El Libro póstumo
reúne inéditos poemas escritos con posterioridad a
su última publicación y una extensa recopilación
de material en prosa sobre el artista, entrevistas y artículos
que ayudan a leer sus últimas creaciones. Poemas de otro
Juan Luis Martínez que se distancian del absurdo lúdico
de la Nueva Novela, si bien son deudores de éste.
Los "Poemas del Otro" (U. Diego Portales, 2003) tienden
a exhibir más bien lo que ocurre en la existencia personal
del poeta, los rostros de ciertas tensiones etre lo que Martínez
llama "la escritura" y otros aspectos de su vida. Las
cosas carecen de sentido, las relaciones con otras personas, a veces
incluso el amor, resultan vacíos.
El libro postumo de J. L. Martínez, Poemas
del Otro, recién aparecido, contiene materiales inéditos
recopilados por Cristóbal Joannon. Lo edita, con elegancia
y buen gusto, la Universidad Diego Portales y nos da con él
una gratísima sorpresa en varios sentidos. Sabíamos
que Martínez había dejado inéditos pero no que
éstos tuvieran la consistencia y las novedades que caracterizan
a este libro. Tampoco era claro que el autor de La nueva novela
hubiera tenido, después de la década de los años
70, un proyecto lírico de vastos alcances, debido a que, con
su segunda obra, La poesía chilena, él parecía
haberse despedido definitivamente del género como tal. Pero
la despedida se prolonga, incluso en verso. En Carta poema a Joseph
Delteil el poeta declara,
refiriéndose a su propia generación, que sólo
por "haber conocido / el grado cero de la angustia" le había
sido posible "dejarse llevar / por el éxtasis sin fronteras
/ nacido de las fábricas del espíritu". De la misma
generación dice, más adelante, que ya nadie oirá
hablar de ella "con la MUERTE DE LOS POETAS", que es, precisamente,
el asunto del objeto poético puesto en circulación por
Martínez en 1978.
Ahora es claro que Martínez siguió escribiendo
y, además, publicando ocasionalmente partes de su nueva producción
en semanarios y revistas. Cristóbal Joannon escribe para esta
obra el instructivo Prólogo y Matías Rivas aporta
unas notas para una proyectada entrevista con el poeta; ambas cosas
contribuyen a dar una idea más precisa de la actividad de Martínez
en el período que sigue a sus dos publicaciones. Poemas
del Otro reúne lo ya publicado por Martínez con
materiales inéditos que pertenecen al último proyecto
del poeta. El libro contiene, además, entrevistas y conversaciones
que estaban dispersas en diversas publicaciones; la importancia de
esta sección del libro reside en que ofrece información
en prosa acerca del pensamiento de Martínez. El editor explica
el origen de las composiciones, aclara dudas mediante notas y agradece
a las personas que han facilitado el acceso a los originales inéditos
que el libro contiene.
Como este libro respeta en su presentación las
preferencias editoriales del poeta, le concede debida importancia,
como hizo él, a la portada de la obra. En ésta tenemos
una notable fotografía de Juan Luis Martínez.
Muestra al poeta sentado con cierta dejadez delante de
un espejo; éste lanza un violento estallido de luz que en la
foto devora parte de la cabeza de Martínez. Al otro lado del
rostro impertérrito, en cambio, hay una lámpara apagada.
El efecto de una iluminación tan antinatural y amenazante a
partir del espejo se produjo probablemente por casualidad, pero no
es por ello menos sugerente del singular genio del poeta, que fue
tan inclinado a contrariar por razones recónditas.
El libro nuevo se separa, en algunos respectos, de La nueva novela,
en otros, en cambio, la prosigue y extiende. Faltan en él del
todo las ilustraciones y los rasgos experimentales y lúdicos
que caracterizan a la obra de 1977. Para poder asignar su lugar a
estos dos factores, la separación de ambas obras y su continuidad,
conviene fijarse en ciertas declaraciones generales en prosa que hace
el poeta a las personas con quienes conversa o por las que se deja
entrevistar. A Guadalupe Santa Cruz le ofrece una autointerpretación
de su obra en términos epocales. Ella le dice: "Uno escribe
textossobre casas desplomadas, y pienso en la imagen de la portada
de tu libro, "La nueva novela". J.L. Martínez
contesta: "Martín Cerda hablaba siempre de que parecía
que ese libro hubiera sido hecho con escombros, de lenguaje, de libros,
con restos. Ahí esas casas aluden también a nuestro
paisaje, a nuestra catástrofe permanente chilena. Aunque es
la situación de la literatura contemporánea también:
esa catástrofe del lenguaje, la desconfianza en los lenguajes,
incluso. Los soportes se perdieron, lo que era la imagen del mundo
es muy poco sólido actualmente, es precario. Hay una pérdida
de la imagen del mundo. La casa, el derrumbe de la casa como espacio
sagrado, podría venir a representar un símbolo... Yo
creo que vivimos, justamente, el final de una época. En este
sentido uno está haciendo una literatura apocalíptica,
está dando cuenta de una crisis final. No sólo no hay
confianza en la literatura, sino en ningún valor, casi, ya".
