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CRIMINAL

Jaime Pinos Fuentes


Discurso del acecho

Soy el que acecha.
El que anda por ahí,
merodeando,
agazapado entre las sombras,
oculto en lo más profundo de la noche.

Ansioso por iniciar las ceremonias de la cacería,
la profanación de todo lo que, para ellos, es sagrado.
La ley.
La propiedad.
El dinero.
La decencia.
El buen nombre de las buenas familias.

Para evadirse de mí,
ellos han acumulado
rejas, alarmas, dispositivos,
guardias a contrata y policía regular,
armas, celdas de castigo, picanas eléctricas.
Mucha propaganda incitando
............................................... el odio de clase y la paranoia.

Pero no les servirá de nada.
A mí,
el Gran Violador,
el que vino a perturbar el sueño, nunca más tranquilo,
...............................................de las niñas inocentes,
el mostruo,
no podrán detenerme.

Aunque el cerco se cierre
y llegue a su final este doble juego en el que soy
.......................................................................el cazador y la presa,
ellos no podrán eludirme.

Yo soy el que acecha.
Yo soy su miedo.



Opinión pública

¿A qué le tiene más miedo?
14% ..... Al asteroide
10% ..... Al Criminal
44% ..... A los piedrazos en pasarelas
2% ....... A la gripe aviar
5% ....... Que vuelva Tunick
25% ..... Que abran un basural cerca de su casa

 


Número de votos: ..... 1838
Fecha de inicio: ......... 25/7/2002
Fecha de término: ..... 2/8/2002
Clasificación: ............ Actualidad



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Nota: Esta no es una encuesta científica y refleja la opinión sólo de quienes participaron en ella. Sus resultados no deben interpretarse como representación de los usuarios de interne! ni de la población en general.

 


* Fuente: www.lasegunda.com (19 de diciembre de 2002)


 

Prontuario

Se abre la cacería.

1990.
Catorce años.
Asalta y viola a una ciudadana alemana.
Es detenido y dejado en libertad por ser menor de edad.
1993.
Diecisiete años.
Es detenido en la Cárcel de Puente Alto por cuatro delitos
...................................................................... de robo con violencia
Es liberado, a los pocos meses, por buen comportamiento.
1994.
Dieciocho años.
Asalta una casa con resultado de lesiones graves a su propietario.
Es nuevamente detenido.
1996.
Veinte años.
Es condenado por el Quinto Juzgado del Crimen de Santiago
a cinco años y un día de presidio por el delito de robo con violencia
1997.
Veinüún años.
Es condenado a 850 días de presidio por el delito
................................................................. .. de robo con fuerza
2001.
Veinticinco años.
Sale en libertad tras cumplir condena.
Viola a una ciudadana argentina y maltrata brutalmente a su marido.
2002.
Veintiséis años.
Asesina a cuchillazos a una menor de quince años,
................................................................... devorando luego sus entrañas.
Descuartiza y quema su cuerpo junto a una vía férrea
...................................................................... cercana a su domicilio.
Amarrando previamente a su pareja, viola a una mujer
............................................................................ de veinticuatro años.
Viola a dos mujeres y golpea salvajemente a un niño
........................................................................... y a la asesora del hogar.
Asalta a un taxista.
Es detenido por robo con intimidación y reducción
..................................................................... de especies robadas.
Rs puesto a disposición del Tercer Juzgado de Letras
............................................................................ de San Bernardo.
Recluido en el penal de Puente Alto, confiesa el homicidio
..................................................................................... de la menor.
Pruebas de ADN lo vinculan, entre otros treinta sospechosos,
a la zaga de ataques y violaciones
que aterroriza a la población.

Se cierra el cerco.

 

 

El puzzle policial

Una colilla con la saliva del atacante
encontrada en una de las escenas del crimen.
Evidencias orgánicas
halladas en una hoja de papel,
usada por el violador para secar sus genitales,
así como en su propia camisa
abandonada antes de escapar.
El rastreo electrónico de una llamada
efectuada desde uno de los teléfonos celulares robados a las víctimas.
La similitud entre las ataduras que presentaba la menor descuartizada
y las de que se valió el autor de los ataques.

Las piezas de un puzzle
cuya solución permitió a la policía
la plena identificación del culpable.

Sin embargo, fuentes judiciales informaron a la prensa
que su captura no habría sido el resultado de las pesquisas.

