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ABISMO METAFÍSICO IRRADIANTE: IMPOSIBLES MUNDOS PARALELOS
Presentación de El poema como huella en Ximena Rivera, de Natalí Aranda Andrades.
Ediciones Inubicalistas, Valparaíso, 2019

Por Lucy Oporto Valencia
oportolucy@gmail.com



.. .. .. .. ..

No, no fui la esperada
la invitada a la fiesta grande
-la única que tuvo-

Yo llegué a usted sin esperanzas
y fui su felicidad
que ocultó desde el origen
pues no fui en su ámbito la huella del amor.

El fogón, la sombra del fogón
esa especie de aliento desvaído
marcó la esperanza para mí.

Ximena Rivera, “Lo bello y lo triste”, 2

 

Sometida a condiciones reales de existencia de gran adversidad y precariedad, marcadas por la pérdida, la pobreza dura y la enfermedad, la poeta chilena Ximena Rivera Órdenes (1959-2013) desarrolló una obra concentrada, fuerte y profunda. Durante su corta vida, permaneció fiel a su anhelo y necesidad de hallar un lenguaje anterior al lenguaje, proceso al que dio forma como expresión de una concepción metafísica vivida desde una interioridad plena de imágenes en busca de una articulación, un movimiento y un sonido.

Ximena estaba conectada con el espesor de mundos arcaicos, cuyos símbolos alcanzaron en ella una irradiación poética y filosófica sin fisuras. Asimismo, intuía la existencia de un nexo entre distintos niveles de la realidad y del alma. De ahí que su trabajo pueda ser descrito en términos de un arte de las analogías, conforme a su propia expresión[1], cuyo horizonte era una transformación de orden espiritual, tanto del lenguaje como de sí misma, en sus aproximaciones al misterio paradójico de lo sagrado, lo divino y su propia identidad.

Su búsqueda de un lenguaje otro estaba unida a su necesidad de hallar un fundamento de sentido o, más radicalmente, una divinidad anterior a Dios mismo. Según Natalí Aranda: “La búsqueda de sentido la lleva a escribir, pero al mismo tiempo en este acto se manifiesta la imposibilidad de alcanzar este sentido último”[2]. No obstante, tal imposibilidad manifiesta pareciera ser parte constitutiva del devenir paradójico de su poesía metafísica. El testimonio de esa tensión y ese sufrimiento abismales ha quedado plasmado y transfigurado en una obra lúcida, auténtica, elegante, y enteramente ajena a las modas, surgida desde su misterioso ser, del que irradiaron su sensibilidad e inteligencia en una época crepuscular y una tierra inhóspita y degradada.


*


El poema como huella en Ximena Rivera, de Natalí Aranda Andrades (1987), es uno de los primeros estudios escritos en Chile dedicados a la obra de esta poeta. La autora, formada en filosofía y poeta ella misma, aborda dos grandes asuntos en su ensayo: la concepción poética de Ximena Rivera y la construcción de la suya propia. Pero su trabajo no se limita a realizar una presentación formalizada, sin más, de tales asuntos, sino que éstos se entrecruzan constantemente, en un diálogo de la autora tanto con Ximena como consigo misma. De ahí la periódica formulación de preguntas, que articulan un peculiar ritmo de su ensayo, el cual invita al lector a participar de sus inquietudes. Esta dinámica pareciera irradiar desde el trasfondo de un proceso de búsqueda espiritual personal e individual, cuyo foco expresivo es su tematización de una relación de continuidad entre poesía y filosofía, línea que ha venido desarrollando en trabajos anteriores [3].

El horizonte de dicha búsqueda espiritual es la pregunta por lo sagrado. De ahí, entre otras motivaciones, su interés por la obra de Ximena. Pues, frente a una institucionalidad religiosa cada vez más alejada del espíritu, lo sagrado y el misterio:

Su escritura nos devuelve nuestra humanidad perdida en el reduccionismo materialista y económico de un tiempo en el que observamos la mayoría de los ámbitos de la existencia desde estos criterios. (...) Un lugar en donde lo sagrado todavía late, respira [4].