En
contraste con esta manera de entenderse, los Poemas del Otro
tienden a exhibir más bien lo que ocurre en la existencia personal
del poeta, los rastros de ciertas tensiones entre lo que Martínez
llama "la escritura" y otros aspectos de su vida. Las cosas
carecen de sentido, las relaciones con otras personas, a veces incluso
el amor, resultan vacíos:
"Me desprendo sin pena del artificio del cuerpo,
recorriendo las noches atroces del no-humano:
vibraciones surgidas del trasfondo de la conciencia.
Y busco en vano el borde de un sueño visionario
para relajarme del incierto y arrasante viaje
que el odio y el temor de lo cotidiano me han hecho emprender."
El poeta se promete "resistir la felicidad hasta
el fin" ya que, "si tuviera tu amor a mi alcance / ya no
tendría la fuerza para escribir". Pues, aunque los Poemas
del Otro cuestionan la autoría personal en más de
un respecto, también establecen el conflicto entre los contenidos
de la existencia humana natural y el encargo de la escritura, que,
en cuanto misión asumida, se le ha clavado al poeta como "un
arpón en la espalda".
"¡Escritura! Ni remedio ni verdad
aún, ni belleza o desgarramiento.
En el exilio de nuestro cuerpo
justa prisión de la aue nadie se evade."
La vida en familia, en sociedad es existencia compartida,
corporal, sexual; es rutina, repetición mecánica. Lo
más natural, el ser encarnado, el amor, el odio, "el temor
de lo cotidiano", son, en contraste con la escritura, alienaciones.
"Encerrarnos en la carne / es adelantar la muerte / y relegarla
en compañía / de nuestros movimientos rutinarios".
"Esos instantes de escritura en que nadie me reconoce
en que llego a ser yo mismo
mi propio encuentro en la encrucijada de la carne y el espíritu
cuando el agua pura del devenir se escurre en mi ser
en un sentimiento profundo de intensa luz
con la certeza de una esencia vital quemando los ritmos
los estremecimientos esenciales de un corazón renaciente."
¿Refugiarse, entonces, en la poesía? Martínez
es todo menos ingenuo: la escritura no es tan independiente de la
vida con la que, sin embargo, puede contrastar parcial, ocasionalmente.
La escritura no es una alternativa capaz de mantenerse en pie por
sí sola, de bastarse y bastar. A medida que la experiencia
del sin sentido de las cosas se acentúa para el poeta, la poesía
irá menguando, y se quedará, al fin, también
ella, sin contenido.
El canto se refiere a algo, tiene que ser para alguien, necesita llorar
o celebrar, según la ocasión, precisa de un contenido
y una justificación. "Esos instantes de miseria lúcida"
dedicados a la escritura, dice, "cuyo perdón me parece
imposible".
"La escritura como un arpón en la espalda
Sí
pero no basta
nunca bastó."
Sin embargo, una y otra vez, dice "Una revelación
me ha sido hecha / el anzuelo se ha enganchado en lo más profundo
de mí. / Desventura, he ahí mi vida". Al fin, tampoco
la escritura limpia del sin sentido. Por este lado, Poemas del
Otro continúa a las dos obras anteriores publicadas en
vida por el mismo poeta. Pero ya no hay juegos con el absurdo ni ingeniosidades
y, por encima de todo, ya no se completan los planes, no se lleva
a cabo lo proyectado. El punto final ya no será parte de ningún
poema.
"Qué saben ellos de la vida sin esperanza"
.....
"Qué saben de esta atroz alienación"
.....
"Y tan fútil esta existencia bajo las caparazones
fangosas."
"Y estoy para siempre aniquilado
y podrido de confusión
y ya no quiero ser aliviado
y no cambiaré nunca."