SUPERAGENTE
86 Y PSICODELIA
Por Marco Aurelio
Rodríguez
El Superagente 86
(Get Smart en su rótulo original) es sin duda la más brillante
parodia de las películas y relatos de espías, cuyos referentes han
sido James Bond y la realidad acumulada en los 60-70, su teoría y su psicodelia.
Que haya muerto Don Adams -quien personificó a Maxwell Smart (Agente 86)-
el 25 de septiembre de 2005 a la edad de 82 años, abre los archivos de
la reflexión.
Una parodia es una imitación burlesca. La parodia
no es un género, sino un modo o mecanismo textual inscrito sobre ciertos
parámetros diacrónicos y sincrónicos. Tenemos que
el procedimiento paródico más espectacular ha sido el de Don Quijote
que, urdiendo sus aventuras por sobre una plaga de caballeros andantes que taponaban
el florecer español, logró encumbrar sus sueños más
allá de todo límite.
Maxwell, cuyo apellido "Smart"
significa "sabio" o "vivo", y cuyo número de agente
-86- es la manera que tienen los barman norteamericanos de llamar a los clientes
insoportables, es el encargado de encarnar el plan de Dan Melnick (uno de los
fundadores de Talent Associates), Mel Brooks (realizador de "El joven Frankenstein")
y el escritor Buck Henry. Su cuartel general fue la NBC (puntualmente los estudios
Paramount, en Hollywood) entre el 18 de septiembre de 1965 y 1970. En 138 programas
de media hora cada uno, Maxwell Smart, "el temible operario del recontra
espionaje", en plena Guerra Fría se permitía bromear sobre
las armas de destrucción masiva y las alianzas políticas internacionales.
Con
licencia para matar de la risa, el Superagente 86 significaba la antítesis
de los espías que trabajaban en los servicios de inteligencia. Feo, autosuficiente
y torpe, desafortunado, aunque con un inexplicable poder de seducción,
representa al antihéroe frente al espejo de lo real, pero -en su reverso,
torpeza y burla- resulta un "héroe" que desata la percepción
más activa de lo real: la conciencia exacerbada, las visiones, ideales
e ideologías que necesitan una noción y un pasaporte hacia la plenitud
("La generación del 60 tenía una utopía, pero no tenía
la razón. La generación del 80, no tenía una utopía,
pero tenía la razón. Eran mejores" -Omar Pérez).
Según
la definición de Lennon (cuando decía que hablaba con la gente
muerta, a propósito de la canción "Lucy in the sky with
diamonds"), la psicodelia sería lo relacionado con lo surreal. El
zapatófono (zapato-teléfono) -sospecha de la intromisión
celular de nuestra época-, la campana insonorizada -el Jefe y Max la utilizaban
para defenderse de intromisiones, aunque en realidad este adminículo impedía
que se escucharan el uno al otro; lo mismo el tráfago de las ciudades demenciales-
o los artilugios propios de todo agente secreto, que casi nunca funcionan, desembocan
en el materialismo excedido e inútil que nos observa.
Smart, a nombre
de CONTROL, luchaba contra los malvados agentes de KAOS, una organización
que mediante armas insólitas, robos de secretos de Estado, planificación
de atentados tremebundos y el trabajo de científicos extravagantes, fraguaba
dominar el mundo. ¿Cuál es la realidad, cuál la parodia?
Sacada
de contexto, psicodelia es "el conjunto de sensaciones provocadas por la
ingestión de alucinógenos". Pero no es necesaria esa maleabilidad
para lograr el "estado de máxima receptividad" que dé
cuenta de lo que está pasando. La psicodelia también es una proliferación
sinestésica en el lenguaje; por ejemplo, la aplicación de verbos
"incorrectos" a un predicado, así yo puedo afirmar que el cielo
me sabe a mermelada aunque en un sentido estricto el cielo carezca de sabor (se
diría más bien que huele a mermelada); o las expresiones desfasadas
del Superagente "¿Me creerás si…?" o "Lo siento jefe"
("Sorry about that chief"). Aquí los sujetos prefieren, para
describir sus visiones, los inventarios de objetos o de acciones cuyo denominador
común es el caos.
Max trabajaba junto a su compañera 99 quien,
en un capítulo dijo llamarse "Susan Milton", pero después
confesaría que se trataba de un alias. El mismo desconcierto que inflama
la realidad del Quijote. ¿Quién es Dulcinea? ¿Una ramera
en una posada, una campesina con olor a ajo, una princesa caída en maleficio?
Barbara
Feldon -la 99- había ingresado al mundo del espectáculo como ganadora
de un programa de preguntas y respuestas, The $ 64.000 Question, luego
del cual inició una carrera como modelo. Hermosa, inteligente, tolerante,
la agente 99 era la contracara del inepto Max, con quien mantenía memorables
diálogos; en el absurdo final de la serie, terminarán casados y
esperarán gemelos (nótese la dualidad deliberada de las cosas, incluidas
las causas del amor; nada se resuelve con una lógica fiable). Cuenta la
leyenda que cuando Don Adams la conoció, a poco de ser contratada para
unos pocos episodios, quedó deslumbrado por su belleza, pero, sobre todo,
por su altura: como le sacaba varios centímetros, ella solía grabar
la serie descalza.
Esta parodia -como la del manchego- termina donde empieza.
Cuando el guionista y director Mel Brooks le ofreció el papel de superagente,
lo primero que Adams pensó fue "¿esto hará reír?".
Pese a no tener ninguna esperanza en la propuesta, decidió embarcarse en
la aventura y probar suerte. Y efectivamente, durante muchos años se rió,
no sólo al ver los capítulos de la serie -juraba haberlos visto
casi todos-, sino también al considerar su "pésima capacidad"
para evaluar el éxito. ¡Qué mejor modelo de turbación
para los 70s!