Autores |
Leonardo
Sanhueza y Carmen García
Dos voces frescas,
originales, incipientes
Por Camilo Marks
Revista de Libros, viernes 6 de agosto de 2004
Hace poco tiempo se decía, con fundamento, que en Chile uno
levantaba una piedra y aparecían cien poetas. Para gloria de
nuestras letras, casi siempre eran grandes poetas, a veces los mejores
de la lengua española. Esa situación cambió en
la década pasada, cuando la narrativa irrumpió sin contrapesos
en la literatura nacional y tuvimos decenas de cuentistas y novelistas
de cierta categoría. En la actualidad, la balanza se inclina
de nuevo a favor de la poesía y no transcurre un mes sin la
publicación de antologías de versos inéditos,
en tomos que representan a voces jóvenes. A diferencia de los
autores que editaron en las décadas de oro -1920 a 1960-, los
creadores del presente tienen en común un corpus escaso, con
volúmenes que rara vez sobrepasan el centenar de páginas
-en ocasiones apenas alcanzan las 50 carillas- y, por lo general,
tienden al verso libre, la prosa poética, lo fragmentario.
Leonardo Sanhueza (1974) y Carmen García
(1979) han lanzado este año Tres bóvedas y La
insistencia, títulos que comparten los rasgos señalados
de brevedad extrema, pero sobresalen en cuanto
a que el grueso de los dos poemarios está constituido por meditaciones
en torno al mundo natural, a los elementos y a esa zona intermedia
que va de lo prosaico a lo metafísico. Ambas selecciones están
compuestas por piezas concentradas, densas contemplativas.
El pulso de Sanhueza es un tanto más seguro que
el de García -éste es su segundo libro-; al leerlo queda
en claro que se aleja de la oscuridad y su vocabulario golpea con
la certeza de que él tiene in mente algo muy específico
que desea impartir, como sucede en "El mar":
"El ave final es el mar. La tristeza
trabaja en su fondo, recoge
parte por parte el polvillo del tesoro,
jóvenes hollejos, citas, puñaladas
niños traviesos, generales
amantes sin labios ya para besarse
techumbres, palomas, salones..."
El ritmo de estos versos obedece a la música interna
y externa del habla, la armonía nativa y natural, pues los
compases hablados devuelven a la poesía su verdadera alma e
identidad. Sanhueza, a menudo, alterna extensas divagaciones y concisas
estrofas, dejando, en conjunto, una impresión muy positiva,
aunque irregular.
La insistencia, de Carmen García, revela
a una
poetisa cuya temprana obra posee connotaciones ideológicas
en casi todas sus líneas, que se refieren a los muertos del
mar (¿los detenidos desaparecidos?), los bosques de la noche,
los líquidos humanos y los quietos acuerdos y oposiciones entre
colores y formas. Aun cuando, en oportunidades, García se aproxima
a métodos convencionales, posee una especie de rechazo por
las rutas tradicionales y sus estrofas o prosas poéticas parecen
exhibir la convicción de que sólo mediante una acusada
extravagancia estilística puede ella entregarnos su paisaje
mental. "El llanto sometido de los espejos" es un notable
ejemplo de esta fiera originalidad:
"La sonrisa de mi madre temblando en las esquinas
tosiendo el líquido amarillo
jugábamos con un revolver
aparecían mariposas desde mi vestido
nos enceguecíamos con el reflejo del sol
todo se iba quemando de a poco
las hojas, los insectos que caían en manos de niños
con espejos
los ojos de mi padre se iban quemando..."
Tanto en la poetisa como en el poeta el talento está
asociado con la verdad,
el sentimiento y el tema. Tres bóvedas y La insistencia,
además, responden bien a la prueba suprema de la poesía
de calidad: la lectura en voz alta. Sin embargo, aún son trabajos
prematuros, que destacan en medio de la vasta entrega lírica
del momento. Para poder apreciarlos es necesario esperar su desarrollo
como artistas de este difícil género literario.