1. La familia
melancólica
Para iniciar un acercamiento a la escritura hispánica desarrollada
en los Estados Unidos, es necesario considerar algunos rasgos comunes
como parte de una genealogía muchas veces arbitraria. Esta
familia, la llamo Familia Melancólica, por ser el resultado
de una fusión y fisura en el habla de aquellos poetas que construyen
sus textos desde la memoria, y de aquellos otros que lo hacen a partir
del discurso esparcido, atomizado.
Partamos diciendo que la familia melancólica, como conjunto
de símbolos y conexiones, establece una presencia lingüística
de realidades y no-realidades. Una forma de buscar los trazos genealógicos
de esta familia dominada por los mitos del héroe, la edificación
de la ciudad, los discursos verticales y las agendas ideológicas
es por medio de lo que Jacobson ha llamado "traducción
intersemiótica".
Numerosos son los ejemplos a través de la historia, y en
el caso americano se encuentra el libro de Sahagún titulado
Historia General de las cosas de la Nueva España, que
en última instancia es un intento de identificar la cultura
de Teotihuacán con la mitología clásica griega.
Nuestra mirada del tiempo circular recorre muchas batallas para llegar
a las raíces de la familia melancólica. Aquí
se ve de qué forma la producción de un tipo de escritura
etnológica da paso a una calurosa agenda de identidades nacionales
y culturales, este es el caso de La Agricultura de la Zona Tórrida
de Andrés Bello. Por otro lado, los procesos de reconocimiento
etnológico producen otro efecto: la distensión entre
la cultura adoptada y lo totémico y pre-reflexivo, es decir,
aquella cultura que no es cultura.
Hasta aquí se puede instuir que la familia melancólica
proviene de una "experiencia de orfandad" (Paz 14). Al respecto
sólo identificaré una posible huella familiar que nos
une a todo esto: la enfermedad --concepto arbitrario que no necesariamente
debe identificarse con la idea de "pueblos enfermos"(Stabb
23) que tenían los positivistas latinoamericanos. Esto presupone
una aplicación de la orfandad no sólo por el fenómeno
de la destrucción y la separación del tiempo mítico,
sino también por la idea del sujeto-enfermo como producto de
la pérdida de sus raíces totémicas. Paz reafirma
esta condición corriendo su propio riesgo,
El grupo es la única fuente de salud.
El solitario es un enfermo, una rama muerta que hay que cortar
y quemar, pues
la sociedad misma peligra si alguno
de sus componentes es presa del mal (212).
Para aproximarnos al tema de la escritura desde el interior del habitante,
sea este el pachuco, lanza o cholo, se debe observar
un mundo lateral. Para ello nuestra visión que se desprende
de la retina, necesita de los sentidos adicionales. Es una forma de
retina malformada(1) desde donde se puede oler, gustar,
viajar y regresar sin trascendencia. Junto a estas posibilidades de
ver un mundo lateral, el lenguaje y la voz poética son ajustadas
--y muchas veces utilizadas-- como antídotos contra la soledad
laberíntica de Paz. Luego el heredero de la familia melancólica
vivirá bajo la presión de su familia hasta lograr esa
liberación, provocando su propia neurastenia/histeria.
En una entrevista que Lihn diera el año 1987 (2), nos
cuenta que la poesía es como "la loca de la familia".
