Novela
policial chilena post 2000
o el policial de la memoria
Leonardo
Escobar Boehmwald
"El
pasado tiene la clave. Es un libro abierto
con todas las respuestas. Basta
mirarlo, revisar
sus páginas y abrir los ojos con cuidado para
caer
en cuenta. El pasado es un lastre del que no
hay como librarse"
La
Rucia
"Tal vez
sea mejor cambiar de perspectiva y pensar
que el pasado es irreversible, que
nada ni nadie
puede alterarlo, ni siquiera el olvido."
Antonio Mitre
El
presente trabajo pretende desentrañar porqué novelas chilenas escritas
durante el 2000 tales como La
burla del tiempo, La novela de otro y Mapocho,
presentan y utilizan códigos pertenecientes a la novela policial aun no
siendo policiales. Estos códigos se rearticulan siguiendo las características
del policial latinoamericano. Así se muestran como nuevos antagonistas
al olvido y a la memoria, tanto personal como colectiva. la nueva estructura del
policial mostrará una búsqueda que inevitablemente hará salir
muchas verdades a la luz, ya que ponen su atención en lo que fue la dictadura
y las acciones que se llevaron a cabo durante esos años, y que le dará
un nuevo protagonismo a los recuerdos y a las omisiones.
El
género policial ha estado presente desde hace mucho tiempo en la literatura
universal. Tanto en Edipo Rey como en Hamlet, y en muchas otras
obras, se podrían reconocer rasgos pertenecientes a ella. Pero el inicio
del género como tal se produce con "Los crímenes de la calle
Morgue" de Edgar Allan Poe, en 1841. Junto con él, también
podemos encontrar a Conan Doyle, Christie o Chesterton. Con el cuento de Poe se
da inicio a la novela policial de enigma que se caracteriza porque presenta un
delito no aclarado, el detective es la figura central, se utiliza sólo
la argumentación lógica, es decir, se descubre a través de
la razón, y se busca un fin moral ya que a los transgresores se les castiga
de acuerdo a la ley (Sepúlveda, 1995:12).
Como respuesta a este
tipo de novela, en Estados Unidos, Dashiell Hammett y Raymond Chandler estructurarán
la novela policial negra dando sus principales características en el ensayo
"El simple arte de matar" de 1944. En él se establecerá
que el delito ahora afecta a un particular; el detective, aunque usa la razón,
también utiliza el sarcasmo, la violencia y la información ilegal,
el espacio se vuelve un nuevo personaje y la atención se pone en intentar
denunciar la corrupción de las instituciones. (Sepúlveda, 1995:13)
En
definitiva, como establecerá Piglia, la novela de enigma se afirma en la
inteligencia pura y en la figura de un detective que es el razonador puro y el
gran racionalista; mientras que la novela negra presenta como criterio de verdad
la experiencia ya que el investigador se deja llevar por los acontecimientos,
se lanza a la ciudad a buscar la verdad y su investigación va a ir produciendo
nuevos crímenes. (Piglia, 2000: 68)
Influida por esta nueva forma
del género, en Latinoamérica se da paso a una nueva rama que será
el policial latinoamericano. Este tipo de novela policial se apega fuertemente
a las características propias de la novela negra, pero presentará
muchas claves políticas y sociales, indagaciones constantes sobre la identidad
de los sujetos, y la violencia presente casi siempre se referirá a la ejercida
por la autoridad dictatorial. (Franken, 2003: 44)
En Chile, por su parte,
la novela policial se estructurará de dos maneras, y que, como establece
Clemens Franken, en su obra Crimen y verdad en la novela policial chilena actual,
serán: novela con crimen institucional que hace referencia a los años
de la UP y de la Dictadura; y novela con crimen pasional que surge en los últimos
cinco años de la década de los '90. (255)
Sobre lo que ocurre
en los años posteriores, es decir, en el nuevo milenio se pretende trabajar
en este trabajo, aunque no en novelas que sean marcadamente policiales sino en
novelas en las que se puedan reconocer ciertos códigos pertenecientes a
ella. Estas obras son: La burla del tiempo de Mauricio Electorat, y La
novela de otro de Cynthia Rimsky, ambas del 2004; y Mapocho de Nona
Fernández, del 2002.
