........Diego Maquieira le da unos golpes a la
radio en el intento de que funcione. Son recién las diez de la mañana.
Un gato negro llamado Lou Reed está echado a los pies de la alfombra.
Hay una copa de vino blanco servida sobre la mesa de centro. Una bolsa
de tabaco Captain Black a la que recurre constantemente para llenar la
pipa. Y el calor que brota de una estufa conectada a un balón azul de
Codigas. "Ojalá que suene esta huevada", dice. Presiona botones
levemente desesperado, a la espera de que la voz de Donovan el
Bob Dylan británico irrumpa en el aire. "Esto no lo pueden hacer
los franceses", advierte, mientras la transparente voz del autor de
Atlantis rompe el silencio. Son precisamente esos versos en inglés,
que refieren al continente perdido y a una chica antediluviana que
sobrevive debajo del océano, los que hacen que Maquieira se eleve más
allá del techo blanco invierno de la habitación. Se diría que en ese
instante es puro espíritu. Una energía que se esfuma. Así, hasta que
Donovan se calla y todo vuelve a ser como antes.
..... ¿Sabes cómo me gustaría haber muerto?
pregunta. Me habría encantado morir en el desembarco de
Normandía. Haber caído acribillado por las balas de la Alemania nazi.
Y de haber sobrevivido al desembarco, me hubiera gustado tomarme
Berlín junto con los norteamericanos y los rusos.
..... Maquieira es un hombre lleno de obsesiones
y caprichos. También de imágenes que abraza a perpetuidad. Se declara
un admirador del nuevo gran imperio, que es Estados Unidos, y de la
monarquía británica. "Me gustan las monarquías mezcladas con las
repúblicas. Por eso me gusta Inglaterra que nombra caballero a Mick
Jagger, de Los Rolling Stones. Un hombre que tiene una vida
impresionante de escándalos públicos, que ha estado preso, que ha
probado todas las drogas, que ha dejado embarazada a mujeres en muchos
países de todo el mundo. Es como si acá en Chile le dieran la orden al
mérito a Arturo Godoy", apunta.
.....
Quizás esa admiración la hereda de su educación anglosajona. Porque no
se educó en Chile. A pesar de que aquí ha tenido maestros iniciadores
como Nicanor Parra o Enrique Lihn, el niño Maquieira fue instruido en
los colegios de Nueva York, donde vivió buena parte de su infancia por
ser hijo del diplomático Fernando Maquieira y de la conocida Julita
Astaburuaga.
..... Allí se inicia en
alguna medida la historia de este hombre que nació frente al río
Mapocho, como le gusta decir, aunque ello remita a una habitación de
la clínica Santa María. El mismo que se ha convertido en una de las
voces más sólidas de la generación del ochenta la de Raúl Zurita,
la que hizo poesía durante la dictadura, merced a cuatro libros:
Upsilon (1975), Bombardo (1977), La Tirana (1983)
y Los Sea Harrier (1993). Un poeta que también ha derivado a la
pintura con tres exposiciones a cuestas. La última actualmente se
exhibe en la galería A.M.S. Marlborough y está compuesta por "materia
de alta reserva" de su colección privada que ha decidido exponer como
una forma "de desprendimiento en el tiempo del pasado". Sólo así se
entiende esta salida a la superficie en medio de un retiro espiritual
que inició hace dos años. Maquieira se desenchufó. Adiós a los
diarios, a las revistas, a todo. Una decisión que tomó poco después de
separarse de la mujer con la que estuvo casado por 25 años, con la que
tuvo dos hijos, la pintora Patricia Ossa.
Necesitaba hacer
un paréntesis que implicara la abstinencia de la continuidad de un
proceso anterior. Yo soy un hombre separado. Hace tres años de eso. Es
primera vez que estoy solo. Pero el retiro tiene que ver con muchos
otros factores. Es un proceso de balance, de crecimiento. Necesitaba
hacer un retiro de todo. Del lenguaje, de la palabra. No leer un solo
libro. Enfrentarme conmigo mismo dice.
