
conjugador de curvas y ángulos
de durezas y blanduras, húmedo, tibio, como todo cuerpo
a medias putrefacto (esto no es mío, es de Celine)
Pero a mí me parece que tratas de hacerte la víctima.
Oye, mira, eso estaba bien el siglo diecinueve. Ya no tenís
dieciocho años
He tomado infinitos cafés en un determinado barrio de
una ciudad precisa (para qué mencionar nombres). He llamado
infinitas veces por teléfono
Pero al menos caminaba lleno de esa antigua corriente eléctrica
La de las luchas pasadas, las manos y la historia
No hay que creerle nada
Un texto siempre inventa un personaje
Recuerdo que el polvo más rico me lo pegué luego
de una noche de insomnio, luego de una mañana frenética.
Golpeé una ventana mareado, luego de infinitas vacilaciones,
y luego de una explosión emotiva mis genitales se vaciaron
hasta lo último en LA ZONA OBSCURA, mientras los gatos
despedían chispas de sus lomos y se obscurecían
los azules
Luego caí en el sueño de los justos.
Resplandor extinto
I
Canto al "¿Dónde estás ahora?, ¿Qué
estás haciendo?", repetido varias veces, por teléfono,
a larga o corta distancia, como canto a ese cordón umbilical
que va como cáñamo de seda saliendo de mi cerebro
a tu cuerpo tendido en el sillón por las mañanas,
como un fruto cítrico y ácido, con ojos de bello
color verdoso
–que reproduce el color aproximado del hielo, cerca del mar,
tu ropa preferida. Tus ojos al sol–como dos gatos ariscos y
sabios, instalados en las gradas de una casa vieja, como pupilas
en dos cuencas, en las calles de Santiago o Montreal
–la agitación concéntrica de los pájaros,
tantas veces referida, el esplendor inadvertido de los sapos,
en las pozas y alcantarillas, en general todos los animales,
iniciando o finalizando sus
movimientos representativos, hechos símbolo, compañeros
de lucha, de nuestras formas de vida
–Reaccionemos como caballos desbocados de ojos y fosas nasales
enrojecidas, en realidad dos agujeros, mejor cuatro, de puro
fuego, lanzándose al galope, la crin (inculta) al viento,
escapando del hecho terrible del amor
–Refirámonos juntos al fuego en los sueños y
divagaciones diurnas, fumando, o cuando viajamos solos, cada
uno por su lado, en autobuses autos y aviones, las señales
de humo, la combustión inevitable de la chispa y la madera
II
–Pasean por las calles del invierno, de muchos grados bajo cero,
los envejecientes amantes de la generación de los sesenta,
mientras los revolucionarios y artistas y cineastas y escritores
de la generación de los sesenta – también las
mujeres, saltemos por sobre nuestro pardo ojo latino–se arremolinan
en las tareas del hogar, a veces, embelesándose en el
crecimiento de los niños – leamos a De Rockha y Mirón
– sin por eso dejar de aportar su granito de arena a toda esta
lucha universal, que cada uno sigue
en forma individual, cada uno como puede, corno Dios le dé
a entender
III
–Lancemos garfios, cada uno por su lado a los trozos del mundo
de antes de nuestro encuentro, que se alejaban lejos, por el
mar o la noche, tratemos de recomponerlo como un rompecabezas
muy polícromo y lleno de detalles, para hacernos una
pieza, o una casa, o un sillón lleno de remiendos para
poder dormir primero y luego levantarnos al cielo de sol y pájaros
– cada uno por su lado
–Cada uno por su lado, con sus amigos y su familia, metiendo
primero el pié y luego la mano y el cuerpo en el engranaje
del día, recomponiendo los objetos y las relaciones sociales,
los aniversarios, el trabajo y las compras, la charla menuda
del pan y la cebolla, metiéndonos de nuevo en eso como
de a poco en un agua muy fría.