Otra habría sido la pieza clave.
El as bajo la manga
del largo brazo de la justicia.

La recompensa ofrecida por su delación
en todos los presidios del país.
Dos millones de pesos en efectivo
o el indulto presidencial
como precio por su cabeza.

 

 

Discurso del resentimiento

Lo que hice lo hice,
no lo digo por victimizarme,
pero yo estaba marcado.

La pobreza,
la droga,
la violencia.
Estigmas,
cicatrices de nacimiento.

A otros les tocó el premiado.
A mí, sólo una mierda de vida
y toda una vida de mierda para malvivirla.
Una niñez con dolor.
Una madurez prematura impuesta por los rigores de la supervivencia.
Una vejez indigna entre el abandono y la enfermedad.
Una muerte anónima recibida como un alivio.
Así fue para mis padres y los padres de mis padres.
La miseria, qué duda cabe, es un mal hereditario.

No fui el único.
He visto las mejores mentes de mi generación
destruidas por la locura.
Lo que nunca entenderán los psicólogos y los terapeutas
es que la droga no es una puerta falsa
cuando la mente es el único lugar adonde ir
más allá de los límites del gueto.
Cuando se prefiere la angustia de la pasta
a la droga, muchísimo más dura, de la realidad.

En cuanto a la violencia,
una mera abstracción para los privilegiados,
los parámetros cambian cuando se ha vivido en ella
como un pez en el agua.
Cuando un punzón o un fierro hechizo
son simples utensilios domésticos
y la sangre y la muerte
eventos cotidianos,
apenas parte del paisaje.

Que me dieron oportunidades, dicen.
Que pude ser otra cosa.
Pero si alguna vez me dieron algo
fue la condena de crecer en el encierro.
Desde niño, una cárcel tras otra.
Hogares, las llamaban.
Si alguna vez me dieron algo
fue tan sólo para sacarse fotos.
Un ejemplo de rehabilitación, decían entonces,
mientras sonreían a la cámara.
Si alguna vez me dieron algo
fue un destino jugado a la ruleta rusa,
las cartas falsas del perdedor.
Fue la impotencia, la frustración.
Fue esta rabia.

Repito,
no es por victimizarme,
pero yo estaba marcado.

Yo soy la cosecha.
Yo soy lo que sembraron.

 

El mundo

El mundo, señores, está sediento de sangre
y todo lo que desea en un crimen
es que la efusión de sangre sea copiosa.

(Thomas de Quincey.
Del asesinato considerado como una de las bellas artes)

 

 

Mass media

Enfundado en el chaleco amarillo
que identifica a los reos de peligrosidad extrema,
El Criminal es obligado a bajar del camión carcelario.

Armados hasta los dientes,
numerosos gendarmes flanquean sus pasos,
engrillados,
torpes como los de un pingüino.

Desde su captura, el tiempo pasa entre la soledad del cubículo
(abocado allí, casi exclusivamente, a la redacción de La Obra)
y el laberinto de rejas, pasillos, celdas y galerías
que se abre ante él
cada vez que lo llevan a los interrogatorios.

Alza la vista.
Al fondo de esta galería, el enjambre.
Reporteros, fotógrafos, cámaras de televisión, focos encendidos.
Mucha gente gritando.

Cuando pasa frente a ellos,
un poco encandilado por el destello de los flashes,
levanta las manos,
esposadas,
y hace con el dedo un gesto obsceno.

Los fotógrafos toman la foto.
Los camarógrafos graban la escena.
Los reporteros corren a las redacciones
(husmeando como hienas han conseguido inéditos y escalofriantes
................................................................................ detalles sobre el caso)
Los editores organizan el material
(su oficio es la semiótica del impacto)
Los directores dan el visto bueno
(saben lo bien que paga el crimen a la hora de vender periódicos o
...............................................................................ganar sintonía)
Las rotativas se echan a andar.
La señal es puesta en el aire.

Como un verdadero rock star,
El Criminal en todos los noticieros,
El Criminal en todas las portadas.

Dicen que le gusta,
que la propaganda alimenta su megalomanía de psicópata,
que imita con ello la actitud desafiante de cierto asesino de cine.

