Félix Guattari : Conversación con Juan Luis
Martínez
Juan Luis Martínez : Yo sé muy bien quién es usted y
es importante que usted esté aquí.
Félix Guattari :
Gracias.
JLM : ¿La visita a Chile le ha dado una perspectiva
nueva sobre el país, sobre la democracia? ¿Ve algún cambio? ¿Esperaba
ver algún cambio?
FG : Es muy pronto para contestar
eso.
JLM : Personalmente, creo que no hay muchos
cambios.
FG : Durante años se dijo que esto no cambiaría,
pero la realidad lo ha desmentido. Y el cambio va a ser cada vez más
acelerado...
JLM : Usted tiene todavía muchas
esperanzas.
FG : Es una visión geopolítica
global.
JLM : Creo que las cosas se van a acabar, lo que es
mucho más importante.
FG : Desde luego, si las cosas siguen
igual, la gente en Santiago va a morir ahogada, todo se va a
terminar.
JLM : Hay muchas maneras de terminar, no sólo esa.
La cultura es lo que está quedando casi fuera, occidente mismo con sus
institucionalidades. Yo he trabajado estos últimos quince años en un
libro que es muy intenso, de ahí que me interese mucho su perspectiva
sobre el discurso de lo político y lo siquiátrico. Pretendo que sea un
libro intolerable. Así que, si no me encierran, será pura
casualidad.
FG : Soy amigo de Matta desde hace tiempo. ¿Lo
conoce personalmente?
JLM : He tenido la intención desde
hace muchos años de enviarle mi libro y no lo he hecho nunca porque
creo que Matta no lee.
FG : Efectivamente, no
lee.
JLM : ¿Cuáles son los poetas que le interesan
actualmente en el mundo?
FG : Ginsberg.
JLM :
Ginsberg es un poeta de poemas individuales, de buenos poemas
separados, que no funciona con un lenguaje como totalidad, lo que no
me parece compatible con su perspectiva. Me sorprende que le guste
¿Qué me contesta a eso?
FG : El problema no se plantea para
mí en términos literarios. Lo conozco muy bien personalmente y para mí
hay una relación que es muchas veces esquizoanalítica.
JLM :
Conozco su alusión al trabajo de Beckett. Usted lo califica de saber
esquizofrénico. Ahora bien, ese saber esquizofrénico, ¿se manifiesta o
no en la obra? ¿es consciente o inconsciente?
FG : Es
insconciente si se tiene una concepción maquínica del insconciente, en
el sentido de una inmersión poética, que yo llamo caosmética, algo que
tú practicas constantemente en tus textos.
JLM : Más que en
mis textos, lo practico en mis papeles y en mis encuentros, en mis
cosas.
FG : Es posible percutir sobre una máquina abstracta
que esté fuera de la singularidad de la situación y que exprese una
problemática. Es lo que hace, por ejemplo, Kafka, a quien he estudiado
mucho, el cual con problemas personales neuróticos, decifra la
subjetividad burocrática fascista, nazi, antes de que esta se
manifieste realmente.
JLM : Ciertamente. La experiencia mía
con mi libro que usted ya conoce es una experiencia muy peculiar. Yo
en esa época estaba en una situación síquica muy particular. Es un
libro bastante insconciente, pero hay, a la vez, una vigilancia, no
sobre la estructura, que no me interesa tanto, sino sobre un cierto
funcionamiento.
FG : Permítame hacer una incidencia sobre lo
que estas diciendo: el funcionamiento tiene una funcionalidad, que es
hacer existir un universo poético como experimentación, con un riego
muy alto de que ese universo no cristalice.
JLM : La
diferencia está que en esa época yo no controlaba eso, y ahora yo me
autoalieno a voluntad. En esa época yo era arrastrado or el libro
mismo. Ahora creo mucho en la autonomía del lenguaje, y en este último
trabajo en el que estoy inmerso, he dejado de que el libro se
autogenere. He ido cumpliendo una función de instrumento del
lenguaje.
FG : Pero al mismo tiempo, el lenguaje siempre
proviene del lenguaje.
JLM : En una época me interesaba
comprender los mecanismos de los que usted habla. Hoy en día me
interesa menos la parte teórica, sino la práctica específica. Esta
conversación no me es fácil porque, por un lado no quiero complacer
sus expectativas, aun cuando por otro lado sus sentimientos son muy
abiertos, y eso me coloca en una posición de querer llegar a un
acuerdo y a lo mejor no es tan así.
FG : Hay que buscar el
máximo disenso.
JLM : Yo mismo me sorprendo, porque tengo
una gran antipatía por los siquiatras y los
sicoanalistas.
FG : ¡Yo también! Pero cuéntame ¿en qué estas
trabajando en este momento?