..... Está solo. Hace tres meses también puso
punto final a una relación con la madre de su tercer hijo. Envuelto en
un chaquetón negro, con una boina de pintor que le cubre su pelo
entrecano, dice que hasta ahora la soledad no le ha hecho mella. "La
sobrellevo bien en un periodo espiritual. Las dificultades quizás
vengan con el tiempo. Ahora estoy en un estado espiritual, con la
libido totalmente neutralizada. Pero de estas cosas no hablo. No hablo
de mi vida privada, ni de mis mujeres ni de mis hijos", aclara.
Devuélveme el Huáscar
..... Hay una escena de su niñez,
dentro de muchas, que guarda de manera especial. Ocurre en Nueva York,
después de una visita al doctor. Juli así llama a su madre y
un Diego de siete años caminan por un Central Park tapizado de nieve.
"Estaba con un resfrío de la madonna y con un poco de fiebre. Nada
grave, en todo caso. El Central Park estaba blanco, maravilloso.
Pasamos al lado de una especie de planicie que estaba en bajada.
Limpia. Impecable. Y de repente mi mamá que no se resiste, tiene un
impulso, y yo termino rodando cuesta abajo por esa nieve virgen,
blanca, totalmente desconcertado. Rodé treinta metros y lo lindo fue
que al llegar abajo, mire hacia arriba y vi a mi madre muerta de la
risa. Fue una escena maravillosa porque allí estaba la gran risa de mi
madre y también el gran abrazo, que me dio una vez que fue a
buscarme", cuenta.
..... Diego Maquieira
se acostumbró a los aeropuertos, a las mudanzas, al inglés. También a
las manos de Esperanza, la nana española que tuvo en Nueva York, "que
nos daba unos baños de tina maravillosos y cuando nos acostaba nos
hacía soñar con los ángeles". Sufrió de sonambulismo. Fue un
deportista consumado en esos días de la infancia y con 15 años leyó
El extranjero, de Camus, "que produjo en mí una explosión
notable". Después de eso, su pieza se convirtió en un templo lleno de
libros, sobre la que nadie tenía potestad ni siquiera para limpiarla.
"Le molestaba el ruido de la aspiradora", confiesa su madre.
..... Antes de que leyera a Camus, llegó a vivir
a Perú con toda su familia. Tuvo que aprender el español, porque hasta
ese entonces sólo había hablado el inglés.
No sabía una
gota de castellano. Me tuvieron que poner un profesor particular. Yo
tenía 10 años y nunca me había enterado de que Chile había tenido una
guerra con Perú. Tampoco sabía que Chile había ganado esa guerra. Mis
compañeros, que sabían que yo era chileno, me pedían todo el tiempo
que les devolviera el Huáscar afirma.
..... En un momento de esa infancia larga se le
ocurrió preguntar dónde había nacido. Le dijeron Chile. "¿Y dónde
queda Chile? En el fin del mundo, me dijeron. Bien lejos. Pero está en
el mapa. Yo siempre decía: quiero ir, quiero conocer, saber dónde
nací. Por eso cuando llegué decidí hacer mi vida acá".
..... No fue a la universidad por voluntad
propia. Se fue haciendo a mano. O ayudado de manos que no eran las
suyas. Como las de su padre "el hombre más inteligente que he
conocido", afirma, de Nicanor Parra, Enrique Lihn, Gastón
Soublette, "ese gran cirujano que fue Alfonso Asenjo", Jorge Edwards,
Cristián Huneeus, el ex embajador de Chile en Inglaterra Víctor Santa
Cruz, el padre Dautremont, "que fue profesor mío en el Saint
George".
La patria o la tumba de
Poe
..... Vuelve a encender la pipa.