Pero nadie sabrá lo que pasa por su mente
mientras es conducido por el laberinto.
Nadie intentará comprender el punto de vista del interdicto
(acaso cuestión de análisis psiquiátrico o sociológico,
...............................................................................pasto de literatura)

Los mass media no están para eso
(el negocio es otro)

Mediante un largo y sostenido proceso de inoculación,
contaminan con el virus la conciencia de las multitudes.
Hasta que éstas sólo pueden ver
a través del neurótico tamiz de la paranoia.

Entonces, como gigantescos alambiques, destilan a escala industrial
la dosis de morbo que las masas, infectadas, necesitan y reclaman.

Los mass media viven de eso
(el negocio es millonario)

De vendernos,
como la droga al adicto,
el pánico nuestro de cada día.
Ese virus,
gota
a
gota.

 


Discurso del dolor

A veces,
para que no sufrieran tanto,
les daba pastillas,
los sedaba.

Otras,
no me importaba.

Me venía la angustia,
cada vez más profunda,
como una arcada,
cada vez más fuerte.
Algo que iba creciendo dentro mío
y pujaba por salir
hasta hacerse incontenible.
Como si todo mi cuerpo
fuera una enorme pústula
a punto de reventar.

A veces el dolor
es el único desahogo.

No me importaba
su dolor.
Es más,
lo disfrutaba.

A veces el dolor
es el único alivio.

No hay más alternativa
que curar el mal con el veneno.
El dolor con el dolor.

Yo soy el que no tiene piedad.
Yo soy el implacable.

 

 

Escenas del crimen

El reiterado asalto a residencias del Barrio Alto,
así como el rencor expresado por El Criminal en sus declaraciones,
parecen apuntar a un elemento de venganza o resentimiento social
tras la selección de las escenas del crimen.

En cualquier caso,
el hallazgo de un plano de Santiago,
desplegado sobre una de las paredes de su domicilio,
si bien no demuestra la existencia de un patrón definido,
hace presumir cierto grado de estudio o planificación
respecto a la localización de sus víctimas.

El Criminal ha preferido guardar silencio sobre el asunto
o ha relacionado este aspecto de su modus operandi
con los efectos inconscientes de la droga.

Nadie sabrá si sus ataques sólo fueron guiados por el azar
o por una cartografía secreta
dibujada en el interior de su mente.

Un mapa personal del horror
trazado de sangre y de muerte
sobre el plano de la ciudad.

 


Los demonios

Ni siquiera sé cómo llegué hasta el Barrio Alto.
Tomé pastillas.
Fumé pasta base.
Estaba totalmente drogado.
Yo sólo iba a robar.
Miserables diez millones de pesos,
ésa era mi meta.

Lo del niño, por ejemplo.
Hasta el auto de procesamiento
no tenía conciencia de haberlo maltratado.
O lo de las violaciones.
Más de cuarenta se juntaban en mi casa.
Hombres y mujeres.
Tremendas partusas.
Tenía sexo gratis.
Tampoco creo que haya violado sólo por causar daño.

Aún no me lo explico.

Sé que nadie tiene derecho a hacer lo que hice.
Ni yo mismo.
Pero no podía evitarlo.

Los escuchaba.

Los siete demonios.
El horrible bramido de sus voces
saturando mi cabeza.

Pidiéndome a gritos
la sangre,
el dolor,
todas esas muertes.

 

 

Informe psiquiátrico

La junta médica,
integrada por cuatro facultativos del Hospital Psiquiátrico
...............................................................................José Horwitz Barak,
luego de numerosos tests y entrevistas
realizados al reo en el lapso de los últimos tres meses,
ha llegado a la conclusión de que éste
es plenamente imputable
por los delitos de que se le acusa.
El escáner craneano
y los exámenes neurológicos
tampoco arrojaron resultados positivos
en cuanto a detectar
algún factor hereditario
que pudiese explicar su conducta criminal.

El informe psiquiátrico,
ordenado por el juez exclusivo que lleva la causa,
consigna el maltrato físico y el abuso sexual reiterado
a que fue sometido durante su infancia.
Estas experiencias traumáticas
lo habrían llevado a reproducir con sus víctimas
el papel del agresor.

Autocalifícado como bisexual,
el inculpado posee, según el informe,
un coeficiente intelectual superior al promedio
y sufre de adicción a las siguientes sustancias:
cocaína
pasta base
marihuana
anfetaminas
benzodiazepinas.

