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JULIO ESPINOSA GUERRA
Metamorfosis de un animal sin paraíso
Premio de Poesía “Villa de Leganés”


Por Encarni González
Tintero, Revista Digital (España) nº54 Marzo 2005

En 2004, Julio Espinosa Guerra (Chile, 1974) fue galardonado con el Premio de Poesía “Villa de Leganés”. La obra premiada, Metamorfosis de un animal sin paraíso, es la tercera aventura poética de este chileno que hace unos años decidió afincarse en Madrid. Ya desde sus dos primeras incursiones, Cuando la rosa aún no existía (1996) y La soledad del encuentro (1999), se vislumbra la voz poética de este autor que abandonó sus estudios de Ingeniería para licenciarse en Pedagogía y dedicarse por completo a la Literatura.

Becado por la Fundación Neruda (1998) y por el Consejo Nacional del Libro y la Lectura de Chile (2000), desde su llegada a España, en 2001, ha ejercido como lector para la Editorial Tusquets y coordinado las lecturas poéticas del Café Libertad. También colabora de forma asidua con reseñas y artículos en La estafeta del viento, de Casa de América; la web Literaturas.com; Osservazioni, del Centro Cultural Italiano en Madrid y Rayentrú, de Chile.

En la actualidad dirige los talleres de poesía e iniciación al relato breve de la Escuela de Escritores mientras prepara su nuevo libro de poemas y una novela.

Tras una charla muy esperada, Julio me habla de sus proyectos, de sus poemas, de los nuevos y los viejos escritos que, al final, quizás sean una misma cosa o formen parte –como dice él– de un continuum.

Ya lo dijo Benedetti: “La poesía es el género de la sinceridad última e irreversible” y, a lo largo de esta charla, descubrimos al poeta...

-Me gustaría comenzar preguntándote por algo que se suele preguntar al final de las entrevistas, no al principio, pero mi curiosidad supera la norma establecida: háblame acerca de tus próximos proyectos...
- Qué curiosa eres... En este momento trabajo en tres cosas con las que estoy muy ilusionado. Estoy escribiendo una nueva novela. La novela empieza con un hombre joven de 35 años en una playa; ha ido a buscar el cadáver de su padre que ha encontrado la policía ahogado. Pero lo que pasa es que el hombre está buscando un cadáver de un hombre al que no ve desde 30 años atrás, un hombre que lo ha abandonado. Y la novela trata de relatar toda esa vida paralela que le afecta directamente y de la cual no tiene idea. Esos 30 años en que su padre siempre ha estado al lado sin él darse cuenta por diversos motivos. Me apasionan las realidades que transcurren a nuestro lado y de las cuales no somos conscientes, eso me parece muy interesante.

-¿Y desde cuándo estás trabajando en ello?
-Empecé “seriamente” hace un mes, más o menos.

-¿Qué es “seriamente”?
Sentándome a escribir por lo menos dos veces a la semana,proyectando la historia, los personajes… y ya con algunas páginas escritas. Yo pretendo tenerla terminada en unos cuatro meses.

- ¿Poco tiempo, no?
Sí, es lo que me demoro más o menos. Soy rápido. También he empezado a escribir una novela infantil, para niños de entre 6 y 10 años. Realmente más que una novela va a ser escribir algo de 200 páginas. Se trata de la historia de una niña que ve la realidad desde un punto de vista diferente a cómo la ven sus padres. Y justamente se trata de la visión de realidad que tiene un niño, cómo ésta puede ser de diferente a la visión de la realidad de un adulto; el niño inventa, juega o ve otras cosas que el adulto no ve pues está encasillado mientras que el niño es más libre. La historia, pues, trata de cómo esta niña nombra la realidad de forma diferente a cómo lo hacen sus padres; incluso en un momento se niega a hablar porque piensa que no la entienden.

-¿Y te sientas a escribir todos los días? ¿Tienes una rutina o… cuando llega ese momento mágico que algunos llaman inspiración?
-La verdad es no dependo de la inspiración; es decir, me siento a escribir cuando quiero y tengo la necesidad de hacerlo. Por ejemplo estas dos novelas que son dos proyectos muy trabajados, muy pensados… yo podría en este mismo momento ponerme a escribir. Puedo dejar una frase a medio terminar, salir a tomar una cerveza, volver y seguir escribiendo; soy muy profesional en ese sentido. Igual me ocurre con la poesía.

