El sábado 23 de abril 2005, tuvo lugar en la Asociación
de Chilenos de Montreal, la presentación y el lanzamiento de
una antología latinoamericana de poesía "Voces
del Sur", ediciones SUReditores.
Esta antología reúne escritos de Poetas de Montreal,
Vancouver, Winnipeg, Porto Alegre y de Ribeirao Preto.
Los Poetas José Adolfo Segura (Chile), Luís Escudero
(Chile), César Castillo (Chile), Cecilia Zevallos Petroni (Ecuador),Gustavo
de Jesús (República Dominicana), Tania Nesterovsky (Venezuela),
Antonio Rispa (Perú),Tito Alvarado (Chile), Poeta y presidente
internacional de Proyecto Cultural SUR, Héctor Torres (Chile),
Poeta y coordinador de Proyecto Cultural SUR-Canadá, Luciano
Aragonez (Perú), Poeta y presidente de Proyecto Cultural Sur-Montreal,
ofrecieron una lectura de la antología al público invitado.
He aquí 10 granos de una misma espiga…
LOS CHARCOS DEL CAMINO
JOSÉ
ADOLFO SEGURA
Almas del mar hilado por las nubes
Ayer fuisteis transparencias
Hoy, pequeños espejos ignorados
Pozos de la altura sobre lecho
De polvo mojado
Ustedes, lunas de ilusiones
De la realidad nombrada,
Ustedes que nunca duermen
Retratando la perspectiva
En vuestra efímera existencia
Llevándose en cada gota
La historia de un universo
Evaporado, o la risa de un
Pordiosero que quiso peinar
Su miseria y llanto;
Ustedes, piletas de los gorriones,
En su purificación matinal
Después de una noche llorada
Por los ojos del firmamento
¿Por qué son tan ignorados
Charcos oscuros del camino?
¡Cuanta profundidad
Desperdiciada!
Cuanta mirada sin alma
Se tangencial
Cuantos pasos os evitan
Transeúntes
Sin recuerdos ni posada.
Yo os canto y os alabo.
Me regocijo de
Vuestra cara oscura,
Reflejo de la eternidad
Y de los ciclos.
Remansos perdurables.
INVENTO VIII
LUIS
ESCUDERO
Si viviéramos juntos
Inventaría lluvia de algodón azucarado
Como aquel que nos compraban en las ferias
Cuando éramos niños.
Inventaría piedras trovadoras
Rosas con siluetas de trébol
Cuadros hexagonales con sonrisas
Octagonales de "montgolfiers".
Inventaría parques alfombrados de tul
Lagos
Embarcaderos tejidos
Por manos de nobles altiplanos
Nos quedaríamos a contar las estrellas
Debajo de un cielo crocante
Inventariamos una cifra para ellas
Terminada en nueve
Terminada en siete
Numerologicamente astral.
Nos subiríamos a una hoja de culantro
Antes de alzar el vuelo
Le haríamos cosquillas al girasol
Seria el maestro organillero
De nuestro inventado amor.
Si viviéramos juntos
Consolaríamos las carreteras
Mi estado en alfa viviría
Por tan solo el gesto de mirarte.
Algarero
Suspiros de cascadas
Desembocan en mis labradoras
Cinco candelabros en cada una de ellas.
Púlpito de mis sueños
Inventaría oratorios ecos
Tu nombre con alforjas.
Un rizo calmara ansias
De esta invención espiral.
DESPIADADA ESTADISTICA
CÉSAR
CASTILLO
Uno,
Dos,
Tres,
Acaban de pasar exactamente tres segundos.
No sé si ustedes estarán al tanto
Pero lo que sigue
Es un exhaustivo recuento.
Tres :
A cada tres segundos
El universo envejece.
Dos :
A cada tres segundos
Los hombres detienen su pensar.
Uno :
A cada tres segundos
Se ahoga la esperanza
Uno,
Dos,
Tres,
En este instante
En algún rincón del planeta
Un niño
Se nos acaba de morir.
SU CALIDO RUBOR
CECILIA
ZEVALLOS
Torna las paginas de tu vida
Así como el velero se torna
En alta mar.
Retorna las armas a la gloria
Y vivirás largo tiempo
Con dulzura y esplendor.
Acepta el norte o sur de tu destino
O la estrella errante que cae
En su final.
Si dormida te sumerges
En el sueno la vida te dará
Su calido rubor.
PADRE NUESTRO,
QUE ESTAS EN LA TIERRA
GUSTAVO
DE JÉSUS
Dormido y solo. Quizás con frió,
Bajo la tierra, yace,
Aquel de los racimos…
Ya no rondan sus huesos por el barrio.
Se fue la voz que me cantaba,
¡El saco está roído…!
Ya no está cruzando las esquinas,
Ni la ciencia del conuco le entusiasma.
Se fue por el centro de los años,
Con su piel de sudores y de barro
(Oscura y arrugada).
Me hace falta…
¿A quién puedo llamar, primordiando las preguntas,
Si ya sus horizontes, de santos y de patriarca
Se fueron a dormir?
¿A quién, dolor!… puedo escuchar,
Si ya no dice nada,
Su santa voz de amor?
(Arcilla y silencio… ¡Silencio!
Y mi padre en la tumba…)
Padre nuestro, que estás en la tierra,
Arropado de silencio,
Dame la soledad de cementerio,
Para que siga yo aprendiendo de tus labios,
Y en tu ternura derramado,
Ahora y para siempre,
Por los siglos de los siglos
¡Amen!
