Una caja de cartón
como la del compact disc de Sting. Muchos pliegues y repliegues de
tonos pastosos creados por la frotación incansable del lápiz de cera
de Maquieira. El poeta es también un pintor de veras. Por ahí,
escondido y acurrucado un pequeño libro de papel couché en lugar del
disco metálico: Los Sea Harrier, un extraordinario conjunto de
poemas, que se esperaban desde el anticipo de ellos publicado por
Francisco Zegers Editor en 1986. La nueva y completa edición es una
producción de Galería Plástica Nueva, Morgan Impresores y Editorial
Universitaria, y confirma a Maquieira como un poeta capaz de hacer
brotar la belleza y el humor a raudales.
..... Estamos en una guerra encarnizada y
jubilosa. De un lado, se distinguen "los que vamos a poner orden", los
"milenaristas", los "moluscos de la religión de estado", según la
expresión de sus adversarios. Entre ellos figura el Mariscal
Ratzinger, el Purpurado de Charol, Sor Clona Cósima, Salieri, Lacunza.
Combaten a quienes califican de hedonistas, epicúreos, vagos. Utilizan
para sus ataques aviones Mig, Phantom, Mirage. Sus enemigos les salen
al paso en Sea Harriers y en portaaviones a vela. Son los Rastelli,
los Brando, los Coritani, los Stampa y "los también Gianfranco
Feltrinelli", toda una pandilla de rebeldes, anarquistas, mafiosos y
pendencieros que se identifican con la alegría de vivir y el
refinamiento de los etruscos, y el espíritu guerrero de los hunos, de
los celtas y sus druidas "Preferíamos la muerte / a perder la libertad
/ y llevábamos la alegría del amor / hasta las puertas del infierno /
hasta desafiar a la misma muerte / desnudándonos en pleno combate / o
agrandándonos las heridas recibidas...
... Maquieira inventa un mundo futurista,
poético, cómico y de ciencia-ficción. Cada verso es una sorpresa.
Desde luego, su escritura juega, a veces, con las alusiones y ecos que
van de la sonoridad al sentido ("un mar mareado", "aún no venerables
sino venideros"). En ocasiones hay hallazgos y torsiones obtenidas al
suprimir parte de lo que se esperaría de la oración convencional:
"Después de haber dejado sollozos a los milenaristas". A menudo estas
alteraciones quieren evitar el lenguaje libresco y sugieren una jerga,
como ocurre al sustituir el "más" por el "ma" ("Ma mientras..."). El
ritmo es natural, marcado por ciertas repeticiones de palabras
("subíamos a ...", "subíamos como..."). Los versos se suceden unos a
otros con una fluidez fílmica. Las comparaciones y metáforas de
Maquieira son frescas, gozosas, divertidas si es que no asombrosas:
"Muy curados, curados como frambuesas"... "venía con la boca mordida
de ayunos"... "y soltó el racimo que traía en la lengua".
Espacios
virtuales
... Pero hay, sobre todo, la construcción de espacios virtuales que
hacen pensar en las arquitecturas y habitantes de ciertos cuadros de
Matta, y en las situaciones y ambientes de la película Blade
Runner. El tipo de violencia recuerda momentos de La naranja
mecánica. Ello tamizado por una peculiar asimilación del humor y
las invenciones fantásticas de películas de dibujos animados, del cine
mudo de Buster Keaton, de historietas como las de Asterix y
Garfield... Por momentos vuelven a la retina escenas surrealistas de
las películas del primer Buñuel.
...
Algunas de sus imágenes tienen una inmediatez maravillosamente
sensual: "dándonos baños calientes enfriados con nieve"..."chupando de
una tina de uvas rosadas". O el ministro Coritani que recibe con
animales salvajes sueltos en la cubierta del portaaviones que "parecía
un desfile de abrigos de pieles". Otras son más complejas y
fantásticas: "Ni a los aliados hunos se les sopló por radar / que les
íbamos a subir el mar a los Phantom / hasta ahogarlos en el
firmamento, / porque el mar empezó a subir hasta el cielo / donde las
alas no les servían ni de remos".
...