Tal inquietud existencial es presentada al modo de una confesión personal en el Cuarto Capítulo de su ensayo, escrito a cierta distancia temporal de los anteriores. Aquí se refiere a su alejamiento de una espiritualidad debido a los “límites autoimpuestos por una formación antimetafísica”. No obstante, reconoce que dicha espiritualidad la ha acompañado durante toda su vida, entendiéndola y aceptándola ahora “como un destino o una vocación” –en el devenir de un proceso cuya culminación pareciera haber coincidido con su estudio de la obra de Ximena [5].

Este ensayo desarrolla dos tesis complementarias:

1. El poema es huella en Ximena Rivera.

2. Ximena Rivera anhela encontrar un sentido, pero su obra es un testimonio de su alejamiento.

Con el fin de demostrar dichas tesis recurre entre otros, primero, a Jacques Derrida y sus conceptos de origen, metafísica de la presencia, clausura, apertura, origen deconstruido, y huella. Segundo, a autores que tematizan la poesía, el poema y lo poético, como Maurice Blanchot, Roberto Juarroz, Octavio Paz y Gaston Bachelard. Y tercero, a autores que abordan lo sagrado desde la filosofía y la fenomenología de la religión, como Simone Weil, María Zambrano y Rudolf Otto.

El foco de la investigación de Natalí es el concepto de supralenguaje en Ximena, quien lo entendía asociado al de sincronicidad en C. G. Jung. En torno a la elucidación del supralenguaje, Natalí problematiza y expone asuntos tales como: la concepción metafísica de la poesía de Ximena Rivera; Dios, sentido e imposibilidad del origen; búsqueda de lo sagrado, la vida y el misterio; silencio, ausencia del poeta en su apertura a lo infinitamente otro, y el concepto de no-lugar. En su desarrollo, es recurrente la presencia de imágenes de carácter místico e iniciático, tales como: el agua, la noche, el desierto, el viaje nocturno, el descenso y el abismo. Se trata de problemas, conceptos e imágenes que configuran una mirada y una posición, así como el devenir de un proceso de autoconocimiento, resumido por la autora en los siguientes términos, que entrelazan filosofía y poesía:

La poesía nos hace mirar nuestra interioridad. Sus símbolos, como proyecciones de nosotros sobre las cosas, nos ayudan en el viaje de regreso a nuestro ser más íntimo, desconocido, indecible y arcaico. La poesía como revelación. Encuentro con la realidad desnuda: el misterio.

¿Por qué poesía? Porque es la palabra que intenta un encuentro con lo otro, con lo infinitamente-otro.

Lenguaje cercano a la vida y al movimiento de lo real. Cercano al nacimiento de las cosas. Palabra que es temblor y asombro de ser [6].


*


Ximena Rivera era capaz de activar la energía de futuras posibilidades y potencialidades de orden espiritual, arraigadas en el inconsciente profundo de otras personas. Dicha capacidad también se muestra a propósito de la presente obra de Natalí Aranda. Su elucidación de la concepción poética tanto de Ximena como de ella misma, hace patente una conexión o afinidad espiritual entre ambas. Por esta vía, su inquietud existencial y personal se amplía, a la luz de las relaciones de correspondencia entre vida y obra, en cuanto búsqueda espiritual y proceso de autoconocimiento.

En el marco de su tematización de la continuidad entre filosofía y poesía, el horizonte del ensayo de Natalí es la pregunta por lo sagrado, a partir de la clarificación del concepto de supralenguaje en Ximena, junto con la problematización de su concepción metafísica de la poesía. El eje de esta problematización es el concepto de huella, que Natalí extrae de Derrida, con el fin de ampliar su entendimiento del supralenguaje.