Las once carillas del informe,
firmadas por la doctora jefe del Departamento
...........................................................................de Psiquiatría Forense,
establecen que el reo posee una personalidad antisocial
............................................................................de carácter psicopático.
Ello, sin embargo, no afectaría su juicio
ni su percepción de la realidad.

No estaba loco,
aseguran los psiquiatras.
El Criminal sabía lo que hacía.
De nada servirán en su caso
los asilos,
la farmacopea,
los electroshocks.

Lo suyo es una gangrena que ha ganado todo el cuerpo,
un cáncer que ya no puede extirparse,
una piedra imposible de extraer.

 

 


Primera carta a los poderes

Señor Ministro del Interior:

Usted habla de mi vida
como si hubiese elegido dedicarla a delinquir.
Pero se equivoca.
Yo quería hacer algo con ella.
Tenía aspiraciones, tenía proyectos.
Nunca quise este final,
todo el horror,
todas esas muertes.
Alguna vez imaginé las cosas de otra forma.
Los delitos que cometí
fueron para mejorar el remedo de vida y de familia que tengo.
Sin embargo, todo fue inútil.
Todo sucedió como si estuviera escrito.
Hasta llegar a la soledad de este cubículo
donde la luz permanece encendida
día y noche
mientras el tiempo no pasa
y lo mejor que puedo esperar de la vida
es una muerte rápida.

Usted habla del crimen
como si fuese un vicio que algunos practicamos
por una especie de abyección congénita
o de desafío antisocial a las reglas de la colmena.
Pero se equivoca.
El criminal no nace, se hace.

Y el camino de la abyección es un largo aprendizaje
que, para muchos como yo, coincide con el de la supervivencia.
Ser un individuo útil para la sociedad.
Lo intenté.
Nadie quiso contratarme por mis antecedentes.
Sesenta lucas.
Eso es todo lo que pude llegar a ganarme honradamente.
Es la sociedad la que nos rechaza. Señor Ministro.
Es esta colmena la que, como a zánganos, nos desecha por inútiles.

Finalmente,
aunque hoy sea acribillado
por quienes en algún momento me exaltaron
y sea una vergüenza nacional,
le recuerdo, Señor Ministro,
que soy parte del producto interno de esta sociedad.

Aunque usted,
desde la cómoda oficina en que se encuentra,
jamás entenderá.

Desde las alturas del poder,
nunca podrá siquiera imaginar
lo que es la vida
acá
en los bajos fondos.

 


Segunda carta a los poderes

Señor Juez:

Como sabe,
hace un tiempo le solicité a mi abogado
códigos y otros textos legales
que he venido estudiando para planificar mi defensa.
Déjeme decirle que sus últimas resoluciones me tienen muy molesto.
Entre otros cargos, usted me ha procesado por el delito de secuestro.
Ha cometido un grave error.
Lo que correspondía, en derecho, era la figura de robo con violación.

Aunque poco importa a estas alturas.
Siendo un delincuente desde niño,
alguna vez creí que el Sistema Judicial estaba para aplicar justicia.
No para secar individuos en la cárcel.
Tengo veintiséis años.
La mitad los he pasado preso.
Ahora sé que,
culpable o inocente,
una vez dentro de esta trampa ya nunca más se sale.
Nunca.

De cualquier forma,
quiero agradecerle que me haya tratado
como a un ser humano.
No como a un animal peligroso
o un monstruo de feria.
Le agradezco también la máquina de escribir.
Ha sido de gran ayuda para la redacción de La Obra.

 


El cubículo

En el diminuto espacio del cubículo,
una mesa,
un camastro,
una radio
(obsequio de su abogado defensor)
una máquina de escribir eléctrica
(obsequio del juez que lleva la causa)
una guitarra,
discos de música docta,
una pequeña biblioteca
(algo más de sesenta volúmenes de diversa temática)
un alto de dibujos,
papeles manuscritos
y hojas mecanografiadas
(con el texto de La Obra)

En el diminuto espacio del cubículo,
la luz encendida
día y noche
y el ojo metálico de la cámara
registrando cada gesto, cada movimiento.

En el diminuto espacio del cubículo
..........................2x2
el tiempo sin tiempo del condenado
esperando la muerte que no llegará
hasta que la pena sea cumplida.

Cuarenta años
como un enterrado vivo
al que el Estado suministra,
en estricto cumplimiento de la justicia,
comida y oxígeno
para que no deje de respirar.

