Los cazadores, dieron con la presa al amanecer y se
contentaron por el gran triunfo ahora tenía algo que mostrar en sus
cenáculos, y en los sitios de esparcimiento donde se reunía a comentar
sus éxitos e historias que inventaban para que todos los del pueblo los
llamaran como a ellos les agradaba: Les escriban Chiliean. Uno de ellos
hablo con voz de pito: Ahora qué tenemos la piel de Bolaños podemos
descansar tranquilos. Sí que era un animal extraño. No se si llamar
resentimiento, el mal que padecía, que lo hacia vociferar contra
nosotros. Lo importante dijo otro que posaba de descuidado pero no era
más que una apariencia.. Debemos rasgarnos las ropa, y llorar bastante,
y no dejar de insistir. Que a muerto el mejor de nosotros, bueno no es
para tanto dijo uno con chaqueta de twid que parecía bien informado y
citó unas estadísticas: El 86 por ciento de los chilenos lee pero no
entiende lo que lee. Además me informan que la editorial que publicó sus
libros, dos mil ejemplares para Chile, trescientos los colocó en la
Dirección de Bibliotecas Públicas y los libreros nos informan que han
vendido apenas la mitad de sus libros. No seas intrigante, exclamó uno
de ellos mientras se limpiaba el barro de sus botas y continuo, la
muerte es un destino y cuando alguien muere,... solo se recuerdan sus
virtudes. En este caso el talento de Bolaño que admiraban más afuera del
país, que en esta larga y sufrida cornisa del pacifico... más, sí mucho
más que aquí, Así era contesto otro de los cazadores, y talento lo tenía
de sobra pero su lengua vomitaba bilis contra nosotros. Me da cosa tener
que decir que lo admiraba.
Un escritor alejado del grupo y no era
de la partida de los batidores, comentó para dos o tres que estaban
junto a él. Ahora que el escritor disidente y deslenguado a pasado a
mejor vida, no se cansan de dedicarles panegíricos. El si que estaba
verdaderamente triste las lágrimas le esparcían el rimel en su limpio
rostro. Se arreglo un grueso cintillo con lentejuelas que más parecía un
turbante, y exclamó ¡Qué alabanzas, qué hipocresías se esconden detrás
de estos elogios. Si existe un más allá o un más acá, él escritor que se
hizo a pulso que se trago su hambre solo con su talento y triunfó para
envidia y asombro de sus colegas de la pluma. Roberto Bolaño se estará
revolcando de la risa con tantos artículos laudatorios. A este último lo
ignoraron en el cenáculo después que habló: Uno de los “escribas” tomo
la punta de las astas del gamo muerto y exclamó irónico ¡Qué pena!. Otro
insinuó: No nos molestará ya más; el azar y su mal hígado estaban de
nuestro lado, venir aquí a demostrar talentos, como contar dinero entre
nosotros los pobres. Menos de alguien que no asistió a ningún taller de
escritores nacionales. Inconcebible que se hiciera solo a capela solo
leyendo. Eso es lo que hacemos todos leer y leer y escribir y escribir y
un nadie, un exiliado, que sale del silencio nos supera y nos hace
sentir poca cosa, casi nadie, y enrostrarnos que íbamos a las tertulias
literarias de la Mariana Callejas y (Mickel Townley) en la villa
Grimaldi u otra. Y ese poeta asesino Carlos Wieder, es producto de su
pura imaginación; ¿Quién lo conoce? Otro llegó con un periódico en la
mano y exigió silencio. Todos miraron al gamo muerto. Aún no habían
retirado las saetas del día y yacía tieso atravesado de las pequeñas
lanzas de la envidia. Y se voltearon a escuchar, y este leyó con
manifiestos celos advirtiendo que era un poema de Nicanor Parra sentido
y lloroso y un pequeño fragmento de Shakespeare como homenaje:
Se Nos Adelanto Roberto:
Pérdida irreparable para Chile
pérdida
irreparable para mí
perdida irreparable para todo. (Murmullos del
coro de escritores)
Lo demás es silencio,
Ahora un noble corazón se rompe.
Buenas
noches dulcísimo príncipe.
Y coros de ángeles salgan a recibirte.
(Hamlet)