Poetas del Québec
Por Jaime Serey
FÉLIX LECLERC
(1914-1988)
Félix LECLERC es el primer
orgullo seguramente de Québec, aquél que exportará
la identidad de los Canadienses franceses fuera del país, en
Francia, en Bélgica y en Suiza y en todos aquellos que se interesan
por la lengua de Molière.
Eugène Félix LECLERC, Autor-compositor-interprete,
poeta, novelista, dramaturgo, actor. Nació el 02 de agosto
de 1914 a La Tuque (Québec) y fue el sexto niño de una
familia de once hijos; El padre, negociante de madera y grano inculcó
a su progenitura su amor por el trabajo y la música. En su
casa, todo el mundo cantaba y tocaba distintos instrumentos. A partir
de la edad de ocho años, se inició a Mozart y Schubert
gracias a su hermana que los interpretaba en el piano.
A 18 años, emprende estudios clásicos en la Universidad
de Ottawa, donde escribe su primera canción, "Notre
sentier" (nuestra senda). Debido a la crisis económica
de 1929, él debe abandonar sus estudios en 1933, para volver
ha trabajar sobre la granja familiar en el campo a Saint- Marthe (obtendrá
de este medio rural la inspiración de varias de sus canciones
y poemas).
Nuestra Senda
Nuestra senda cerca del arroyo es destruida por las
labranzas
Si tú vinieras me dice el día, yo te esperaría
bajo el abedul.
Los nidos están vacíos y destruidos
El viento del norte elimina las hojas
Las alondras ya no vuelan, las ardillas ni siquiera ya bailan
Los pasos de tus zuecos se aumentan en los charcos de agua
Nuestra senda cerca del arroyo es desgarrada por las
labranzas
Si vinieras, indica el día, te esperaré bajo el abedul
Yo repararé un nido de pájaros, coseré las hojas
muertas
Pero si tú ves sobre todos los cercos, las citas de los negros
cuervos
Ve y lanza en los charcos de agua, ¿tus recuerdos y tus zuecos?
…
Tú puedes llorar cerca del arroyo, tú puedes romper
todo mi amor
Olvida el verano, olvida el día, olvida mi nombre y el abedul.
Entre los años 1934 y 1937, ejerce distintos
oficios uno de ellos el de ayudante-embalsamador. Llega a Montreal
en 1941, comienza una carrera de escriptor en la radio Radio-Canadá,
actua en radiocomedias, tras seguir lecciones de guitarra. Es allí,
que participa sobre la escena con la tropa de les Compagnons du
Saint- Laurent (1942-45).
Sus cuentos radiofónicos llaman la atención de Albert
Tessier, escritor y cineasta, quién le anima para que los publique.
Es durante este tiempo, que edita varios textos radiofónicos,
reunidos bajo los títulos Adagio (cuentos), Allegro
(fábulas) y Andante (poemas) que conocieron unos
enormes éxitos en las librerías.
Con dos camaradas, Mauffette y Yves Vien, el funda en 1948 la tropa
VLM que presentará en Montréal y en otros lugares de
Québec, las obras "le p'tit bonheur" (la pequena
Felicidad) y "la p'tite misère" (la pequeña
Miseria). En 1939, debuta en la radio como cantante, interpretando
"notre sentier", "le restaurant d'en face " y
otras canciones, como "le P'tit bonheur", "le Train
du Nord" y "Bozo" esto le vale tener su propia emisión
sobre las ondas de Radio-Canadá. Durante el final de los años
40, es toda la provincia del Québec que adopta a Félix...
La Pequeña FELICIDAD
Es una pequeña felicidad
Que yo había recogido
Ella estaba en llantos
Sobre el borde de una zanja
Ella se puso ha gritar:
"Señor, recójame
Lléveme a su hogar
Mis hermanos me olvidaron, yo me caí y estoy
enferma,
Si no me recogen, yo voy ha morir, ¡qué balada!
Yo me haré pequeña, suave y sometida, se lo juro,
Señor mío: le suplico ¡Líbreme de mi tortura!"
Yo Tomé la pequeña felicidad,
Yo la puse bajo mis andrajos,
Yo dije " ella no debe morir
Ven a mi casa."
Entonces la pequeña felicidad
Se sano
Sobre el borde de mi corazón
Había una canción.
Mis días, mis noches, mis dolores, mis lutos,
mi mal, todo esta olvidado
Mi vida de ocioso, yo no tengo ganas de recomenzarla
Cuando llovía afuera o que mis amigos me daban dolores
Yo tomaban mi pequeña felicidad y le decía "tu
eres mi reina!""
Mi felicidad floreció
Hizo brotes
Era el paraíso
Se veía sobre mi frente.
Ahora bien una mañana bonita
Que yo silbaba este estribillo
Mi felicidad se fue
Sin darme la mano
Yo le suplique, la acaricie, le hice escenas,
Le mostré el gran agujero que ella me hacía en el fondo
de mi corazón
Ella se iba siempre con la cabeza alta, sin alegría, sin odio,
Como si no quisiera ver más el sol dentro de mi residencia.
