Fui un expatriado que todos buscaron
Y
que todos se preguntaron ¿dónde estará cenando?
Después
de tantos años… Después de muchos siglos.
Viví en mi
selva, en mis castigos y en mis latigazos.
El vino rojo no me hizo falta en
mi mesa
Me llenó el cáliz de mis venas humanas.
Adiós,
expatriados de este mundo feliz y sacrificado
Lleno de penas, máscaras
hipócritas y enemigas,
Que yo logré vencer a costa de mis tristezas
y mis poesías…
Adiós, Espantapájaros de mis trigales
arrasados por el fuego de la artillería.
Vagabundos de mis metrópolis,
ángeles y soldados desconocidos
Heridos y muertos por los juegos electrónicos
de la violencia.
Boxeadores, perros de peleas y caballos de carreras.
Calaveras
del bien y del mal y viceversa
Que jugaron a la tómbola con las mentiras
y las verdades.
Ciudadanos del mundo de las ilusiones… ¡gracias!
Por
no escuchar las frases de los falsos ídolos.
Oíd ahora mis cantos
que nacen desde las tumbas recónditas.
Vestirme de joven galán
ya no me sirve de nada
A estas alturas cuando ya comienzo a ver menos
Lejos
y a frotarme las manos que se avejentan,
Como si muchos gusanos quisieran
poner su embrión,
Imponer su ley y su ecosistema.
En esta edad miserable
que es el pago de las vidas…
De las materias que se deterioran como la sangre
inútil
Que se desangra Corriendo a borbotones por los escombros,
Las
ciudades destruidas, nubladas por el humo negro infernal
De las guerras internacionales.
En
esta edad maldita donde yo cavilo y reflexiono
Que no llegaré a ninguna
solución concreta.
En este siglo donde el alma siente un miedo
De
enfrentarse a la muerte total
Ajustado vestido como un difunto obediente.
Ahora
que no consigo tener las mismas fuerzas,
Las mismas energías o la misma
voluntad del Minotauro.
Arcaico animal, fiero semental de la mitología
griega.
¿Que valor tienen unas gotas de sangre joven?
¿Que
precios tendrán un par de células regeneradoras?
Voy como
un paquidermo pasó a paso lento
Visitando los mercados de la eternidad
repletos de maniquíes
Sofisticados con las modas juveniles de las vitrinas
Con
la boca haciéndoseme agua de manantial.
El cuervo que fue mi enemigo
implacable
Ahora es mi amigo ilustre.
Edgar Allan Poe, si terminó
sus trágicos días ebrio
Yo termino mis días trabajando
las horas
Más inútiles de mi muerte observando las orquídeas.
Es
difícil llegar a comprender qué es el tiempo, qué finiquita…