[ Nada tiene que
ver el dolor...]
Nada tiene que ver el
dolor con el dolor nada tiene que ver la desesperación con la
desesperación Las palabras que usamos para designar esas cosas
están viciadas No hay nombres en la zona muda Allí, según
una imagen de uso, viciada espera la muerte a sus nuevos
amantes acicalada hasta la repugnancia, y los médicos son
sus peluqueros, sus manicuros, sus usurarios usuarios la
mezquinan, la dosifican, la domestican, la encarecen porque esa
bestia tufosa es una tremenda devoradora Nada tiene que ver la
muerte con esta imagen de la que me retracto todas nuestras
maneras de referirnos a las cosas están viciadas y éste no es
más que otro modo de viciarlas Quizá los médicos no sean más
que sabios y la muerte -la niña de sus ojos- un querido
problema la ciencia lo resuelve con soluciones parciales, esto
es, difiere su nódulo insoluble sellando una pleura, para
empezar Puede que sea yo de esos que pagan cualquier cosa por
esa tramitación Me hundiré en el duelo de mí mismo, pero
cuidando de mantener ciertas formas como ahora en esta
consulta Quiero morir (de tal o cual manera) ese es ya un verbo
descompuesto y absurdo, y qué va, diré algo, pero
razonable mente, evidentemente fuera del lenguaje en
esa zona muda donde unos nombres que no alcanzan a
ser cuando ya uno, qué alivio, está muerto, olvidado ojalá
previamente de sí mismo esa cosa muerta que existe en el
lenguaje y que es su presupuesto Invoco en la consulta al
Dios de la no mismidad, pero sabiendo que se trata de otra
ficción más sobre la unión de Oriente y Occidente de
acápites, comentarios y prólogos Un muerto al que le quedan
algunos meses de vida tendría que aprender para dolerse,
desesperarse y morir, un lenguaje limpio que sólo fuera
accesible más allá de las matemáticas a especialistas de una
ciencia imposible e igualmente válida un lenguaje como un
cuerpo operado de todos sus órganos que viviera una fracción de
segundo a la manera del resplandor y que hablara lo mismo de la
felicidad que de la desgracia del dolor que del placer, con una
sonriente desesperación, pero esto es ya decir una mera
obviedad con el apoyo de una figura retórica mis palabras no
pueden obviamente atravesar la barrera de ese lenguaje .........................................................................................
/ desconocido ante el cual soy como un babuino llamado por
extraterrestres a interpretar el lenguaje humano Ay dios
habría que hablar de la felicidad de morir en alguna inasible
forma de eso que acompañó a la inocencia al orgasmo a todos y a
cada uno de los momentos que improntaron la memoria con
impresiones desaforadas Cuando en la primera polución -mucho
más mística que la primera comunión- pensabas en Isabel ella no
era una persona sino su imagen el resplandor orgástrico de esa
creatura que si vivió lo hizo para otros diluyéndose para ti
carnalmente ........................................................................
/ en el tiempo de los demás sin dejar más que el rastro de su
resplandor en tu memoria eso era la muerte y la muerte advino y
devino el click de la máquina de memorizar esa repugnante
devoradora acicalada en palabras como éstas tu poesía, en suma
es la muerte el sueño de la letra donde toda incomodidad tiene
su asiento la cárcel de tu ser que te privaba del otro nombre
de amor ...........................................................
/ escrito silenciosamente en el muro o figuras obscenas untadas
de vómito tu vida que -otra palabra- se deslizó, sin haberse
podido engrupir en lo existente detenerse en lo pasajero hundir
el hocico feliz en el comedero, golpear por un asilo
nocturno con el amor como con una piedra la muerte fue la
que se disfrazó de mujer en el altillo de una casa de piedra y
para ti de sombra y humo y nada porque ya no podías enamorar a
su dueña, temblando del placer de perderla bajo una claraboya
con telarañas tienes que reconstituir ese momento ahora que la
dueña de la .......................................................................
