Fernando de Laire enseña sociología en la Universidad
Alberto Hurtado y es un viajador empedernido. Su última aventura
fue Cuba, y no conforme con haber disfrutado los días de sol
playero y las caminatas por La Habana Vieja, se esmeró en escribir
el relato de sus días en la Isla. El resultado: un libro que
bien puede funcionar como diario de viaje, de lectura recomendable
para quienes
tienen planeado unas vacaciones en territorio cubano y buscan consejos
y recomendaciones turísticas, pero que de fondo es una mirada
inteligente y aguda al último bastión del socialismo
latinoamericano.
Dicen que el mejor juicio sobre un país es el que pueden formular
los extranjeros. Ajenos al temperamento y la personalidad de la comunidad
local, miran el paisaje con un ojo felizmente intruso, que al menos
compara y que con regularidad entrega las claves de aquella idiosincrasia
que juzgan. Es la mirada del extranjero -sobre todo cuando ella viene
cargada al tono épico- en muchos casos la que construye los
discursos sobre los que se funda una nación. ¿Hace falta
recordar, para el caso chileno, aquello de "gente tan soberbia,
gallarda y belicosa"?
Ahora bien, si ese extranjero es además un profesional con
herramientas de juicio algo más sofisticadas, entonces esa
mirada necesariamente se enriquece. Y Fernando del Laire al viajar
a Cuba, y aunque no fue en plan académico, claro está,
no pudo dejar en Santiago al sociólogo. "El éxtasis
y la lágrima" es una síntesis pormenorizada de
ese viaje. En Cuba de Laire observó, conversó con la
gente común y con más del algún colega, se metió
a todas partes, y fue componiendo unas notas que más tarde
ser convertirían en este libro. El volumen se puede resumir
como una colección de anécdotas bien hilvanadas, escritas
con una pluma ágil, de las que el sociólogo va obteniendo
conclusiones perspicaces. Por ninguna parte aflora la densidad y el
hermetismo académico, lo que hace al libro accesible para cualquier
lector.
¿Cómo es la Cuba que de Laire retrata? Hay que decir
primero que el hombre es especialmente sensible a la cuestión
social. De ahí que las virtudes del pueblo cubano -su solidaridad,
su tendencia a vivir a concho el presente y su alegría a prueba
de cualquier derrota- aparezcan siempre plasmadas junto a cierta compasión
por sus condiciones de vida, consecuencia del bloqueo económico
de EEUU. Pero no se trata de un paternalismo romántico, después
de todo el paisaje parece ser exactamente ese: un país que
se ha detenido en el tiempo, que aunque no exhiba pobreza extrema
sí tiene dificultades enormes, no sólo económicas
sino también en términos de libertades civiles, y donde
la lucha por obtener divisas en dólares a ratos se vuelve descarada
y descarnada. Un pueblo, demás está decirlo, que produce
profundos sentimientos encontrados. De ahí el título
de este libro.
De Laire agudiza el sentido de la observación cuando se trata
de mostrar la desconfianza del cubano al hablar de política.
Los comentarios que se escuchan sobre Fidel y el camino que ha tomado
la Revolución están repletos de vaguedades, de palabras
no dichas, de deseos inefables. En uno de los pocos pasajes puramente
políticos -cómo evitarlos- que hay en la obra, de Laire
ensaya un recado a Fidel que parece resumir ese desencanto y que vale
la pena transcribirlo: "Mira Fidel: ni por un instante -escucha
bien: ni por un instante- pongo en duda que fuiste un aporte a la
dignidad del pueblo de Cuba y a la dignidad latinoamericana frente
a la prepotencia yanqui y la bastardía de Batista. Sin embargo,
no hay vocación revolucionaria auténtica si se eterniza
una desconfianza permanente en las masas. Si tu argumento es que las
masas están alienadas o son susceptibles de sucumbir a la propaganda
enemiga, entonces quiere decir que la revolución no hizo bien
su trabajo".
Finalmente, y aunque suene extraño decirlo, "El éxtasis
y la lágrima" también es un ensayo sobre Chile.
¿Con qué otro país podría de Laire comparar
a Cuba? Para quienes todavía creen, por ejemplo, que los chilenos
somos solidarios, les haría bien leer este libro.
Fernando de Laire es Magíster y Doctor en Sociología
por la Universidad Católica de Lovaina. Durante los últimos
años ha ejercido la docencia en la Universidad Jesuita Alberto
Hurtado, en el Magíster en Gestión y Políticas
Públicas y en el Magíster de Antropología y Desarrollo
de la Universidad de Chile.
Fernando de Laire
"El éxtasis y la lágrima"
Norma, 182 págs.