JLM : Se ha producido el
encuentro con una obra que podría ser interminable, lo cual es muy
riesgoso. Entonces hay que ejercer la voluntad de establecer un corte,
cerrar en alguna parte. Ahora, mi mayor interés es la disolución
absoluta de la autoría, la anonimia, y lo ideal, si se puede usar esa
palabra, es hacer un trabajo, una obra, en la que no me pertenezca
casi ninguna línea, articulando en un trabajo largo muchos fragmentos,
pedacitos que se conectan. Es un trabajo de Penélope. Le advierto que
en una conversación como esta uno puede tratar de decir cosas que no
son tampoco las más exactas. Todo es muy inestable, no hay juicios muy
permanentes; mañana o más rato puedo estar pensando de distinta
manera, lo que no está mal. Contemplo la contradicción permanente en
mi trabajo. En ese sentido me gustaría preguntarle cuál es la
diferencia fundamental que usted podría ver, por ejemplo, entre la
obra de Rimbaud y de Lautréamont, en referencia a la autoría y la
identidad del autor.
FG : Te contesto remitiéndote a Joyce.
¿Cómo lo situarías respecto a esto?
JLM : Si analizas los
primeros libros de Joyce, están muy alejados del orden y del sistema
en relación con la disolución a la que él llega en Finnegans Wake.
Finnegans me interesa más, aunque yo no entienda nada. Mientras menos
comprendo un libro, más me interesa. Insisto en mi pregunta sobre
Rimbaud y Lautréamont, porque hay siempre un nexo entre el mito de
Rimbaud y la lectura que se hace de él; la identidad de Lautréamont
casi no existe.
FG : Existe una relación diferencial entre
los Cantos de aldoror y la Poesías y en el desgarro entre la obra
poética de Rimbaud y su errancia por los países árabes.
JLM
: No entiendo.
FG : Tengo la impresión de que en Rimbaud no hubo
delirio, sino personalidad delirante. Hay que distinguir el discurso
delirante de la mutación delirante de la personalidad, del acto
delirante, de la visión delirante.
JLM : Yo me refiero más
que nada al fenómeno de la lectura, porque una obra con autor, o con
nombre -una obra Félix Guattari, por ejemplo- se lee de distinta
manera que una obra que no tiene nombre. Si usted no viniera con el
prestigio que lo precede, la conversación sería otra, aunque usted
sería casi el mismo.
FG : Quizás sería mejor así. Porque,
aunque pueda sonar pedante o contrapedante, no me siento en absoluto
un intelectual, un escritor.
JLM : Que bueno que intente ser
un hombre común y corriente.
FG : Eso me resulta muy fácil,
porque me voy olvidando de todo a medida que pasa el tiempo. Hay una
especie de tabula rasa permanente.
JLM : Yo he visto que en
algunos textos usted habla de "yo" y de "persona". ¿Cuál es la
diferencia que hace entre estas dos palabras?
FG : En primer
lugar, no hablo de "yo" sino de territorios existenciales que integren
el yo, el cuerpo, el espacio transicional, el espacio ambiental, la
etnia, los ancestros; hay una aglomeración no discursiva que hace que
uno se integre a la existencia a través de todo tipo de dimensiones,
de intensidades, pero también que todo se apague, cuando uno duerme o
cuando tiene una crisis de angustia.
JLM : Pienso que nunca
se apaga todo.
FG : Nunca se apaga todo, pero uno constituye
un todo, una especie de megalomanía ontológica -"yo soy todo esto"-,
mientras que las personas es otra cosa, algo que se juega en relación
de poder, de imagen, de prestancia. Esto implica toda una escena del
lenguaje, una escena social, que produce diferencias entre los sexos,
diferencias en la posición, en el tiempo, en las clases sociales,
etc.
JLM : Esta fragmentación que usted hace del mundo en
diferentes instancias, ¿En qué medida pean sobre el yo?
FG : No
entiendo.
JLM : Es con respecto al yo. Me interesa saber si
para usted es una cosa continua o fragmentaria y discontinua
también.
FG : Ambas.
JLM : Hay una frase de Breton
que dice que la historia de la poesía moderna es la historia de las
libertades que se han tomado los poetas respecto del yo.
FG
: Ciertamente. En las sociedades industriales capitalísticas que han
perdido la polisemia de la expresión, el yo tiene que ir siempre
pegado a las personas. Hay una responsabilidad de la persona. Hay una
puesta en cuerpo social de la persona, mientras que el poeta introduce
lo que yo llamo una heterogénesis.
JLM : Y esa es su función
fundamental.
FG : Yo diría que casi es una función
militante.
JLM : Así entiendo mi trabajo e intento socavar
lingüisticamente esa estructura vertical, porque por ahí se puede
perfectamente llegar a Dios.
FG : ¿Tiene una formación
científica?
