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6 cuentos y una crónica

Elena Méndez
(México)



CRÓNICA DE UNA PASIÓN EN VANO*
Para Abel

I
Huyo de ti. Vaya confesión. ¿Para qué me enamoras lisonjero si has de burlarme luego fugitivo?

II
Cada dedicatoria parecía una declaración de amor, lo que despertaba ilusiones nocturnas en tu piel.

III
Estaba frente a ti, impecablemente vestido y exquisitamente perfumado. Al lado suyo, la moderadora y dos colegas. Y así quedó eternizado en la foto que guardas en uno de sus libros.

IV
Todavía resuenan en mi mente esas fatales palabras : ¿qué vas a hacer mañana?

V
Dos semanas esperándote. Llamé una y mil veces; nunca estabas. Cuando por fin te encontré, un viernes a las once de la mañana...

VI
El reencuentro fue a los tres años. Presentaste tu narconovela; llevabas a tu novia, una chica guapísima.
Tres meses después, tú y tus indirectas: No me gusta esta ciudad, pero hay mujeres guapas. Y el corazón doliéndome de alegría.

VII
Tu lengua navega en mi herida luminosa, escribí aquella madrugada insomne.
No habíamos quedado en algo concreto: Yo llamaría a tu hotel.
Ya eran las once y no contestabas.

VIII
Once y media. Yo en el lobby. Tiene que pasar por aquí el muy cretino.

IX
Los sacrificios del amor. Tu sirena y sus líos legales. Y a ti qué te importaba que hubiese soportado a mi puta familia con tal de sentirte en aquel paraíso tropical.
Para colmo, no tenía derecho a reclamarte nada. Era la tercera vez que me la hacías.

X
Perdóname, fui a que me entrevistaran en la radio, de ahí fuimos a desayunar, ya tengo que irme, perdóname por dejarte plantada. Sí, no hay cuidado. Esa fue la primera.

XI
La segunda: que iría a visitar a su hermana. Sí, claro; dejaría sus borracheras literarias para ir a rezar a la Lomita con todo y hermana y cuñado y sobrinitos. Y aparte: Estoy en el cuarto con... y mencionó el nombre del tal poetastro. Córrelo. Y tus súplicas sólo las escuchó el viento.

XII
seignorasuparadero@hotmail.com inicia sesión. Ansío naufragar en el vaivén de tu sangre, volar hacia los abismos de tu piel desconocida. Estás loca, eres obsesiva y peligrosa. Tu más profunda piel me da miedo.

XIII
¿Por qué se te rajó? Quién sabe. Lo cierto era que te había dejado plantada tres veces, que te había humillado hacía tres noches en el messenger, y que tu pasión la había gozado aquel viernes un gringuito bien bueno, a quien no batallaste para convencerlo.



*GUÍA DE LECTURA: I-III-VI-II-IV-VII-VIII-X-XI-IX-XII-XIII

 



 

DARÍO SABOR A UVA
A JJR

No te ofendiste al escuchar lo que te proponía. A las doce, habitación 613. Ahí estaré. Te fuiste del lugar casi volando, no puedo creerlo, tres años deseándote y por fin…
Ya en tu cuarto, contemplaste en penumbras la blancura del techo, mientras ibas tejiendo sueños con hilos de agua.
Llegaste temprano. Abrió la puerta. Pásale. Obedeciste. Qué guapa. Gracias, qué te parece si empezamos por presentarnos.
Se te quedó viendo al tiempo que soltaba la risa.
Darío, 34 años, poeta, he publicado tres libros, me encanta la comida italiana, viajar, escribir, soy ateo, he pensado muchas veces en suicidarme.
Y tú confesaste que tenías 23, que estabas escribiendo una novela, que soñabas vivir en España…
Ah, y que compartías su pasión por los viajes, la comida italiana y aquellas tendencias suicidas.
Se rieron largo rato. Te miró a los ojos, te recostó en la cama, comenzaron a besarse.
Enredaste los dedos en su pelo negro, mientras aspirabas aquel perfume exquisito y él te besaba los senos casi ausentes.
Preciosa, murmuró, qué hermoso vivir contigo esta agonía.
Acarició tus rizos rebeldes, besó tus párpados cerrados. Descendió para navegar en tu tibia humedad callada.
Una lágrima precedió al suspiro.
Deslizó sus manos por la suavidad de tu vientre, luego pediste que te besara la espalda.
Sentiste tanto placer que hasta te dolió; un temblor al unísono, su sexo naufragando en pétalos de sangre.