Se han escogido estas novelas no sólo
porque presentan ciertas características del género negro sino que,
también, porque están ambientadas en los años posteriores
a la dictadura de Augusto Pinochet, y este hecho se presenta como tema transversal
en la anécdota de las tres novelas. De esta manera se observará
como los tres textos presentan como móvil una búsqueda que los llevará
a enfrentarse al pasado y a desenterrar muchos recuerdos olvidados y muchas verdades
ocultas. En la obra de Electorat, Pablo persigue a Nelson para averiguar sobre
el pasado, para buscar la verdad; mientras que en las de Rimsky y de Fernández,
la narradora y la Rucia buscan a su hermano, lo que las hará enfrentarse
a recuerdos y a algunas verdades que tal vez no debían saber.
Antes
de abocarse de lleno a las novelas y a la nueva estructura del policial que ellas
presentan, parece necesario saber por qué el género policial puede
resultar tan interesante o importante para analizar lo que sucede en la post dictadura.
Daniel Link, compilador del texto El juego de los cautos nos permite
esbozar una respuesta aunque sus comentarios no apunten directamente a los períodos
de dictadura. Él establece que lo que se muestra en este género
son las relaciones que se dan entre la verdad, la ley, el detective, el conflicto
y el enigma. (Link, 1992: 8) A partir de estas palabras podemos aventurar que
en un período de ausencia de democracia donde la verdad y la ley desaparecen,
el silencio se vuelve un personaje más de la vida de las personas, el enigma
se vuelve una constante y la necesidad de buscar lo oculto y de intentar sacar
a la luz lo que otros han escondido resulta imperiosa como manera de reivindicar
la memoria y el pasado.
Por esta razón estos textos del 2000 usarán
de nueva manera los antiguos códigos policiales y se construirán
en torno a una búsqueda donde la memoria y el olvido se convertirán
en factores importantísimos para desentrañar el pasado y el presente,
y actuarán en conjunto con los nuevos investigadores que salen a encontrar
la verdad.
De esta manera, lo que resulta relevante en La burla del
tiempo es la parte de la narración que tiene a Pablo y a Nelson como
ejes, ya que es la historia que está ambientada en los años posteriores
al Golpe Militar chileno. Este relato ocurre en París cuando Pablo se encuentra
con el Trauco en las afueras de un cabaret y desde ahí se inicia la búsqueda
de la verdad. Una verdad que estuvo acallada por años y que Riutort ya
había asumido, pero que al presentarse la oportunidad decide ir a buscar,
transformándose en el detective "Yo era el detective y él mi
presa." (131). Aunque Nelson se desaparece, él lo busca en el cabaret,
paga para estar con una prostituta sólo con el fin de averiguar sobre su
paradero, y aunque no lo consigue, decide esperar y seguir a la mujer, que más
por aburrimiento que por convicción le da la información, pero no
sin antes dejarle un recuerdo hecho con un cuchillo. Finalmente llega al bar donde
trabaja el Trauco, y ahí tendrá lugar el encuentro que dará
paso al interrogatorio y que tendrá un solo fin: el conocimiento. "Él
volvió a gritar para imponerse al ruido, ¿por qué viniste?
Le hice una seña, que se acercara: para saber" (92) Y así Pablo
se convierte en el interrogador en búsqueda y que pretende averiguar la
causa de hechos pasados, de verdades remotas que se encontraban en la memoria
de todos, pero en un momento de pausa, de silencio y, sobre todo, de lejanía,
y que, por lo mismo, ya carece de tanto interés:
Quisiera
saber por qué hiciste una declaración falsa en mi contra […] en
el Pedagógico, hace veinte años, pero no te preocupes, no me cuesta
trabajo imaginar por qué lo hiciste y sinceramente no te guardo rencor
[…] Él, Nelson, el Trauco, el que me había vendido […] en un tiempo
tan remoto que ya me parecía otra vida […] sólo atinó a contestar:
lo mismo quisiera saber yo. (132)
|
Pareciera que la búsqueda inicial no tuviera gran importancia, que este
detective sólo está cumpliendo con saciar la curiosidad propia de
aquel que no supo, pero que nunca se negó a saber. La información
ya no le importa porque era una realidad tan remota, tan lejana que no parece
su vida. Remueve el dolor sin saberlo y sin querer hacerlo realmente. Este detective
busca la verdad que se le negó a él y a muchos durante muchos años.