Dichos
Mira: Ha pasado mucha agua bajo los puentes. Una gaviota venida
de quién sabe dónde revolotea sobre esos puentes,
sobre el río y los cerros. Sobre el techo de los más
altos edificios, bajo el sol
–Juntos tendremos o no la chance de imitar esos recorridos
de las aves–a nuestro nivel, sobre la tierra
Sólo la flor enrevesada de nuestras conversaciones se
levantará hacia lo alto–sus pétalos sin contorno,
sin un vértice superior
Hazme caso. Esconde tus garras. Entierra el hacha de guerra
que no estamos en tiempos de tus antepasados indios. ¿De
donde si no vienen tus pómulos tan altos?
–Ya se terminaron los irlandeses comedores de papas. Los acadianos
enterraron el fusil y la cruz. Mis abuelos de boina vasca ya
no recorren los mares del sur en corso. Mis probables antepasados
sefarditas han dejado borrarse la huella de su linaje en ese
templado país del sur
–No escuches las palabras mesuradas que vienen de la ciudad,
en cuyo borde habitábamos, que te recomiendan calma,
suavidad, mesura.. No visites ya más al consejero blandengue,
educado en los suburbios, recién salido de la Universidad.
La gente que sabe dice dos cosas:
–La poesía está sujeta a una forma. especifica
(esto parece prosa)
–Tiene que tratar temas universales, que todos puedan comprender.
No cocines sola el pescado ni hornees las galletas. No camines
por las calles del Barrio Chino, enfurruñada, recordando.
Acepta la complicidad de mis ojos más que de mis manos.
De mi cerebro más que de mi sexo. Desgrana la maraña
que nos apresa como una coronta seca de maíz, como las
que alimentaban a los puercos de tu granja...
No en vano somos los únicos poetas de verdad por estos
lados, llenos de pequeños círculos, de profesores
de terno y de señoras que escriben en sus ratos libres.
Como un cóndor hambriento nuestra poesía tiene
que dejarse llevar por la tormenta. Deposita tu vida en este
ritmo venido del otro lado del mundo, que se junta con el tuyo,
una corriente brotada del Polo Norte. Juntos podemos hacer hasta
la revolución. Yo no es un otro
Yo es un otro, si el que llevaba puesto antes no te gustaba
Voy a esconder mis garras y limar mis colmillos. Voy a tapar
mi cola con un abrigo largo. Me cortaré el pelo y buscaré
trabajo. No volveré a tomar café con mis amigas
mujeres, siempre dotadas de dobles intenciones
–No voy a reírme más de los poetas de aquí
en los recitales. Voy a dejar de tomar cerveza y de fumar. No
voy a comer más cuáquer crudo en la mañana
(ya que me pone muy nervioso), con miel de abeja o con azúcar,
con mermelada, si se tiene a mano.
Tú volverás a vestir tus largas faldas descoloridas,
a ponerte una cinta en el pelo. A recolectar yerbas en el río
Y te lo digo por última vez: Un paseo por el Barrio
Chino vale más que el libro mejor publicado. Un café
en el mercado escuchando a cierto músico ambulante vale
más que una lectura en Harbour Front.
Me voy a comprar unos bluyines nuevos. Voy a saludar a tus
amigas feministas. La arquitectura de lo que hay que hacer se
levanta transparente todavía, muy imprecisa y complicada,
como un Piranesi. Estos consejos encierran un gato (animal sagrado
egipcio). Debemos rescatar este espacio de esta gente inconsciente
y trabajadora
El hecho de estar juntos fue una revolución universal
(si es que no me he vuelto loco totalmente)
Tus amigos y los míos se mesaron los cabellos, se rasgaron
las vestiduras, se echaron ceniza en la cabeza
Y se fueron con su música a otra parte.
