LA HORA DE LA
ESTRELLA
(novela)
texto
escogido
DEDICATORIA DEL AUTOR
(En verdad, Clarice
Lispector)
He aquí que dedico esto al viejo Schumann
y a su dulce Clara, que hoy ya son huesos, ay de nosotros. Me dedico a
un color bermejo, muy escarlata, como mi sangre de hombre en plenitud
y, por lo tanto, me dedico a mi sangre. Me dedico sobre todo a los
gnomos, enanos, sílfides y ninfas que habitan mi vida. Me dedico a la
añoranza de mi antigua pobreza, cuando todo era más sobrio y digno, y
yo no había comido langosta. Me dedico a la tempestad de Beethoven. A
la vibración de los colores neutros de Bach. A Chopin que me
reblandece los huesos. A stravinsky que me llenó de espanto y con
quien volé en fuego. ¿A Muerte y transfiguración, donde Richard
Strauss me revela un destino? Sobre todo me dedico a las vísperas de
hoy y a hoy, al velo transparente de Debussy, a Marlos Nobre, a
Prokófiev, a Carl Orff, a Schönberg, a los dodecafonistas, a los
gritos ásperos de los electrónicos; a todos esos que en mí tocaran
regiones aterradoramente inesperadas, a todos esos profetas del
presente y que me vaticinaron a mí mismo hasta el punto de que en este
instante estallo en: yo. Ese yo que son ustedes porque no aguanto a
ser nada más que yo, necesito de los otros para mantenerme en pie,
tonto que soy, yo torcido, en fin, qué hacer sino meditar para caer en
aquel vacío pleno que sólo se alcanza con la meditación. Meditar no
tiene que dar resultados: la meditación puede verse como fin de sí
misma. Medito sin palabras y sobre la nada. Lo que me confunde la vida
es escribir.
Y..., y no olvidar que la estructura del átomo no se
ve pero se conoce. Sé muchas cosas que no he visto. Y ustedes también.
No se puede presentar una prueba de la existencia de lo que es más
verdadero, lo bueno es creer. Creer llorando.
Esta historia ocurre
en un estado de emergencia y de calamidad pública. Se trata de un
libro inacabado porque le falta la respuesta. Respuesta que, espero,
alguien en el mundo me dará. ¿Ustedes? Es una historia en tecnicolor,
para que tenga algún adorno, por Dios, que yo también lo necesito.
Amén por todos nosotros.
* * *
Escribo
porque no tengo nada que hacer en el mundo: estoy de sobra y no hay
lugar para mí en la tierra de los hombres. Escribo por mi
desesperación y mi cansancio, ya no soporto la rutina de ser yo, y si
no existiese la novedad continua que es escribir, me moriría
simbólicamente todos los días. Pero estoy
preparado para salir con discreción por la puerta trasera. He
experimentado casi todo, aun la pasión y su desesperanza. Ahora sólo
querría tener lo que hubiera sido y no fui.
Parece
que conozco los menores detalles de esa norestina, como si viviera con
ella. Bien lo adiviné de ella: se me pegó a la piel como un dulce
pegajoso o como lodo negro. Cuando era niño leí el cuento de un viejo
que tenía miedo de cruzar un río. Entonces llegó un hombre joven;
también quería pasar a la otra margen. El viejo aprovechó para
decirle:
..... -¿Me puedes llevar?
¿Puedo ir montado en tus hombros?
.....
El joven dijo sí y ya hecha la travesía le avisó:
..... -Ya hemos llegado, ahora puedes
bajar.
..... Pero el viejo respondió muy
astuto y avisado:
..... -¡Ah, eso no!
¡Es tan bueno ir montado aquí como voy, que nunca más te
dejaré!
..... Pues la mecanógrafa no se
quiere bajar de mis hombros. Ahora mismo compruebo que la pobreza es
fea y promiscua. Por eso no sé si mi relato va a ser..., ¿a ser qué?