Pero ahora que aparece ya no importa tanto, ya no significará nada para
él más que la simple posibilidad de llenar algunos vacíos
y tener algo que contar. Lo que él no sabe es que al tomar el rol de cuestionador
si hará salir la verdad a la luz, aunque no se dé cuenta. Reactiva
los recuerdos y destroza el olvido que tanto trabajo había costado cosechar,
y el silencio habla y se pasa de un 'dar lo mismo contar' como comienzan los pensamientos
de Nelson ("Parece desconcertado, se pregunta por qué acepté
hablar con él. Seguro. Yo le puedo decir al tiro por qué. Porque
me da lo mismo, me importa un pito. Yo tengo mi conciencia tranquila. No importa
que no haya Dios ni ley, pero la conciencia lo puede matar a uno." (106))
al sufrimiento del mismo Trauco al recordar y al traer al presente la memoria
y el olvido que había cosechado durante años
(Entonces
había cosas que no le iba a contar a nadie. A empujones los sacan esta
vez del auto, con la vista vendada los hacen bajar a patadas por unas escaleras,
¿se creían que iban a bajar por el ascensor, los señoritos?
Y él reconoció de inmediato el lugar, por el olor y la persona […]
Electricidad por todas partes […] y esa cosa dura, gruesa, hundiéndose
en su garganta, como un palo de goma, ¿tienen hambre, eh, Garrido?, pero
que no era un palo porque arrojaba un líquido viscoso […] No, eso nunca.
A nadie) (319 - 320) |
La labor 'policial' de Pablo provoca en Nelson el recuerdo. Para Riutort no significa
más que un ajuste de cuentas verbal (aunque si oculte, tal vez, una sed
de saber), pero para el Trauco se reviven años y experiencias que se había
dedicado a olvidar, pero que vuelven con la fuerza de sabores, olores y golpes.
De esta manera la obra de Electorat utiliza al policial para dar paso a la búsqueda
que se da a un nivel de memoria y de despertar de hechos olvidados. El 'detective'
presente ha estado involucrado de modo directo en los crímenes que pretende
desentrañar y entender, y a pesar de esto perdona al supuesto criminal.
Criminal que también sufre porque existe un poder superior, sin un rostro
individualizado sino que, más bien, como representante de un colectivo,
de un poder violentador y violador, que sigue torturando y persiguiendo después
de años, y que seguramente seguirá haciéndolo por siempre.
Es por esto que este nuevo detective sólo actúa a nivel de preguntas
y de búsqueda, pero no interviene de modo violento ni realiza un ejercicio
de racionalización de los hechos. Es un nuevo investigador que no utiliza
fuerza física, ni sarcasmo excesivo ni tiene una razón iluminadora,
pero que sí posee recuerdos y experiencias
pasadas que son el móvil de su búsqueda y las causantes del asomo
de la verdad.
Por su parte, en La novela de otro también
se puede encontrar que el eje de la obra es una búsqueda, en este caso
la de una hermana por su hermano Moris. Ella viaja de regreso a Chile desde México
para hacer lo que sus padres no se atreven o no desean hacer ("A sabiendas
del dolor que voy a causarle, decido cortar yo con lo que ellos no han sido capaces"
(16)), pero también con el fin de realizar su búsqueda: "Tú
viniste aquí buscando algo - leyó la vidente en la carta que escogí.
No hay muchas alternativas, pensé para mí." (24) Esta búsqueda
entonces, se estructura con base en el pasado ya que lo único que puede
entregarle pistas suficientes para encontrar lo perdido son apuntes de su hermano
que han quedado en la casa que habitó por largo tiempo. Es desde aquí
que esta detective comienza a caminar siguiendo huellas nítidas que sólo
deben ser unidas para lograr alcanzar el final: "Repaso las hojas del cuaderno
negro: contienen apuntes destinados a reescribir un libro. Aparecen las letras
B y Á; también R y A, se me ocurre que son los personajes de la
novela de Moris, pero los puntos en el mapa y el número de teléfono
hacen pensar que se trata de su vida." (29) De esta forma el relato se construye
gracias a que ella investiga, visita lugares y personas que podrían haber
tenido relación con su hermano y con el libro que él escribió.
Así la memoria aparentemente no está como eje ni como ayuda para
la búsqueda, como tampoco lo está el pasado. Pero es desde el pasado
que todo parece tener sentido: el viaje de Moris, la desaparición o nunca
publicación del libro, la búsqueda.