 

 

Discurso de las bellas letras

No pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí.

La letra con sangre
fue la historia de mi vida,
el delito
mi género predilecto,
el horror
una poética real
refrendada en cada una de mis obras.

Escribí sobre mí mismo
la mayoría de las veces,
más por soledad que por narcisismo.

La letra muerta de mis obras completas,
cuya redacción empecé a edad muy temprana,
sólo será comprensible para el lector atento.

La violencia fue mi estilo,
los golpes recibidos
mi principal influencia.

Ni escribí para la posteridad,
a pesar de ser un condenado,
ni me importaron los laureles
con que alguna vez me premiaron.

Escribí de cara a la muerte
y no me quedé en palabras.
Fui el autor de numerosos crímenes,
mis obras hablan por mí.

Yo soy el escritor maldito.
Yo soy el peor de los libros.

 

 

Recuerdos de infancia

Ni cascabel,
ni balancín,
ni caballito de juguete.

El Criminal recuerda su infancia
sentado junto a la mesa pequeña (sobre ella sólo la máquina de
...............................................................................escribir eléctrica)
en uno de los vértices del cubículo
...............................................2x2
El Criminal recuerda
mientras el ojo metálico de la cámara,
que lo apunta día y noche,
registra cada gesto, cada movimiento.

Recuerdos vagos, difusos,
imágenes remotas que se le vienen a la mente,
que destellan y se apagan
como relámpagos.

El sur.
Los campos, los pájaros, los caminos.
El olor vegetal flotando en el aire después de la lluvia.
De pantalón corto y sombrerito, vendiendo globos
...............................................................................en la plaza de Reumén.

Las imágenes se hacen algo más nítidas cuando fíja la memoria
...............................................................................unos años adelante.

Entonces la secuencia, el aleatorio film mental de sus recuerdos,
...............................................................................cambia de escenario.

La Población.
La miseria del gueto,
.............................. .cemento, piedras, eriazo.
Pero sobre todo el hambre, esa mordida.
Siempre en el cuerpo,
como una herida que primero escuece
y luego se abre
hasta sangrar
.....................todos los días.

Recuerda la primera vez que la abuela lo mandó a pedir limosna.
Como si fuera un nuevo juego:

Caballero, caballero, una monedita por favor.
Señora, señora, una monedita POR FAVOR.
Joven, joven, UNA MONEDITA POR FAVOR.

Pero, muy pronto, comprendió que ese juego

(estirar su mano diminuta, poner cara de triste, repetir una y otra
.....................................vez la misma frase
en medio del tránsito acelerado de los cuerpos y los rostros
.......................................que pasan junto a él como si no existiera)

.............................................era, en realidad, el último juego

POR FAVOR POR FAVOR POR FAVOR POR FAVOR

Porque está cayendo la noche
y él ya sabe cómo se pone la abuela cuando las moneditas
...............................................................................no son suficientes.
Cuando lo arrastra a empellones hasta el patio y lo amarra al árbol
...............................................................................como a un perro.
Y sus amigos se encaraman por la pandereta para verlo y burlarse.
Para ladrarle al niño perro:

GUAU GUAU GUAU GUAU

Esa vergüenza.

La misma vergüenza que sintió siempre por su madre.
La esquizofrénica.
La loca.

Aunque era mejor esa vergüenza que el dolor de las ortigas
donde la abuela lo sentaba cada vez que se orinaba o se cagaba.
O los golpes que le daba si ensuciaba los zapatos.
Kilómetros y kilómetros
caminando de vuelta de la escuela,
toscas, polvo y espinas.
Los pequeños pies heridos,
los zapatos inmaculados.

Su abuela.
La terrible.
La castigadora.

El Criminal recuerda los disfraces,
los vestidos de mujer que le obligaba a ponerse.
Y lo que venía después.
Los tíos, sus manoseos,
el intenso dolor cuando le hacían eso.

Sus tres tíos terminaron mal.
A uno lo mató la cirrosis.
El otro se fue un día del barrio y nunca más se supo.
El otro se operó y dicen que anda de patín en el Barrio de las Locas.

El Criminal mienta, recordar su infancia.

No piensa en su padre.
El ausente.
De él no conserva recuerdo alguno.

