PREMIO NACIONAL DE POESIA CASA SILVA
2003
“DESCANSE EN PAZ LA
GUERRA"
“Quizás todos llevamos
una isla en el alma,”
(la que se ve de lejos, poema de
Manuel Serrano)
Tan evidentes como
misteriosos
“Hacedme casto... pero aún no”
San Agustín
(Confesiones)
Aprendí la virtud de mi madre, pero de los lobos a mentir
como un sofista para ganar en el amor y en la tierra.
Imaginé todo sobre lo inmoral y caminé sin Dios por mis
propios senderos.
Quise morir con la dignidad del romano
cortándome las venas en un baño caliente y hasta besé a una mujer
viuda para ganarme un pedazo de tierra donde morir, pero nada me
salió bien ni me hizo feliz.
Con historias de ficción
iluminé mi existencia y todos fueron engañados pero a nadie le creí
sus gestos de amistad y afecto.
Fui un hombre solo que fié
mi prestigio a los ardores de la lengua, sin humor y sin ataduras
convencionales.
Morir no me hace gracia, ni reencarnar, ni
llegar al cielo.
Libres hasta de nosotros mismos
Te he dicho
cosas horribles que te hieren toda, desde los huesos hasta la
dignidad, y resistes sin morir porque eres joven y te faltan
historias de amor por escuchar.
Mis argumentos son que todo
pasa porque el destino tiene sus hilos y la silueta del barco sus
rutas en el mar.
En la noche mientras duermes el mundo se
convulsiona con la tragedia y el amor agrio.
Y cuando parece
que ya nada tiene solución y la tristeza nos mata, del cielo llueven
pedazos de hielo como lágrimas de Dios para animar.
Soy
huraño porque no resisto el dolor de estar atrapado en las
costumbres del amor, en la tibia tristeza cotidiana de unos besos,
en la ruta que señalan los destinos bendecidos por los hombres, por
gente que no sabe y no entiende que nada es para siempre, que
siempre es bueno un pedazo de confusión para soñar.
El árbol de mil errores
Dice José Asunción
Silva que los poetas se dejan crecer la barba para ocultar el
silencio de su amor prohibido, y tal vez claro, para ocultar el
rictus de la amargura que le depara su destino.
Dice Aurora,
que los poetas no pueden amar a una sola mujer porque se les cae el
pelo, se les anega el alma y se vuelven sardónicos hasta roncando y
pueden caer en el vicio arcano de la masturbación.
Dicen que
dije, que el amor produce cáncer literario en los poetas de nuestro
tiempo, pero que he escrito tanta poesía prohibida que ya no se
puede ocultar mi amargo encanto por los poemas ridículos y las
mujeres de otros.
La segunda piel.
He mirado la noche y
descubierto sus defectos. He mirado tus hazañas, la risa del
condenado y la del hombre que nos envidia y el desprecio de la
nostalgia.
La tristeza me allana cuando en la noche
despierto y presiento que me piensas.
Estamos lejos. Muy
lejos. Absolutamente lejos. Nada nos une, nada converge entre
nosotros. Pero yo que soy un empírico reflexivo sueño, imagino,
creo, sospecho, pienso y deseo que todo nos una
aunque para
tí, ser inocente a mis tormentos, estamos lejos y ni escuchar juntos
el gorgojeo de un pájaro nos une.
He calculado la
tarde para pedirte que cierres los ojos y darte la sorpresa. He
disparado tres dardos a mis propias ilusiones, en mi lucha coja por
obtener el reino que prodiga tu atención. Pero el río de la vida,
ese río de garúas frías y músicas extrañas que pasa por hogar me ha
dicho que debo esperar,
y voy a esperar.
Las
cosas que a nadie le sirven
Me sirven las cosas que a
nadie le sirven, me huele a pan las miradas de la gente, me da risa
lo ausente, me como las flores para alimentar el alma, y me enamoro
de lo imposible, me enamoro de alacranes.
En días de
carnaval me baila el corazón y la sangre es un río n por las
vanidades ajenas.
Pero el resto del año me peino con agua, me
lavo en el río, me alimento del aire y de los sueños repudiados.
En las noches tristísimas de la navidad se me incrusta el
jazz adentro de la vida y
me voy a la calle
y floto con los recuerdos... nada de caminar rápido.
Y como
no sé hacer nada distinto a leer historias de la calle
y la
gente no me reconoce taras y me ve la fe en el rostro
debo
hacer confesión pública: soy inútil para causas ajenas al amor.
El problema no es volverse viejo
El
problema es tener litros de recuerdos sobre los pies hambrientos y
haber transitado por intuición como si fuéramos aves. Dolernos hasta
los tuétanos con la presencia de cosas amadas que jamás fueron
nuestras y no poder sumergirnos en el juego de las alegrías ajenas.
Acceder a los secretos de la vida tiene su precio y sus
dolores. Duelen los huesos y la vanidad, duelen las noches y las
equivocaciones.
A veces aparecen las vergüenzas como
sombras, pero también están las falacias y las picardías con las que
gozamos, y entonces somos mejores.
Lo más difícil de contar
No encuentro
resignación en la fe, ni en la alegría de los alimentos litúrgicos.
Morirse es fácil y lamentar lo inevitable puede ser una
banalidad para frívolos.
Las hazañas humanas tan raras como
perdonar desaparecieron de mis límites, y ahora solo encuentro un
montón de palabras secas regadas por pastorcitos en campos baldíos,
o lo que es peor, en espíritus áridos y desplazados hacia la
izquierda donde el sol se pinta de rojo y florecen las pasiones, los
dolores, y claro, las dudas. Las dudas tuyas y las mías.
Confesiones del acusado
No creí, no reflexioné
y no me expuse.