JLM : Leo libros científicos, pero de manera muy
fragmentaria. Son pocos los libros que leo de principio a fin. No me
interesa esa lectura. Soy un lector y autor fragmentario y mi guía es
el deseo de mi propia autosatisfacción.
FG : Y es por eso
que rompes los metros en pedazos...
JLM : Sí, las medidas
estables, por supuesto. En las conversaciones intento introducir el
punto de vista contradictorio.
FG : Eso es muy importante.
Pienso que, al igual que la sociedad protectora de los acballos,
habría que hacer una sociedad protectora de la
contradicción.
JLM : Recuerdo un pensamiento de Jean Tardieu
que dice, " abrazaría devotamente en mis pensamientos dos términos
contradictorios. Admitiría que, al mismo tiempo y bajo la misma
categoría, una cosa puede ser y al mismo tiempo no ser".
FG
: Tengo mi pequeña teoría sobre la cuestión de la contradicción.
Pienso que precisamente cuando se afirman paradojas -y recordemos aquí
que la primera paradoja de nuestra cultura es la resurrección de
Cristo, en el sentido de que es imposible luego es verdad- lo que se
busca ahí es una salida de la función significativa y comunicativa del
lenguaje para despejar su función existencial, función de
posicionalidad de universos de referencias.
JLM : ¿Con eso
usted se manifiesta en contra de la contradicción?
FG : No,
porque la cuestión es llegar a despejar lo que son las cantinelas
puras, los ritmos, la música, de la lengua, lo que autoposiciona la
enunciación. El movimiento enunciativo es el que abre la posibilidad
de transferir un objeto y transformar un valor. En la contradicción
sucede lo mismo. Tomemos la contradicción en el negativismo infantil.
Se trata siempre de afirmar algo, pero no de afirmar lo contrario de
la contradicción. Se trata de afirmar el derecho a la posibilidad
existencial en términos de afirmar "yo estoy aquí, tú estás ahí y
sucede algo entre nosotros".
JLM : Es una alternativa, pero
no es la única.
FG : Eso espero...
JLM : Yo
pensaba que a usted le interesarían más los poetas donde hay una
predominancia del significante. ¿Conoce usted a Eric Khaler?
FG
: No
JLM : Él dio en Princeton una serie de conferencias
sobre la desintegración de las formas en las artes y establece el
ejemplo de los cientificos que trabajan en el instituto bacteriológico
de Maryland. Él dice que, por un lado, son ciudadanos ejemplares, muy
buenos padres, sus impuestos están al día, todo está en orden y, por
otro lado, son manipuladores de los elementos para las guerras
bacteriológicas. Ellos delegan la significación al Pentágono, a los
militares, y ellos se atienen exclusivamente a la manipulación de los
significantes. La situación de muchos poetas actuales es esa, ese
divorcio. Ya no se puede ser un poeta en los términos que lo fue
Eliot, Rilke y en ese sentido veo mucho mejor a un Ezra Pound, mucho
más irresponsable. ¿ Le parece esto correcto con respecto al
predominio del significante?
FG : Sí, salvo que yo no
hablaría del significante.
JLM : ¿De qué
entonces?
FG : En términos de máquina. Si se toma a Ezra
Pound, Celine, Michaux, todos ellos desencadenan una máquina que no
puede definirse exclusivamente en términos de
significante.
JLM : Eliot decía que una obra tiene tantas
interpretaciones como lectores. Me gustaría consultarle si para usted
la literatura tiene límites.
FG : No. ¿Cuáles
límites?
JLM : Le pongo particularmente el caso de Samuel
Beckett que conduce el lenguaje a tal estado que es muy difícil
llevarlo a un grado mayor de desintegración. Sus personajes son sin
nombre, sin memoria, no se sabe adónde van...
FG :Sí, pero
al mismo tiempo es un lenguaje extremadamente elaborado. No es una
descomposición.
JLM : Los poetas que uno cree ser los más
inspirados son los que más se corrigen y más trabajan para serlo. ¿Qué
le parece Borges?
FG : Me sucedió una aventura
extraordinaria con él. Lo habíamos invitado a París para el centenario
de Kafka. Pase todo el día con él. Él hizo una presentación de lo que
pensaba acerca de Kafka en la gran sala del centro Beaubourg. Estaba
solo arriba del escenario con su traductora. Como era ciego, no quería
que hubiera ruido. Alguien lo estaba filmando en video. Al final fui
hacia el camarógrafo y le pedí una copia del video y él me contestó
"¿qué video?". Estaba solo retransmitiendo para afuera lo que sucedía
adentro, siendo que, además, no había nadie afuera. ¡Una verdadera
perfomance kafkiana!
JLM : ¿Qué incidencia puede
tener el fin de siglo sobre el sentido del arte? Se piensa que los
poetas son conscientes cada siglo de que están llegando a un final.