Esta expresión provoca dos impresiones iniciales; la primera
es la posibilidad del lenguaje como antecedente de lo enfermo: lo
esquizoide. Un síntoma de lo incurable, que responde también
a la posibilidad de producir palabras que tienen por primera vez un
grado de comunión con el eco, la voz del silencio. La segunda
es la posibilidad de la recuperación, el engaño del
discurso enfermizo y coercitivo, las reprimendas sociales. Es decir
la historia que requiere de enfermos para la cura y la economía
de la ciencia. Aquellos agentes represivos, informantes que provocan
el malestar de la soledad. Por esta razón la atmósfera
contaminada e infectada, reproduce expresiones que se acercan a lo
real con parches y vendajes que escondan las heridas: introducir las
signaturas (3) que hagan invisible lo visible y promuevan la
actitud vital fuera del radio de lo concreto. Dichas signaturas --para
el cuidado y buena salud de la familia-- esconden bajo las irradiaciones
de luz, el engaño. Debemos afirmar entonces, que el enfermo
no puede sobreponerse a su propia enfermedad sino a través
del ejercicio del engaño sobre la supuesta enfermedad. La recuperación
o blanqueamiento, proviene de la licencia con lo contigüo y viral
de la realidad. Es todo un juego de apariencias. Por lo mismo, la
familia melancólica puede ser --a decir de Lihn-- esta "hija
loca" que ha perdido su par de signaturas en algún espejo
descascarado y mohoso por el tiempo. Quizás la "hija loca"
se encuentre entre la multitud que brilla en los mausoleos, en los
hospitales donde el enfermo goza de buena salud, o posiblemente vaya
en camino al supermarket en busca de peptobismol. Sólo
sabemos que esta familia lleva una máscara que a todos nos
toca llevar como alternativa al ejercicio de la alucinación
poética: viajes e incursiones con todo ritmo y color por espléndidas
ciudades, cuando no, a través de largas temporadas de dolor
y desesperanza.
Me cae mal esa Alquimia del Verbo,
Poesía, volvamos a la tierra.
Aquí en París se vive de silencio
Lo que tú dices claro es cosa muerta.
Bien si hablas por hablar, "a lo divino",
Mal si no pasas todas las fronteras (Lihn 19).
2. La lengua del
rencor y la destrucción de las cosas
El segundo escenario en que la familia melancólica se desarrolla
corresponde al rencor y destrucción paulatina de las cosas,
cuestión que sugiere un replanteamiento y lectura desde la
óptica de una retina malformada, y que se fija sobre un mundo
lateral. Es decir, tanto la visión como el sonido tienden a
encarar los objetos desde la proximidad. La definición de este
mundo lateral sugiere un movimiento paralelo que deja un perfil al
descubierto, y un lenguaje puro donde es puro el silencio. Coexiste
además una multitud que emite un ruido como otra forma de representación
del silencio: la modernidad silente o bulliciosa. Este mundo lateral,
que en el cine se puede representar por medio del panning de
una cámara, permite enfrentar la realidad peculiar desde su
fugacidad, desde su autoperfil. Este es un aspecto que encontré
a menudo en la poesía de Hotel Marconi, tercer libro de Jesús
Sepúlveda. Hotel Marconi es primordialmente un libro sobre
el discurso interlineal, sobre el diálogo de personajes que
habita en este mundo lateral. La dinámica que se utiliza está
planteada por las formas vivas del rencor y de la destrucción
de los objetos, además de estar expresado en una voz adquirida
como poeta y otra rodeada por voces subalternas que deben responder
a sus propias agendas míticas en el discurso final. Por consiguiente,
estas formas contradicen las emociones representacionales que forman
parte de las distintas operaciones idiomáticas y post-reflexivas.
La relación que se establece en el proceso escritural es de
tipo más bien de contagio, de acuerdo a los conceptos que rigen
la contigüidad y la similitud, lo que Frazer ha llamado "magia
contagiosa"(21). Es decir, substancia o droga presente en Hotel
Marconi, es el vehículo que estimula el viaje por el mundo
de lo literario sin ser literario.
El asunto de opio era fuerte
Cocteau enloqueció en el Sanatorio
Fue una negra
Esos con revólver en portaliga y entrepiernas ligero
Había un hombre
-por supuesto siempre hay un hombre- (Sepúlveda 49).
Este personaje detectivesco, extraído de las novelas de Chandler,
en donde la narración es una imagen fragmentada de "percepciones
fragmentadas de la experiencia Americana"( Jameson 124). Por
otra parte las transgresiones a la ley o a las costumbres están
definidas por las relaciones de violencia que se generan entre sí.