Tiene un aire aristocrático que salta a la vista, a pesar de los
mocasines que tiene salpicados de barro. Las finanzas no están del
todo bien por estos días. Cuando ya no queda tabaco en la bolsa de
Captain Black le pide un cigarro a su nana, lo abre por la mitad y
vacía su contenido a la pipa. No es un tipo que gaste mucho, al punto
que los únicos suntuarios en el presupuesto mensual son el tabaco y el
vino blanco. Amigo de sus amigos, Maquieira cultivó buena parte de sus
amistades actuales a poco de regresar al país. Extrañamente, ha
congeniado más con los novelistas extraño, porque nunca le
interesó mucho la novela que con sus pares poetas. Amigos son
Arturo Fontaine, Gonzalo Contreras, Carlos Franz, Jorge Edwards, y
también los poetas Sergio Madrid y el propio Parra.
..... Hay cosas de este país que no le gustan.
"Yo siempre hablo de la ideosingracia chilena y, además, he dicho que
para vivir en Chile hay que mantener una sólida mediocridad para que
la estupidez tenga un éxito permanente. Yo soy un liberal pluralista,
me gusta un Chile culto, abierto al mundo, con más sentido del humor,
que tenga más capacidad de reírse de sus propios valores. Y que no sea
tan duro ni tan arrogante, ni tan agresivo, ni tan ignorante, porque
se ha vuelto un país de una ignorancia gigantesca al que no le gustan
las críticas. Se cree un país fantástico y ningún país lo es, ni
siquiera el gran imperio".
¿Y a usted le gustaría que lo
enterraran en este país tan macanudo?
..... "El artista siempre tiene que buscar el
origen. Yo nací acá y preferiría morirme acá. Es aquí donde he hecho
lo más importante de mi vida. Pero sabes qué, tengo la suerte de
conocer a un personaje extraordinario, un norteamericano
judío-italiano que se llama Óscar Bambache Camponeschi, quien es dueño
del cementerio en donde está la tumba de Edgar Allan Poe, en
Baltimore. Y Óscar siempre me ha ofrecido que si yo quiero, me puede
hacer un espacio al lado de la tumba de Poe para que me entierren. No
deja de ser un ofrecimiento atractivo".
No a las drogas, sí
al alcohol
..... Hay varios cuadros
repartidos por las paredes. De Matías Pinto D'Aguiar, de Gonzalo
Cienfuegos, del mismo Maquieira. Al fondo, en una pared, aparece un
retrato que le hizo el ecuatoriano Sola a su madre. Hay un baúl
antiguo, lleno de cajones forrados en seda, que Maquieira ha
acondicionado como librero. Y un piano color crema y discos y libros y
más libros dispuestos sin mayor orden.
..... Allí, sentado en uno de los sillones
azulinos, parece un hombre tranquilo. Quitado de bulla. Y lo es. "No
soy de escándalo público. Yo no haría cosas como Salvador Dalí, que de
repente planifica un ataque a una galería de arte y hace pedazos los
ventanales, como ocurrió en Nueva York. No va con mi temperamento.
Además, con 50 años estoy en un momento especial. No tiene nada que
ver con la creación, sino con el ser. Vivir o no vivir o to be or not
to be, de Shakespeare. Pero Shakespeare tiene una frase que me
interesa más: let be. No la de Los Beatles que es let it be. Si no let
be".
..... Si no fuera por el vino
blanco que lo toma con hielo para cuidar el hígado, se
podría decir que Maquieira es un asceta. No toma whisky ni vodka, ni
vino tinto. Sólo blanco. Y de las drogas siempre ha huido. "Las drogas
son para el espectador, no para el artista", dice. Para Maquieira
aquello es lo mismo que el infierno. Ha conocido gente que no ha
podido librarse de ellas. "A mis hijos les digo: drogas no, alcohol
sí".
..... Mientras Lou Reed sigue
imperturbable durmiendo su siesta matinal, Maquieira revela un estudio
que sindica a los poetas como los personajes más expuestos a la
autodestrucción mediante cualquier elemento externo. Ya sea comida,
alcohol o drogas. Ni hablar del suicidio. Estados psicóticos,
paranoias, personalidades bipolares. Los número uno son los poetas. Y
después vienen los músicos. Aquello lo inquieta, pero asegura que se
defiende como gato de espalda: "He pasado por periodos difíciles. Pero
después agarro la quilla, el timón y la vela. Nunca he quedado tirado.