La metafísica se preocupa, entre otros asuntos, de la esencia de las cosas, del fundamento último de lo real, de la pregunta por la naturaleza de la realidad y los seres. En el ensayo de Natalí, la metafísica es, en principio, entendida como respuesta última a la pregunta por el origen. Pero se trata de una respuesta que clausura la búsqueda. De ahí su recurso al concepto de huella, pero con el fin de ampliar ese entendimiento de la metafísica. Pues la huella como apertura trasciende incluso las categorías binarias a las que alude, deviniendo así abismo insondable, duración sin principio ni fin, murmullo incesante, inmediatez carente de toda determinación. Pero, sobre todo, afuera radical que trasciende, supera, y antecede a la conciencia y el sujeto.

Si la poesía de Ximena es constitutivamente metafísica y, por otro lado, el poema es huella, entonces su concepción metafísica, reinterpretada por Natalí, se referiría a un constante diferir el sentido último por la huella. Sobre esta base, la autora reformula la cuestión del origen en la poesía de Ximena. De ahí, su modulación del concepto de huella, en el horizonte de la experiencia de lo sagrado, la alteridad radical, lo infinitamente otro, lo absolutamente heterogéneo, en cuanto experiencia inconmensurable e innombrable, experiencia de lo irreductible.

El retorno al origen es un elemento constitutivo de la poesía de Ximena. Entendido como experiencia poética es relevante porque, al crear, el poeta es capaz de captar y preservar el primer espasmo que habita en cada instante, cada vida y cada origen. El poema como huella constituye, así, la cifra de un diálogo con el abismo del ser, atendiendo a sus paradójicas señales, pero sin necesariamente desintegrarse en él, aun cuando esto sea un peligro permanente para el poeta o creador.

El concepto de supralenguaje en Ximena es examinado por Natalí a la luz de estas consideraciones, con el fin de ampliar el entendimiento de su concepción poética y metafísica. Ximena asociaba el supralenguaje con la sincronicidad, que Jung definía como la coincidencia significativa entre dos acontecimientos sin nexo causal. Este concepto apunta a la relación entre distintos planos de la realidad, entre la parte y el todo, de acuerdo con una forma de pensamiento que exige una apertura a lo imposible.

Ximena consideraba el supralenguaje como un texto más extenso, de donde surgía el poema, intermediado por la sincronicidad. Natalí, por su parte, describe el supralenguaje en Ximena como “algo semejante a lo absolutamente heterogéneo”, ampliando su entendimiento a la luz de la fenomenología de la religión. Esto supone derribar el ícono, entendido como imagen estática de Dios. Así acontece lo imposible o inconcebible, pues, de acuerdo con Jung, la sincronicidad expresa un saber absoluto inconsciente que se extiende más allá de las categorías de tiempo y espacio, necesariamente implicadas en el principio de causalidad.

Que el supralenguaje sea algo semejante a lo absolutamente heterogéneo, sitúa la poesía de Ximena en el ámbito de lo sagrado. Pues remite a un concepto proveniente de la fenomenología de la religión, que Rudolf Otto aplica al aspecto irracional en la idea de lo divino, presente en la mística a través de su anhelo de apropiarse a Dios mismo desde la experiencia, a pesar de la finitud constitutiva tanto de lo humano como de todo lo que hay.

Por eso, Natalí señala que en este punto ya no es el poeta quien habla, sino el lenguaje, el cual pasa a ser la huella de una ausencia. De otra parte, el sujeto deviene el abismo desde el cual éste escribe, convirtiéndose así la imposibilidad inherente a dicha ausencia en la conciencia de ese abismo.

La pregunta capital de Ximena, de orden metafísico y epistemológico (relativa al ser y el conocimiento): “¿Es verdad que podemos pensar sin palabras?” [7], es respondida por Natalí a la luz de tales conceptos. Esto se traduce en una formulación paradójica, en términos de la tensión entre la búsqueda de un sentido y la conciencia de uno que desaparece. Pero, al mismo tiempo, de un arrojarse a la espera de la gracia y el hallazgo de lo otro radical.

