Quién no se ha sentido alguna vez lleno de nostalgia al escuchar
los versos, hechos tango, de Gardel, Le Pera y Battistella: "Barrio
plateado por la luna,/ rumores de milonga/ es toda tu fortuna;/ hay
un fuelle que rezonga/ en la cortada mistonga" (...) "Barrio,
barrio,/ que tenés el alma inquieta/ de un gorrión sentimental.".
Y no es para menos, pues todos los que hemos nacido en una ciudad
cualquiera de Latinoamérica (u otro lugar del mundo), de alguna
manera poseemos un importante sentimiento de pertenencia con algún
barrio o sector determinado de la ciudad. El barrio es el lugar donde
crecemos, donde hacemos nuestros primeros amigos y donde, la gran
mayoría de las veces, encontramos a nuestro primer amor. Podríamos
decir que el barrio es la extensión de nuestro hogar, el jardín
colectivo de los habitantes de un lugar específico. Cada barrio
posee, generalmente, una peculiaridad muy característica y
fácil de identificar que le da identidad propia. Y obviamente,
esto no podía pasar desapercibido a cantores y poetas, los
que han llenado cientos de páginas con sus versos y melodías
dedicadas a evocar los periplos por los diferentes barrios de sus
ciudades natales o los que les tocó conocer y dejaron en ellos
profunda huella.
Uno de los países donde el concepto de barrio se encuentra
más arraigado en el pueblo es Argentina, y en especial en su
capital Buenos Aires. La identificación entre barrio y ciudadano
es fundamental para los bonaerenses, lo mismo que las esquinas. Existe
un profundo sentido de pertenencia. Cientos de tangos y poemas dan
cuenta de esto, como por ejemplo, el inolvidable "Sur"
de Manzi y Troilo: "San Juan y Boedo antiguo y todo el cielo,/
Pompeya y más allá la inundación./ Tu melena
de novia en el recuerdo/ y tu nombre flotando en el adiós"
(...) "La esquina del herrero, barro y pampa,/ tu casa, tu
vereda y el zanjón" (...) "Nostalgia de las
cosas que han pasado./ Arena que la vida se llevó./ Pesadumbre
de barrios que han cambiado/ y amargura de un sueño que murió".
Así, suman y siguen los poetas porteños, los barrios
de La Boca, Palermo, Chacaritas y Avellaneda, entre otros, son cantados
permanentemente.
En el caso de nuestro país, tendríamos que decir que
Chile no se destaca, precisamente, por una plena identificación
de los habitantes con sus barrios, salvo excepciones. El chileno,
en general, tiende a identificarse con sectores más amplios
de la ciudad, como las comunas o conjunto de varias comunas. Un ejemplo
de ello, en el caso de Santiago, es que el llamado Barrio Alto es
la denominación que se da al sector capitalino que comprende
desde Plaza Italia hacia el oriente, y que abarca varias comunas.
Otros sectores que se mantienen con el concepto "barrio"
en la memoria colectiva, en lo que a la capital se refiere, son el
Barrio Brasil, Barrio Yungay, Barrio Bellavista y el Barrio Franklin,
entre otros. Durante la tiranía militar cobró mucha
fuerza el concepto: "Las Poblaciones", que fueron, en la
práctica, los bastiones de la resistencia popular contra los
militares, destacándose entre ellas La Legua, La Victoria,
La Bandera, Santa Mónica, etc. Muchos poemas y canciones nos
hablan de estos lugares y el papel que jugaron en un momento clave
de nuestra historia. Una historia, que por lo demás, pronto
debiera comenzar a escribirse y recopilar, a través de ella,
la literatura escrita sobre estos vastos sectores de la ciudad.
Volviendo a los barrios y a los poetas chilenos, éstos sí
que se han identificado plenamente con ellos, dejando numerosos escritos
al respecto. Un caso emblemático es el de Pablo Neruda
y sus poemas dedicados a los crepúsculos de la calle Maruri
en el barrio Independencia: "Un río abraza el arrabal
como una/ mano helada que tienta en las tinieblas:/ sobre sus aguas/
se averguenzan de verse las estrellas./ Y las casas que esconden los
deseos/ detrás de las ventanas luminosas,/ mientras afuera
el viento/ lleva un poco de barro a cada rosa". Por su parte,
el narrador Luis Cornejo escribió un libro titulado
"Barrio Bravo", que nos cuenta acerca de la vida de los
habitantes de los barrios Plaza Chacabuco, Vivaceta y la Vega Central.
En su novela "El Roto", Joaquín Edwards Bello
nos introduce en la vida prostibularia de una parte del barrio Estación
Central y sus calles aledañas en el Santiago de la primera
mitad del siglo XX. El mismo autor, en su libro "En el viejo
almendral", nos traslada a uno de los barrios más característicos
del puerto de Valparaíso. En este mismo lugar se encuentra
el barrio de Playa Ancha, considerado por sus habitantes una "República"
y cantado por numerosos poetas, como Osvaldo "Gitano"
Rodríguez desde el exilio: "No sólo por
recordar te recuerdo/ tierra/ bajo esta lluvia de agosto/ opuesta
página de verano y luz".