La Donna
Ella irrumpió a los escenarios desde el centro mismo
de la ciudad, desde las profundidades de ese mar de gases diversos
que año a año hace un poco menos respirable el
aire de la ciudad, un poco más corta la vida de las nuevas
generaciones. Desde la morada de hollín donde había
brotado como una flor sucia de una madre sentada en cuclillas
y vestida de gris, con líneas de privaciones diarias
inscritas en la cara y una voz áspera, fuerte, recriminadora,
y de un padre como de piedra curada a la intemperie, con una
cara que nunca había sido la de un niño, con manos
grandes, rudas, acostumbradas a poner ladrillos, a operar taladros,
a empaparse en las aguas calientes jabonosas de los lavaderos
de innumerables restaurantes. Ella nunca fue delicada, pero
aprendió a enmascarar su tosquedad con un aire angular
y exótico. "Debe correr sangre mixta por sus venas",
comentaron algunos después de ver sus actuaciones. Ella
siempre mantuvo escondida su aspereza y no muchos fuera de mí
oyeron a sus padres maldecir o a los vecinos denigrar sus canciones
abiertamente sexuales. El cuero negro enfundando a su cuerpo
semidesnudo brilló a la luz de las cámaras de
televisión y los predicadores de diferentes iglesias
la usaron como ejemplo de lo que debían abstenerse los
nuevos bárbaros que asisten a escuelas que son como otras
cárceles. Su imagen en los muros tristes del centro de
la ciudad sirvió de fondo a tiroteos entre jovenzuelos
por la posesión de piedras púrpura que les darían
sueños multicolores y una ola avasalladora de excitación.
Desde el fin de su niñez ella había estado buscando
un compañero. Ella probó varón tras varón
entre los jóvenes morenos no sólo de esta ciudad
sino de una miríada de otras visitadas en sus giras,
escogiéndolos después de sus conciertos en teatros
y estadios atiborrados. Una vez visitó una ciudad metálica
y embotada, vomitada en los baldíos del Norte y se encontró
a un hombre cuyo nombre y rasgos no han sido registrados. Colgó
las ligas, las botas de cuero y la ropa casi transparente que
la habían hecho famosa en los dormitorios de todos los
adolescentes. Y anunció: "La Reina de las Abejas
ha terminado su Baile de Unión Ritual, y ya no necesita
expandir más su almizcle o abanicar su cola. Ella desaparecerá
y dará a luz un tipo extraño de descendencia".
Su madre que todavía vive fue entrevistada contra un
fondo de la Virgen María y algunos encendieron velas.
Ella desapareció como las estrellas del cine mudo que
había usado como modelo.
Trabajadores del vacío
Los hombres cuarentones toman café en los cafés
del centro, hay entre ellos un buen número de libaneses
y españoles, y además Carlos Collao, Sergio Valenzuela
Bruno Hernández, en el Haití, el Do Brasil, con
la taza suspendida entre el pulgar y el índice, por unos
segundos, mirando más allá de los diminutos delantales
blancos de las camareras
Como a una utopía de ojos, piernas, jirones de juventud,
todo armado contra el telón de fondo del smog, más
atrás la Cordillera
– Como un paciente aquejado por una Epilepsia del Lóbulo
Temporal nos quedamos por unos segundos con la mirada fija.
Alguien pasa la mano repetidas veces delante de nuestros ojos
y luego comenta con amistades o familiares "fulano anda
muy distraído"
Y vivíamos por esos días el proyecto de los sueños
y la revolución. Nos envolvíamos en banderas.