Volvió a su tierra, prometió no olvidarte.

Te dedicó su cuarto libro en clave, para que no se enterara su esposa.

Darío sabor a uva.
Su piel, sus ojos, su perfume exquisito.

 

 


 

OTRA VEZ ES AYER

I
Ha llegado para llenar con su ausencia esas madrugadas de cielo gris tirándole a rojo, y otra vez sueñas con esa voz que te acaricia y esas manos que ascienden se enredan en tus pezones filosos como espinas…

II
Sales de noche, y entre besos furtivos procuras olvidar su piel desconocida. Mas todo es inútil: Lo llevas tatuado en medio de la sangre.

III
Toca tu hombro. ¿Lista para exponer? Asientes. Al salir de la clase, su esposa lo está esperando.

IV
El sol estira sus brazos, hiere tus ojos con astillas de luz.
La voz se te llena de palabras marchitas, mientras sigues amándolo con la tristeza de un domingo lluvioso.

 

 

 

 

DÍA DE MUERTOS

Tu hermana prometió que saldrían juntas. ¡Claro! Tenía remordimientos, pues el Día de Brujas nomás fue y te aventó al antro.
Viene por ti, pero anda de mal genio. Te pintas como piruja, dice, pero te vale madre y sigues arreglándote.
Ni se te ocurra mencionar esto delante del ****; nada más que vamos a festejar mi cumpleaños tú, yo y las plebes.
Aparte de amenazada, sales vacunada porque, según esto, sólo carga puro billete grande. Va y compra hot dogs; le bajas uno, pues ni chance te dio de cenar.
Hace escala donde el individuo para llevarle de tragar. Que cocine el baquetón, piensas. Asimismo, para devolver la camioneta del suegro y esperar a las fulanas.
Después de casi una hora… Vámonos, ya vinieron las plebes.
Abres la bocota, sorprendida: es un narcovehículo de lujo, lleno de fulanas jóvenes y guapas, excepto una gorda amargada y con aliento alcohólico, que desde el principio se esfuerza en caerte de la chingada.
A una de las tipas se le rompe el zapato.
Se baja en la 24 Horas, compra la Kolaloka y lo arregla, mientras aguanta la carrilla.
Llegan a La Hora. ¡En la madre, ahí’stá el ****!
En efecto: es tu hermano mayor, tirando barra con dos chavos bien atléticos.
Aquella pretende agacharse, para que no la vea; pero es inútil, al **** nada se le escapa.
La narca se estaciona.
Ustedes se bajan.
Dicen que lo cortés no quita lo valiente, por lo cual saludan al ****.Éste le pregunta a aquella por el jaino; aquella se venga de inmediato, preguntándole por su esposa e hija. Él la regaña acá a la sorda. Pero si algo tiene ella es que es reteconchuda, y se le resbala.
Uno de los chamacotes a tu hermana:¿Qué, dormimos juntos? Se saludan; ella te los presenta… tú fascinada: te gustó el alto, con barbita de candado.
Las plebes desde cuándo entraron al bar. Ustedes se despiden para penetrar en el lugar de los hechos.
Buena música, puras mujeres, incluso una barman… ¿ o barwoman? Pero el resto del personal es masculino.
Tú: ¿Cuándo va a empezar esto?
Tu hermana: Calmada, falta un ratito…
Aquellas: ¿Es la primera vez que vienes?
Tú: Sí.
Aquellas: Ah, con razón…
A unos metros de ustedes, la narca juguetea con tu favorito. Y regresa vencida. El güey le arrebató unas fotos comprometedoras.
Al rato tu hermana pasa báscula y decomisa la mercancía.
Ella y tú van al baño.
Desconcertada, preguntas: ¿Qué onda?
No te involucres, sigue el juego.
Está bien… te resignas, pero…
¡Qué oso! Ahí estaba la del zapatito roto alegando con el peoresnada por el celular.
La infame, tras la tortura sicológica a que fue sometida, le revela el escondite, y en chinga su amasio va por ella.
Se quedan dentro del auto, en el estacionamiento. ¿Haciendo qué? Oh…
Inicia el espectáculo.
Los galanes le bailan a todo el público, en especial a una doña de ésas que van con bata al Centro, se echan el monedero en el brasier y madrugan para revolver retazos en La Parisina.