El poeta Pablo de Rokha, también nos habla de su paso
por algunos barrios, como los de la orilla norte del río Mapocho
con sus mercados, flores y tentaciones culinarias: "El farol
del pequenero llora, por Carrión adentro, en Santiago,/ por
Olivos, por Recoleta, por Moteros y Maruri, derivando hacia las/ Hornillas,
el guiso del río Mapocho inmortal y encadenado,/ como los rotos
heroicos,/ afirmación del trasnochador, les suele hacerles
agua la boca a los borrachos de acero/ picante y fragante a cebolla...".
En cuanto a los poetas de las últimas generaciones existe gran
identificación con lo urbano y algunos de ellos, en sus obras,
han plasmado su marcada relación con algún barrio en
particular. Es el caso de Genaro Sandoval, nacido en el barrio
que circunda la Plaza Bogotá y fallecido tempranamente en 1997,
que además musicalizó sus propios versos: "La
primera geografía de mi vida/ limitaba al sur con la Plaza
Bogotá./ Más allá el mismo cielo era otro cielo/
y otros ángeles aquellos del puñal." (...)
"Barrio taita el de la plaza,/ la Tranquera y el Gardel./
Sierra Bella, Ñuble, Lira y un corazón despojado por
querer" (...) "Nunca me he ido de este barrio,/ siempre
vuelvo con mis muertes/ y mis vidas por vivir. / Y silvando por un
cielo tan cercano,/ ahora vuelvo a San Diego a dormir". Caso
premonitorio el de este joven poeta. Horacio Eloy es otro vate
identificado profundamente con los antiguos barrios de la capital.
Viejas calles, plazas, cines y emporios recorren sus poemas, que además
reflejan a una parte de aquellos jovenes que crecieron bajo estado
de sitio: "Tomaba vino por las plazas/ aquellas de columpios
marchitos,/ de gatos sin tejados ni collares,/ esas de estatuas sin
rostro,/ esas del amor con gafas". O este poema: "Aurora
llegó al gran valle/ envuelta en escapularios/ con un rosario
prendido en su pubis" (...) "Desde entonces/ siempre
sus muslos y pechos/ hacían transpirar/ las oscuras animitas/
de nuestro barrio".
En regiones también tenemos ejemplos de barrios de otros tiempos
que permanecen en la memoria. El poeta Juan García Ro,
nacido en la oficina salitrera de María Elena (estas oficinas
representaban, de una u otra manera, una forma de barrio muy especial)
canta con nostalgia a su lugar de origen: "Los edificios,/
poco a poco,/ van pariendo sombras,/ vomitando bocas sin palabras,/
ascensores muriendo de cansancio/ y escaleras como un largo hastío/
suben al cielo a respirar infancia". La poeta talquina Elcira
Bravo, en tanto, nos recuerda la calle de su barrio en el siguiente
poema: "Mi calle es la de retamas,/ la de retama amarilla./
Mi calle es la más pequeña;/ pero tiene dos orillas,/
dos orillas de jardines/ con balcones y con verjas/ y a medianoche
la luna/ con los geranios conversa".
En el extremo sur del país, en la región de Magallanes,
también los poetas asumen su pertenencia y nos dejan algunos
versos que nos muestran los fríos barrios de las ciudades más
australes del mundo. Un ejemplo son estos versos del puntarenense
Ramón Díaz Eterovic: "¿Dónde
está la nieve pura/ que tocaba las ventanas con su sombra?/
La puerta de la casa está cerrada,/ y el viento divide/ los
rincones impares de la noche./ Caen los astros sobre los espejos de
hielo/ formados en la geografía humilde del barrio".
O los versos de la joven poetisa Maribel Valle, de la misma
ciudad: "Yo digo que las luces recuestan su sombra en las
calles/ sudorosas, húmedas y tan concretas/ como la solitaria
figura de mi cuerpo, acomodado en un rincón del olvido cercano."
(...) "Ahora los pedazos se distribuyen al por mayor/ en la
otra esquina, ahí donde se reúnen cada/ noche los que
no están".
En la región de San Antonio, en el litoral central, el poeta
Roberto Bescos nos habla del viejo puente de Llo-Lleo, ubicado
en un melancólico barrio de la localidad: "...y el
puente/ Que se fue entre las herramientas del hombre/ Voló
para hacerse memoria" (...) "Más allá
los rieles. Por el estero/ Abajo y los jardines de la tierra".
En fin, serían muchos los poetas que podríamos mencionar,
y que escribieron acerca de los barrios, una tarea que daría
para una extensa antología. Mas lo que pretende esta brevísima
reseña es incitar, a través de la poesía, a recuperar
ese sentimiento de identidad tan necesario en la vida de los pueblos.
Rescatando, en esta ocasión, la memoria, como decíamos
al principio, del lugar que nos vio nacer y crecer. Muchas veces aunque
sea en la distancia, como aquellos versos de los poetas del tango,
Blomberg y Maciel: "Siempre te están esperando/ allá
en el barrio feliz./ Pero siempre está nevando/ sobre tu sueño
en París".
Imagen: Díptico. Río Mapocho arriba, Río Mapocho abajo.
Fotoemulsión Mixta
Enrique Zamudio