- Háblame sobre este nuevo libro de poemas que estás construyendo.
-Se trata de un poema largo, también articulado en fragmentos, parecido en ese sentido estructural a Las Metamorfosis. Tenía un título inicial cuando comencé, que era La arquitectura del desastre, que he cambiado. Ahora es Nominae, y extrañamente tiene también relación con el libro infantil: la realidad la nombramos de una forma; es una forma de nombrar heredada, pero realmente existen una serie de cosas que se pueden nombrar de otra manera. El tema del libro es dudar de por qué al televisor lo llamamos televisor y no caja de sorpresas… Por qué a la escritura de un libro la llamamos escritura y no cincelar o descubrir la escritura que ya trae la página en sí… no sé, se juega con esas posibilidades y al mismo tiempo habla de cómo hemos construido a través de ese lenguaje una realidad inestable que hace agua por todas partes. Deberíamos ser mucho más precisos o deslumbrarnos mucho más con nuestra realidad si realmente fuéramos capaces de ver desde nuestro propio punto de vista y no dijéramos cosas que son totalmente heredadas. Cuando hablo de prejuicios verbales hablo de pre-juicios, es decir, formulamos juicios acerca de la realidad, la estructuramos a través del lenguaje heredado de otra gente, un lenguaje que nos ha sido impuesto por el sistema. ¿Por qué nosotros no nos podemos despojar de esa forma de nombrar para empezar a nombrar realmente lo que vemos, implicarnos con la realidad que nos rodea, estar más cerca de ella?


- En tus libros encontramos poemas dedicados a Óscar Hahn, Homero de Aridjis… ¿Suponemos que han sido poetas que te han influido de forma muy particular o de los que te sientes quizás más cercano?
- Realmente, más que sentirme cercano, en algún momento he leído algo de ellos que me ha interesado mucho… Por ejemplo, yo a Homero no lo conozco de nada y lo que conozco de él son un par de poemas. La obra de Óscar Hahn la manejo muy bien. Su poesía me es mucho más cercana. Creo que es un muy buen poeta. Le dediqué un poema por dos razones: la primera es porque su estructura tiene, sin ser igual, un oído similar a alguna de las estructuras que él manjera, a la temática y a la forma un poco lúdica en que trata la temática de la muerte. La otra razón es que él hace unos años tuvo un ataque al corazón, y vio la experiencia de la muerte de manera muy cercana. Nos conocemos, hemos coincidido un par de veces, yo hice mi trabajo de licenciatura sobre él, hace un año o dos hice la reseña de su último libro –Apariciones profanas, que fue publicado por Hiperión y que yo recomiendo– que salió acá en España... Y hay otros poetas, de los que sí soy más cercano, como Raúl Zurita, del que me interesa mucho su manera de trabajar todas las temáticas, pero tampoco si te das cuenta mi tono poético es idéntico al de Raúl Zurita, Hahn, ni al de ninguno de los poetas a los que puedo haberle dedicado algún poema. Trato de desarrollarme de una forma particular, porque pienso que hay que llegar a tener tu “propia voz”.

- ¿Pero qué significa eso de tener tu propia voz?
- Hasta hace muy poco no me había dado cuenta de lo que significaba eso de tener tu propia voz , pero es que es mucho más fácil de lo que pensaba. Es lo mismo que tomar posturas frente a la realidad, el poeta quizás es el que más postura tiene que tomar, el que más tiene que despojarse de esos prejuicios lingüísticos que son prejuicios de la forma de mirar la realidad, porque se entiende que la realidad la construimos a través del lenguaje. Entonces hay que despojarse de eso que ya tenemos y volver a mirar la realidad desde lo nuevo, y a partir de ahí, nombrar. Cuando el poeta hace ese ejercicio llega a un tono propio.

- ¿Poesía y narrativa son espacios tan diferentes?

- Hay una diferencia fundamental. Mientras el narrador te pone un espacio acotado donde tú estás viviendo una realidad ajena a ti, los grandes poemas te instalan en una realidad particular que puede ser la del poeta, pero al mismo tiempo por su forma de escritura puede también ser “tu” propia vida, tu propia realidad o una parte de tu propia realidad, y no necesariamente una realidad física en el sentido de geográfica o temática, sino que puede ser una realidad mental. Y eso es maravilloso, y es lo que no pasa en narrativa.