No sé nada, todavía no me he animado a escribirlo. ¿Tendrá
acontecimientos? Los tendrá. ¿Pero cuáles? Tampoco lo sé. No estoy
tratando de crear en ustedes una expectativa ansiosa y voraz: es que
realmente no sé lo que me espera, tengo un personaje en ebullición
entre las manos, y se me escapa a cada instante, con la pretensión de
que yo lo recupere.
..... He olvidado
decir que todo lo que ahora estoy escribiendo está acompañado por el
estruendo enfático de un tambor batido por un soldado. En el momento
mismo en que empiece el relato, al punto callará el tambor.
..... Veo a la norestina mirándose en el espejo y
-un toque de tambor- en el espejo aparece mi cara cansada y barbuda.
Hasta ese extremo nos intercambiamos. No hay duda de que ella es una
persona física. Y además un hecho: se trata de una chica que nunca se
miró desnuda porque tenía vergüenza. ¿Vergüenza por pudor o por ser
fea? También me pregunto cómo es que voy a dar en cuatro patas en el
hecho y en los hechos. Lo que ocurre es que de repente me fascinó lo
figurativo: creo la acción humana y me estremezco. También quiero lo
figurativo tal como un pintor que sólo pintase colores abstractos
querría demostrar que lo hacía por su gusto, y no por no saber
dibujar. Para dibujar a la chica tengo que dominarme, y para poder
captar su alma tengo que alimentarme con frugalidad de frutas y beber
vino blanco helado, porque hace calor en este cubículo en que me he
recogido y desde el que tengo la veleidad de querer ver el mundo.
También he tenido que abstenerme de sexo y de fútbol. Sin hablar de
que no me comunico con nadie. ¿Volveré algún día a mi vida anterior?
Lo dudo mucho. Ahora advierto que olvidé decir que entre tanto no leo
nada para no contaminar con suntuosidades la simplicidad de mi
lenguaje. Porque, como he dicho, la palabra se tiene que parecer a la
palabra, instrumento mío. ¿O no soy un escritor? En verdad, más bien
soy un actor, porque con sólo una forma de puntuar logro malabarismos
de entonación, hago que la respiración ajena me acompañe en el
texto.
..... También olvidé decir que la
relación que en breve tendrá que comenzar -pues ya no soporto la
presión de los hechos-, la relación que en breve tendrá que comenzar
está escrita bajo el patrocinio del refresco más popular del mundo y
que ni por ésas me paga nada, el refresco ése difundido en todos los
países. Sin embargo, fue el que patrocinó el último terremoto de
Guatemala. A pesar de tener el gusto del olor de la laca de uñas, del
jabón Aristolino y de plástico mascado. Nada de eso impide que todos
lo amen con servilismo y sumisión. También porque -y voy a decir ahora
una cosa difícil que sólo yo entiendo-, porque esa bebida que tiene
coca es hoy. Es el medio del que dispone una persona para actualizarse
y pisar en la hora presente.
..... En
cuanto a la muchacha, ella vive en un limbo impersonal, sin alcanzar
lo peor ni lo mejor. Ella vive, tan sólo, aspirando y espirando,
aspirando y espirando. A decir verdad, ¿para qué más? Su vivir es
ralo. Sí. ¿Pero por qué me siento culpable? Y procuro aliviarme del
peso de no haber hecho nada concreto en beneficio de la muchacha.
Muchacha ésta -y veo que ya casi estoy en el relato-, muchacha
ésta que dormía con una enagua de brin en la que había manchas
bastantes sospechosas de sangre pálida. Para dormir en las frías
noches de invierno, se enroscaba sobre sí misma, recibiendo y dándose
su poco calor. Dormía con la boca abierta porque tenía la nariz
tapada, dormía exhausta, dormía hasta el nunca.
