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JUAN LUIS MARTINEZ
(Sombra y Lenguaje)
enguaje)
por Enrique Valdes
... Algún lejano
antepasado escandinavo u holandés -Holger o Debadie- debe ser el
verdadero autor de este libro artesanal y extraordinario que aparece
bajo el título de La Nueva Novela y cuyo autor es y no es Juan
Luis Martínez Holger, nombre que aparece tarjado cada vez que se cita
en el libro.
... La negación de una serie
de supuestos poéticos y literarios pareciera ser la afirmación
fundamental de este texto que, desde el título, comienza
negando la existencia -bastante dudosa- de los géneros literarios.
¿Novela, poesía, lírica, épica? Desde que la ciencia de la literatura
existe, mucho se ha escrito y objetado las viejas tradiciones de la
poética aristotélica. Baste la precisión que sobre este aspecto ha
hecho Emil Staiger en su estudio "El estilo épico" (Rev.
Mapocho Nº 2 y 3, 1966) en el sentido que lo que define un género de
otro es la actitud del narrador. De este modo supera las viejas
precisiones formales de metro, ritmo y rima que definían la poesía
lírica. De modo que estando ausente la pasión de describir
objetivamente los acontecimientos -propio de la actitud épica, es
decir, de la narración- y del enfrentamiento hablado entre personajes
-propio del drama teatral-, la actitud del poeta lírico es aquella que
se advierte en este libro: una visión particular y subjetiva del mundo
y de las cosas, una descripción del objeto poético mediatizado por la
actitud personalísima de la interioridad del hablante. La Nueva
Novela es, pues, definitivamente un libro de poesía lírica, pese a
sus descripciones -nunca objetivas-, a sus ecuaciones matemáticas y a
su hechura en alto grado plástica y grata al ojo del
lector.
La casa que
construiremos mañana, ya está en el pasado y no existe. En
esta casa que aún no conocemos sigue abierta la ventana que
olvidamos cerrar.
... ¿No corresponden estos
versos a nuestra mejor tradición lírica? Martínez objeta su decir a
cada instante. Con infinita lucidez está siempre más allá del
lenguaje, pues el nombre -la palabra- que puede nombrarse no es el
verdadero nombre. Entroncado a las teorías de Barthes y Blanchot el
lenguaje pareciera que sólo es -en el sentido poético y real- un
murmullo, otra manera del silencio. Valga aquí su propia nota sobre el
lenguaje de los pájaros: "El lenguaje de los pájaros es un lenguaje
inarticulado por medio del cual casi todos los pájaros y algunos
escritores, se expresan de la manera más irracional posible, es decir,
a traves del silencio". (Pag. 126). No son los números que
encabezan cada estrofa, a la manera de los enunciados silogísticos, ni
los retratos humanos y animales que acompañan los textos, lo que más
me impresiona de este libro, sino su calidad de texto lírico, la
desnudez de su lenguaje y la revelación a través de él, y acaso a su
pesar, de una visión angustiosa, dolorosa y trágica del mundo, del
lenguaje y del ser humano como ente social.
... Textos como "La
desaparición de una familia" (página 137), se sostienen por sí mismos
en el andamio de su lenguaje:
Ahora que el tiempo
se ha muerto, y el espacio agoniza en la cama de mi
mujer, desearía decir a los que vienen, que en esta casa
miserable nunca hubo ruta ni señal alguna y de esta vida al
fin, he perdido toda
esperanza.
... "Tiempo muerto" y
"espacio que agoniza" dejan de ser referencias matemáticas,
para hacerse medidas vitales y reales en la visión desesperada de este
miembro de la familia. Por otro lado ¡qué importa! "Nada es real"
(Komachi) a lo que Breton responderá: "Todo es real". ¿En qué
quedamos? No creo que le corresponda al arte la respuesta final sobre
estos postulados existenciales. Ni a la ciencia. Creo, con J. B. Vico,
que el arte es un "hacer y un conocer". En este libro la hechura es la
parte lúdica que existe en todo arte, la entretención -angustiosa y
triunfal- que significa plasmar nuestro ocio en artesanías, y no
morirnos de aburrimiento y tedio desolador. El conocer es la
posibilidad que nos da esta hechura de replantearnos infinitamente los
problemas que jamás habremos de resolver, aquellos que nunca, por otro
lado, dejaremos de intentar resolver. "La estrella del alcohol nos
alumbre para ver qué apostamos y perdimos" (Dylan
Thomas).
... Libro de infinitas
referencias culturales en que yo logro tocar la mano de Kafka y
Cortazar, El Círculo Lingüistico de Praga, Saussure, "Una confusión
cotidiana" (Pag. 38): "Tardieu, busque un lugar donde A pueda
encontrarse con B sin confundirse con gatos ni ratones". La
palabra, el poema, la referencia, mueren en su textualidad. Esto lo
demuestra el autor, invirtiendo el texto, haciéndolo ininteligible,
como las lágrimas de ese bello rostro que él retrata en la página 140
junto a un papel secante que intenta -vanamente- absorber sus
lágrimas. Ludus, juego e ingenio que no niega las posibilidades
infinitas del lenguaje y la capacidad de un poeta para hacerlo decir,
aunque sea quebrándolo, ahogándolo en el agua sucia del propio
misterio interior.
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