Cada mañana cantaban los pájaros. Y no es que
no tenga nada que ver
Y mirábamos por sobre el hombro a esos otros, a quienes
nos fue dado conocer, especuladores de clase media, hombres
prácticos, labradores de carreras, que armaban a la postre
su mísera versión del andamiaje de su vida al
otro lado–queríamos creer–de nuestra barricada
Excluyamos al Flaco Ortega, miope y muy alto, destilando su
poesía de oficina, llena de clichés, llena de
imágenes tremendas, pero con una belleza natural no vista
en producciones más cultas, y cuya factura básica
se repatingaba en la página ingenuamente segura de sí
misma, como una niña muy bella
antes de los veinte
que no hubiera aprendido a pintarse bien todavía
Excluyamos a los jóvenes lectores ávidos que
leen parados en las micros, o sentados en los bancos del parque,
y que recortan a veces las páginas de los libros, para
que les quepan en los bolsillo del blazer azul
A Paco Soler, Gianinni, que hablaban del vacío en sus
seminarios, oponían Ser y Nada, Esencia y Existencia,
haciendo otra muesca en el mango del hacha de la búsqueda
de la fundamentación de la realidad
No resuelta de antemano en el amor a los libros del FONDO DE
CULTURA, LOSADA, GRIJALBO, GREDOS. En los artículos en
la REVISTA DE FILOSOFÍA, ni se entregaba así como
así en las CÁTEDRAS EN PROPIEDAD, los congresos
Mencionemos como al pasar a los discípulos de la cientología,
el COF y el Poder Joven, toda esa gente inscrita en el Instituto
de Desarrollo Armónico en París, sentados a los
pies de Gurdieff, a los seguidores de Krisnamurti (descubierto
por la Blavatsky siendo casi un niño de pecho)
A los lectores y echadores de cartas, los adivinadores de las
diversas versiones del Tarot, a los practicantes de la meditación
trascendental, los repetidores de mantras y cantadores de "Hare
Krishna", de cabeza rapada, vestidos de naranja, que comen
muy frugalmente
A todos esos grupos variados que venden flores y revistas en
la entrada de los supermercados. Que abren hoyos en el suelo
y los
vuelven a llenar, que hacen ejercicios de concentración
y relajación
Aunque prefiramos otras cosas más serias, la filosofía,
la política, encojámonos de hombros, no pasemos
más allá de la ironía, la intención
es buena
El vacío acecha, eso es cierto, a todos aquellos que
se ven amenazados por la muerte, que suponemos son la mayoría.
No dudamos que las criaturas finitas poseen una escasa capacidad
de maniobra en cualquier campo. Una mente lógica puede
hacer equivaler las experiencias
Parece que las vastas construcciones históricas que delineaban
sus líneas luminosas en un futuro no tan incierto retroceden
en la lejanía
Démonos la libertad para centrar la atención
en las minucias del diario vivir. Seamos en eso como un borracho
que de repente se detiene en su caminata nocturna, y luego de
orinar mira las estrellas y dice en voz más bien alta
"Qué le vamos a hacer, qué diablos, en
fin..."
Esto no es producto nuestro, no lo inventamos nosotros ¿O
me equivoco?
Pero más lamentable es la situación de alguien
que no queremos nombrar y que pasada la cuarentena descubre
que "nada tiene sentido". Cuéntate una
nueva, y nos parece escuchar la letra de un tango
Pero cuál es la posición entonces de la gente
que cuenta con el vacío y dice "sobre él
edificaré mi iglesia", y sobre él elabora
sus más fantásticas construcciones lingüísticas,
maniobras políticas, persecuciones amorosas estilos de
vida y pensamiento
Y abriga la esperanza, como una colilla en el fondo del bolsillo,
que se puede prender mas tarde
En una de estas no se gasta y podremos seguir fumando eternamente
Mientras nosotros, más humildes, gente común
al fin y al cabo
Elegimos marcas de cigarrillos, cortes de pelo, lugares donde
almorzar o cenar, libros, algunas relaciones
Resignados, mirando desde esta línea tenue el precipicio
en cuyo borde nos equilibramos, y al que todos, querámoslo
o no
Alguna vez
Más temprano que tarde
Tenemos que caer.