Por un momento, El Criminal piensa en cómo habría sido todo si
...............................................................................hubiera tenido
una infancia normal.
Una niñez de cascabel, balancín y caballito de juguete.

Pero ya es demasiado tarde.
Aún para el resentimiento.
Lo único que le queda es terminar -La Obra.

Enciende la máquina de escribir eléctrica.
Antes de empezar a pulsar las teclas,
mira su propia imagen,
deformada,
en el lente de la cámara.
Su rostro en la pupila de ese ojo insomne.

 

 

Discurso del perdón

No pido perdón.

Los delitos que cometí
fueron atroces, lo sé.

Pero sé también
que ningún gesto de arrepentimiento
va a mitigar
el dolor de las víctimas.

Que el daño es irremediable.

Yo soy el que no tiene perdón.
Yo soy el condenado.

 

 

Accidente

-No -le respondió, mirándolo a través de sus lágrimas-. Quiero hacerlo. No tengo miedo de decírtelo..., -aspiró una bocanada de aire y prosiguió-: Nosotros... eh... él... abusó de mí cuando yo tenía trece años... en realidad, se acostó conmigo... él... eh... tuvo relaciones conmigo, cuando yo tenía trece años... así siguió por mucho tiempo... hasta que cumplí los dieciséis, ..y mi madre lo sabía. Más bien -las
palabras parecían ahogarla-, me obligaba a... él tenía cuatro años de acostarse con Alexis antes... mi mamá le tenía miedo. Era un hombre muy enfermo y golpeaba a mi mamá, ella se lo permitía. Nos decía que debíamos "tenerlo contento" para que no nos lastimara... tenía la costumbre de llevarlo a mi cuarto y luego encerramos. -Page sollozaba cuando Trygve la tomó en sus brazos.

(Fragmento de la novela Accidente, de Danielle Steel, Editorial Grigalbo, 1994)




Final

Después de un trabajo febril durante los últimos días,
finalmente,
La Obra ha quedado terminada.

Son las once de la noche
y tendido en el camastro,
El Criminal descansa
mientras lee una novela de Danielle Steel
y trata de no pensar en la Navidad que se aproxima.

Se corta la luz
(un accidente automovilístico ha provocado un apagón
........................................................................ en todo el sector)

Se activa el dispositivo de seguridad previsto para estos casos
(la iluminación del perímetro es asegurada por los
........................................................................ equipos electrógenos,
son reforzadas las rondas en las celdas de aislamiento
........................................................................ y en la línea de fuego)

Dentro del cubículo,
el ojo metálico de la cámara
se ha quedado ciego.

El Criminal no verá nada más.

No verá los titulares de los diarios ni los especiales de televisión
anunciando su suicidio.
No verá al abogado defensor culpando al sistema social.
No verá al abogado acusador previniendo contra su culto.

No verá al ministro excusando la negligencia carcelaria
........................................................................ para hacer cumplir la ley.
No verá al gendarme declarando el ahorro fiscal
........................................................................ que implicará su muerte.
No verá al sacerdote pidiendo por su alma perdida.

No verá el cortejo,
su madre a la cabeza,
la gente del barrio corriendo a los periodistas a pedradas.

No verá a la policía decomisando sus dibujos y papeles.
Destruyendo el texto de La Obra.

Se desvestirá con cuidado
hasta quedar en camiseta y calzoncillos
en medio de la oscuridad absoluta.

Cuatro veces,
a intervalos de quince minutos,
responderá a la pregunta de su custodio:
¿Está bien?

Bien, responderá.

Desconectará el cable de la máquina de escribir eléctrica.
Atará un extremo alrededor de su cuello
y el otro a los barrotes de la minúscula ventana.

Cuatro minutos,
según el cálculo de los forenses,
tardará El Criminal en morir.
Cuatro largos minutos
penderá de los barrotes
antes de dejar de respirar.

No responderá
al siguiente llamado de su custodio:
¿Está bien?

Silencio.

A continuación,
el ojo ciego de la cámara
registrará los primeros destellos,
la puerta que se abre,
los rayos de luz de las linternas
irrumpiendo en la oscuridad.