..... Debo agregar algo que importa mucho para la
comprensión del relato: es que está acompañado desde el principio
hasta el fin por un levísimo y constante dolor de muelas, cosa de
dentina expuesta. Afirmo también que la narraciónserá acompañada
igualmente por el violín plañidero que, justo en una esquina, toca un
hombre delgado. Su cara es estrecha y amarilla, como si él ya
estuviese muerto. Y tal vez lo esté.
.....
Todo esto lo he dicho con tantas dilaciones por temor de haber
prometido demasiado y dar tan sólo lo simple y lo poco. Porque esta
historia es casi nada. La cuestión es empezar de golpe, así como yo me
echo de golpe al agua gélida del mar, para enfrentar con una valentía
suicida el frío intenso. Ahora voy a empezar por la mitad diciendo
que...
..... ... que ella era
incompetente. Incompetente para la vida. Le faltaba la habilidad de
ser hábil. Sólo de una manera vaga se daba cuenta de una especie de
ausencia que tenía de sí en sí misma. Si hubiese sido una criatura
capaz de expresarse, habría dicho: el mundo está fuera de mí, yo estoy
fuera de mí. (Va a ser difícil escribir este relato. A pesar de no
tener nada que ver con la muchacha, me tendré que escribir todo a
través de ella, entre mis espantos. Los hechos son sonoros, pero entre
los hechos hay un susrrro. Y ese susurro es lo que me
impresiona.)
..... Le faltaba la
habilidad de ser hábil. Tanto que (explosión) no argumentó nada en su
propio favor cuando el jefe de la firma de representación de poleas le
avisó con brutalidad
(brutalidad que ella parecía provocar con su cara de tonta, unrostro
que pedía una bofetada), con brutaidad, que sólo iba a manetner en su
puesto a Gloria, su compañera, porque ella se equivocaba demasiado al
escribir a máquina, además de manchar siempre el papel. Eso dijo el.
En cuanto a la muchacha, pensó que por respeto se debe responder algo
y habló ceremoniosa a su jefe, que era su amor oculto:
..... -Discúlpeme por la molestia.
..... El señor Raimundo Silveira -que a esas
alturas ya le había dado la espalda- se volvió un poco sorprendido por
la delicadeza inesperada, y algo en la cara casi sonriente de la
mecanógrafa le hizo decir con menos grosería en la voz, aunque a
disgusto:
..... -Bien, puede que no la
despida ahora mismo, tal vez sea dentro de un tiempo.
..... Después de recibir el aviso, fue al
servicio, para estar sola porque se sentía toda aturdida. Se miró
maquinalmente en el espejo que colgaba sobre el lavabo sucio y
desconchado, lleno de pelos, algo concordante con su vida. Le pareció
que el espejo opaco y oscurecido no reflejaba ninguna imagen, ¿Acaso
se habría esfumado su existencia física? Pero esa ilusión óptica se
desvaneció y entrevió la cara deformada por el espejo ordinario, la
nariz que parecía enorme, como la nariz de cartón de un payaso. Se
miró y pensó al pasar: tan joven y ya oxidada.
..... (Hay los que tienen. Y hay los que no
tienen. Es muy simple: la muchacha no tenía. ¿No tenía qué? No es más
que eso mismo: no tenía. Si se tercia que me entiendan, está bien. Si
no, también está bien. ¿Pero por qué hablo de esa chica, cuando lo que
más deseo es el trigo de pura madurez y oro en el estío?)
..... Cuando era pequeña, su tía, aplicándole el
castigo del miedo, le había dicho que el hombre vampiro -el que chupa
la sangre de las personas mordiéndoles las carnes tiernas de la
garganta- no se reflejaba en los espejos. No estaría del todo mal lo
de ser vampiro, porque le iría bien un poco de rubor de sangre en su
cara amarillenta, ella, que parecía que no tuviese sangre, a menos que
en algún momento la derramara.