A VICTOR JARA
TANIA
NESTEROVSKY
Lloro este llanto
Con mucho años de atraso,
Este llanto que quedó
Congelado en la garganta,
Paralizado en las pupilas,
Mimetizado en la lluvia.
Lloro el dolor
De tus manos torturadas,
Tu sangre derramada,
Tu canto inconmovible.
Lloro el llanto
De tantas madres desgarradas,
Marchitados vientres,
Destrozadas vidas.
Lloran mis ojos
La angustia de cuerpos mutilados,
La soledad de gritos silenciados.
Y tu canto valiente me llega desde lejos,
Mi voz te recibe en extraño sortilegio
Y no son una,
Ni dos,
Miles de guitarras te cantan,
Miles de manos te aplauden,
Miles de voces te llaman en la distancia
Poeta,
Amigo,
¡Víctor Jara!
PAISAJES - LOS SILENCIOS
ANTONIO
RISPA
Simplemente… no hay silencios.
Hay mutismo de la gente…
De los árboles… de los vientos…
De los pájaros…
Es cuando tú vienes a mí,
Me miras… te hablo… te sonrió.
Y nos amamos… y siento que…
Tus silencios se pueblan de mí,
Y mis silencios se colman de ti.
Los amantes huyen del ruido cotidiano
Y se refugian en universos paralelos,
Do se miran y aman plenamente.
El amor es una feliz angustia.
Misteriosa.
RUMBO NORTE (extracto)
TITO
ALVARADO
Aunque las escaleras se rían en sordina con el sarcasmo de
una gorda amarga
Aunque mis huellas se pierdan en la nieve de lugares al norte de la
tristeza
Aunque la primavera de tu amor en el umbral de las rosas
Tu pelo de bandera a los vientos de fin de mundo
Tu boca en la magia de la risa estalle como granada sonora
Y los gemidos de la llama bajo la luna
Se enreden en otro retrato
Aunque los mendigos me acosen con su plegaria de entes sin nada
Aunque mis manos se cansen de buscar en un teclado las claves de tu
jardín
Aunque las palabras sean engullidas por el ruido fácil de los
casinos
Las verdades eternas aparezcan adornadas con el oro fatuo del comercio
Los sentimientos se oculten tras la cosmética de los prejuicios
Y los funcionarios desde sus escritorios
Metan las manos en la bolsa con el oro del sudor ajeno
Aunque las arañas mecánicas tejan sus intrigas por
todos los rincones
Aunque los cables me anoticien de parálisis el bulbo rojo
Auque los espacios para el amor sean tapiados
Con tierra de cementerio
Con fotos de final de tiempo
Con amasijo de huesos en la fosa
Con teoremas de la banca mundial
Aunque los escaparates con sus ofertas de medianoche
Los relojes midiendo la libertad de los dueños de fábricas
Los autos policiales en el descanso de los burros
Y las estatuas solitarias de soledad inerme
Se llenen de polvo aleve
Y me hablen con susurros cómplices o
Amenacen con caerme a vidrios rotos
A retrasos eternos
A sirenas ululando en mis recuerdos o
A cubrirme con calido manto
Regalo de palomas
Yo voy a estar
A fuerza de razones
Siempre nuevas
Y porfía
Siempre sabía
Parado en el umbral de la esperanza
LA MUERTE DEL POETA
HÉCTOR
TORRES
Entraba la tarde en su rumor de sombras
Y el último verso goteaba en sus labios.
Una muchacha va ardiendo en azul,
Corre, fulgura y entre sus manos
De diosa, destella un clavel.
Se detiene y sonríe, a la luz del sol.
Una lágrima se evapora en sus mejillas,
Su pelo revuelto se cimbra al andar,
Su pelo revuelto se cimbra al andar,
Alguien la detiene y suspira…
Tirita en sus manos, el temblor de su voz
Y un vértigo suave le turba los pies.
¿Señoritas, Ud. No está triste?
¡No! ¿Por qué debería estarlo?
¡HA MUERTO EL POETA!
¡Se equivoca, EL POETA NO HA MUERTO!
-El vive su silencio- y sonríe en mis labios
De coral, porque yo soy la poesía
Y ella nunca, olvida de vivir,
Renace en el vuelo del poeta,
Que sonríe su muerte hasta vivir.
POZO DE FUEGO
LUCIANO
ARAGONEZ
Una risa; eso es : exquisita, cristalina.
Una mirada: impredecible, dulce, mensajera.
Un acercarse y vibrar sin darme cuenta;
Sin recibir, dándome.
Sin pensar, mi pensamiento piensa,
Más allá; donde están los moldes, las quimeras.
Puedo montar la gaviota y jugar con el viento.
Puedo ver las luciérnagas como el primer día a la vida.
¡Oh Señor! Por qué así. En este pozo está
Mi corazón lleno de fuego; mis venas en llamaradas;
Mi carne en estampida.
Pudiera tal vez, tomarla entre mis manos
Como un capullo en flor; rozar con mis labios sus pétalos
Y con mis gotas, regar su pasión.
Atravesaría el inmenso rió encima de la canoa,
Remaría con su espalda, remaría con mi espalda,
Aunque el remolino de nuestras sangres,
Nos ahogue sin compasión.
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