 

 

La redención

-Estas contradicciones de la personalidad de El Criminal es lo que lo convierte en un personaje maldito y de una extraña fascinación. ¿Cómo explicaría la dualidad de esta persona sobre la cual hubo psiquiatras que opinaron que no tenía vuelta? ¿Cree que podía haber sido redimido? ¿Ud. cree en la redención?
Absolutamente. Yo distingo una opinión eminentemente científica de lo que Dios puede hacer en el ser humano. Creo que no hay persona humana que no tenga la posibilidad de un reencuentro profundo con Él y que empiece una vida distinta. Estoy seguro de eso. En ese sentido, yo me pregunto también si como iglesia fállamos. En este caso concreto, ¿cómo no pudimos presentarle a este joven un sentido más profundo de la vida? No justifico en absoluto que por la pobreza se hayan cometido estos delitos. Soy enemigo absoluto del delito bajo todo aspecto. Me conduelo y respeto a las víctimas, oro por ellas, creo que están sufriendo muchísimo, pero ante Dios no hay nadie que no pueda ser tocado. Aun con la actitud más horrorosa y el pecado más grande, siempre hay una esperanza. Por eso yo estuve con él, por eso lo acompañé desde el punto de vista sacerdotal.

(Fragmento de entrevista a Nicolás Vial, capellán general de Gendarmería de Chile)

 


*Fuente: wwwmercuriovalpo.cl (22 de diciembre de 2002)


 

Réquiem

Señor,
bien lo sabes,
el signo de los violentos
marcó su breve paso por este mundo.
Su mala vida
fue el dibujo de un reguero de sangre.
La amarga cosecha
del odio y el dolor
sembrados en él
para desgracia de los inocentes.

Sus pecados fueron capitales.
Nunca dio la menor señal de arrepentimiento.
Se infligió la muerte por mano propia.

Sin embargo,
a Ti que eres el Dios de todo lo que existe,
a Ti que eres el Padre
de los justos y los buenos
así como también
de los perversos y los condenados,
a Ti, Señor, te pedimos:
ten piedad de su alma.

Los que vivimos en esta ciudad enferma,
como lobos y ovejas,
bajo el imperio sangriento de la depredación.
Los que seguiremos repitiendo,
víctimas o victimarios,
la vieja historia de Caín.
Los que lo aborrecemos
porque amamos la muerte,
a TÍ, Señor, te pedimos:
ten piedad de su alma,
ten piedad de nosotros.

 

 


CRIMINAL
Jaime Pinos Fuentes

La Calabaza del Diablo
Santiago de Chile, 2003

 


SEMIÓTICA DEL ESPANTO

En 1975 Chile enfrentaba una de las peores crisis de la economía a nivel mundial. Es el momento en que la dictadura militar abre la puerta del poder al grupo económico conocido como "los chicago boys". Jorge Cauas y Sergio de Castro fueron los encargados de provocar
el viraje definitivo de la economía nacional hacia un sistema neoliberal. A costa de dejar a una cintura de ciudadanos fuera del mundo, pagando.

La pauperización de grandes sectores de la población. Se instaura la cultura del gueto. Individualismo social.

Una realidad bicelada por un bajo fondo convertido en pasto de la crónica roja nuestra de cada día.

En este sentido la poesía de "Criminal" (me refiero a su verso, su tono, su temple) intenta penetrar en la saga de vida del asesino. Un hombre con una existencia de mierda.

De esa manera ha de interesar el ambiente, el entorno y su temperatura. Diríamos silencio de escritura, ese "retiro" textual del cual se vale el autor para indicar la tragedia de un ser humano de carne y hueso.

Asi, la crónica de esta poesía deviene en escritura de recogimiento, como un cristal trasladando a primera escena el carácter del fracaso total de la sociedad chilena. En esos guetos sociales se remantiza tanto destello de balizas policiales; cercos y controles no para
nosotros, sino para ellos. Los que sobreviven por fuera de la oferta y demanda.

"Criminal" es la instantánea de lo que no queremos ver: ya como individuos, ya como sociedad.

Y dirá el recluso:

"le recuerdo Señor Ministro,
que soy parte del producto interno
de esta sociedad."






Jaime Pinos Fuentes nació en Santiago en 1970. Es Licenciado en Literatura de la Universidad de Chile. Es editor del sello La Calabaza del Diablo y de la revista homónima. En 1997 publicó la novela "Los bigotes de Mustafá", mención honrosa en el Premio Municipal de Santiago.

 

 

 


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Jaime Pinos Fuentes: Criminal.
La Calabaza del Diablo, 2003.