..... La
chica tenía hombros curvos, como los de una zurcidora. De niña había
aprendido a zurcir. Se hubiese sentido mucho más a gusto entregada a
esa tarea primorosa de recomponer hilos, tal vez de seda. O de lujo:
satén bien brillante, un beso de almas. Zurcidorica mosquito. Cargar
como una hormiga un grano de azucar. Era tan insignificante como una
idiota, sólo que no lo era. No sabía que era desventurada. Era, porque
tenía fe. ¿En qué? En ustedes, pero no es necesario tener fe en
alguien o en algo, basta con tener fe. Eso a veces le daba un estado
de gracia. Nunca había perdido la fe.
.....
(Esta muchacha me incomoda tanto que me he quedado vacío. Estoy
vacío de esta chica. Me incomoda tanto más cuando menos exige. Tengo
rabia. Una ira como para tirar vasos y platos y romper cristales.
¿Cómo vengarme? O mejor, ¿cómo compensarme? Ya lo sé: queriendo a mi
perro, que tiene más comida que esa chica. ¿Por qué no reacciona ella?
¿Dónde está su fibra? No tiene, es dulce y obediente.)
..... Vio entonces dos ojos enormes, redondos,
saltones e interrogativos -tenía la mirada de quien tiene un ala
herida-, tal vez un problema de tiroides, ojos que preguntaban. ¿A
quién interrogaba? ¿A Dios? Ella no pensaba en Dios, Dios no pensaba
en ella. Dios es de quien consigue llegar a Él. En la irreflexión
aparece Dios. No hacía preguntas. Adivinaba que no hay respuestas.
¿Iba a ser tan tonta de preguntar? ¿Y recibir un "no" en la cara? Tal
vez una pregunta vacía valiese tan sólo para que un día nadie pudiera
decir que ni siquiera había preguntado. A falta de quien le
respondiese, ella misma parecía haberse contestado: es así porque es
así. ¿Existe en el mundo otra respuesta? Si alguien sabe alguna mejor,
que se presente y la diga; hace años que espero.
..... Entre tanto, las nubes son blancas y el
cielo es todo azul. Para que tanto Dios. Por qué no un poco para los
hombres.
..... Ella había nacido con
malos precedentes y ahora parecía una hija de no-sé-qué con aire de
pedir disculpas por no ocupar un espacio. En el espejo, distraída,
examinó de cerca las manchas de su cara. En Alagoas se llamaban
panos, decían que venían del hígado. Ocultaba las manchas con
una capa espesa de polvo blanco y, si se veía medio revocada, era
mejor que verse pardusca. Toda ella estaba un poco sucia, porque raro
era que se lavase. De día llevaba la falda y blusa y de noche dormía
con la enagua. Una compañera de cuarto no sabía cómo advertirle que
olía a mugre. Y como no sabía, se quedó en eso, porque tenía miedo de
ofenderla. Nada en ella era iridiscente, aun cuando la piel de su cara
tuviese entre las manchas un ligero brillo de ópalo. Pero no
importaba. Nadie la miraba en la cale, ella era café frío.
..... Así pasaba el tiempo para esta chica. Se
sonaba la nariz en el dobladillo de la enagua. No tenía esa cosa
delicada que se llama encanto. Sólo yo la veo encantadora. Sólo yo, su
autor, la amo. Sufro por ella. Y sólo yo puedo decirle así: "¿Qué
habrá que me pidas llorando y yo no te dé cantando?" Esa muchacha no
sabía que ella era lo que era, tal como un cachorro no sabe que es
cachorro. Por eso no se sentía infeliz. Lo único que quería era vivir.
No sabía para qué, no se lo preguntaba. Quien sabe, tal vez encontraba
que había una ínfima gloria en vivir. Pensaba que una persona está
obligada a ser feliz. De modo que lo era. ¿Antes de nacer ella era una
idea? ¿Antes de nacer estaba muerta? ¿Y después de nacer iba a morir?
Pero qué fina tajada de sandía.
LA
HORA DE LA ESTRELLA
Clarice
Lispector
1977
Traducción al español de Ana Poljak
en Periolibros, diciembre de 1994
Dibujos de Roser Bru