Lo delincuencial del término "droga o substancia"
es en última instancia un perfil de este mundo paneado
por la mano protectora del establecimiento o poder. Pero la substancia
transguesora, y lo vemos en Baudelaire, determina la forma en que
el mundo intangible recupera su color y su esencia, dando origen a
la sinestesia: el mundo de las percepciones abandonado después
de las pruebas científicas del discurso y la narrotología.
Frazer también aclara que la magia está basada en el
error o el engaño de nuestras ideas en determinadas circunstancias,
y que además perduran como tales a lo largo de la historia.
Hotel Marconi funciona con un mecanismo parecido, el de la substancia
transgresora: la droga, el acohol, el exceso; osea, desde el contagio
mismo y del error de las asociaciones de ideas. Con esto me refiero
al pasado, al retrato de la niñez y juventud que a cada momento
da tumbos en el suelo.
La realidad gira como carrusel que no se detiene y provoca
náuseas
A veces deseo saltar de un onceavo piso
y estrellar mi billetera contra el pavimento (Sepúlveda
19).
En Hotel Marconi, la substancia transgresora es la única posibilidad
de cohabitación con los abismos que Blanchot menciona --en
relación a Mallarmé al acto de la escritura--,"Unfortunately,
by digging this thoroughly into verse, I have encountered two abysses
which make me despair. One is Nothingness(28-29)." La nada es
posible entonces en la magia y en el abismo que deja Dios y la conciencia
de una muerte suicida. Esto es exactamente lo que vemos en el poema
de Sepúlveda titulado "Seattle", en donde todos estos
conceptos abstractos y erráticos se conjuran recíprocamente,
"El neón precipita su luz/ sobre mi cuchara puesta en
la mesa/ las argollas de humo tienen un corazón suicida"
(40).
En otros textos sobrevive una temática basada en las percepciones
duras y equivalentes a la melodía del espanto, la traición
y el apetito animal. Figuras que hablan desde el fondo de su bestialidad
y soledad. El personaje "el cholo", que es también
el polaco, el judío,etc., esquiva el engranaje cinematográfico
del que emerge para reproducir un discurso autoritario y carnívoro,
y culminar en una violencia zoomorfizada. Sin embargo, para que el
poema opere desde un escenario posible, se configura el sujeto en
lo visible, lo que Sepúlveda llama "el cholo". Personaje
marginal que irá formando el hilo conductor del libro, y que
en muchos de sus registros se hará cargo de la experiencia
de la dirty poetry de Bukowski y de la poesía Beat
legendaria; es decir, la marginalidad que carga el poeta contra su
propia imagen, la institucionalidad y el circus cultural. Según
lo anterior, esta poesía no se inscribe en torno a la otredad,
sino desde la otredad misma. Un resplandor que cubre la urbe americana.
Quizás una buena metáfora que describe este mecanismo
es el peep-hole o pequeña rendija por donde se mira,
y que en su acción verbal o peeping Tom se vincula con
la gratificación sexual que da la mirada: el uno se coloca
frente al espejo mientras el otro lo hace desde la puerta,
entonces cada vez que el otro golpea a la puerta, el rostro
del uno cambia. Esta transformación, se realiza a plazos, y
cada plazo tiene como reacción un gesto de violencia. Así,
Sepúlveda escribe en el poema "Angoras":
Veo la noche desde un tercer piso
que cierra en semicírculos
su ventanal gastado
Nada puede apagar la obsesión
del hombre que se ríe de sí mismo
Mi barba cae al desagüe
Tres vestales quieren matar
mi rostro de Cristo
Tres mujeres y cocaína en un departamento
Cuando el centro es un punto de fuga
las esquinas se distancian a la misma velocidad (20).