Ximena expresa un anhelo metafísico de regresar a una dimensión trascendente anterior al lenguaje y el ser, en que el sentido de su escritura está dado por ese punto inalcanzable e imposible de abarcar por el lenguaje. Se trata, por lo tanto, de una especie de núcleo inefable, incognoscible, que no puede ser reducido a conceptos, pero cuyo correlato es la intuición de la “vida en su fluir, en su movimiento contradictorio” [8], en términos de Natalí, que exige la ausencia del poeta como condición para su búsqueda.

De ahí el empleo de un lenguaje paradójico. Una paradoja es una contradicción aparente. Si bien se compone de dos o más proposiciones contradictorias en principio, su resultado no es una proposición falsa, ni un argumento inconsistente, sino una premisa o una imagen simbólica que aporta un elemento nuevo, al modo de una integración de opuestos, pero a condición de que tales premisas contradictorias en principio sean pensadas como un proceso en movimiento, y no como un producto acabado. En este caso, Natalí establece una relación entre la experiencia poética y la experiencia sagrada en Ximena, intermediada por el supralenguaje y la sincronicidad, cuyo resultado es la formulación paradójica: “Acontecer de lo imposible” [9]. ¿Cómo puede acontecer algo reconocido como imposible?

Natalí entiende la poesía como un padecer ese abismo desde el cual escribe el sujeto. Pero tal abismo, acogido desde la ausencia del poeta, es la condición para acceder a un contacto con la vida en su fluir contradictorio e irreductible en cuanto experiencia sagrada. No obstante, ese instante permanece en lo indeterminado, referido a lo absolutamente heterogéneo o lo radicalmente otro. Por eso, Natalí lo llama “no-lugar” [10], debido a la incapacidad del lenguaje para determinarlo, conceptuarlo y darle un forma.

La ausencia del sujeto en cuanto ausencia del poeta corresponde no a su anulación, sino a un desplazamiento que apunta a una dimensión metafísica y mística. Esto es, una poesía que anhela descifrar el enigma de la vida, pero en que la vida misma acaba interrogándose a sí misma, respondiendo a través de la conciencia que se manifiesta poéticamente. El poema como huella en Ximena describe un entendimiento de lo poético que apunta a la imagen de Dios, pero considerada desde lo absolutamente heterogéneo, lo indeterminado e inefable, la intuición de un afuera radical. Y, en consecuencia, desde la imagen de un abismo metafísico que antecede al ser, la vida, el lenguaje, la conciencia, el sujeto, lo humano, y acaso a Dios mismo. Es “la creación como forma de hacer contacto con lo irreductible” [11], intermediada por el supralenguaje, la sincronicidad, y sus imposibles mundos paralelos en movimiento.

Uno de los poemas de Ximena que expresa dicho anhelo imposible de apropiarse a Dios, pero consciente de la inmensidad de ese abismo anterior tanto a lo humano como a Dios mismo, es el siguiente:

¡Oh, corazón!
Prácticamente habíamos vencido al tiempo,
que antinatural,
quiso morir entre nosotros.

Te lo digo de nuevo,
prácticamente habíamos vencido al tiempo,
pero el horror
es una dimensión de Dios,
un velo sutil
que siempre Dios nos dispensará [12].

Natalí Aranda elabora una filosofía de la poesía, a partir de la poesía filosófica de Ximena Rivera que, a su vez, lleva implícita una concepción metafísica de la poesía. Natalí la problematiza a la luz del concepto de huella que extrae de Derrida, pero cuyos antecedentes se encuentran en las Eneadas de Plotino y sus tres hipóstasis: Uno, Inteligencia y Alma. El Uno antecede todo ser y existencia. Es absolutamente simple, indeterminado, trascendente e inefable, pero la Inteligencia puede rodearlo a partir de las huellas que aquél ha dejado de sí. El Uno también es una especie de abismo, que sólo puede ser rodeado mediante símbolos y analogías, a fin de resolver el problema de lo inefable y su predicación imposible, también formulado paradójicamente.