- Zurita piensa que la poesía no tiene que explicarse, que no puede revelar lo que el poeta ha querido decir exactamente… ¿tú piensas de la misma manera?

- Bueno, eso está bastante difundido en la poesía contemporánea, yo creo que es una de las peculiaridades de la poesía. La poesía no se explica, es magia, percepción, son intuiciones; yo te puedo contar de qué historia nace el poema pero no te lo puedo –no te lo debo– explicar porque se perdería todo el interés si te digo “si el poema no lo entiendes así, ya no vale”.

- ¿Podríamos decir que el denominador común de la poesía chilena actual es la heterogeneidad?
- Sí, pero vamos por partes. En la poesía chilena, hasta la generación del cincuenta, no hay una escritura homogénea, cada uno tiene su búsqueda…Pueden convivir poesías tan heterogéneas como la de Huidobro, Gabriela Mistral, Pablo de Rohka, Enrique Lihn, Jorge Teillier, Gonzalo Rojas… todos tienen una escritura diferente, pero son grandes poetas. Más o menos contemporáneos… (Huidobro y Gonzalo Rojas se conocieron personalmente…). Es decir, hay un acercamiento. En los años sesenta eso empieza a acabarse, porque la poesía empieza a institucionalizarse en las universidades.

- ¿Para ti esto es algo negativo… intuyo?

- No creo en la normativización del discurso poético, y en Chile eso empezó a germinar en los años 60, con los poetas que empezaron a escribir en esos años. Vino algo muy negativo socialmente que fue el golpe de Estado pero creo que mirado en perspectiva para la poesía fue bueno porque ese grupo homogeneizador y homogeneizante se disgregó. Y cada búsqueda se transformó en una búsqueda individual. Hubo búsquedas personales como la de Juan Luis Martínez, o Rodrigo Lira, que es un poeta inclasificable... Estas aportaciones oxigenaron la poesía, y aparecieron poetas como Thomas Harris, Alexis Figueroa, Clemente Riedemann, Diego Maquieira, Raúl Zurita, Elvira Hernández, Cecilia Vicuña... Son poéticas que en algunos puntos se rozan, pero que no son iguales; y lo más importante, no son poéticas académicas, no responden a una norma ni crítica literaria dicha con anterioridad a la creación poética. La crítica funciona sobre estas obras poéticas con posterioridad... Esto sigue sucediendo hasta lo que se denomina el grupo del 80, del 87, los poetas que escriben más o menos desde el año 85. Y en los 90 surge otro grupo que son poetas que ya empiezan a estar al amparo de la universidad y algunos de ellos ya empiezan a dar muestras homogeneizantes; pero más que una convivencia de temas, hay una convivencia de búsqueda poética.

- ¿Crees que para ser buen poeta –o para ser poeta sin más– , es imprescindible tener cierta cultura literaria y además leer a otros que están escribiendo en el mismo momento en el que tú lo estás haciendo?
- Sí, a los inmediatamente anteriores y también a la gente que escribe en tu momento. Desde mi punto de vista todo es lectura. Ya lo dice Sánchez Robayna en algún ensayo, que todo se lee. La realidad la estamos leyendo, y lo que nosotros escribimos de la realidad son aquellos trozos de la misma que leemos; si no somos capaces de despojarnos de lo que ya nos han dicho que es la realidad… realmente la seguiremos leyendo desde un solo punto de vista que es el sistémico. Entonces el ejercicio del poeta no es sólo leer libros, y en concreto libros de poesía, sino leer todo, y al mismo tiempo incorporarte y vivir esa nueva realidad. Para mí tiene mucha importancia el ser un actor social. No estoy hablando de que te desenvuelvas en un partido político, ni en una tertulia... estoy hablando de que vivas la realidad, de que salgas a la calle y te des cuenta de cómo es tu ciudad a las 12 de la noche, que mires eso que está sucediendo, que interactúes con otra gente que a lo mejor no tiene nada que ver con la poesía. Lamentablemente el mundo de la literatura es bastante endogámico, porque volvemos a lo mismo… todos los grupos tratan de reunirse; es decir los médicos con los médicos, los profesores con los profesores, los periodistas con los periodistas, los poetas con los poetas y los narradores con los narradores. Desde mi punto de vista el poeta debería salir de esa mecánica: debería tratar de tener amigos que fueran pordioseros, periodistas, camareros, basureros, que vendan periódicos, etc., es decir, interactuar con su medio porque sólo cuando se es capaz de interactuar uno se da cuenta de cosas de las que antes no se daba cuenta. Si no, tu poesía se transforma en una poesía libresca, en una poesía que repite guiños que ya están escritos y tú no estás implicado en esa realidad que estás nombrando, estás repitiendo, quizás contextualizando a lo sumo.