Otra jornada con la Margarita en Toronto
A media cuadra de Young
justo en esa parte llena de porno shops
festoneada de prostitutas y cines de tres X
–En una casa antigua y sólida, fechada en 1891
arrasada por esos barriales
Pero donde pude presentar con pocas palabras a ese humilde (en
actitud) escritor venezolano,
como animal suave (y esto es un halago)
leyendo su prosa cuidada
que dejaba adivinar la desesperación y gloria de su país
–Sacudido por explosiones
o más bien cuya historia toda es esa explosión
ambivalente y regional
(estamos hablando a nivel de continente)
–que nosotros incluso sentimos en Santiago
en una moderada versión,
que a la vez nos acerca y nos aleja de esas otras versiones
–para mencionar unos países, México, Cuba,
por que los conozco
Y de paso un aviso:
por su propio bien
no se metan con nosotros
(ustedes y yo sabemos de qué estamos hablando)
Y están los de siempre, Claudio, Hugo
incluso Lazo, en fin la Margarita
Nadie sabe por dónde pasa la historia
a lo mejor sólo yo
Pero es un chiste
No se me entienda mal
Y he aquí la Futuransky
Una judía argentina
gorda
Y con ese nombrecito
y me pregunto
"Y dónde cresta está mi futuro"
y no sólo por la edad
sino por todo lo que está pasando
–no tengo ni qué decirles dónde
me aprieta el zapato
Y me gustó la poesía
de la Futuransky
Pero más
cuando contó la historia del rinoceronte
que le querían regalar al Papa
Por allá por el siglo XV
Y ella sesentona,
Tipo ropero, dijo
"Y así somos nosotras,
que empezamos como sílfides
y terminamos como rinocerontes"
Y no sólo tú,
A lo mejor nosotros, yo
aunque se nos note menos.
Un granito de arena
El reloj marca la medianoche
Los que faltan se ponen a escribir sobre Neruda
artículos, poemas, a preparar clasecitas, conferencias,
mandar algo por internet
Por nuestro lado ya hicimos un acto en la Biblioteca Pública
con hartos canadienses, vino tinto, chocolates
Hace meses que pusimos una nota en el web
Y nos fuimos caminando por la noche con la Sharon luego de
una cena Thai muy buena, una ensalada de mangos verdes, muy
picante, unos calamares rellenos de morirse
Regados con un medio tinto de la casa, no estamos tomando mucho
Y yo le digo a propósito de nada "mañana
es martes 13" y un gato negro cruza por estas líneas
Parece que la gente está un poco saturada, Neruda para
acá y para allá
Todos sacan partido, partiendo por el Cuerpo Diplomático
Los comunistas reclaman propiedad, con bastante derecho yo diría
Ya que aparte de los Veinte poemas, populares, pero medio modernistas
en la onda de Darío, que se aprenden de memoria los pololos
Que usó Skarmeta para un librito llevado con acierto
a la pantalla grande
un tema más cliché que la empanada, versión
samosa, o calzzone o roti o el hargao de los chinos, si no me
engaña la memoria, el pierogi polaco
O las Residencias azote de los profes, con indudable influencia
surreal y existencial
En que el lenguaje cede bajo la oleada material del mundo exuberante
y ciego
Donde el yo trata de armarse su boliche chiquitito
El libro que pone a Neruda en el tablero es el Canto General,
allí suelta sus pájaros hacia los cuatro puntos
cardinales, digámoslo en presente
Y se nos mete en la historia sin pelos en la lengua, sin concesiones
a la famosa simplicidad, desde los tiempos del Antes de la peluca
y la casaca y su nefasto término
Para muestra un botón.
De los 25 millones que había en México al llegar
los españoles en un siglo si es que había uno
Y toda la izquierda continental y mundial saluda, recuerda
y celebra los cien años de Neruda
La de frente popular y revolución por etapas. La de
desarrollo desigual y planeta sin visado. La gente que opone
centro y periferia
Como a dos hemisferios, dos manos, dos lóbulos cerebrales
De esta humanidad escindida en una esquizofrenia sin remedio
El centro y el margen, siguiendo un poco a Gunther Frank.