¿Cuándo rayos van a acercarse conmigo?
Por fin, llega el que te gustó.
¡Papacito!
llo tocas por puro compromiso; eso sí, con ganas, ¡pa’ que se le quite! Y es que pretendes desquitar el cover, el que te dispararon, por cierto.
Sin embargo, evitas el contacto con sus órganos sexuales, porque eso nunca te ha interesado.
Las plebes se ríen de ti.
Tú sólo sentiste una piel suave, unos músculos firmes pero nada de pasión y mucho menos, lujuria.
Y no es porque te sientas culpable de estar ahí, de hacer eso, de que te vean tus hermanos y aquellas pérfidas, de que los streapers sean amigos de tu hermano, de que uno se haya apañado con tu hermana hace días y el otro sea amante de la vieja narca, de que tu novio ignore en qué pasos andas; después de todo, él ocasionalmente visita a las putas y tú no se lo prohíbes, porque estás consciente de que prohibir es seducir, como decía la profe Mela…simplemente, no fue lo que esperabas. Termina todo, cierran el changarro.
Aquellas se quedan con ganas de parranda; se surten de pisto y refresco y luego se dirigen a casa de la vieja escandalosa.
Empieza el desmadre.
Avientan los zapatos.
Haces lo mismo, ya que la anfitriona puso el mal ejemplo al orinarse en las plantitas y todas se carcajearon de su incontinencia, provocada por una puerta de chapa mañosa.
Comienzan a preparar las bebidas.
Te rehúsas a beber.
No sabes y no te gusta, y cuando lo haces te vuelves más bestia de lo normal.
Pese a ello, dejas que la narca te convenza.
De lo inspiradas que andan, cantan con sus hermosas voces desafinadas:
Amorcito mío, mío tan de adentro, mío tan en secreto, mío tan especial…
El tequila resulta demasiado fuerte para tu aparato digestivo, pero te empeñas en seguir brindando con la jefa de jefas que, a su vez, sigue empeñada en hacerte pistear.
Ellas hablan de sexo a chile pelón, mientras fuman como chacuacas, beben como cosacas y compiten por ser la más jaladora.
En mi vida vuelvo a salir con estas pinches viejas.
Llega un momento en que estás hasta la madre.
Ya me quiero ir. Quiero acostarme. Llévame a la casa.
Aquélla sólo te tira en la camita de Barbie Princesa.
El ruido es infernal y sientes lumbre en tu pobre panza.
Te arrepientes de todos tus pecados, tanto los realizados como los potenciales.
Tráeme papel y lápiz.
Ella se mofa de ti, porque le es difícil entender que tu maestro del alma, por quien deliran más de cuatro, les dejó hace mucho como tarea emborracharse, y tú quieres describir la manera en que te está llevando la chingada sólo por cumplir el requisito.
Todas están pedísimas.
Necesitas vomitar.
Te pones de remate al ver que la vieja escandalosa vejigasuelta está chille y chille por broncas con su concubinario y todas, incluida la del zapatito roto, que ya se reincorporó al clan, procuran consolarla, en medio de una borrachera monumental.
Gracias a Dios, tu hermana se compadece de tu negra y etílica suerte; toma prestado el narcovehículo, le mete las llaves para hacerlo arrancar, mientras vomitas en el carro, la calle y la banqueta tu desgracia, y ella te mienta la madre.
Lo más triste del mundo: vomitar y salir regañado.
Llegas a la casa, avientas todo; ella se regresa a la bacanal.
Te despintas y, acurrucada, depositas tu intoxicado cuerpo en un rincón de la cama.
Ahí, donde deberías haberte quedado estudiando para el examen que cuatro días después reprobarás por irte de cabrona.

 

 

 

 

SINALOA Y SUS OJOS CAFÉS

Te disgusta viajar adelante adelante o hasta allá atrás, pero ni modo, te tocó la última opción.
Bueno, hay que resignarse y traes un chingo de cargamento; haces algo inusual en ti; pedir ayuda; le dices a un pasajero que te ayude a subir unos cartones llenos de libros, y tu compañero de asiento se ofrece a colocar tu maletota allá arriba.

