ACASO
TODO ES ESO: TOCO Y ME VOY
Por
Marco Aurelio Rodríguez
Luego de leer algunas páginas del excepcional libro de cuentos
e historias de fútbol Toco y me voy (Santiago de Chile,
Calíope/Bravo y Allente Editores), se confunden algunas notas
personales con el imaginario
humano y fantástico del novelista y febril ex futbolista Reinaldo
E. Marchant, ex Presidente de la Sociedad de Escritores de Chile
(Sech) y autor de más de media docena de obras.
Podríamos transigir y querer que este libro, como un montón
de sombras más, pertenezca al sigilo. Es la tónica de
nuestra cultura aventurada en artificios pragmáticos. Pero
la misma paradoja es la respuesta. La cultura, como la vida, se alimenta
de sombras. El fútbol no le interesa a la gente seria, declaró
alguna vez Marchant. Intelectuales y políticos se han juntado
con el novelista en más de alguna ocasión a jugar algún
partido de fútbol de salón, ataviados de niñez,
en amistosos laberintos que el juego de la vida da. ¿Quién
podría creer que una cancha de barrio, que no dibujada con
cal, es capaz de derrochar leche en polvo de niños escuálidos,
lo que permite que finalmente se reinvente la esperanza de un partido
de fútbol dominical? ¿Quién podría confiar
en la memoria de la dignidad, y entender que el General Alberto Bachelet,
padre de la Presidenta de la República asesinado en tiempos
de la dictadura, era fanático de este bello deporte? A veces
creo que perpetuamos tan pusilánimemente a estas personas como
cuando vamos al Estadio Nacional a enladrillar con gritos destemplados
a los fantasmas del horror que todavía viven sin saber qué
hacer con tanto tormento. Belarmino Constanzo, amigo y compañero
de prisión del General Bachelet, nos recordó -en el
lanzamiento del libro en la Biblioteca Nacional- que la patria también
es de ellos. A ellos están dedicadas las historias de Marchant.
¿Dónde están los hombres verdaderos, que son
los que sufren porque tienen memoria? Mario, el gigante que atajaba
penales y que, por su alcoholismo (o mejor: por su rebeldía),
nunca llegó a equipos "serios"; El Níspero
y sus piernas, ahora baldadas, que se fueron junto a los goles que
hizo; los niños que se quedaron en la pichanga o riña
callejera y fatal, "tango del pobre" podría burlarse
un tango de letrado.
La vida es otra cosa, nunca lo que nosotros pretendemos entender.
-Reinaldo -abordé al escritor alguna tarde de lloviznas-,
¿por qué abandonaste el fútbol…?
Sabido es que Marchant jugó en el Club Deportivo Aviación
"con la número 10 en la espalda" (como expone el
Pollo Véliz en el buen Prólogo del libro).
Se levantó el pantalón y me mostró las cicatrices
en las piernas y me habló de un dolor en una de sus rodillas.
Lo que en todo caso no le impide juntarse -de vez en vez- en alguna
cancha con sus amigos: intelectuales o aquellos del barrio que ha
ido desapareciendo junto con las maestranzas y los rieles inútiles
del "paradero cero" de la Gran Avenida, allá donde
doblaban las micros antiguas camino a las sombras poblacionales y
al Cementerio Metropolitano; cerca del "Chancho con Chaleco",
que fue cambiado por un mall picante; en algún lugar donde
las mujeres perfuman la belleza necesaria y los hombres hablan del
trabajo que ya se acabó.
Los cuentos de Marchant hacen recordar -Vallejo al hombro- hondas
heridas en la piel más triste, que es el alma.
Esa historia de fútbol es la misma de todos.
Es la que vivió el autor de este libro, a quien conocí
en las inferiores de Aviación, con la número 10 en la
espalda, la cabeza llena de rulos y la guapeza de los chicos que se
forman en los mejores laboratorios: las canchas de tierra y
las populares competencias nacionales.
La narrativa fiel de Reinaldo, nos lleva a saborear
un mundo pleno de emociones, de una colección indefinida de
hombres de carne y hueso, donde personajes pintorescos encuentran
el "sumun de sus vidas" en espacios ausentes de motivos
económicos y presiones sociales y bursátiles, su naturaleza
es substancialmente voluntaria y festiva y su carácter es el
esparcimiento.
"Del prólogo de Leonardo Véliz"
...... ......
Reinaldo Edmundo Marchant
(1958), estudió en la Facultad de Letras de la Universidad
Católica de Chile, académico y articulista de diversos
medios de comunicación. Fue agregado de cultura y prensa en
la Embajada de Chile en Uruguay y Colombia. Sus libros han obtenido
numerosas distinciones en Chile y el extranjero.