Proyecto Patrimonio - 2007 | index | Jorge Polanco Salinas | Ismael Gavilán | Autores |

 

 

 


LA PRECARIEDAD DEL DECIR:
NOTA SOBRE EL LIBRO LAS PALABRAS CALLAN DE JORGE POLANCO S.


Por Ismael Gavilán M.

 

 

Para el escritor que intuye que la condición del lenguaje está en tela de juicio, que la palabra está perdiendo algo de su genio humano, hay abiertos dos caminos, básicamente: tratar de que su propio idioma exprese la crisis general, de transmitir por medio de él lo precario y lo vulnerable del acto comunicativo o elegir la retórica suicida del silencio. Estas palabras de George Steiner podrían servir de antesala y epígrafe para una parte relevante -la menos expuesta al aparato mediático al uso- de la poesía chilena "joven" que ha sido escrita entre nosotros en los últimos años y que no ha rehuido el desafío de erigir, parafraseando a David Preiss, una cartografía del silencio. Pensamos en Y demora el alba y en Oscuro mediodía del mismo Preiss; en El árbol del lenguaje en otoño y Especies intencionales de Andrés Anwandter y más recientemente en Tanatorio de Edmundo Condon. Cada uno de estos libros constituyen a su manera un "espacio" donde el silencio de manera explícita o latente, exige sus fueros para que la enunciación que lo funda sea entendida como algo necesario y no accesorio.

Jorge Polanco S. (Valparaíso, 1977) en Las palabras callan (Ed Altazor, Viña del Mar, 2005), su primer libro de poemas, aventura un riesgo que entra en contacto con las exploraciones de los poetas recién nombrados: su poesía intenta mostrar la difícil conciencia de asumir el silencio desde la precariedad de la enunciación, articulando con ello un discurso que, más que el deslumbramiento estético que bordea la grandilocuencia, busca las posibilidades que aún puedan existir en el lenguaje para intentar una validación de la experiencia:

"En el temblor de los labios albergo las palabras que nunca podré decir"
(p 28)

"En el espacio que las palabras cavan,
el silencio de las miradas traza la complicidad
de algo que no podemos decir
"
(p 44)

Ese intento de validar la experiencia desde un lenguaje asumido como precario, sólo puede constituirse como tal en la medida que su presencia física en tanto escritura, muestre lo que llamaríamos, por ahora, una voluntad aforística. Pero en todo caso, no se trata de entender esta "forma" en la tradición de la rotundidad certera que domestica al lenguaje en pos de su tono imperativo con el cual enrostra al mundo constituido lingüísticamente, como nos lo enseña esa venerable tradición que viene desde Lichtenberg, pasando por Schopenhauer y Nietzsche hasta Kraus y Cioran. Para nada, en el caso de Polanco, las referencias de un discurso entendido comúnmente como "filosófico" son escasas o al menos se muestran con una opacidad de difícil identificación. En la poesía de este autor avecindado en Valparaíso, el tono sentencioso de su decir aparece como los fragmentos de un discurso lúcido, qué duda cabe, en la posible estela de los autores recién nombrados, pero mutilado en su posibilidad de entrever una imagen o anhelo de completud o totalidad. Al parecer, para Polanco el lenguaje, convertido en un escenario trivial y mediático, se retrotrae hacia la contención, pues en el claroscuro del balbuceo se encuentra el lugar adecuado para que habite una poesía que desea asumirse como un hilo de luz en la fisura de la realidad:

"La poesía nace de la fisura.
La realidad es la fisura."

(p 17)

De aquella manera, esta poesía no da cuenta del asombro exultante que de forma tradicional se le atribuye en tanto "celebración", pues lo que exalta es precisamente la negación de lo celebrable, en otros términos, la premura de entender el lenguaje como inmediatez comunicativa se vuelve, cuando menos, en un horizonte de pocas posibilidades expresivas. En la poesía de Polanco se nos parece advertir que todo intento de colonizar la realidad (entendiéndola lingüísticamente) es un fracaso o, a lo menos un imposible. De ahí lo fragmentario, lo balbuceante, el peligro de la mudez y la renuncia al poema como una totalidad que albergue la seguridad de una lectura esclarecedora:

"El poema mira a lo infinito
tropieza con el absurdo
y vuelve a partir
autoafirmando su precariedad"

(p 59)

Aquí radica la fuerza y el peligro de esta poesía, equidistante entre la alusión del sentido o la mudez del fracaso, pues existe la tentación cierta de trazar en un esbozo a mano alzada lo que debiese ser una conciencia del despojamiento. Pero sin duda, en una época como la nuestra, donde a la poesía se le pide riesgo -casi siempre entendido como desborde grandilocuente- para validarse, a quien asume la escritura en toda su desértica llaneza, pueden adosársele esas olvidadas palabras de T.S Eliot: en un mundo de fugitivos, el que toma la dirección opuesta, parece que huye.

 

* * *

Selección de poemas de Las palabras callan de Jorge Polanco S.
Ed Altazor, Viña del Mar, 2005

 

..................... . *
La poesía nace de la fisura.
La realidad es la fisura.

..................... .*

Así estamos,
como si el silencio nos dijera algo
armando y desarmando el hilo de Ariadna,
siguiendo apenas un leve reflejo latente en el laberinto de espejos

..................... .*

En el espacio que las palabras cavan,
el silencio de las miradas traza la complicidad
de algo que no podemos decir.

..................... .*

El poema mira a lo infinito
tropieza con el absurdo
y vuelve a partir
autoafirmando su precariedad.

..................... .*

Enmudecer es una forma de morir,
practicar la inviolable decisión de la incertidumbre.

..................... .*

Una palabra es el goteo de lo innombrable

 

 

(1) Publicado originalmente en la revista de poesía Antítesis n° 1, invierno de 2006, Valparaíso.


 

 

 

Proyecto Patrimonio— Año 2007 
A Página Principal
| A Archivo Jorge Polanco Salinas | A Archivo Ismael Gavilán | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
La precariedad del decir:
Nota sobre el libro "Las palabras callan" de Jorge Polanco Salinas.
Por Ismael Gavilán M.