"PORQUE
ESCRIBI"
ENRIQUE
LIHN
Ahora
que quizás, en un año de calma,
piense:
la poesía me sirvió para esto:
no
pude ser feliz, ello me fue negado,
pero
escribí.
Escribí: fui la víctima
de
la mendicidad y el orgullo mezclados
y
ajusticié también a unos pocos lectores;
tendía
la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
una
muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.
Pero escribí: tuve esta rara certeza,
la
ilusión de tener el mundo entre las manos
-¡qué
ilusión más perfecta! como un cristo barroco
con
toda su crueldad innecesaria-.
Escribí,
mi escritura fue como la maleza
de
flores ácimas pero flores en fin,
el
pan de cada día de las tierras eriazas:
una
caparazón de espinas y raíces.
De
la vida tomé todas estas palabras
como
un niño oropel, guijarros junto al río:
las
cosas de una magia, perfectamente inútiles
pero
que siempre vuelven a renovar su encanto.
La especie de locura con que vuela
un anciano
detrás
de las palomas imitándolas
me
fue dada en lugar de servir para algo.
Me
condené escribiendo a que todos dudaran
de
mi existencia real
(días
de mi escritura, solar del extranjero).
Todos
los que sirvieron y los que fueron servidos
digo
que pasarán porque escribí
y
hacerlo significa trabajar con la muerte
codo
a codo, robarle unos cuantos secretos.
En su origen el río es una veta de
agua
-allí,
por un momento, siquiera, en esa altura-
luego,
al final, un mar que nadie ve
de
los que están braceándose la vida.
Porque
escribí fui un odio vergonzante,
pero
el mar forma parte de mi escritura misma:
línea
de la rompiente en que un verso se espuma
yo
puedo reiterar la poesía.
Estuve enfermo, sin lugar a dudas
y
no sólo de insomnio,
también
de ideas fijas que me hicieron leer
con
obscena atención a unos cuantos psicólogos,
pero
escribí y el crimen fue menor,
lo
pagué verso a verso hasta
escribirlo,
porque
de la palabra que se ajusta al abismo
surge
un poco de oscura inteligencia
y
a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.
Porque escribí no estuve en casa del
verdugo
ni
me dejé llevar por el amor a Dios
ni
acepté que los hombres fueran dioses
ni
me hice desear como escribiente
ni
la pobreza me pareció atroz
ni
el poder una cosa deseable
ni
me lavé ni me ensucié las manos
ni
fueron vírgenes mis mejores amigas
ni
tuve como amigo a un fariseo
ni
a pesar de la cólera
quise
desbaratar a mi enemigo.
Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque
escribí porque escribí estoy vivo.