Moris, aún en México,
amenaza "escribiré un libro sobre lo que no se dice" (14) y pelea
con un padre que ha sido detenido por los servicios de seguridad de la dictadura
chilena (12). Un padre que tal vez no quiere que su hijo sufra diciendo cosas
que es mejor no decir, pero que de todas formas le llegan a sus manos "el
editor me encargó escribir una semblanza sobre los familiares de detenidos
desaparecidos al cumplirse quince años del golpe militar." (36) Es
así como el pasado está constantemente volviendo y haciendo mella
en unos "recuerdos de infancia [que] son un mapa sin coordenadas" (20)
de la narradora, pero que sí son traídos al presente por una madre
que sabía como relacionarse con ella a la distancia dejando sus propias
pistas en la casa que muchos años antes había sido de su familia
"la luz del día inunda el biombo chino con motivos de pájaro
que mi madre usaba para separar los ambientes […] mi madre sabía que algún
día yo volvería y buscaría a Moris" (18) La idea de
que se va a regresar al pasado, a un ayer olvidado y con ganas de ser dejado atrás,
se repite constantemente como una noción que tendrá su principal
asidero en la memoria que se niega a ser desterrada. De esta forma va entregando
pistas para poder ser recuperada y traída al presente "Los murmullos
de la vidente, que adivina en el segundo piso el destino de la última clienta
del día, traen de regreso los días en que Moris titubeó,
se enojó, tropezó y se encontró con las cuatro letras que
lo condujeron a lo no dicho. Ellas serán mi guía." (30) La
memoria, ayudada por la vidente o por objetos, lucha por regresar y al hacerlo
la hermana la utilizará para encontrar lo buscado. Es así como la
memoria busca ser rescatada ayudándose de una persona. Se convierte en
parásito de una mujer que hace de todo para encontrar, una mujer que hace
"un esfuerzo para traer al presente lo que ocurrió años atrás."
(67) Y lo va logrando, el pasado irá regresando en forma de anotaciones,
de emociones y de personas, hasta llegar a convertirse en un cúmulo de
sensaciones ajenas que parecen ser propias:
El
hurto, la curiosidad, la búsqueda, el mal no desde el lugar pensado y planeado
por la autoridad; el otro lado de la creación, el fuego, los instintos,
el castigo por el cual jamás verá su imagen reflejada, el mal considerado
como parte de la economía de la creación, el paso por su cara oculta
y tenebrosa hasta llegar a convertirse en un ser perfecto […] uno de mis dedos
se hunde; en vez de sacarlo, termino metiendo toda la mano que se impregna de
aserrín. A través de la abertura advierto minúsculos túneles
de barro que han carcomido las vigas del techo.
(63) |
La casa y sus termitas, el dedo que debería ser sacado del agujero, pero
que no se saca de ahí, se convierte en su búsqueda hasta entonces
infructuosa, que aparentemente sólo encuentra memorias, recuerdos, deudas
sin pagar, curiosidad y 'placeres' sexuales que no complacen, pero que parecen
ser necesarios. Se sufre, se siguen los instintos y se va armando un puzzle al
que parecen faltarle piezas y sobre el cual nunca sabremos si está completo
porque todo queda en la idea de la narradora detective que parece haber descubierto
la verdad, pero que al igual que Pablo, es una verdad a medias, porque hay cosas
e informaciones no dichas o no recordadas.
De esta manera la narradora
de Rimsky actúa como una detective que sólo sigue lo que se le he
es dado y que se encuentra en el lugar de la memoria, que es la casa donde vivió
muchos años antes. Se esfuerza por recuperar lo que no recuerda, lo que
está lejos en el tiempo y en el espacio, viaja para encontrar lo que quiere
y la memoria la fuerza a recorrer y a traer al presente lo no dicho, lo que
no se sabía porque estaba abandonado en el espacio infantil, rodeado de
termitas, hurtos y videntes que lo encerraban.
Finalmente en Mapocho
también nos encontramos con la búsqueda de una hermana por su hermano.
La Rucia vuelve a Chile en busca del Indio sin saber adonde ir, ni donde buscar.