Los Harrier remolcan a Rastelli agonizante sobre un tablón de mármol
que "se movía como la marea" para que cumpla su sueño de morir en el
cielo. Coritani, que "hacía detener el viento" para "salir a guerrear
a cubierta", desesperado, "alucinó" "hundir el portaaviones hasta la
mitad, hasta que quedaran flotando sólo las gigantescas velas", para
que "parecieran unas dunas de mármol... levantando una capilla". Desde
el portaaviones El Caravaggio, provisto de "cuarenta anclas con
cadenas de espesor" comienzan a arrastrar la catedral del Cuzco
"mientras la levantábamos con los Harrier". La catedral es puesta
sobre El Caravaggio. Entonces se alteran las proporciones esperadas y
los "desasosegantes Harrier" entran a la nave central (de la iglesia,
por cierto) "y los hacíamos volar por dentro / y pasearse en el aire y
como muy educados / haciéndoles visitas a los santos".
... En estos casos Maquieira ha inventado
verdaderas situaciones poéticas, escenografías y acciones imaginarias
que abren "los ojos a la belleza".
...
Los poemas se desenvuelven como una tupida malla de alusiones,
paráfrasis, citas parciales, coloquialismos soeces y nombres de sonido
extranjero que se entremezclan con la voz del narrador principal,
generalmente un "nosotros" que corresponde a los hombres de los
"acojonantes Harrier". De repente se reconocen "implantes": unos
"versos chupados" a Garcilaso, a Horacio, fragmentos de una entrevista
al cardenal Ratzinger, informaciones como de enciclopedia sobre los
celtas, el decreto de excomunión de Spinoza presentado como "artista
moderno". Varias veces se invoca a un tal Luchino como si fuese su
papel el de una suerte de musa que pone al poema en movimiento. Es
también el destinatario, el lector.
Adversarios semejantes
...
¿Influencias? Escasas, escasísimas. Se trata de un artista original
como pocos. Esto ya quedó demostrado con la publicación de su primer
libro, Upsilon, (1975), y posteriormente con La Tirana
(1983), que estableció a Maquieira como un poeta de primera. Se
encuentran ya allí casi todos los recursos formales que se utilizan en
Los Sea Harrier. Sin embargo, desde otro punto de vista, las
influencias aparecen por todas partes nutriendo esta poesía que las
fagocita y transforma dándoles así un sello propio, inconfundible.
Entre los poetas, creo que especialmente fecunda ha sido la lectura de
Pound. Pienso, sobre todo, en un poema de exaltación guerrera como
"Sextina Altaforte", en "Homenaje a Sextus Propertius" y, en general,
en Los Cantos. El trabajo de personajes invita a releer a
Kavafis.
... La alegría ante la
violencia tiene una gratuidad desesperada y, a la vez, profundamente
vital y juvenil. Los "acojonantes Harriers" atacan "jubilosos de
perpetuar el ataque" intuyendo que la derrota es casi segura. No
esperan la victoria sino que hacer el máximo daño al enemigo. La
actitud, la voluntad de no rendición es lo que cuenta. Son rebeldes
"mamándose la dura belleza de la guerra", pero tentados y atraídos,
como todo rebelde, por aquello que combaten. Lo indica, por ejemplo,
la aparición, en el poema "En un cielo con dos mil años de vacío", de
Sor clona Cósima que "zampó su belleza": "la dejé ir imaginándola como
un polvo perdido", ya que "el amor podría significar la muerte" y
arruinar "el sueño de la guerra infinita".
... Los combates se libran "hacia la captura de
Dios". Pero el espíritu de provocación se matiza y aliviana con el
humor. Al final del poema "Nuestro portaaviones a vela", uno de los
mejores y más representativos del libro, surgen los buzos de los
milenaristas: "Y les dejamos ver el momento en que saltamos / en
bueyes por los lados del portaaviones al mar / a bautizar a las clonas
y a llenarlas de gozo / Nos quedamos ahí montándolas en medio del mar
/ hasta que subimos a echarnos a los toldos / de la
privacidad".
... Desde el otro lado, es
decir, para los moluscos de la religión de estado, la situación es
análoga. Enel poema "Baroque Behavior", Ratz (diminutivo del Mariscal
Ratzinger) conversa con uno de sus enemigos de igual a igual: "Ya
basta, pedazo". El otro le deja caer: "nosotros" no deberíamos "estar
haciéndonos esto unos a otros"... Y no cito más para que el lector lo
encuentre en el poema. Por el tono se diría que Ratz es uno más de la
mafia. Los adversarios se parecen y comprenden. Podrían intercambiar
papeles. De allí el miedo... y la risa.
Los Sea
Harrier
Diego
Maquieira, Galería Plástica Nueva
Morgan
Impresores, Editorial Universitaria, Santiago 1993. Sin
foliar.
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en
suplemento Literatura & Libros del diario La Epoca
domingo 31
de octubre de 1993.