Admiras sus piernas, piensas que es basquetbolista, pero no, es beisbolista. Es un chavo buena onda; sin querer, empiezas a confesarle tu vida a este desconocido, tal como Arreola contaba que solía hacerlo, y es que a veces es preferible contarle tu vida a un extraño que a una persona supuestamente confiable.

Te saca de onda, porque dice que tiene veinte años. ¡Ja…! ¿Quién te va a creer? Y claro, le exiges muestre su credencial de elector. El güey viene tomadillo (de hecho, no podría dejar de darte el tufo), y te muestra su identificación.

17-10-79; por lo tanto, te lleva un poco más de dos años. Su amigo viene en calidad de cucaracha fumigada; permanece en posición fetal durante buen tiempo, mientras este bato se ríe de él.
Le platicas sobre tu viaje a cierto estado de la República por asuntos escolares, y él, sobre su vida de jugador profesional; que es casado, quiere mucho a su morra, que le gustaría tener un niño (del sexo que sea), que le lleva cinco años a ella…

Órale. ¿Y eres feliz?
Sí.

Le preguntas si acaso ha sido infiel alguna vez, dado que es algo muy usual entre los beisbolistas. Responde que ha sido siempre fiel. Que no ha sentido necesidad de lo contrario. Que ha visto promiscuidad en algunos colegas, pero él no le entra a eso… y tú, le dices, consideras valen madre los infieles.

Se porta muy amable contigo, platican de infinidad de temas, te sientes muy a gusto a su lado.
Y le dices, con toda franqueza, que vienes enojada con tu amiga por conchuda; mejor dicho, se lo repites, porque ya se lo habías contado; que odias viajar muy atrás o demasiado adelante y que prefieres venir sola, o ya de perdis con una mujer para evitar el peligro, pero él te cayó bien y por eso decidiste permanecer de vecina suya.

Después le pides su opinión sobre el sexo premarital. Y te responde que es un asunto de cada quien y debe tomarse con madurez y en forma responsable.

Quisieras dormir, pero no puedes… ¿qué tal si empieza a manosear?
Él a cada rato sugiere que descanses. Le dices lo de tu insomnio, causado por la preocupación de volver a la triste realidad, y él, que nunca puede dormir cuando viaja, porque cree que se va a ir de largo y prefiere estar al pendiente.

El individuo pone el dedo en la llaga al preguntarte si tienes novio porque, precisamente, uno de tus traumas es tu maldito exnovio.

El cabrón te ponía los cuernos, eso era lo más seguro, y por eso se portaba culero contigo, y por eso, también, se negaba a verte más seguido…
Ya lo había pensado, incluso mi padre ya me lo había dicho…
Desea le informes cómo se llamaba el fulano; tú corriges: Se llama, porque todavía no se ha muerto… y como no se ha muerto, se llama…

Y bueno, ya va a ser lunes y todavía no te duermes, desgraciada, y menos porque el foco estará prendido toooooda la noche, así que él te ofrece ambos se tapen con su chamarra –parte del uniforme del lanzador estrella- para que no les castre tanto la luz.

Luego de escucharte respirar profundamente, amenaza:Te voy a embriagar con mi aliento.
¿Qué dijiste?
Te voy a embriagar con mi aliento.
Depende…
¿Depende de qué?
Depende…

Tal vez estar por espacio de un poco más de tres meses sin un agasajo te hizo daño, máxime que estás tan cerca de un hombre, y un hombre con buenas piernas, las cuales luce gracias a sus bermudas…
Te propone se cambien de lugar; de por sí están atrás, por lo que se irían hasta el último…

A ti no te gusta que te muerdan al ser besada, o por lo menos, no con tanta violencia, y se lo adviertes. Medio agarra el rollo y, tras unos cuantos besos atormentados –más que nada, por parte tuya, qué vergüenza si te viera tu amiga…- él dice que si puede tocarte los senos.
Sí. Hasta la pregunta es necia.
Y ahí siguen de cachondos.

