Por estos días se realiza el XV Festival
Internacional de poesía de Medellín, que este año
cuenta con la participación del nigeriano Premio Nobel de Literatura
1986 Wole Soyinka. Marta Sepúlveda, escritora colombiana que
reside temporalmente en Miami dirige esta nota sobre el evento al
director de Cronopios, diario virtual colombiano de gran difusión,
Ignacio Ramirez.
…Ojala la poesía diera para tanto mi querido Ignacio.
Ojala nos alcanzara a los que la cometemos, para rebanarle los filos
a la mediocridad y a las cosas simples que se convierten en criticas,
por el solo hecho de estar vivos. Como si ésta vida fuera una
competencia de fondo, en donde la medalla de oro, se la lleva el que
tenga más aguante.
Ojala sirviera para algo más, que para no dejarnos morir de
silencio. Como por ejemplo, para endulzar tu café que no puede
llevar azúcar natural. O para teñir una camisa vieja
de las que uno se resiste a botar, porque siente que se deshace de
un pedazo de su historia; de una parte espantosa pero importante.
Y entonces, le metemos superstición a la cosa, y decimos que
mejor no tirarla; porque podría servirle a alguien, o tiene
tanta energía propia en sus fibras, que es un peligro dejarla
rodar por los basureros, para terminar puesta en los hombros de quién
sabe qué malandro.
O quizá utilizarla, para sazonar esa cena mil veces prometida
y siempre postergada con los amigos. Porque no se ponen de acuerdo
ni ellos ni uno, y ya casi se ha convertido en una amenaza de esas
que tememos. Porque la hemos pronosticado tanto, que la sabemos imposible
de cumplir, con todos los adornos que le pusimos cada vez que la evocamos
en algún lugar del futuro. En fin, ése articulo tuyo
sobre el Festival: "Contra
la guerra: ¡Poesía!" casi me convence.
Pero los dos sabemos que no es cierto más que en nuestros poéticos
delirios. Claro. ¿Qué es la literatura, si no, darse
permiso de soñar? La capacidad alquímica de convertir
la mierda en abono orgánico.
Nos profetizas desde tus CRONOPIOS "… se sorprenderán
despiertos los dormidos y van a roncar de júbilo los desvelados.
Será una remozada Torre de Babel donde las lenguas en lugar
de enredarse harán cadenas y cuyos constructores en vez de
ansiar el cielo o el fondo de la tierra coexistirán conscientes
del prodigio de sus microcosmos y del frenético poder de la
armonía. Recordarán dos torres de hormigón erguidas,
tocadas en su talón de Aquiles por aviones suicidas, náufragos
voladores de intemporales Arcas de Noé, agitadores de apócrifas
tablas de la ley…"
Ya quisiéramos los apóstoles del poetariado semejante
Apocalipsis. Pero no, mi moribundo amigo. Tú, que has regresado
de la muerte sin haberte ido, porque te la comiste a cuento; tú
que nos has inspirado a más de muchos a punta de lengua, y
nos has hecho caminar sobre el mar para acompañarte hasta Italia
en el 2000, en una jornada macondiana, que tuvo más realismo
mágico que todo el escrito por Gabito. Tú, que algún
día del pasado, nos señalaste a uno por uno como elegidos,
y nosotros hipnotizados por esa gracia tuya de encantador de serpientes,
creímos que si; que éramos, que podíamos. Que
nada detendría nuestros imberbes ardores, para rescatar este
planeta prisionero, a punta puro amor al arte.
Sabes que no es cierto. Esta guerra no se arrodillará por
la poesía; ni siquiera nosotros, tus Hombres y Mujeres de Palabra
lo haremos. Porque cada mañana nos prostituimos un poco más,
aceptando otra lectura chimba en un café dizque literario,
por un pago ridículo. Inclusive, sin pago; como quien dice,
se la damos gratis al que nos la pida.
Porque cada día, mendigamos un espacio inexistente para nosotros
en la ciudad que sobrevivimos, cada vez el alcahuete de turno nos
empuja otro abuso por la espalda. Porque quiero recordarte que también
son poetas los que manejan dedocráticamente la poesía
de Medellín como vitrina de la Quinta Avenida de New York.
Porque todos sabemos que hay poetas que nunca han estado allá
y jamás estarán, pero deberían. Y otros que no
merecen haber puesto un pie en ese baile y no pelan viaje a la farra
de Inter o de donde sea.
Porque los mismos lectores en el buzón de tus CRONOPIOS
sacan la cabeza emocionados ante tus arengas y gritan con medio cuerpo
por fuera de esa ventana virtual: "Queremos ver la poesía"
y agitan pañuelos iracundos desde sus balcones electrónicos
en solicitud de su presencia; porque más de una de nosotras,
tus roommates literarias, hemos improvisado un nuevo look para recibirla
como se merece. Pero nunca llega. No aparece su enigmático
perfume en los periódicos nacionales. No nos transcriben sus
prodigios poliglotas en ninguna revista de circulación masiva,
solo aparecen largas listas de nombres, títulos nobiliarios
y burocráticos en una relación mas propia de la sección
de chismes de sociedad. No la dejan arrimarse a los que la soñamos
cual quinceañeras a punto de dormirse con los ojos pegados
al afiche del festival detrás de la puerta.
La poesía de Medellín es una diva que viene y se va
de Colombia, en pura visita de medico. Llega protegida por una nube
de burócratas que la empacan en una limosina, la llevan hasta
Medellín, y ahora la pasean desde la ventana del transporte
por Bogotá, (como cuando vamos por primera vez al extranjero,
en un tour de esos de siete países en cuatro días, en
que toca mirar el itinerario impreso y decir: Hoy es Miércoles
en la mañana, entonces esto debe ser Bruselas). Nos permiten
verla en una exhibición relámpago; igualitica a la de
las reinas de Cartagena o a la de los bellísimos caballos de
Ochoa en la Margarita del Ocho; dejándonos a todos sus amantes
platónicos, con una jaula de par en par en la boca, idéntica
a la que nos deja la primera noche de amor pero sin haber tirado.
Así que mi Ignacio del alma. No nos alborotes las ganas así.
Si tus incendios se cumplieran, créeme que la mayoría
de los que te leemos, mataríamos al de al lado para pasar de
primeros a la hoguera del poema. Pero nos quedamos burlados, vestidos
y alborotados para la misma cita cada año. Con la puntilla
temblorosa en el closet y el baúl puesto con todo y tapa. No
les sigas el juego, no les des más vitrina, no la necesitan.
Déjanos tus renglones para una promesa que nos puedan cumplir,
ya estamos muy viejos para que nos sigan metiendo el dedo entre la
boca.
En esta ocasión, no se avergonzará la guerra mi querido
quijote, tendrá vergüenza la poesía.
Miami, USA, Junio 27 de 2005