Más allá de Dios, la insuficiencia del lenguaje constitutiva de la mística comienza a expresarse mediante paradojas. Jung pensaba que eran la manifestación de un intelecto superior, pues su formulación supone una ampliación de la conciencia y el conocimiento, así como una apertura a lo imposible, inconcebible e incluso absurdo, en principio.

Natalí problematiza la concepción metafísica de la poesía en Ximena, ampliando y radicalizando su alcance, más allá del ser y de Dios mismo, en el último límite del lenguaje anterior al abismo. Su propio trabajo poético es también una aproximación a dicha experiencia:

(...)
Nadie que crea en el regreso puede tocar
su sombra.
Son años buscándome en el charco
sin entender que nada se busca
y que todo está allí
como imágenes de una distancia
que esperan en silencio
desaparecer [13].

O bien:

Morir con todos los rincones hacia afuera,
mirarlos a pesar del horror,
haciendo del infierno
el camino que falta [14].

Ambos poemas, extraídos de su obra inédita No-Lugar, expresan ese abismo inconmensurable entre el lenguaje y una realidad espiritual anterior e interior, un origen imposible que difiere su sentido, sustrayéndose a toda definición y formulación, como suspendido más allá del tiempo y el espacio. A través de su diálogo con la obra de Ximena Rivera, Natalí Aranda busca no sólo articular un entendimiento de su concepción metafísica de la poesía, problematizándola a través de los conceptos de supralenguaje y huella como afuera radical. Además, busca dar una forma filosófica y poética a su propia concepción de lo poético, y una forma filosófica a su propia poesía, desde la relación de correspondencia entre vida y obra, espíritu, materia y experiencia, cuyo referente es ese misterioso abismo irradiante que contiene los gérmenes del anhelo y la creación señalados por Ximena, constituyendo un vasto proceso de autoconocimiento de connotaciones místicas.

 

Valparaíso, septiembre-octubre 2019 / enero 2020 / febrero-marzo 2021

 

 



Texto leído en el marco de la presentación de El poema como huella en Ximena Rivera, de Natalí Aranda Andrades. Edificio de las Artes, Valparaíso, 10 de enero de 2020. Participaron, además, Jorge Polanco, Natalí Aranda y Felipe Moncada.

 

 

 

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Notas

[1] Ximena Rivera, “Panfleto contra la cultura”, III, en Obra reunida. Inubicalistas, Valparaíso, 2013. P. 102.

[2] Natalí Aranda Andrades, El poema como huella en Ximena Rivera. Inubicalistas, Valparaíso, 2019. P. 109.

[3] Natalí Aranda Andrades, “El nombrar y la aparición de lo otro en la poesía de Ximena Rivera”, en Martín Ríos y Jorge Polanco, eds., Tensiones del pensar. Cenaltes, Viña del Mar, 2016. Lo uno y lo otro. (Poesía). Inubicalistas, Valparaíso, 2016. No-Lugar (Poesía). Gráfica La Olla, Valparaíso, 2019. (Edición restringida, numerada).

[4] Aranda, El poema como huella en Ximena Rivera, p. 16.

[5] Op. cit., p. 113.

[6] Op. cit., p. 13.

[7] Rivera, “Fundamentos para que aparezca lo contrario”, en Obra reunida, p. 82.

[8] Aranda, El poema como huella en Ximena Rivera, p. 121.

[9] Op. cit., p. 114.

[10] Ibíd.

[11] Op. cit., p. 131.

[12] Rivera, “Las transformaciones”, en Obra reunida, pp. 71-2.

[13] Natalí Aranda Andrades, No-Lugar. Gráfica La Olla, Valparaíso, 2019. (Edición restringida, numerada). P. 21.

[14] Op. cit., p. 28.



 

 

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