Otros ponen el grito en el cielo, allá ellos
Porque Neruda da para todo, nos guste o no nos guste
La poesía actual y hispánica para qué
hablar de la chilena
Atraviesa por el vértice del ala incorpórea de
ese gigantesco pájaro poético
Cuántos jóvenes poetas quedaron atrapados en
el Canto como en una implacable telaraña. En Chile salen
poetas de debajo de las piedras
En cuanto a enemigos los tuvo de los muchos y los grandes
o gente que no lo pasaba, o simplemente era la envidia
No así Huidobro, De Rokha, Parra, encaramados en la
misma pisadera de la micro de la inmortalidad. No estos perros
grandes
Sino los perros chicos, Irving Layton con su poemita anti Neruda
O tanto disidente soviético o cubano, antiestalino—dizque—o
editor pagado por la CIA
Nos guste o nos guste, ahí está Neruda
Personalmente me encanta el Canto, la Primera Residencia y
pare de contar, un poco Arte de Pájaros, las Piedras
de Chile
Presente en el texto Lapidario de una muy buena poetisa boreal
que tradujimos, que vive perdida
En la despoesía garrafal de estas antípodas
Ojalá me equivoque
Díganme si hay una pizca de Neruda en lo que estoy haciendo,
si yo también me cobijo bajo esa sombra gigante
Que tantos dicen proyecta su ego hipertrofiado
Que amasado y soplado a la vida con la greda roja del Sur de
Chile
Para el reparto del yo se lo llevó todito, dejando a
generaciones sucesivas de poetas de la zona
Con el yo minimizado. Pero no entremos en peleas de capillas.
Dejemos a ese gran pájaro alejarse
Proyectando su sombra vasta sobre los cinco continentes
Cristalización Parcial
Enrabiados, enajenados
Recorriendo las calles de las ciudades con un pucho sin filtro
colgado de la comisura del labio, la barba a medio crecer
–Con la cabeza congelada y ardiente, fija en una obsesión
despreciable y descartable para un OBSERVADOR OBJETIVO
–Nos hemos hecho los más diversos esquemas explicatorios
en los días en que nos sentimos mejor y comemos, o tomamos
café con la vista fija hacia adelante, otra vez fumando
O nos hemos relajado un tanto de tanto caminar, o bebiendo
alcohol, entonces hemos vuelto a las vitrinas de las librerías,
las noticias de los periódicos, como una urraca a medias
desinteresada que hurga el tesoro detallado de sus viejas posesiones,
imposibilitada –sin embargo– de levantar el vuelo
–Hemos vuelto a frecuentar con una fría lucidez–que
nos mantiene con los párpados intensamente separados–el
cuento del autor austriaco de principios de siglo, Gustav Meyrink;
la maldición del sapo
–Y contemplamos con algo parecido al horror al mil pies inmovilizado
sobre la piedra, preguntándose cuál pata debe
mover primero, si la cuatro, la once, o la novecientos noventaisiete.
Peces
En el licor de los soles licuándose en las diferentes
habitaciones por la tarde. Eso hemos vivido. Como peces en un
acuario en que las aguas de la existencia se hacen más
y más espesas. Tenemos la capacidad de secretar un cierto
líquido, ambiguo y no totalmente impuro. Por un orificio
que se encuentra donde el género de ustedes tendría
el parietal derecho. Por el trabajo sostenido de una glándula
que se ha ensanchado en la parte superior de la columna hasta
constituir el cerebro. Vedlo allá, blanco–rosado y cruzado
de estrías que palpitan. Nos apresuramos a firmar que
nuestra hora es el comienzo del crepúsculo, el fin de
la tarde. No nos damos el derecho de asumir nuestra condición
como universal. No vamos a hablar de otros seres, en sucesión,
ni de sus afiliaciones biológicas, su cercanía
con otros elementos (de los cuatro) o este mismo. No vamos a
referirnos a los espacios exteriores, ni vamos a defender la
calidad de nuestros componentes materiales. Vamos a vibbrrarrr
por un momento en medio del acuario, recuperando la objetividad
del mundo, los movimientos y acaeceres que rodean a las cosas
como telarañas de rayos de luz. Vibraremos, nuestras
aletas trémulas, en el centro del acuario, mientras pausamos
en este nadar pesado. Para luego sumergirnos de nuevo en las
profundidades.