- ¿Qué son para ti los poemas? ¿Sueños, pasiones, derrotas, inquietudes, frustraciones...?
- Más que nada y ante todo, son percepciones de la realidad.

- ¿Fragmentos de una vida que ya has vivido… o que querrías vivir?
- Ni siquiera fragmentos de “mi” vida. Cuando uno empieza a escribir suele ser muchísimo más biográfico que cuando lleva ya tiempo escribiendo… Porque cuando ya llevas tiempo escribiendo y viviendo, también pones el ojo en aquello que no has vivido, sino que ha vivido otro. Yo no suelo escribir de lo que me gustaría vivir fíjate… Escribo de lo que veo que está sucediendo. Generalmente mi escritura es sobre lo que sucede, no sobre lo que podría ser y lo que fue. A mí me interesa mucho el hoy, la coyuntura. Yo quiero hacer una literatura de la coyuntura, ojalá una poesía de la coyuntura… porque creo que sólo si escribimos sobre la coyuntura vamos a poder escribir del pasado y del futuro, pues sólo dándote cuenta de lo que sucede en el momento y asumiendo y visionando este momento, puedes tener momentos de lucidez frente a lo que fue y a lo que será. Yo entiendo así la poesía: la poesía habla de lo que queda y de lo que va a ser, pero que está inevitablemente ligada a la coyuntura, al momento en que tú observas.

- Pasemos a hablar un poco sobre tus libros, en concreto sobre el título de tu segundo libro: La soledad del encuentro. ¿Qué significa para ti este título?
- Ufff, ya tengo la sensación de que pasó hace tanto… ya hace 6 años desde entonces.Tiene algo que es pura verdad y es que la vida está llena de encuentros, en el sentido de que te topas con situaciones, con personas, con cosas… pero a pesar de eso, a pesar de toda esa sucesión de encuentros, tú ves sólo ese momento, no hay otro que perciba –y volvemos a la percepción de la realidad, aunque en ese momento yo no lo tenía tan claro como ahora– lo que sucede alrededor de uno igual que uno lo percibe. Y desde ese mismo instante en que sucede eso… uno ya está solo. Esencialmente solo. Fenológicamente solo. Hay otros que te pueden acompañar en esa percepción… pero la percepción es única.

- El título entonces de tu libro, por decirlo así, es como si fuera la revelación que tienes de que realmente eres tú único, irrepetible y solo?
- Sí, sí... También tiene que ver con la muerte, con la visión y el encuentro de la muerte. Mi poesía está muy ligada a la muerte aunque esta unión está dada porque necesariamente al hablar de la muerte se está reafirmando la vida. No se trata de una poesía "mortuoria" sino de una poesía que muestra la muerte como primer paso para entender que la vida tiene un plazo finito y hay que saber aprovecharla, asumirla y optar, o sea, hacer un ejercicio de conciencia constante.

- En uno de tus poemas “Después de tantas caídas”, perteneciente a tu primer libro, La soledad del encuentro, dices: “y ante mi vista, la lluvia que los ancianos beben/ después de la caricia tormentosa/del último vaso de licor”. ¿Somos lo que somos después de tantas caídas? ¿Podemos aprender de algo o, en definitiva, seguimos siendo lo que somos?

- Bueno… yo creo que la respuesta es individual… Hay una cosa de la cual yo tengo una certeza: justamente la certeza de la particularidad de la experiencia. El poeta no es un bardo que diga lo que “debe” ser. Yo expreso una visión particular del asunto. Yo acierto a ver una parte de la realidad, pero es probable que otros tengan otra visión de la misma y yo no te voy a decir lo que es y lo que no es; te puedo decir lo que pienso, creo o persigo, pero no tengo certezas, ni grandes seguridades; puede que efectivamente la vida sea eso, un trago de algo, un trago de licor para unos, para otros de té, para unos será delicioso, amargo o agridulce para otros. De lo que estamos seguros es de que es un “trago” de algo. Es una caricia pero a lo mejor sí nos hace temblar.