No fui instrumento ni de la paz, ni del
amor, pero tampoco de la guerra y el odio.
No dude, ni
afirmé, ni negué, ni renegué, ni nada.
Jamás alimenté el
alma, y al cuerpo le di cualquier cosa.
Leí lo necesario y
sin esfuerzo, y escuché dialogar a la gente con la lluvia, con la
luna, con la tierra y sin prestarles atención.
Dormí cuanto
pude y jamás saqué una espada para defender los ideales de otro.
El dolor por los pasajes horribles de la gente no melló mi
tranquilidad.
Las causas perdidas o los días de gloria me fueron
ajenos y descarté ejercer la fe en algo entre mis deberes.
Y
para qué negarlo, con esta filosofía fui feliz entre los mortales,
sobre la tierra y en vida.
La hechicera
complacida
“metáfora
(gr. metaphorá ; metá, más allá
+ fero, llevar) “
Una mañana cualquiera una mujer con
historias de novela, me miró profundo; y sentí una larga energía
sobre mí espíritu en ayuno.
Creí entonces que recuperaba su
amistad ausente y perdida en la indiferencia de los días.
El
dictamen de mirarme tanto, fue decir entre dientes: inocuo.
Y
luego en voz alta ¿qué es un inocuo?
Un inocuo le dije, es
alguien que no hace daño.
Entonces, la mujer con historias
de novela, volvió a las tareas de su día y yo ingresé a una tarde de
dudas salvadas como siempre, como todo en mí, por un poema.
15 de octubre/02.
La noche es primero
Las mujeres que me gustan
se visten de rojo, de colores cálidos y zapatos abiertos.
Son las que juegan con la mirada y la sonrisa, con la
indiferencia y el olvido.
Las que tienen los dedos de los
pies limpios, las manos de agua cálida y una estrella escondida en
medio de los senos.
Me gustan que le sonrían
a otros, que me la jueguen y me odien.
Las mujeres que me
gustan están en las calles, en las fiestas de bar con lunas rojas,
en tu mirada de poeta desalmada. En esta tarde de llovizna ausente
de encantos, de misterios y de lágrimas.
(noviembre 24/2000.
La mano izquierda en el pecho izquierdo
El hombre que te ama puedo ser yo mismo en otro cuerpo y
cuando mi cuerpo te ama puede ser ese otro hombre en mi yo que te
desnuda y te besa y se inclina hasta tu alma y lame de tu intimidad
como si fueras un ser sagrado y puro al que se tiene que venerar
porque eres única y fiel. Nada se sabe en la penumbra, en esta
ceguera, en éste corazón revuelto, en esta noche en la que duermes a
mi lado y sonríes inocente y complacida por tus oníricas pasiones
después de regresar de una tarde perdida argumentando haber estado
por ahí, en el centro comercial, buscándome un regalo.
El
espejo aplaude la ignorancia, pero la duda es un punzón asesino de
sonrisas, de afectos y del placer de dormir.
Esta noche como
otras noches muerdo mis labios y me quedo quieto esperando la luz de
la mañana y sus verdades, pero el espejo me aconseja seguir jugando
al milagro de la ignorancia, porque con el corazón en la mano quiero
creer que todo es mentira y no soy el asesino de tus pasiones
secretas.
A las amantes
“quien no comprende una mirada,
tampoco comprende
una larga explicación”
-refrán árabe -
a las amantes
no se les saluda
si te las encuentras por casualidad
en la
fila del banco, los cócteles o una fiesta,
mucho menos en los
supermercados
a las amantes no se les saluda
con un beso
en la mejilla
cuando te las encuentras,
se les guiñe un ojo
y
se les sonríe con la mejor de las picardías
dibujada en el
rostro
ellas entienden,
deben entender
¿entiendes?
a
las amantes no se les saluda
pero cuando el encuentro es
inevitable
y el saludo ineludible
con la mirada te le
puedes meter al corazón
para acariciarla un poco
ellas
entienden
deben entender
¿entiendes?
a las amantes no se les
saluda
con abrazos efusivos
ni se les envía flores en su
cumpleaños
ni se les dicen cosas bonitas por el teléfono
es
peligroso
ellas entienden
deben entender
¿entiendes?
NOTICIA DEL AUTOR:
MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE.
(Popayán, Colombia 1967) Licenciado en Literatura Lengua Española,
Especialista en Pedagogía de la Lectura y Escritura de la
Universidad del Cauca.
DISNTINCIONES:
-Premio
Nacional de Poesía sin Banderas, Casa Silva 2003.
- Premio
Nacional de poesía Ciudad de Chiquinquirá año 2000.
- Mención de
Honor Especial Primer Concurso de poesía Radio Universidad del Cauca
año 2000.
- Segundo Premio Nacional de poesía, Universidad del
Quindío. 2000.
- Beca de Creación literaria Colcultura Fondo
Mixto para la cultura del Cauca 1997.
- Premio Departamental de
Periodismo Francisco Lemos Arboleda 1994.
PUBLICACIONES:
- La segunda piel. Mayo del 2003.
- Oscuro por claritas.
Novela, Editorial Trueque. 2002
- Los versos de la iguana
(poesía)1ª edición; 1999. 2ª edición año 2002
- “14 Crónicas,
edita Fundemos año 2000.
- Gira SOL herido (poesía) 1999
-
Tres amadas Cosas (poesía) 1991
- Sentimientos de amor (poesía)
1990
Actualmente (año 2003) docente de la Institución
Educativa San Antonio de Padua, en el municipio de Timbio Cauca.
Columnista de la página web: www.ciudadblanca.com, el
quincenario Trueque y el diario El Liberal de Popayán
Correos electrónicos del autor: mailto:manvalencia@caucanet.net.co