Proyecto Patrimonio - 2005 | index | Literatura Peruana | Autores |...................


Tentativa crítica de la joven poesía peruana
(por un chileno)



Felipe Ruiz Valencia
Primer Encuentro de Poesía Joven. De Sur a Sur... Lima, Febrero de 2005


Saludos:

Sería bastante cómodo para mi venir acá a contarles las mil una recetas e intersticios del espacio literario chileno. Pero creo también que sería una falta de respeto, considerando que hago las veces de crítico/poeta y que por tanto debo de alguna forma u otra rendirme, "sensiblemente", ante la riqueza textual, la polifonía escritural y la enorme pasión que la poesía peruana irradia. Llevo muy poco tiempo en este país y, no quiero ser impertinente, pero creo que hablar sobre mi poesía en este contexto sería un acto de soberbia metropolitana y una falta de phatos innegable. Porque lo que he visto y vivido acá (lo siento si me encariño con lo ajeno) dan ya para demasiados textos críticos, lecturas y variantes textuales.

Intentando buscar una definición, un trayecto o derrotero que me permita vislumbrar posiciones y articular un discursos coherente con respecto a su maravillosa poética, me he encontrado con múltiples voces, discursos, opiniones, chismes y textos que en su conjunto collage, debo admitir, me han desesperado un tanto. Tan solo cuando comienzo a escribir estas líneas vislumbro que es exactamente eso, la desesperación y el caso, lo que define hoy el clima de la poesía peruana. La define, en efecto, la indefinición, la mezcla rizomática de discursos, la atemporalidad anacrónica de ciertas líricas y la tendencia hacia la fuga y el evacionismo críticos. Se me hace que, hasta los años 70, el clima estuvo más bien ordenado en el sentido de ciertos derroteros, espacios políticos y centro de operación y articulación que permitieron la instalación, de esa promoción de escritores, en los hoy casi inalcanzables espacios de poder que ocupan. Su fuerza fue ser capaces de generar un sentido meta textual y una poemática coherentes frente al enorme peso que Vallejo ejercía sobre ellos. El coloquialismo, en este sentido - y aquí hay que señalar su conteporaneidad con Nicanor Parra, en Chile -, funcionó bien como estrategia de despiste y logró consolidar a estos poetas en nichos de escritura y bastiones políticos prácticamente inexpugnables. De allí en adelante - siempre desde mi mirada foránea y limitada, siempre con un "creo" invisible - la violencia, el desorden político y la virulencia cívicas provocan un clima interno caótico y de permanente amenaza. Considero sin duda que estos procesos no han sido asumidos y enfrentados por las dos ultimas promociones del 80 y el 90, salvo contadas excepciones, y por el contrario cada cual ha tomado posiciones que no violentan los verdaderos circuitos de poder que se lograron cimentar hasta el 70. Me he encontrado con poetas que leen a Sartre y escriben a partir del sentimiento de la posguerra europea, con su mirada exocéntrica ajena a todo interés de lo propio peruano. Me he encontrado con otros poetas que escriben a la usanza del castellano más remoto, y cuyas propuestas y referentes se saltan de un zancada casi 50 años de supuesta proyección de la poética peruana. Otros intentan, como pueden, articular discursos de género, de crítica cultural, en base a recetas novísimas de la moda cultural de la new left norteamericana que ven en lo latino ciertos manierismos cómicos e indigenciales. Me he encontrado también, y sobre todo, una generación joven y aún provisoria, pero que promete revertir las huellas y miedos del pasado en base a la construcción de un proyecto nacional que sea capaz de generar autonomías escriturales, una historia y mitologías desde y para este país.

Considero que este ambiente de desorden se acerca mucho y peligrosamente ha lo que he logrado percibir en mis pocas lecturas de poesía boliviana. Una maraña casi inclasificable, donde nos encontramos con textos y poetas que en 1989 escribían como sus primeros próceres. Creo que Perú está un paso más allá, en todo caso, en el sentido de que ya hay signos y claves para ver por donde esta el quid que permitan reordenar la danza y sincerar posiciones.