¡Qué osadía tan grande! Ya que varias veces estuvieron a punto de cacharlos.
Pero tomaron sus precauciones, de modo que sólo fue el susto.
Él está chingue y chingue porque quiere que lo toques… ahí, y viceversa, pero tú te niegas en forma rotunda a tocar el sexo de un desconocido, y peor aún, casado.
Oye, está bien que parezcas fácil, pero no te regalas, y menos a cualquiera.
Le preguntas si había pasado por su mente eso que ahora están haciendo. Que no. ¿Quién le va a creer? Te regresa la pregunta. Le eres sincera: que más o menos. Deseas saber qué piensa ahora de tu persona. Enumera las cualidades que en ti percibe, que le pareces bastante guapa… y aunque pensara mal de ti, ¿qué importa? Lo más seguro es que jamás vuelvan a encontrarse…

Él: ¿Te gusto?
Tú: Ahí nomás.

Le explicas el porqué de la negativa a tocarse en las partes íntimas.
No me des explicaciones, te responde, con cierta ternura. Y se quedan abrazados; te da un beso con el que se despiden, tal vez, para siempre.

Ya que se va, puedes dormir.

Y cuando despiertas, piensas que para él no has sido la única, mientras que para ti será el primero de una serie.
Al rato será en avión, en barco, en trajinera, en Metro. etc., pero corregido y aumentado.

 

 

 

 

LETANÍA DE LA JOVEN SUICIDA
a Efraín

…El amor no es sólo eso, no es solamente mirarse a los ojos y tomarse de las manos y pronunciar solemnes palabras que luego habrán de tirarse a la basura.
Algún día, se prometió a sí misma, dejaría atrás el precipitarse cual ave implume y ciega hacia el abismo… algún día.
Pero ese algún día, cómo encontrarlo, amar es algo más, amar debe ser recíproco, y te lo dice a ti que no has amado, que sólo conjugas ese verbo para encubrir tu única intención, tatuar una sombra en la pared mientras galopan las hormonas en la sangre.
Y qué podías decirle tú para consolarla de lo que llamaba una rara promiscuidad sin coito alguno, a veces teñida de ternura pero siempre permeada de lujuria, de ese maldito ser sin querer ser, de ese tener que callar a quién, cómo, por qué amaba.
Y la oíste sin escucharla, sin poder responderle: Te comprendo mas, como tú dices, algún día…
Te escribió una carta nunca enviada, antes de teñir de rojo su cielo gris.

 

 

 

 

CRÓNICA:


UNA CLASE DE LITERATURA
A Doña Maggy

A Élmer Mendoza

El Europeo llega con su habitual sonrisa y en las manos un té helado, al que de cuando en cuando da un sorbo. Hoy contará a sus alumnos las peripecias de Flaubert para crear su gran obra, Madame Bovary. Pero, antes de eso, pide a La Conciliadora abrir el baile, es decir, iniciar con los comentarios respectivos, ya que realizará su trabajo final sobre la misma.

Obsesión quiere meter su cuchara; sin embargo, respeta el turno de su compañera. Ésta confiesa que Emma le pareció una mujer bastante egoísta, sólo preocupada por su bienestar y placer, opinión que todos comparten, excepto Belleza Felina, quien sostiene que la susodicha Madame es víctima e incluso la justifica en nombre del amor. Lo único que gana es que le contesten que Emma es una vieja loca, convenenciera y que mejor hubiese dejado a Charles si era tan papanatas como se describe en la historia.

Este último punto es defendido con vehemencia por La Hechicera, quien no concibe tanta estupidez en una mujer.

Mermeladov brilla por su ausencia y con ella deja un gran vacío. Como puede haberse quedado filosofando sobre cuál es el mejor método para descular hormigas, puede estar haciendo tareas a contrarreloj o terminando un poemario insólito, gozoso o desconcertante, según el caso, para quienes han escuchado algunos de los textos.

Por su parte, El Artista tampoco aparece, de seguro por andar en la farándula.

La discusión continúa; los alumnos reflexionan sobre el adulterio y reprueban el comportamiento de la protagonista, por considerarlo imbécil, mientras Belleza Felina defiende con dientes y garras lo opuesto.

La Hechicera a Belleza Felina: Vas contra la corriente, y a ésta se le engrifan más los chinos al ver que nadie la apoya.

El Europeo interviene como réferi.

