Chile
en verso
Julio
Espinosa Guerra (ed.), Antología de la poesía del siglo XX en
Chile,
Visor, La Estafeta del Viento, Madrid, 2006.
Pablo
Moreno
www.poesiadigital.net
Esta
antología se presenta como una interesante idea y un ambicioso proyecto.
La poesía chilena y la hispanoamericana en general no han disfrutado de
la difusión que se merecen. En España y en toda Sudamérica
apenas se conocen un par de autores o tres de cada país de habla hispana.
Esto no sólo concierne a autores actuales, sino a aquellos que desarrollaron
su obra hace ya algunos años y han quedado olvidados sin haber tenido la
oportunidad de aprovecharse de los nuevos medios para dar a conocer su obra.
La
ambición reside en el intento de determinar la nómina de poetas
que, en un siglo tan convulso como el XX, va a permanecer como la más representativa
de una época en un país tan rico en producción
literaria como es Chile.
Es este el punto de partida de la antología.
Obvia su autor la influencia de Neruda –por superflua (sic.)- en las nuevas
generaciones y divide su estudio entre los poetas nacidos antes y después
de 1936. Entre el primer grupo se incluye a Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Enrique
Lihn y Jorge Teillier: los llamados referentes fundamentales para la generación
posterior de quince poetas, encabezada por Oscar Hahn (1938) y culminada por Alexis
Figueroa y Tomás Harris (1956).
Esta interesante manera de plantear
una antología de poetas desconocidos precedida de los maestros, supuestamente
más difundidos, resulta útil para el lector. A éste lo sitúa
delante de las influencias y lo predispone a comprender la nueva lírica
de aquellos poetas menos conocidos. Se echan en falta, entre los poetas mayores,
ausencias tan notables como las de Vicente Huidobro y Gabriela Mistral, ausencias
que no justifica en modo alguno el autor. La inclusión de Nicanor Parra
es necesaria pero por edad y por la difusión de su poesía podría
estar más cerca de Neruda que del resto de sus compañeros. Igual
ocurre con Teillier, último de los cuatro maestros, al que sólo
separan de Oscar Hahn –el primero de los quince- tres años de edad.
Se
le agradece al autor, no obstante, habernos puesto delante de dos autores tan
ricos, complejos y decisivos en la nueva poesía chilena. Muy poco conocíamos
de Enrique Lihn (1929-1988) y Jorge Teillier (1935-1996). Su importancia es tal
que, según el antólogo, serán los dos poetas más influyentes
en las nuevas generaciones. Ambos poetas están marcados por trayectorias
paralelas: murieron relativamente jóvenes, sus poéticas están
teñidas de cierto desengaño, y en ambos hay un claro enfrentamiento
de dos mundos. Enrique Lihn habla del “lenguaje donde existen ciertas cosas
que no existen en otra parte”: la palabra frente a la vida,
(…)
la poesía me sirvió para esto:
no pude ser feliz, ello me fue
negado,
pero escribí.
Jorge
Teillier ahonda en una visión mítica y desolada del sur de Chile,
donde nació y donde sitúa su infancia, la suya y la de toda una
generación de chilenos protagonistas del abandono del medio rural. Su poesía
es la del éxodo continuo y el eterno retorno, interiores y a la vez reales.
Es profusa en ambientes fantasmagóricos y en imágenes certeras.
Como bien se ha acuñado por la crítica chilena, es una poesía
lárica:
Cuando todos se vayan
a otros planetas
yo quedaré en la ciudad abandonada
bebiendo un último
vaso de cerveza,
y luego volveré al pueblo donde siempre regreso
como
el borracho a la taberna
y el niño a cabalgar
en el balancín
roto.
Oscar Hahn es el que inaugura
la selección de poetas nacidos después del año 1936. Es además
el precursor de un nuevo grupo poético nacional, la generación del
60, que empieza a marcar diferencias con las concepciones poéticas de las
generaciones anteriores, sobre todo con las de la generación del 50. Su
poesía asimila del realismo norteamericano del siglo XX representado por
Carver, una visión lacónica de la posmodernidad y de la cultura
pop con ciertos apuntes líricos de gran emotividad. No en vano, Hahn nace
un año después de Raymond Carver y tras el golpe de estado se exilia
a Estados Unidos donde se doctora en Literatura Hispanoamericana. Muestras de
su estilo quedan patentes en los poemas "Televidente" o "Sociedad
de Consumo" (de Mal de amor, 1981) y "Una noche en el Café
Beriloz" (Versos robados, 1995), recogidos todos en esta antología.
Basándonos
en la división de tendencias que realiza el autor, reseñaremos brevemente
al resto de los nuevos poetas de la poesía chilena, englobados en tres
corrientes: “la del lenguaje cotidiano”, los herederos de la poesía lárica
y los “neovanguardistas”.
Rodrigo Lira (1949-1981) es el representante de
la primera y asimila la visión del lenguaje de Lihn y su discurso urbano.
Elikura Chihuailaf (1955) hereda de la poesía de Teillier su visión
mítica del sur de Chile y es además el único representante
de la tradición mapuche. El grueso de la antología lo componen poetas
como Juan Luis Martínez (1942), Cecilia Vicuña (1948), Elvira Hernández
y Diego Maquieira (1951), Tomás Harris y Alexis Figueroa (1956): poetas
que “privilegian la búsqueda de una imagen de contenido semiológico
y la pérdida del ritmo si así se requiere”. Estos últimos
son los llamados “neovanguardistas” y sus poéticas ocupan un mayor protagonismo
tras el golpe de estado de Pinochet.
Apunta el autor otras corrientes,
como la “Corriente metapoética” y “Poesía de las minorías
sexuales”. No se entienden bien estas clasificaciones, ya que la metapoesía
puede caber en cualquier estilo y la poesía, si es verdadera, no distingue
entre géneros y menos aún entre condiciones sexuales.
Interesante
idea y ambicioso proyecto. Lástima que pueda resultar una antología
demasiado confusa para ser divulgativa y excesivamente imprecisa para llegar a
ser erudita. Encomiable esfuerzo el de su autor al que, como dijimos antes, agradecemos
el (re)descubrimiento de algunos poetas de indudable valía. No echaremos
de menos, sin embargo, a algunos otros que caen -según palabras escritas
por Enrique Lihn en la revista Alerce (1961)- “en el abuso de su propio lenguaje,
en el amaneramiento, peligro que no han sabido evitar, grosso modo, los grandes
de nuestra poesía”.