No recuerda donde estaba su casa, ni las calles, ni los lugares de su infancia
por lo que su labor detectivesca se ve truncada por el olvido que sólo
podrá ser superado si a medida que se avanza se van recordando códigos
e historias. De hecho es advertida por una mujer que la nota perdida "Si
quiere un consejo, señorita, haga más memoria, trate de recordar
algo más reconocible." (22)
La estructura del relato se construye
en torno al olvido, a todo aquello que se fue cortando de raíz de la memoria
de los niños por parte de la madre que "corría de un lugar
a otro … cuando pensaban que la carrera había terminado y creían
que iban a establecerse, aparecía algo, un olor, una imagen, un rostro
que a su madre le recordaban Santiago de Chile y bastaba eso para que tuvieran
que agarrar todo y mudarse a otro sitio." (23) Aquí se aprecia como,
si el olvido está desde un comienzo, la memoria también lucha por
ser restaurada, pero se encuentra siempre con algo que no le quiere dar oportunidad
ya que al asomarse, uno debe moverse y alejarse de ella. Esa es la constante en
la búsqueda de la Rucia. No sólo debe luchar con su ausencia de
recuerdos sino que también con los fantasmas del pasado, que no son sólo
suyos sino que también de su familia: "Perdona, mamá pero la
culpa no es mía, es del Indio que se vino a esconder al quinto infierno,
y me arrastró con su voz hasta esta casa de la que tú tanto huiste.
Perdona, mamá, sé que estas paredes no te traen buenos recuerdos,
que por eso nos sacaste de aquí y nos llevaste lejos." (31) Otra vez
la memoria y el olvido se vuelven uno, ya que lo que se quiere olvidar inevitablemente
vuelve a aparecer.
De esta manera se puede establecer que no sólo
se está buscando a una persona sino que también se están
buscando recuerdos, pero todo lo que era de una manera ahora se ha transformado
para complicar más la búsqueda dentro de un espacio ajeno "La
Rucia se ha sacado las patas caminando. Orientada por el mapa grasiento de la
guía, ha recorrido cuanta calle se le ha puesto por delante. […] Sabe que
no está lejos, que por lo menos ese es su Barrio. Está distinto,
maquillado de luces y colores, pero es su Barrio." (28) Aunque hay diferencias,
aunque el pasado ha cambiado, la investigadora debe trabajar, debe recorrer y
extraer pistas, observar lo conocido sea como sea, en el plano que sea. Este nuevo
rol desconocido para ella se articula también en una nueva realidad que
es la de los sueños, la de los recuerdos porque "los sueños
y los recuerdos están conectados. La memoria nutre a la cabeza en el momento
de dormir, la alimenta con imágenes conocidas y el resultado es una mezcla
rara de cosas ya vistas." (87) De esta forma la Rucia va recordando el pasado
como medio y forma de acercarse al presente, recuerda la Cala, las pichangas en
la cancha del Barrio o a la abuela diciéndole que se acostumbre a ver el
poto de la Virgen. Todos estos detalles, tendrán que transformarse en pistas
para poder lograr llegar a su meta. Pero aunque se aproxima a ella, al igual que
los investigadores de Electorat y de Rimsky, la Rucia encuentra la verdad a media
porque aunque está bien encaminada, se le está privando del final:
"Un
maraco, Rucio. Te hice venir y ahora me hago el huevón. Me escondo detrás
de las esquinas. Te observo vagar solitaria por las calles, pisar mis huellas,
andar los mismos recorridos por los que yo anduve, descubrir las mismas cosas
que yo descubrí […] Soy tan concha de su madre que te hice caer en esta
trampa siguiendo a la distancia, paso por paso, tu descenso." (233)
|
Es decir, la investigadora ha seguido bien los indicios, se ha aventurado muy
bien por los caminos que debía seguir, pero es el Indio, su antagonista,
el que la ha hecho caer en la trampa y perder el tiempo haciéndola regresar
constantemente sobre los recuerdos de épocas cargadas de sufrimiento, de
dolor y de muerte.
Ya realizada la revisión puntual de cada novela
se puede apreciar como está presente lo policial. Aparece una de las características
del género muy claramente, y es la de la búsqueda de una verdad
que se ambienta en una época posterior a hechos traumáticos y que
se enmarcan en un período de muerte, de silencio y de ocultamiento.