- El prólogo de Las metamorfosis, “El tiempo de la aguja”, es uno de los poemas que conforman tu anterior libro… ¿Una manera de expresar que todo es un continuum en tu poesía?
- Sí, a mí me gusta mucho esa idea: pensar que realmente uno está tratando de nombrar “algo” y que muchas veces tus poemas anteriores han tocado ese “algo” de alguna forma y después tú sigues profundizando en ello o, mejor dicho, abarcándolo en otras obras. Tengo la visión de un continuum pero es un continuum no desde el punto de vista de la soberbia creativa sino desde la visión de la realidad. Es eso,una memoria, que los poemas que se repitan sean una memoria de que no hay una independencia, hay un pensamiento, toda una percepción del contexto en el que uno vive que se va completando, un gran mapa que antes de que el poeta nazca está innombrado o hay otros que han ido formando un nudo alrededor... pero hay una parcela que le toca a un poeta o creador determinado, y dentro de esa parcela diferentes poemas pueden estar al servicio de otros.

- El epílogo del poema marca claramente una salida, un ascenso, dejando atrás una serie de creencias que teníamos… Este “ascenso” al Paraíso –no puedo evitar comentarte las claras referencias a Dante que este poema me transmite– contrasta irónicamente con el título del libro: Metamorfosis de un animal sin paraíso. ¿Es la esperanza la metamorfosis de la que hablas?
- No… es lo que te decía antes… sobre las voces que van mutando, o quizás es una misma voz que se va metamorfoseando, o son muchas voces y la posibilidad de ser una sola, que al final siempre es la misma. Y es la metamorfosis porque son diferentes perspectivas, son cambios de la realidad, es como que al cambiar la voz cambia la realidad, y esa también es una metamorfosis de la realidad, y es un animal sin paraíso porque, si hay una cosa que deja claro el poema, es que por lo menos no comulga con la creencia de que la vida deba vivirse más allá de la vida, sino de que la vida es esto, y si hay algo que sobresalga sobre todo es que lo esencial es esto que se ve. No hay un más acá y, al decirse paraíso, no quiere decirse esperanza, al contrario, es asumir que lo maravilloso es el concepto en el que se desarrolla la vida humana, la vida del animal y no la vida del alma, altamente improbable.

 

* * *

 

VOZ DÉCIMA

Te veo leyendo sobre mi cama
mientras escucho cómo caen los pelos de los gatos
sobre la alfombra del primer piso.

Comprendo entonces que el silencio se creó para escuchar tu
voz
y las frazadas
para que tu peso quede en ellas.

Mirándote
es fácil pensar que algo queda tras la sombra
que las cosas siguen ahí
intactas
aunque las cubra el olvido
y que pronto
para las sillas
seguirás creciendo en el pasamanos de la escalera
y hasta en mi voz
aunque mi cuerpo
sólo sea una pisada más en el jardín.

Observando cómo hilvanas tus palabras
estoy segura de que somos y morimos en las cosas
y que poco sirve hablar sobre humanidad y existencia.

Algún día
sólo quedará tu tibieza en la página de un libro
y absorbida por la madera
la tiza con que marcaste tu nombre:
será de noche
y mis ojos verán la moneda del tiempo sobre ellos.

No es difícil creer eso ahora
que te has quedado en silencio
para escucharte a ti mismo
en esta habitación donde los objetos hablan
y el polvo no mata el recuerdo
sino que lo guarda en su profundidad
esperando que el viento lo reviva.

Pero todo no pasa de ser una ilusión
porque sabemos que las canciones no dicen la verdad
aunque siempre las recordemos
y que sólo los viejos que lloran con un poema
saben de la guerra y del amor.

Más a pesar de eso
seguirás aquí
en ese mismo rincón de mi cama
clavando tus ojos en otro mundo.

Es cierto
el silencio se creó para escuchar tu voz
lo sé ahora que los gatos se han quedado dormidos
porque todavía siento tu tibieza
tu peso
tus migajas desmigajándose
cuando abro aquel libro
te busco
y no encuentro nada.


De Metamorfosis de un animal sin paraíso

 
 

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"Metamorfosis de un animal sin paraíso" de Julio Espinosa Guerra.
Entrevista de Encarni González.
Revista Tintero. N°54 Marzo de 2005.