En primer lugar, creo que todo parte por un replanteamiento de la perspectiva crítica. Esto significa comprender la poesía como un arma de lucha extra subjetiva, interpolada y proyectiva con relación a la creación de los proyectos nacionales. No es, creo, la repulsión de lo extranjero, del enemigo chileno, el camino, y no es que me interese aquí defender a mi país, que sin lugar a dudas ejerce una peligrosa y horrible fuerza concéntrica sobre las empresas locales, un neo liberalismo a ultranza que de pronto me da, acá mismo, vergüenza. Sin embargo, creo que la clase política y cultural local se siente bastante cómoda instalando lo otro como chivo expiatorio de sus propios lucros y prebendas. Los poetas de las últimas generaciones deben comenzar a articular sus propios procesos y generar discursos y propuestas no contra sus pares, o para la obtención de pequeñas migajas de los capataces culturales, sino contra aquellos sujetos y personajes que sempiternamente han congelado el poder. Son ellos, primeramente, los que a través de sus economías de escritura, sus mínimos rendimientos críticos y sus ya deprimentes poemáticas impiden la circulación de discursos y capitales, a través de un proceso de concentración económica que impide la generación de instituciones estatales destinadas a promover democrática y ampliamente la cultura. Se trata de dejar atrás, lentamente, los miedos y resquemores del pasado, de empezar a construir polémicas interesantes, debates con nombres y apellidos. Es bien fácil decirlo desde mi cómoda posición extranjera, es cierto. Pero nada es tan fácil, nunca, se los aseguro, y todo riesgo es siempre lo interesante. Segundo, y casi consecuencia de lo anterior, la generación de estos nuevos rangos y rendimientos críticos y escritos, permiten la producción de discursos que se salgan de la figura exclusiva del yo, del subjetivismo y simbolismos anacrónicos que es el tono de lo que he podido leer hasta el momento en algunos más jóvenes. La fractura implica un nuevo polo, un polo colectivo, la articulación de un nosotros y un ellos, donde ese nosotros reemplaza el individualismo y la textura un tanto esquizoide en que algunos se encuentran. Comprender la poesía desde la producción de un sujeto colectivo o de un colectivo de sujetos no significa, simplemente, articular pequeñas pandillas literarias o talleres, sino productos (textos, revistas, arte) que irriguen energías estéticas y no simplemente poéticas. Y cuando digo estéticas me refiero a entender la poesía desde una combinatoria de elementos y cuerpos técnicos, teóricos, audiovisuales, meta textuales, que signifiquen cierto modo de mostrar y pensar al país simbólicamente, de reírse también, y jugar con sus propias imágenes.

La construcción simbólica del nosotros y la ironía crítica permiten la creación de personajes diversos en la poesía, de los cuales los artistas pueden convertir en bellos imbéciles. El paso de la lírica a la poética narrativa, a la poética que no es del yo sino del otro (del personaje), es una herramienta subversiva y a la vez lúdica para despistar a los detentores del poder. Hay un ejemplo ya. Me refiero al grupo de los patafísicos y a su revista homúsculus. Este producto, realmente, funciona como un músculo, una articulación, un soporte o producto estético más que un dispositivo para difundir una lírica clásica. Con un dejo de exquisita ironía, con un arsenal crítico bien armado y con la conversión de los agentes de poder en personajes políticos comiquísimos, es, hasta donde he podido ver, una de las pocas propuestas que realmente violentan y molestan los lugares comunes y hábitos (mal hábitos) de extatismo. Se trata de generar muchas propuestas similares, en todo caso, en vez de que todos se vuelvan patafísicos. Se trata de que todas generen fuerza vertical ascendente más que horizontal, y de que, más allá de sus peleas particulares, comprendan que donde está la afluente del poder no es en el prójimo, sino en la otredad que desde su parnaso observa vuestras instestinas y bizantinas polémicas. Hay que generar transversalidades, en todo caso. Sólo estas nos llevan hacia un tercer recorrido, que es el paso de una crítica literaria proyectiva y no inmediatista. Una crítica literaria que sea capaz de ver más allá de la factura de los textos, los lugares políticos, los espacios de poder, cual es el "personaje" real que es el escritor que hay detrás. Una crítica menos lisonjera y mediática anclada en la perspicacia y la suspicacia más que anécdotas menores. Se trata de un proceso combinatorio, donde la poesía no parece estar como ajena ni desplegada del horizonte de los críticos, y en donde estos últimos tengan el suficiente amor y pasión por su trabajo como para ser capaces de conmocionar, junto a los poetas, intensidades discursivas de calidad, licuando a aquellos que repiten la lógica del poder o son sus sabuesos. La crítica debe ser, para eso, menos literaria y armarse con cuanto tenga a la mano: corrientes teóricas, audiovisuales, filosóficas, estéticas, semióticas, de todo. Sólo así el horizonte se amplia y diversifica, sólo así se genera realmente un nuevo lugar.

Bueno. He querido simplemente instalar mi posición, que es necesariamente sólo mía y no la de la poesía ni la crítica chilena.. Ni siquiera tiene por qué ser la mis compañeros chilenos aquí presentes. He querido simplemente instalar esta ficción, esta fricción, y ojalá que los discursos circulen. Es la circulación, amigos, el punto, para concluir ya. La circulación diversifica, y cualquier no -circulación cristaliza el poder. Hay mucho por hacer y, lo mejor de todo, mucha energía, mucha materia prima, mucha pasión en vuestro pueblo maravilloso.


Lima, 3 de febrero de 2005

 

 


Proyecto Patrimonio— Año 2005 
A Página Principal
| A Archivo Literatura Peruana | A Archivo de Autores |

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez S.
e-mail: osol301@yahoo.es
Tentativa crítica de la joven poesía peruana (por un chileno).
Por Felipe Ruiz Valencia.
Lima, 3 de Febrero de 2005.