El
inmediato precedente de este nuevo rasgo del policial presente en las novelas
del 2000 lo presenta Magda Sepúlveda, en el capítulo correspondiente
a la novela policial, del texto Novela chilena, nuevas generaciones de
Rodrigo Cánovas. En la novela anterior se aprecia la existencia de un enfoque
crítico hacia la realidad social y política manejando un espíritu
de denuncia frente a la corrupción de las instituciones. Así los
protagonistas de esta novela se dedican a reordenar el pasado de la comunidad
y de ellos mismos. El detective utiliza los casos para ordenar su vida percibiéndolos
como aprendizaje y ejemplo. Es de esta forma que es inducido a la acción.
Además muchos de los personajes de estas novelas creyeron en ensueños
que en su actualidad no tienen cabida y por eso viven en un total desencanto.
Sienten la ausencia de alguien que los guíe, pero al ir en su busca se
equivocan de camino y no logran encontrar a una figura que les sirva de referente.
(Cánovas, 118 - 120)
Todas estas características se reestructuran
en el nuevo milenio y se da paso a un nuevo estilo policial.
Si bien en
las novelas de los '80 y '90 había una fuerte critica hacia el régimen
dictatorial y se buscaba rescatar o sacar a la luz una verdad que otros se dedicaron
a ocultar; en las novelas actuales la verdad que se intenta rescatar es la verdad
de un individuo que ha decidido olvidar casi como forma de combatir el pasado.
Nelson ha olvidado para no recordar el trauma, la Rucia ha olvidado porque en
el pasado se escondían culpas incestuosas y porque el pasado de su país
no es digno de ser recordado, y la narradora de Rimsky ha olvidado promesas, ha
olvidado objetos y ha vivido en una atmósfera que se ha dedicado a no recordar
a su propio hermano.
Si en las novelas anteriores se buscaba ordenar el
pasado de una comunidad y el propio, ahora el pasado que hay que reintegrar y
articular es sólo el propio. La lucha que se tiene por la verdad resulta
ser propia o, como máximo, de la familia nuclear, pero la comunidad ya
nada tiene que ver. Pablo busca recuperar una verdad porque es él quien
quiere saber, más movido por la curiosidad que por motivos profundos; la
Rucia busca la verdad de la desaparición del Indio para poder vivir tranquila
y de alguna manera dejar descansar, finalmente, a su madre; y la hermana de Moris
busca recuperar su propio pasado incompleto ante la ausencia de su hermano. Es
más, en ellos la búsqueda del pasado, el intento de recuperarlo,
tiene claros visos en el futuro. Entender los hechos pretéritos tendrá
como fin central poder vivir más tranquilos en el futuro. Pero esta visión
sólo los afectaría a ellos, no buscan recomponer la sociedad ni
mejorar la comunidad. De este modo el pasado sólo serviría para
poder estructurar un futuro 'amnésico', sin memoria.
Otro cambio
radica en que este nuevo investigador (ya no es posible denominarlo detective
porque no cumple con ser violento, sarcástico o pura razón, entre
otras características) no es llevado por la corriente, sino que es él
o ella quien produce la corriente. Ya no es un personaje de reacción sino
que es de acción. No existe aquel personaje que presentaba el conflicto
y movía a los detectives; ahora son los propios investigadores los que
se mueven por cuenta propia. En las novelas los tres actúan de esta manera.
Se convierten en buscadores individuales que no solicitan grandes favores y que
no requieren de aprendices o ayudantes. Ellos se dedican a buscar lo olvidado,
porque ese es su nuevo rol, el del buscador, el que sigue el orden de los lugares,
como en Fernández; de los papeles, como en Rimsky, o de los tragos, comidas
y nombres, como en Electorat.