¿Eso incidiría en sus obras? Lautréamont, en uno de sus cantos, dice
que es uno de los últimos poetas de su siglo. En una etapa como esta,
¿sólo es posible hacer una obra de síntesis?
FG : Siento que
me quieres tender una trampa.
JLM : ¿Por qué?
FG :
Porque me quieres hacer decir tonterías. (risas)
JLM : Usted
lo consigue tan fácilmente conmigo.
FG : Como intenté
decirlo anteriormente, es un desafío considerable recrear la
posibilidad de la poesía. Este desafío sobrepasa ampliamente la
literatura y concierne todo aquello que tiene relación con la
creación. Es como si se tratara de reconsiderar la posibilidad de la
creación ahí donde todas las redundancias se han cerrado sobre sí
mismas y han cerrado al mundo. Lautréamont no es el último poeta del
siglo XIX, sino el primer poeta del siglo XX. El reinventa la
posibilidad de la poesía.
JLM : Usted parece tener una gran
confianza en la poesía y en el lenguaje.
FG : Yo no soy yo,
son los niños, los enamorados, los locos, todos aquellos para quienes
la poesía es como el aire que se respira.
JLM : Pienso que
el arte que proviene en general del romanticismo alemán, del
surrealismo está terminado porque el sujeto está terminado. Las
identidades tan nítidas -usted, Félix Guattari, yo, Juan Luis
Martínez- están terminadas, en cuanto al arte.
FG :
Totalmente de acuerdo.
JLM : Picasso, en una retrospectiva
casi total de su obra en los años 70, muestra una destrucción
incesante de sus propias formas y destrucciones. Sin embargo, la obra
de Duchamp, por ejemplo no hace esa desintegración, es una obra más
permanente. ¿No cree usted que la destrucción incesante de las formas
le pone un termino al arte mismo? Porque hay cuadros que Picasso
reelaboró y volvió a intervenir hasta hacer de ellos un sin
sentido.
FG : ¿Pero no piensas tu que el arte en su esencia
no tiene nada que ver con la historia del arte, en el sentido de que
no hay comienzo ni fin?
JLM : Es algo que los propios
artistas olvidan. A mí me cuesta mucho disociarme de esa idea, por lo
menos en lo que respecta a la historia del arte contemporáneo. Estoy
pendiente de lo que se ha hecho y de las posibilidades extremas, sin
hacer un esfuerzo por llegar a ellas, solo
contemplándolas.
FG : Porque la obra de Duchamp no es una
destrucción que ponga un término. Para mí es un movimiento de
caosmosis. Pero el caos no es en absoluto el desorden, la catástrofe,
el fin. Es una manera de realimentar la complejidad y refundrla en el
mismo movimiento en que se produce esa abolición
caósmica.
JLM : ¿Y eso para usted
es permanente?
FG : Sí. No tiene nada que ver con el tiempo
y el espacio.
JLM : No le veo el sentido en hacer de eso
algo permanente.
FG : Yo tampoco. ¿A qué te
refieres?
JLM : Se vuelve como una especie de repetición
mecánica para cada generación.
FG : Los elementos de la
caosmosis cambian de generación en generación. No es lo mismo
aprehender hoy el sentido existencial de una imagen con la
informática, la telemática, que en la época de Leonardo da
Vinci.
JLM : ¿O sea que las posibilidades expresivas del
hombre son infinitas?
FG : No es que sean infinitas, pero es
una hazaña incesantemente renovada. En la época de Pierre Loti había
todo un misterio en torno al viaje; todo eso se acabó. ¿Acaso no se
puede rinventar el viaje? El mismo problema se plantea en la poesía,
en la música, el teatro, la plástica.
JLM : Hay un poema de
Baudelaire que se llama Invitación al viaje, y un texto de George
Santayana sobre la filosofía del viaje, pero en síntesis son la misma
cosa. Todo cambia en apariencia, pero los descubrimientos que podrían
ser nuevos son casi informulables.
FG :
¿Quieres decir que sólo cambia la apariencia y que la esencia
permanece?
JLM : Son textos sobre una misma cosa. Al leer
uno se vuelve innecesario leer al otro. Leer a un poeta basta para no
leer a quinientos otros poetas.
FG : Siempre que eso
funcione, porque si no hay que buscar otra cosa.
JLM : ¿Y
cómo saber cuándo funciona?
FG : Dios nos avisa por
teléfono. (Risas)
JLM : A ese respecto hay un verso de
Ginsberg escrito en una época en que estaba muy paranoico en el que
dice que los teléfonos se llaman a sí mismos. (Risas) Algo que cuido
mucho en mi obra es no caer en un lenguaje privado. Pienso que el gran
problema artístico es la objetivación de la subjetividad.
FG
: Es una de las tantas vías posibles.
en Revista
MATADERO
Julio-Agosto de
2000