Esta suerte de descontrucción de la personalidad y de la idea
que nos hacemos del mundo exterior no responde a la la necesidad de
destruir las cosas que nos conectan al sujeto con un mundo "rígido",
"calculado" y "verosímil". Hotel Marconi,
profesa el espacio abatido, el submundo subliterario e intraliterario
con giros propios o adoptados, como en su arte poética,
Es duro este vaciamiento
palabras retorcidas por el peso de su
/retórica
intento de rescatar este amanecer de los /brazos de la muerte
(Sepúlveda 41).
En el poema "Spleen" se construye en este mundo con elementos
del simbolismo siempre presentes como "la fachada exterior".
Leer "Spleen" desde el punto de las teorías recepcionistas
es leer la lírica de la substancia, que acorta las distancias
entre el receptor y la autoría como tal. Por lo mismo, una
de las soluciones que Sepúlveda da en el poema "Spleen"
está precisamente vinculado a esta reducción del mundo
al que Baudelaire se refiere:
"En este mundo angosto y vomitivo, un solo objeto conocido
me sonrie: el frasco de laúdano; una vieja y terrible
amiga. Como todas las amigas, ¡ay!, tan fecunda en caricias
como en perfidia" (14).
Por otro lado, "Spleen" es un poema que también
recupera la experiencia del meteco latinoamericano que recorre las
avenidas forradas de neón. Es un poema que se escribe desde
la cultura prestada, desde la retina malformada, "El enrejado
de las casas es absolutamente insoportable/ y los vaqueros continúan
escupiendo/ igual que hace 20 años en la TV blanco y negro"(28).
En conclusión, abordar la escritura en los Estados Unidos es
desprenderse de esta familia melancólica. Una familia que posee
los bienes simbólicos, las dinámicas de poder que reforman
la moda y ejercen la crítica cultural. En definitiva la propuesta
de escritura en un medio cultural como el de los Estados Unidos está
sujeta a una encarnada lucha entre referentes y significantes. Así
en Hotel Marconi, --que es un sitial de la nada, un lugar de residencia
indeleble en el mapa de Santiago, Oregón, Miami o Caracas--,
la forma de escritura busca y apuesta a un desprendimiento familiar,
a una antimelancolía (en contra de la estructura melancólica)
y supresión del estado de las cosas. El referente es el yo,
es él el que habita en aquellas, "Proyectadas figuras/
que me visitan sin rostro/ en el firmamento de un techo raso"(Sepúlveda
9).
Notas
(1) Esta idea viene de un verso del poema "Eugene,
Oregon"
(Hotel Marconi, Sepúlveda): "Rostros migratorios en la
imagen malformada de la retina" (27).
(2) Ver Número Quebrado 1, Santiago de Chile:
1987
(3) En el libro The order of Things, Foucalt, se establece
cuatro formas principales: conveniencia, emulación, analogía
y simpatía, ésto hace posible que lo invisible se haga
visible a través de marcas o signaturas (67-68).
Obras Citadas
Baudelaire, Charles. Spleen de París.
Madrid: Visor Libros, 1998.
Blanchot, Maurice. The Space of Literature.
Nebraska: Nebraska Press, 1982.
Foucault, Michel. The Order of Things.
New York: Pantheon Books, 1970.
Frazer, Sir james. The Golden Bough.
New York: Macmillan Publishing Co., Inc, 1976.
Most, Glenn W & Stowe, William W.
The Poetic of Murder, New York: Harcourt Bracee Jovanovich,
Publishers, 1983.
Lihn, Enrique, La musiquilla de las
pobres esferas. Santiago: Editorial Universitaria, 1969.
Paz, Octavio. Laberinto de la soledad.
México: Fondo de Cultura Económica, 1991.
Sepúlveda, Jesús. Hotel
Marconi. Santiago: Cuarto Propio, 1998.
Stabb, Martin S. In Quest of Identity.
Chapel Hill: North Carolina Press, 1967.
Este artículo apareció
en el libro La poesía hispánica de los Estados Unidos,
publicado por la Universidad de Sevilla (España) el año
2001. Los editores fueron: Lilianet Brintrup, Juan Armando Epple y
Carmen de Mora.