"El
contagio de la locura" de Juan Mihovilovich
Lom
Ediciones, 188 páginas, 2006.
Por
Nolasco Moreno
(Revista "La Fosa", Abril
2007 - Temuco)
La figura
escondida de un juez rural. El delirio, la persecución, la conjunción
de situaciones y hechos que no caben en el intelecto humano, una aglomeración
de condiciones que en un momento dado cuestiona la tasación de culpas y
estruja, literalmente, hasta la "coronilla" al personaje y la historia.
Esta es la última novela de Juan Mihovilovich, "El contagio
de la locura", finalista del premio Herralde en España. Un libro
que pareciese quedar en el camposanto de una gran mentira editorial, o quizá
en aquellos campos de prisioneros de quienes escriben
desde la soledad, pero que en definitiva es un libro que exige un gran compromiso
lector.
La historia al parecer sencilla, sobre un juez que pierde la razón
y a consecuencia de ello, sufre una odisea de tres días invadido en una
paranoia interminable, es de fácil lectura pero de muy difícil aprehensión.
Pero tengamos cuidado: no es una historia simple, ni confesional, ni tampoco una
historia que deja entrever los dolores propios de una enfermedad mental, sino
por el contrario, es un proyecto que ambiciona presentar de forma extraña
a la locura como equivalente de la razón. Durante el relato, el personaje
se verá "expuesto", en sentido más literal, a una serie
de personajes definidos exclusivamente por caracteres (dato importante, ya que
no hay alusión a nombres ni apodos) los cuales subyugaran sus más
entrañables deseos de justicia y humanidad. Una suerte de desnudo, o "Naked
Law".
"El contagio de la Locura" podría escarbar
en preguntas tan elementales como ¿Quién es el ser humano para condenar
a otro?, Acaso, ¿Ya no estamos condenados de antemano?, ¿Puede un
sujeto vil y sin mayores atributos ejercer la labor judicial, ser un tasador de
culpas, una persona que pretenda "salvar", en razón de lo impuesto,
condenando los momentos más frágiles de la vida de un condenado?,
¿Puede la locura, o este estado alterno, brindarnos la razón a muchas
interrogantes por las cuales nos desvivimos?....ante esta experiencia demencial,
ayudada con un frescor poco visto en la literatura chilena, va surgiendo ante
el lector más que una historia, o relato de un juez que al parecer es "autocrítico"
de su condición de juez, una introspección del mismopersonaje y
del escritor quién en la vida real ejerce labores de judicatura en una
comuna del sur de Chile. Personaje, narrador y lector comprometidos en un pequeño
mundo donde no falta nada, para hacer un examen de nuestra condición como
seres humanos. Característica importante, ya que al igual que en otras
novelas, Mihovilovich acontece sus historias en ambientes pueblerinos o fantasmales,
donde no sucede nada importante, pero que en definitiva, resultan ser ambientes
llenos de tensiones y desesperación. En donde un pueblo o la "ruralidad"
es una proyección calcada del mundo tal como lo conocemos. Lo cual los
trasforma en un ambiente válido al momento de hablar y propiamente narrar
una historia con todos sus ribetes, tal como se narraría una novela ambientada
en un ambiente aún mas "complejo" como un ciudad.
En definitiva,
un cuadro vacío, de todas formas, que si se mira de cerca resulta lleno
de figuras. "El contagio de la locura", es un corolario de estas
motivaciones, no sólo por aludir a una temática que concentra tales
elementos, sino también por ser un libro que pareciese ser un conjunto
de relatos que trasfigura en una síntesis la condición universal
del hombre y la autoridad. El eterno problema de la legitimidad en cuanto las
estructuras de poder. Lo cual lo hace meritorio a que se compare la novela de
Mihovilovich a libros tales como "El Proceso" o "El Castillo"
de Kafka, o "La Caída" de Albert Camus. Dónde el problema
de la autoridad, en el caso de Kafka y el de introspección, en el caso
de Camus, se ven claramente, o por lo menos narrativamente claro en el personaje
de un juez rural que se vuelve loco, y cuestiona, no sólo su calidad de
autoridad, sino también su integralidad como persona. Dónde el abogado
defensor de causas nobles se transfigura en un juez penitente y la autoridad sufre
los estertores de la sumisión del súbdito. Lo que sin duda es manejado,
no sólo con profundidad en "El contagio de la locura",
sino con apacible calma, quizá exigiendo un compromiso lector al momento
de leer.
Un libro que abre un tema que, en definitiva, no es un asunto
menor, considerando que "la Justicia" y más que la justicia,
sus aparatos tasadores de culpa cada día están más amparados
en el anillo de "Giges", en un sofisma elegante denominado institucionalidad
y Estado de Derecho.
En suma, una gran novela que debe ser leída
por tener mérito propio, y en definitiva ser una novela "valiente"
y "temeraria", que no sólo cuestiona, sino que también
permite esbozar un compromiso lector en una historia llena de vericuetos y ficciones
poco definidas, en donde resucitan personajes que cortan como navajas una historia,
pero que al final se van engranando en una historia común, la historia
de la humanidad, dejando un espacio abierto para la no fácil aprehensión
de un proyecto donde la locura y la razón confluyen en mundos que no dejan
demarcar la realidad de la ficción.