Pocos poetas en Chile tan esenciales en tan pocas páginas.
Jaime Luis Huenún, joven escritor valdiviano de ascendencia
mapuche, ha venido publicando fragmentos de su obra en revistas y
antologías con escasa publicidad y una estoica resignación
ante el inexorable cáncer que lo asedia. Autor de una única
obra Ceremonias y de un texto en gestación, Puerto
Trakl, su "estética" se amplía
hacia un repertorio cultural que va más allá de los
enfoques etnoculturales, las transfusiones mestizas o los discursos
indígenas puros.
Desde la partida este libro es otro. ¿Poesía? Obviamente
lo es: hay versos, hay ritmo, hay metáforas, hay canto, hay
una simbología que recorre los textos y los rearticula permanentemente
para que su lectura pueda hacerse en forma lineal o paradigmática.
Pero su "estética" se focaliza en el movimiento y
la transformación. No en vano su título es Ceremonias.
Es el transfondo de un ritual ancestral el que preside la estructura
siempre móvil y cambiante.
Como canta el proemio de la inicial "Ceremonia del
amor" con su entonación arcaica: "Los árboles
anoche amáronse indios: mañió e ulmo, pellín/
e hualle, lineo e lingue nudo a nudo amáronse/ amantísimos,
peumos/ bronceáronse cortezas, coigües mucho/ besáronse
raíces e barbas e renuevos, hasta el amor despertar/ de las
aves ya arrulladas/ por las plumas de sus propios/ mesmos amores triunfantes".
Esta "ceremonia" inicial contrasta con la segunda,
la "Ceremonia de la muerte", en donde el tono pausado y
elevado de un sujeto que describe su empatia con la naturaleza, la
amada y los otros, se transmuta en violencia, asesinato, desolación
y angustia.
La tercera sección titulada "Ceremonia del
regreso" resalta la transgresión del género y se
instala en un vórtice de múltiples voces y formas discursivas
que incluye una serie de textos fragmentarios que se penetran unos
a otros: memoria, diario, testimonio, discurso, parlamento,
verso lírico, envíos, "dibujos", notas, crónicas,
aforismos, etc. En realidad, se trata de una visión global,
de un mosaico, de un mural en que todas las perspectivas se aunan
en un canto donde la historia individual y la colectiva, el yo lírico
o épico, los túes y los ellos entablan un diálogo
por donde transcurre la visión del presente junto con el origen
y en cuyo circular retorno se avisora el futuro: "Recuerdo en
voz alta los nombres/ de los sitios que habitaron mis abuelos:/ el
Molino de Oro camino a Hueyusca,/ el Salto de las Tres Tazas/ donde
la piedra hace florecer/ un delgado estero silencioso... Veré
saltar las carpas en el río Bueno/ y escucharé a medianoche,
la música/ del barco de luz que vuela hacia el mar./ Llevaré
flores a las tumbas de esos hombres./ Mañana, me digo, mañana/
cuando amanezca el sol".
Ceremonias es un discurso auténtico, porque
se sitúa sin aspavientos en el remolino de una cultura cruzada
por todas las contradicciones y ambigüedades de su origen, dejando
aflorar las múltiples voces con sus distintas entonaciones.
La voz (las voces) de Huenún sin dejar de ser crítica(s)
de una realidad silenciada, es a la vez lírica y apoteósica,
reposada y elegiaca. Ni enteramente étnico ni totalmente occidental,
este diestro poeta de ascendencia huilliche canta sin maniqueísmos
ni sobredosis de "otredad", canta "el paso de los hombres/
a relámpago y sangre...la hoguera/ donde arden los huesos del
largo sacrificio...la memoria/ que abraza en silencio la sombra/ y
la luz".