El desencanto, por otra parte, ha dado paso
a la sensación de 'que pase lo que tenga que pasar'. Pablo vive tranquilo
en París y no está desencantado de la vida, ni preocupado por su
pasado. Es más bien éste el desencantado porque lo han olvidado
(otro rasgo nuevo que se da en los tres) y se le cruza en su camino intentando
ser traído al presente. Y lo logra bastante bien: Nelson se enfrenta a
sus traumas y Pablo juega a meterse 'en la boca del lobo' al estar en Santiago
y visitar a los soplones. La Rucia 'vive' tranquila en su cajón hasta que
es el Indio (otra vez un agente externo, cómplice del pasado) el que la
hace volver a los lugares que no necesitaba ver de nuevo ni quería, necesariamente,
recordar. Pero otra vez triunfa la memoria olvidada porque todos los lugares y
fantasmas se manifiestan con el fin de renacer en los recuerdos. Y finalmente,
en Rimsky, el viaje a Chile, la vuelta al pasado, es más con un fin de
'llevar la contra' que con un fin de superación de un desencanto: "La
relación con mi madre es conflictiva. A sabiendas del dolor que voy a causarle,
decido cortar yo con lo que ellos no han sido capaces." (16) De nuevo está
la superación de la historia para apostar por el futuro, pero nuevamente
la memoria y sus códigos se aparecen para intentar ser rescatados. En la
casa que habitaban existen muchos recuerdos y ahí están las pistas
del ayer para encontrar a Moris y traer los años de infancia. Así
en los tres el desencanto no es lo característico, sino que es la quietud
y la fuerza de una memoria que no quiere sucumbir al olvido y que hace todo lo
posible para ser recuperada y reaparecer entre los escombros y traumas del pasado.
Otro
cambio está dado por la búsqueda de personas como referentes, que
es fallida en el pasado, pero que en estas novelas no resulta tan errada, y aunque
no se logra encontrar lo que se busca o a quien se busca, el camino que se sigue
para hacerlo es el correcto. De los tres, Pablo es, claramente, el más
exitoso ya que encuentra la verdad (parcialmente, es cierto) y además,
logra enfrentarse a los enemigos del pasado. La Rucia sigue los pasos correctos,
pero no llega a la meta, porque la meta se mueve y no quiere ser encontrada. La
hermana de Moris, por su parte, construye muy bien el camino de su hermano y,
aunque llega al fin (aparentemente) opta por dejarlo para otra oportunidad. De
este modo la búsqueda parece tener éxito, pero realmente no importa
tanto encontrar o no a alguien porque es la individualidad lo que predomina.
Otro
punto interesante de estos nuevos investigadores es que la verdad que consiguen
se les entrega a medias. Ninguno logra la verdad total y esto se da porque son
movidos por una memoria que ellos realmente no han buscado. La memoria juega con
ellos y es feliz logrando que la recuerden. Pablo logra saber parte porque hay
cosas que no serán contadas y que nadie sabrá nunca; la Rucia busca,
desentraña los códigos y los entiende, pero no llegará a
la verdad porque ésta camina y mira desde los arbustos; y la hermana llega
al final, pero una persiana le niega seguir construyendo la imagen de su hermano
perdido, pero feliz, lector de Economía y Negocios y bebedor de whisky.
Como es la memoria la que los obliga a recordar y se cruza en sus caminos sin
que ellos necesariamente la hayan llamado, lo que logran entender es sólo
la verdad a medias y realmente no les inquieta del todo poder descubrir aquello
que les falta.
Finalmente, y quizás el punto más importante
de esta nueva novela, o más bien, de esta nueva utilización del
código policial, es la presencia de algo que se ha nombrado muchas veces
a lo largo del trabajo: la memoria y el olvido.
Los nuevos códigos
del policial hacen aparecer la memoria como personaje que fuerza muchas relaciones
y acciones, y así reemplaza al espacio personaje de la novela negra, y
a la crítica social en la latinoamericana. Pero no aparece sólo
por el placer de hacerlo sino que sale a luchar contra su antagonista que es el
olvido. Como dice Candau en "Memorias y amnesias colectivas" el olvido
permitió depurar y erradicar las huellas y símbolos de regímenes
políticos anteriores (21) y de esta forma se transforma en "una carta
de triunfo que le permite a la persona o al grupo construir o restaurar una imagen
de ellos mismos globalmente satisfactoria." (23) y es justamente con esto
con lo que nos estamos enfrentando; con sujetos que decidieron olvidar, que prefirieron
'dar vuelta la página' y no seguir pensando en el pasado, ni reviviendo
traumas. Se podría decir que se deseó el olvido porque se vivió
un trauma muy fuerte y marcador y como dice Susana Griselda Kaufman
El
sentido de incluir la noción de trauma como parte de los procesos de construcción
y deconstrucción de la memoria y el olvido, es contribuir a comprender
qué marcas dejan en el nivel subjetivo los procesos represivos, y cómo
estas huellas se alojan en espacios intersubjetivos. Dada la manera particular
de lo traumático, sus ecos y consecuencias hacen que las marcas de lo vivido
en un pasado reciente o lejano estén presentes, actúen expresadas
o silenciadas, vuelvan en diferentes formas y multipliquen sus efectos. (1)
|
Aquí Kaufman rescata la idea de trauma y nos permite entender como esto
lleva a olvidar, o puede justificar el olvido. Nelson olvida su tortura, Pablo
también olvida el período donde corrió peligro, hasta que
el Trauco se le aparece; la Rucia olvida la ciudad donde su madre sufrió,
y la investigadora olvida (aunque nombra) el trauma de sus padres al ser 'requeridos'
por la dictadura.