Si estoy un poco mareado, me meto en la cama. Los activos empiezan a
romper cosas. O insultan o atacan a la gente en la calle. Tienen una
botella y media en el cuerpo y se suben al auto a manejar. Yo no
manejo. No me gusta. Además, no tengo auto".
¿Y el vino le sirve de inspiración?
..... "Jamás trabajo con alcohol.
Una vez vinieron unos escritores argentinos que habían leído uno de
mis libros y pensaron que yo era prácticamente un drogadicto por las
cosas que escribía. Cuando me conocieron me dijeron que me parecía a
Bioy Casares. Lo que ocurre es que he tenido un sentido de la realidad
que me ha permitido, desde luego, estar vivo hasta los 50 años y no
morir como Rimbaud, a los 37, o como Baudelaire, a los 47. Además,
para ser artista he tenido un récord mundial: mis 25 años de
matrimonio. Eso te demuestra un cierto sentido de la realidad, un
cierto criterio, un cierto sentido común. Ha habido muchos reventados
y les tengo un gran respeto. La gente dice: ¡un reventado! Pero nadie
se pregunta qué le ha pasado a ese tipo. Lo juzgan y lo condenan.
Jorge Teillier fue un alcohólico. En la literatura chilena, sobre todo
en la década del cincuenta, hay gente muy alcoholizada. Marlon Brando
pasó dos años totalmente alcohólico en Tahiti, y su madre era
alcohólica. Truman Capote, Modigliani, Francis Picabia, Pablo Neruda,
todos alcohólicos. Matta también ha pasado por periodos de
alcoholismo. Parra no. Él tiene un gran sentido del
control".
El halcón
peregrino
..... Maquieira es, por encima
de todo, un archivador de imágenes.
Las regala a medida que conversa, con los dedos
sumergidos en el tabaco rubio. "Siempre me he identificado con el
halcón peregrino. El halcón es un ave aristocrática, medieval. Valía
una fortuna en ese tiempo. Y siempre volvía donde su halconero. Tiene
una ventaja extraordinaria: es el ave más rápida que existe en el
mundo. Se le ha registrado con viento a favor, la velocidad de 350
kilómetros por hora. Y ataca, aire a aire. No como el águila, que se
mete entre los arbustos a comerse liebres y conejos, y pesca todo lo
que está en tierra. Hay un pasaje dentro de la vida de Mike Tyson en
la que este enfrenta a un halcón que le ha comido a varias palomas de
su palomar. Quiere asesinarlo e idea trampas para darle caza. Cuando
lo consigue, Tyson lo agarra por el cuello y dice que la mirada del
halcón es tan ominosa, tan amenazadora y de mal agüero, que se asusta
y lo tiene que soltar. Imagínate. Lo encuentro un episodio
fascinante".
..... Ni él se atreve a
pronosticar qué irá a salir de este retiro en el que está sumido. Sabe
que volverá a salir a la superficie para saber cuántos cuadros fueron
comprados de su exposición. Aunque reconoce que nada le puede importar
menos que la valoración o no valoración de su obra. "Yo no hago
carrera. No me interesan los honores ni los méritos. Prefiero el
olvido. El olvido total. Porque yo no me mandé a hacer. Yo no decidí
existir".
..... Una vez que Diego
Maquieira, junto a su abrigo negro y su boina de pintor, cierre la
puerta, volverá al retiro. A la copa de vino blanco, a la pipa
encendida en esa casa de paredes blanco invierno. También al trabajo
intenso, sumergido en ese libro de poemas que espera ver la luz en
2003. No lo anima la gloria ni la posteridad. "Prefiero el olvido. El
olvido eterno", dice. Antes de que la entrevista acabe, hace una
última concesión y ofrece una frase de Poe que a él lo maravilla: "Las
cuatro condiciones para la felicidad son: vida al aire libre, el amor
de una mujer, la ausencia de toda ambición y la creación de una
belleza nueva. Eso es conmovedor dicho por Edgar Allan Poe, quien
muere en la calle botado, alcohólico y con un derrame
cerebral".