Yo pensé morir
De pena y de desolación
Había dejado de reír
Era la noche todavía.
Me quedo el olvido
Me quedo el menosprecio
Finalmente me dije
Solo me queda la vida
Yo tomé mi bastón, mis lutos, mis dolores
y mis andrajos.
Y pisé con mis suelas, la tierra de otros países desdichados.
Hoy día, cuando veo a una fuente o a una muchacha
Yo hago un grande rodeo o me cierro los ojos.
En 1948, su obra la Caverna de los esplendores adquiere
el primer premio en una pieza teatral en un acto organizado por los
Amigos del arte.
Es en el año 1950, el decide hacer su carrera internacional
como cantante. Vestido con una camisa a cuadrados y acompañado
de su guitarra, su voz robusta de barítono y expresando en
sus canciones los acentos de la tierra, se convierte en una estrella
rápidamente de primer plano en Francia, inspirando a los más
grandes autores, compositores e intérpretes quienes, como Brassens
y Brel, declaran deberle el valor de haberse atrevidos ha hacerse
oír. Todos reconocen su libertad, su fuerza tranquila, su palabra
verdadera y justa. En intercambio recibe el premio de la Academia
Charles-Cros de París para su canción "Moi,
mes souliers" (Mis zapatos) en 1951."
Mis ZAPATOS
Mis zapatos mucho han viajado.
Ellos me llevaron de la escuela a la guerra
Yo cruce con mis zapatos herrados
El mundo y su miseria.
Mis zapatos pasaron por los prados
Mis zapatos pisotearon la luna
Además mis zapatos se acostaron con las hadas
E hicieron bailar a más de una...
Sobre mis zapatos, hay agua de las rocas,
Lodo de los campos y llantos de mujeres
Puedo decir que respetaron al cura
El país, Dios y el alma.
Si marcharon para encontrar la salida
Si caminaron de pueblo en pueblo
Yo no llegue más lejos que mi estatura
Pero me volví más sabio.
Todos los zapatos que se mueven en las ciudades
Zapatos de mendigo y zapatos de reina
Un día dejarán de utilizar los pisos
Quizás esta semana.
Mis zapatos no llegaron Atenas
Mis zapatos prefirieron los llanos
Cuando mis zapatos vayan a los museos
Serán para estar colgados.
El paraíso, parece, mis amigos
Que no es un lugar para los zapatos barnizados
Apúrense ustedes para ensuciarlos
Si quieren ser perdonados...
Si quieren ser perdonados...
A partir de este momento, la carrera de Félix
LECLERC se comparte entre Europa y el Canadá. A su vuelta en
el año 1953, es invitado al festival de Montréal, se
le acoge como un verdadero héroe. De vuelta ya cerca de su
isla, la isla de Orleáns, empieza la escritura de una novela
"Le fou de l'Île" (El loco de la isla)
que sale en librería en 1958.
Luego, en 1959, escribe para el teatro, una obra que se titula "Sonnez
les matines" et "L'auberge des morts subites" en
1964. En 1968, publica una recopilación de Poesía "Chansons
pour tes yeux" (Canciones para tus ojos) en París.
El arte de Félix LECLERC y sus canciones fueron analizados
por numerosos autores y críticos. Benoît L' Herbier escribe
en 1974, en la Chanson québécoise: "Desde
el principio, la poesía de Félix LECLERC se ha situado
en un nivel filosófico que a veces nos recuerda los más
bellos y los más inteligentes escritos de Jean de Lafontaine.
Ya que Félix Leclerc, el escritor o el compositor, fue un moralista.
"
Su poesía simple, directa, nos transporta también a
una visión trágica de la existencia. Su mensaje nos
impresiona con una inaudita densidad humana y que se debe a la naturaleza
a su carácter trágico, a la tela de fondo a través
del ciclo de las temporadas que es, incansablemente, por fuga, por
muerte, por Dios, por mujer, de país.
