El Jardín de las Peculiaridades es un texto híbrido;
espacio discursivo donde confluyen diversos géneros literarios
y tradiciones epistemológicas. La transgresión de la
homogeneidad del género y la búsqueda de explicaciones
y soluciones que trasciendan los estándares del pensamiento
occidental son parte de la estrategia que Jesús Sepúlveda
ocupa, para repensar de una manera holística el problema de
la identidad y la relación del animal humano con el resto de
la naturaleza y la propia vida.
Desde el punto de vista del lenguaje, se entremezclan en el Jardín
diversos géneros literarios: la poesía, el manifiesto,
la historiografía, el ensayo y la filosofía. Desde el
punto de vista epistemológico Sepúlveda utiliza la tradición
occidental que parte con el Viejo Testamento; revisa los filósofos
griegos y concluye en el siglo xx con la fenomenología, el
neomarxismo y el post estructuralismo.
Sepúlveda, sin embargo, no se detiene en la tradición
eurocéntrica para realizar su desconstrucción. Se instala
en los márgenes para posicionar sus 'categorías' espaciales,
temporales y gnoseológicas. Incluye, por tanto, el pensamiento
contracultural de escritores primitivistas contemporaneos, como John
Zerzan o Chellis Glenndinning, y el pensamiento no occidental de la
tradición oral indígena.
La hibridez del Jardín de las Peculiaridades es una
táctica que intenta trascender la dualidad del pensamiento
hegemónico de la tradición Judeo Cristiana, que es llevada
hasta las últimas consecuencias y cancelada por la postmodernidad.
La revisión histórica que propone Sepúlveda transgrede
lo que la sociedad occidental ha considerado y aceptado tradicionalmente
como historia, vale decir, a partir del nacimiento de la escritura.
El Jardín hurga en la genealogía del homo sapiens
y su entorno, como momento cero de la alienación contemporánea.
Así mismo investiga la existencia del ser humano 'contemporaneo',
a través de las múltiples y numerosas cosmogonías
que sostienen diversas culturas. Sepúlveda recurre a pueblos
marginalizados como los aborígenes australianos, los mapuches
de Suramérica, las civilizaciones mesoamericanas o los esquimales
del Círculo Polar.
Sepúlveda intenta, al proponernos este texto, repensar el puesto
y la misión del hombre en el cosmos, elaborando concienzudamente
un discurso antihegemónico. Tanto en su estilo circular (en
contraposición a uno lineal), como en su contenido transhistórico,
que Walter Mignolo denomina 'pensamiento desde los márgenes',
El jardín de las peculiaridades es un intento por acceder
a un conocimiento que pueda devolver al habitante humano del planeta,
la humanidad devorada por la civilización industrial. Es un
intento de hablar con un nuevo código para decir 'nuevas cosas',
y de allí la potencial dificultad que acarrea su desciframiento.
Los tópicos del texto que están a punto de leer incluyen
temas como: la ideología, la domesticación, la robotización,
la eficiencia, la colonización, el arte, la globalización,
la fiesta, la belleza, el Estado, el etnocentrismo, el patriarcado,
el expansionismo, las hormigas, la ansiedad, la conciencia, la especularidad,
la división del trabajo, las razones ética, estética
e instrumental, las drogas, la deterritorialización, el lenguaje,
el canibalismo, el veganismo, entre otros.
Estos distintos temas son articulados por Sepúlveda con el
propósito de definir la 'esencial' peculiaridad humana, que
a diferencia de pensadores neo-freudianos como Lacan, no la establece
en la dicotomía yo/Otro, sino que es definida fenomenológicamente
a partir de la peculiaridad de la conciencia y de la constitución
y experiencia perceptiva personal. Para Sepúlveda el problema
consiste, en reconocer la peculiaridad del sujeto en su diferencia.
Tomemos como ejemplo una pequeña flor amarilla que crece entre
medio de la líneas ferroviarias que unen Santiago con Valparaíso.
Desde lejos se divisa una larga y angosta pradera amarillenta. Si
nos bajamos en Quillota para observarlas con mayor detalle, nos encontramos
que todas parecen ser la misma. Sin embargo, al hacer un escrutinio
más detallado, nos damos cuenta que no existen dos 'dedales
de oro' idénticos. Podrán tener enormes semejanzas,
pero siempre uno será levemente distinto al otro. Esta leve
distinción es lo que Sepúlveda identifica como lo peculiar.
La importancia de este 'detalle', consiste nada menos en que pone
en cuestión cualquier intento de reduccionismo y numeración,
reposicionando la infinitud de la vida en la finitud de cada ser.
El Jardín sostiene que la irreductibilidad de la multiplicidad
de cada ser en un concepto único y general (estrategia central
de la epistemología racionalista y cientificista), desmantela
la pretensión homogenizadora de la sociedad tecnocrática/capitalista
en su afán estandarizador.
La 'aplanadora' cognitiva perfeccionada por Aristóteles al
clasificar y conceptualizar los fenómenos, por ejemplo, separar
la naturaleza en materia inherte y organismos vivos, hace tabula rasa
de las peculiaridades y se convierte al mismo tiempo en la principal
herramienta y justificación ideológica de la razón
instrumental; razón que tiene por objeto domesticar la naturaleza
(incluyendo al ser humano), para ponerla al sevicio de la sociedad
utilitaria y clasista.
El Jardín de las Peculiaridades opone la razón
estética a la razón instrumental. Su 'utopía'
consiste en la celebración de la vida en todas sus manifestaciones
y en la apreciación y contemplación de la belleza en
todas sus dimensiones. El Jardín trasciende cualquier
humanismo, descentralizando la importancia del ser humano dentro de
las estrellas, para reinstalar al centro, el universo mismo: a manera
de una infinita epifanía.
Amado J. Láscar
Eugene, Oregon, 2001
Introducción a "El jardín de las peculariedades"
Ediciones del Leopardo, 2002
Bs. Aires, Argentina