Si se ha de
escribir correctamente poesía
no basta con sentirse desfallecer
en el jardín
bajo el peso concertado del alma o lo que fuere
y
del célebre crepúsculo o lo que fuere.
El corazón es pobre de
vocabulario.
Su laberinto: un juego para atrasados mentales
en
que da risa verlo moverse como un buey
un lector integral de
novelas por entrega.
Desde el momento en que coge el violín
ni
siquiera el Vals triste de Sibelius
permanece en la sala que se
llena de tango.
Salvo las
honrosas excepciones las poetisas uruguayas
todavía confunden la
poesía con el baile
en una mórbida quinta de recreo,
o la
confunden con el sexo o la confunden con la muerte.
Si se ha de
escribir correctamente poesía
en cualquier caso hay que tomarlo
con calma.
Lo primero de todo: sentarse y madurar.
El odio
prematuro a la literatura
puede ser de utilidad para no pasar en
el ejército
por maricón, pero el mismo Rimbaud
que probó que
la odiaba fue un ratón de biblioteca,
y esa náusea gloriosa le
vino de roerla.
Se juega al
ajedrez
con las palabras hasta para aullar.
Equilibrio
inestable de la tinta y la sangre
que debes mantener de un verso
a otro
so pena de romperte los papeles del alma.
Muerte,
locura y sueño son otras tantas piezas
de marfil y de cuerno o lo
que fuere;
lo importante es moverlas en el jardín a cuadros
de
manera que el peón que baila con la reina
no le perdone el menor
paso en falso.
Quienes insisten
en llamar a las cosas por sus nombres
como si fueran claras y
sencillas
las llenan simplemente de nuevos ornamentos.
No las
expresan, giran en torno al diccionario,
inutilizan más y más el
lenguaje,
las llaman por sus nombres y ellas responden por sus
nombres
pero se nos desnudan en los parajes
oscuros.
Discursos, oraciones, juegos de sobremesa,
todas
estas cositas por las que vamos tirando.
Si se ha de
escribir correctamente poesía
no estaría de más bajar un poco el
tono
sin adoptar por ello un silencio monolítico
ni decidirse
por la murmuración.
Es un pez o algo así lo que esperamos
pescar,
algo de vida, rápido, que se confunde con la sombra
y
no la sombra misma ni el Leviatán entero.
Es algo que merezca
recordarse
por alguna razón parecida a la nada
pero que no es
la nada ni el Leviatán entero,
ni exactamente un zapato ni una
dentadura postiza.