/ casa es la muerte y no la otra, esa nada ese humo esa
sombra darte el placer de ser ella y de unirte a ella como los
labios de Freud que se besan a sí mismos
[ De todas las
desesperaciones...]
De todas las
desesperaciones, la de la muerte tiene que ser la peor ella y
el miedo a morir, cruz y raya cuando ya se puede pronosticar el
día y la hora Hay una fea probabilidad de que el miedo a morir
y la desesperación ................................................................................
/ de la muerte sean normalmente inseparables como la uña y la
carne Recuerdo a un amigo de otros años él huía de noche de
...................................................................
/ su casa y del hospital sin más salvoconducto que el que se
daría a un condenado en el infierno se dejaba caer en casa de
amigas que no compartían su amor .....................................................
/ por ellas, condenadamente bellas exigía con argumentos
propios de la ciencia de la locura que lo recibieran en esas
casas como huésped estable me parece ver cómo al final de esas
conversaciones imposibles era reconducido a su madriguera por
las señoras y los esposos en medio del gran silencio, él, el
gnomo de la selva negra del amanecer de vuelta a su
anticasa o al aeródromo de los hospitales para que no perdiera
su vuelo.
La
Calva
La llamamos la Calva,
creemos asistir todos desde el colegio a su parca lección o
desde más allá cuando nacemos y ella, medio escondida de la
teta materna nos da la suya nadie recuerda esa comunión con
la noche nadie recuerda una palabra suya la jauría se escapa
por todas las ventanas de la sala vacía en que la Calva
aburre al niño de su teta y además ella es muda como el cine
de antaño pero no gesticula para darse a entender ni se
acompaña del piano de un viejo saltimbanqui Simplemente está
allí donde todos la miran sin verla, una ceguera que imita a la
mirada Presencia, en todo caso, a la Calva le sobra En vivo
y en directo, es el horror de espectar -palco la calle- un
accidente de tráfico con sus cadáveres instantáneos y
extrañamente irreversibles A esa calva que hace la ronda de la
noche servicio militar obligatorio forzada al uniforme o a
las gafas oscuras extrínsecamente asociada al degüello a la
desaparición Los mendigos también han llegado a lo último de
sí mismos pabilos parpadeantes serían sus representantes
efímeros y el travesti parado en una esquina como un
guerrero de la mala muerte Una calva furiosa sobreactúa por
ella la presencia sobrante de esta desconocida su
banalización mejor rentada aparece en la radio y en la
prensa en la televisión que le pone colores de irrealidad.
La Calva es la vedette de estos medios que luchan salvo error o
excepción por llenar este mundo de fantasmas vivientes esos
que se electrizan cuando cae un avión y mueren todos sus
pasajeros, cuando el corresponsal de guerra capta al vuelo lo
peor de una masacre y muere él mismo La llamamos la Calva
para disminuirla con un feroz apodo y no ..........* Así es
como abandonamos en un ...........* a nuestra dama y señor de
compañía el poderoso andrógino perfecto que invisible camina
a nuestro lado toda, toda la vida lo aceptemos o no y
aceptarlo sería lo mejor
No es ella ni él, ni un
monstruo ni un demonio puede domesticarnos si lo dejamos,
actúa su presencia netamente interior porque la llevamos en
la sangre lo respiramos como el aire y la luz ella está en
la placenta de la madre arrullando al nonato como la nodriza
más íntima
Él si lo deja puede
hacernos ver la nuestra en su cara que se ríe más allá de la
desgracia, pero sin ninguna ironía saldado el
doloroso precio de la existencia, del río, de la carne más
que los accidentes del camino La buena muerte dice el dolor es
el ser Y el ser este deseo de ser que ella podría extenuar
si la dejaran, llenar de cabecera la esporádica ausencia de los
médicos y hacer ver al enfermo de extrema gravedad la
ingravidez de un feroz peso relativo que significa casualmente
existir
...* Ilegible en el
original
|