Todos estos nuevos investigadores han olvidado, pero
estos 'no recuerdos' volverán de diferentes formas: para Pablo como el
portero 'atrae clientes' de un cabaret, para Nelson como un pije de mierda, para
la Rucia como una ciudad maquillada, y para la hermana de Moris como los papeles
o recuerdos dejados por la madre en su antigua casa. Y así entonces aparece
la memoria que "es un proceso complejo, […] que imparte sentido a lo vivido,
vincula presente y pasado. […] El acceso a la temporalidad de la memoria evoca
recuerdos y actualiza marcas que, al repetirse o ser puestos en pensamientos actuales,
se resignifican, son desagregados, aparecen o se olvidan, dando lugar a nuevas
formas de presencia o de ausencia." (Kaufman, 3) Entonces se convierte en
el personaje que los obliga a enfrentarse a ellos mismos. La memoria se vuelve
así en el verdadero rival de los nuevos investigadores. Los hará
descubrir objetos que los llevarán a la verdadera meta: ellos mismos. Y
aquí vemos otro rasgo de esta nueva reestructuración de lo policial:
quien investiga, ya no lo hace para otro (aunque en un comienzo pareciera ser
así) sino que lo hace para sí mismo, pero sin darse cuenta porque
no saben que están siendo objetos de la memoria.
Y de esta manera
vemos a los sujetos en una constante lucha, en un constante batallar porque han
luchado por olvidar, pero se les obliga a recordar. Debería permitírseles
olvidar a veces porque "a la ancestral creencia de que ser significa perdurar
en la memoria, debiera acompañarla otra que afirme, con igual convicción,
que para perdurar en el tiempo también es necesario olvidar." (Mitre,
8)
Estos nuevos investigadores han luchado por olvidar, se han esforzado
por superar los traumas que de por sí son difíciles de abandonar,
pero la memoria se empecina en volver y jugar con ellos. E incluso pasa por sobre
años e intentos de otros por lograr el olvido, ya que las madres aparecen
como su principal aliado, pues intentan que sus hijos no recuerden ni sepan los
dolores que han tenido que vivir.
De esta forma, lo policial da un nuevo
vuelco, su utilización se actualiza y se construye en torno a la recuperación
de la memoria, a la percepción de un futuro preferible y de un pasado olvidable.
Los nuevos investigadores y esta nueva forma del género sucumben ante el
pasado. La memoria se convierte en un nuevo personaje del género policial
y estructura esta nueva novela policial chilena, un policial que se construye
como uno de la memoria donde el detective se convierte sólo en un buscador
/ investigador; donde el pasado desaparece para dar paso al olvido; donde los
medios utilizados son los que aparecen y no los que se buscan; donde se apunta
hacia el futuro más que hacia el pasado y donde el complacer fines individuales
es más importante que el intentar recomponer una memoria colectiva.
Los
nuevos investigadores cometen el mismo error que cometió Eric Lönnrot.
Se 'meten' tanto en su papel que no ven que el objeto del crimen son ellos mismos,
no tiene tiempo de rechazar el ataque porque se dan cuenta muy tarde que han sido
golpeados. Han luchado constantemente contra la memoria y han hecho todo lo posible
por olvidar, pero no se dan cuenta que al buscar, que al invocar hachos que habían
decidido dejar atrás los están haciendo volver y están otorgándole
la victoria a los recuerdos. Si en Borges el detective muere por no apreciar la
trampa con distancia, en las novelas del 2000 los investigadores son absorbidos
por los recuerdos que se buscaron tapar, y las persianas se vuelven a cerrar,
las termitas vuelven a roer, el agua del río vuelve a pasar bajo el puente,
y ellos vuelven a vivir en el pasado y a recibir el disparo de Memoria que les
advierte que tal vez la próxima vez los deje salir de su laberinto de recuerdos.
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