Homenaje a Gurdjeff
No cortes flores amarillas para no darme idea de una inexistente
FELICIDAD, entonces, no vengas con tu vestido Amarillo. Tapa
tu PELO RUBIO, para que no alumbres mis ojos, no siempre en
tinieblas , aunque sepamos que no existe una luz, por tanto
tus pupilas no son completamente doradas, ni el aire es un ámbito
que podamos calificar de medio de propagación
La luz se propaga independientemente de la fuente que la emite,
y su velocidad es de 300.000 kilómetros por segundo.
Y la desviación de sus ondas se debe a la proximidad
de la materia que secreta una geometría retorcida
Entonces
No veremos a los pájaros de largo cuello remontarse a
las alturas con ávidos picos picarán la naranja
pletórica del sol, a medida que ascendemos más
allá de los círculos estáticos de águilas
y cóndores, que planean en su respectivo nivel
Un hombre en la llanura pulsa un instrumento. De cuerdas. Cuelga
sus tonos de las alas y la cola de LOS PÁJAROS
–Ese sujetó hace esa música para purificarse;
que es un decantarse. En una mano lleva un anillo que lo hace
acreedor a una orden iniciática. Nos encontramos en el
Medio Oriente. El hombre es un esenio. Anda vestido de blanco.
Una cosa es digna de notarse; la absoluta falta de adornos y
DETALLES de su túnica; la CORRECCIÓN de sus rasgos.
Sus pies significan nada más que sus pies. Su rostro
nada más que su rostro
Busquemos–Muchacho–una maraña de barbas, arrugas, pelos
y lunares, para–descartando todo–encontrarnos una cara que significa
una cara. Y lo más importante. Él pulsa su instrumento,
y su esencia se trenza en las plumas
Y las patas de esos pájaros, puros como el SOL – la
tierra, el
cielo, el agua o las montañas. Eso sí, mirados
desde una cierta distancia. O como el frío, que molesta
mucho en las alturas
–Yo camino hacia él y lo saludo – llevo los zapatos
desabrochados
Evidentemente no sirven para estas latitudes
y mi saco repleto de botones
y mis cabellos de sobre la cara
y mis manos velludas y arrugadas
Deben ser una cáscara que no depende de mi cuesco
Conjunto de cosas que nunca merecen mencionarse.
Jorge
Etcheverry Arcaya: chileno, ex miembro del
Grupo América y la Escuela de Santiago, agrupaciones poéticas
de los sesenta. En Canadá desde 1975, doctor en literatura
y traductor, ha publicado The Escape Artist/El evacionista, Canadá,
1981; La Calle, Santiago, 1986; Tánger, Santiago 1990, versión
inglesa, Canadá, 1997;A vuelo de pájaro, Canadá,
1998; "Vitral con pájaros, Ottawa, 2002, De chácharas
y largavistas, novela, Canadá, 1993; Northern Cronopios, antología
de narradores chilenos en Canadá, Canadá, 1993. También
tiene prosa, poesía y crítica en Chile, Estados Unidos,
Canadá, México, Cuba, España y Polonia. En 2000
ganó el concurso de nouvelle de escritores.cl con El diario
de Pancracio Fernández. Sus últimas publicaciones en
antologías figuran en Cien microcuentos chilenos, de Juan Armando
Epple, Cuarto propio, Chile, 2002; Los poetas y el general, Eva Golsdschidt,
LOM Chile, 2002, y Anaconda, Antología di Poeti Americani,
Elías Letelier, Poetas Antiimperialistas de América,
Canadá, 2003.
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