Obsesión, obsesionada con el sexo, alega que Emma debería haber puesto a Charles a leer el Kama Sutra pero, en vez de eso, cayó en la tentación de que tanto su clítoris como su punto G fuesen descubiertos y estimulados por sus amantes (uno por uno, se entiende).

La Mona Lisa piensa de un modo radicalmente distinto al de Belleza Felina, y así lo expresa.

La Cruz del Diablo afirma, como lo han hecho la Mona Lisa y El Multifacético, que le gustaron muchísimo las descripciones presentes en el texto; al inocente Viernes no le dan chance de externar su punto de vista, es por ello que Obsesión pide la palabra en su nombre, la que luego de un rato le es concedida y, poco después, arrebatada.

Viernes considera que la Bovary creyó en las novelitas seudoliterarias como en un artículo de fe, y quiso encarnar en heroína de una de ellas, lo cual logró, pese al suicidio con que da fin a sus días.

El Europeo, al ver que ya intervino todo el grupo (salvo El Gótico, quien escribe un poema con todo y su autorretrato crucificado) cuenta su entusiasmo al leer la novela de una autora judía, donde se describe un triángulo amoroso, hecho que le sorprende, puesto que siempre ha considerado a dicha sociedad como muy conservadora.

De ahí pregunta al grupo, en su mayoría, jóvenes pertenecientes al sexo femenino, cómo ligan.

Nadie suelta prenda, ni siquiera Obsesión, femme fatale en ciernes; más que nada, por temor a derrumbar el buen concepto que La Conciliadora tiene de ella.

Lo que sí hace es compartir la anécdota de cuando le llegaron en el Rodeo.

El Europeo, emocionado: ¿y le dijiste que sí?

Profe, si me hubiera gustado, yo le hubiera llegado a él.

Risas generales.

Belleza Felina insiste en la gran necesidad de ternura de Emma, y la obsesiva Obsesión: Se hubiera puesto a lavar la loza, para evitar pensar en eso…

Es que no era ese tipo de mujer, contraataca Belleza Felina…

¿Y quién la va a sacar de ahí?

La clase sigue adelante; El Europeo hace carcajearse a su pequeño auditorio, gracias a lo inesperado de sus anécdotas.

Luego les recuerda las fechas y condiciones para la entrega de ensayos; Obsesión, ávida lectora y feroz redactora, le entrega 3 o 4 textos, incluido el efectivo, así como una carta donde le expresa el gran cariño que le inspira. El Europeo la lee a hurtadillas y agradece, humilde, el detalle, después da un vistazo a las biografías de los autores pendientes, eso no libra a los alumnos de cumplir con sus obligaciones.

Justo cuando falta un cuarto de hora para salir, llega El Artista, de quien se esperaba: “Yo soy Madame Bovary”, dada su eterna búsqueda, o algo similar, de lo cual se abstiene.

Como es, al mismo tiempo, la última clase en general y del semestre en particular, todos se despiden entre sí.

La Hechicera y Obsesión, que se han vuelto buenas amigas, permanecen un rato más en el aula, pues esta última necesita preguntarle al maestro su punto de vista acerca del cuento que le envió; mientras tanto, la primera teje cual Penélope una cobijita para bebé.

La Hechicera logró cautivar al Europeo durante el semestre, por mostrarse muy atenta y participativa; incluso la nombra "la revelación del semestre".

Ella disfruta infinitamente al escuchar sus palabras; sólo deplora que la Mona Lisa y La Cruz del Diablo, quienes desdeñaron su amistad, no escuchen tan hermosa distinción, máxime que viene de quien viene.

Obsesión ofrece al Europeo material de una revista, que podría servirle para su próxima novela, y se compromete a enviárselo.

La Hechicera y Obsesión se van realizadas del aula (de hecho, se sienten como pavorreales), al comprobar una vez más cuán grande es el alma del Europeo.

 

 



DATOS DE LA AUTORA:
Elena Méndez.- (Culiacán, Sinaloa, México, 1981). Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Ha participado en los talleres literarios de los escritores mexicanos María Baranda, David Toscana y Cristina Rivera Garza. Escribe cuento. Ha publicado parte de su material en la revista TEXTOS, de su Universidad (no. 14, abril/julio 2004) y en la página literaria www.aviondepapel.com.


correo electrónico: obsesion81@hotmail.com

 
 

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