Matías
Ayala lanza su segundo libro de poemas
Poeta
sale a cobrar patadas que le deben desde el año 2000
Leonardo
Sanhueza
Las Ultimas Noticias, Sábado 4 de Noviembre de 2006
El
juego es tan viejo como conocido: si un niño era sorprendido agachándose
y dejando el trasero ofrecido a la vista, iba otro niño -o derechamente
una patota- y le plantaba flor de patada. Acto seguido, el pateador decía
“patada no vale hasta el año 2000” y con eso queda liberado de cualquier
defensa o represalia que podría hacer la víctima.
El año
2000 ya pasó y el juego seguramente ha sido cambiado por los niños
de hoy, pero el poeta Matías Ayala, de 33 años, tomó aquella
imagen de su propia niñez y la convirtió
en el poema que abre su segundo libro, que se titula precisamente “Año
dos mil” y que acaba de aparecer por Beuvedráis Editores.
“El mundo
infantil tiene toda esa violencia codificada de manera alegre, como un juego,
el juego de la violencia. Además, en el libro, hay una línea de
violencia, que está trabajada en diferentes modos: la violencia de la ciudad,
la de la historia, etcétera”, dice el autor.
Con un tono medio displicente,
parco y distante, aunque con momentos más líricos y hasta melancólicos,
Ayala, quien además es profesor de literatura en la Universidad Alberto
Hurtado, ha apostado por una propuesta inusual en la poesía nacional. Sus
temas van de Andrés Bello a la pedagogía de la historia, pasando
por personajes como Pinochet o lugares como alguna calle de Santiago.
-El
año 2000 era el año del apocalipsis, que finalmente no ocurrió.
-Claro,
está la imagen del apocalipsis como una destrucción de todo lo presente,
pero también se la puede considerar como una renovación posible.
Cada apocalipsis es una destrucción hacia atrás y una mirada hacia
delante. En todo caso, en el libro hay un poema absolutamente apocalíptico,
donde se destruye Santiago por completo. Sólo quedan los quiltros, los
sapos y los ratones.
-En tu libro aparece el tema
de la transición política en Chile. ¿Qué te atrae
de la transición?
-Además el año 2000 es un
año importante para la transición. ¿Qué me interesa?
En el libro incluí un poema de Brecht al que le puse “Bertolt Brecht: la
transición” y que lo dice mejor que uno: “Me siento a la vera del camino/
mientras el chofer cambia la rueda./ No me gusta el lugar de donde vengo./ No
me gusta el lugar a donde voy./ ¿Por qué lo miro, entonces,/ con
tanta impaciencia cambiando la rueda?”.
-¿Qué
tiene de interesante la actualidad histórica como espacio poético?
-Con
respecto a los poemas de política, de la ciudad, de la tele, lo que me
interesa es ver cómo el discurso poético se enfrenta al discurso
público. Se supone que el discurso poético es débil y los
otros son los fuertes. ¿Qué pasa si lo ponemos al revés,
si damos vuelta la mano? Bueno, eso es lo que traté de averiguar.
-El
sujeto de “Año dos mil” parece no tener biografía. No habla de sí
mismo, sino de historia, de política, de asuntos externos a él.
-Quise
probar la posibilidad de un sujeto en esos cruces temporales y sociales, y para
lograrlo tuvo que haber un cierto distanciamiento biográfico y una mirada
más bien alusiva, fría.
-Neruda figura
en tu libro como “el cabeza-de-chancho”, pero finalmente lo tratas con cierta
indulgencia.
-A Neruda todo el mundo sigue odiándolo, nadie
lo rehabilita al pobre. Yo quise rehabilitarlo, pero, digamos, con un charchazo.
Lihn
y más Lihn
Aparte de su trabajo creativo, que
lo tiene ocupado con varios proyectos en ciernes, Matías Ayala ha desarrollado
una breve pero intensa labor como investigador en literatura, específicamente
en temas relativos a Enrique Lihn, de quien hace poco editó "Una nota
estridente" y actualmente prepara otros libros con papeles inéditos
encontrados en archivos.
"Siempre he admirado mucho a
Enrique Lihn", explica, comentando su poema "Elegía a E. L.",
especie de homenaje personal al célebre autor de "La pieza oscura".
-¿Por
qué te interesa Lihn?
- De él me interesan muchas
cosas, pero en particular el hacer una poesía crítica con respecto
a su propio discurso y con respecto a la sociedad.
Fot:
Richard Salgado