La VUELTA De La
ISLA
Para soportar lo difícil
Y lo inútil
Existe una vuelta de la isla:
Cuarenta y dos milles
De cosas tranquilas
Para olvidar la gran herida
Abajo la armadura
Verano, invierno
Existe la vuelta de la isla
La Isla de Orleáns
La Isla es como Chartres
Es alta y limpia
Con naves
Con arcos, pasillos
Y acantilados
En febrero la nieve es rosada
Como la piel de una mujer
Y en julio el río es tibio
Sobre los battures
En el mes de mayo, a marea baja
He aquí los gansos
Desde siglos
En el mes de junio
Parte los gansos, pero nosotros la gente
Los descendientes de La Rochelle
Estamos siempre presentes
Sobre todo en el invierno
Como los árboles
Pero no es verdad
Pero sí esto es verdad
Escucha aún
Casas de madera
Casas de piedra
Campanarios puntiagudos
Y en los fondos de los pastos
De silencio
Niños rubios alimentados de azul
Como los ángeles
Juegan a la guerra
Imaginaria, imaginénomos
La Isla de Orleáns un estercolero
Un cementerio
Parques de drenajes, caja de residuos
U. S. parkings
Se quiere ponerla en minifalda
And speak English
Hacerle eso a ella, la Isla de Orleáns
Nuestra flor de lis
Pero no es verdad
Pero sí esto es verdad
Cuenta aún
Bajo una nube cerca de un curso de agua
Es una cuna
Y un abuelo
Con la mirada azul
Que hace la guardia
No sabe demasiado lo que se dice
En las capitales
El ojo hacia el golfo o Montreal
Acecha la señal
Para celebrar la independencia
Cuando se piensa
Es allí en Francia
Esto es como en Francia
La vuelta de la isla
Cuarenta y dos milles
Como olas de montañas
Los frutos son maduros
En las huertas
De mi país
Eso significa
La hora ha llegado
Si tú has comprendido
A partir de 1970, Félix LECLERC utiliza de buen
grado una diferente voz, más contestatario, más político,
la ironía corrosiva es su principal vehículo. Como en
"la Alondra en cólera", escrita exactamente
después de la Crisis de octubre en 1970, (conflictos violentos
sobre la obtención de la independencia de Québec) dónde
presenta su visión de Québec desvalijado y desposeído.
La ALONDRA en
CÓLERA
Tengo un hijo furioso
Que no cree ni en Dios
Ni en el Diablo, ni en mí
Yo tengo un hijo abatido
Por los templos de la Finanza
Dónde él no puede entrar
Y por los templos de las palabras
De donde él no puede salir
Tengo un hijo desnudado
Como lo fue su padre
Portador de agua, aserrador de madera,
Arrendatario y sin trabajo
En su propio país
Le queda solamente
La hermosa vista sobre el río
Y su lengua materna
Que no es reconocida
Tengo un hijo rebelado
Un hijo humillado
Un hijo que mañana
Será un asesino
Entonces yo tuve miedo
Y grité "a la ayuda
Al socorro de alguien"
El obeso vecino del frente
Llego corriendo armado,
Vulgar, extranjero
Para matar a mi hijo
De una buena vez
Para romperle todos los riñones
Y la espalda y la cabeza
Y el pico y las alas
Alondra, ah...
Mi hijo está en prisión
Y yo siento en mí,
En lo mas hondo de mi
Por la primera vez
A pesar mío, a pesar mío
Entra en la carne y en los huesos
Instalarse la cólera.
Hace sus adioses a la escena en 1972 y escribe una novela (Mapache
o el diablo de las maderas en 1973) y una obra teatral (Que
es el padre, en 1977).
En su retiro en la Isla de Orleáns, sigue publicando y hace
algunas esporádicas apariciones. Escribe dos libros: Sueños
que deben venderse (1984) y Últimos diccionarios,
lanzado después de su muerte (1988). Aceptará dar su
nombre (Félix) a los trofeos de la música, quiénes
se otorgan cada año a los mejores artesanos de Québec
del disco.
Su muerte, en la isla de Orleáns el 8 de agosto de 1988, ocurrió
nueve meses después de la de otro gran líder nacionalista:
el antiguo Primer Ministro de Québec René Lévesque.
Las palabras que había escrito a la muerte de este último
estuvieron entonces sobre todos los labios: "La primera página
de la verdadera bella historia de Québec acaba de terminarse.
Los que se quedan deberán de escribir la segunda." A
pesar de los entierros modestos en la Isla de Orleáns, millares
de personas se reunieron en Québec y Montreal y considerables
mensajes vinieron de todas las partes del mundo, muy en particular,
del Gobierno francés. Omnipresente, su público se extiende
sobre tres generaciones; trazó la vía a una generación
de cantantes y poetas de los que él es su antepasado glorioso.
Félix Leclerc, recibió diferentes premios
por su obra, fue nombrado officier de l'Ordre du Canada (1968), grand
officier de l'Ordre national du Québec (1983) y chevalier de
la Légion d'honneur en Francia (1986).
La celebridad lo incomodaba. A la gloria, el hombre prefería
la simplicidad. Como nos dice Doris Lussier: "Había dos
Félix. El hombre público que era lleno de una discreta
humildad. [...]. Pero en la intimidad, lejos de los fuegos de las
celebridades, era de una exuberancia, de una alegría contagiosa,
de una poesía delirante. "
Permanecerá para el pueblo de Québec, como un personaje
mítico, antepasado de todos los poetas y cantantes. Su memoria
así que su obra siguen siendo viva gracias a dos premios el
Félix-Leclerc (canción y poesía) y la Fundación
Félix-Leclerc...
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© Jaime SEREY -Marzo.2006
E-mail: azularte101@hotmail.com