SOBRE EL DISCO DURO DE LA CIUDAD.
NOVELA
DE
MÁXIMO GONZÁLEZ SÁEZ
Por Jean Paulo Oyarzún
Revista Punto Final Nº 662
Edición del 16 al 29 de mayo de 2008
Máximo González Sáez tiene 41 años. Estudió literatura en la Universidad Arcis. Ha escrito varias investigaciones. Entre sus muchas publicaciones se destacan 'La diversidad de los duendes', 'Claves para entender la literatura emergente de fin de siglo', 'Metodología de la investigación cualitativa' y 'Cero crónicas de la nueva poesía'. Es director de la revista literaria 'El Ermitaño' y de la editorial MAGO Editores. La misma que el año pasado publicó la segunda edición de su novela 'El Disco Duro de la Ciudad', cuya primera presentación fue en 1998. Resulta conmovedora la forma como en este libro se expresa una crítica total al neoliberalismo a través de distintas imágenes que muestran a una serie de personajes muy confundidos frente a la vertiginosidad de un Santiago absorbido por un ritmo que no le es propio ni natural al ser humano. Vemos alusiones a la soledad que nos golpean la conciencia, como cuando uno de los personajes de la novela señala: “Ahora siento que mi vida tiene algo distinto, incluso veo la ciudad menos gris, entro como rebaño en el río de gente que no sé dónde va. Pero no importa, total en la multitud es donde más solo se puede vivir”. Así es como viven muchos escritores jóvenes, chocando permanentemente con el aislamiento al que nos somete el ir y venir de una metrópolis que parece cada día más desequilibrada. Más adelante y con un estilo duro, creativo y directo, alude al sistema neoliberal y las consecuencias de caer en el intento por sobrevivir: “...En una tarde de un día que no recuerdo, volví a mi departamento, debajo de la puerta estaban los recibos de agua, luz y qué se yo, el conserje me entrega una escueta nota en la que se señala que debo irme, parece que han pasado varios meses en que no cancelo el arriendo, los mismos en que nadie me ha pagado un peso, la cadena de la retribución se puso en contra mía, es posible que no haya sabido jugar el juego, por lo tanto es mejor volver al infierno de los túneles que cruzan la Alameda para practicarlo todo de nuevo, para jugar a ganador, para que Bonvallet me cite en sus comentarios como alguien que si le ha ganado a la vida...”
- ¿Ha sido muy compleja la aventura de querer dar espacios a escritores no consagrados por el marketing?
- “Siempre me ha interesado la posibilidad de abrir espacios a escritores nuevos. Mago nace hace cinco años con esa idea y con todas las dificultades que hemos tenido para mantenernos en pie podemos decir que lo hemos logrado. Apostamos por gente que está sacando su primer libro y son famosos entre sus amigos y parientes. Este tipo de tareas debería contar con apoyo estatal. No podemos restringirnos a lo que escriben únicamente los autores más conocidos o se genera un círculo vicioso capaz de mutilar importantes talentos”.
- Hay quienes encuentran en Disco Duro de la Ciudad una especie de antítesis de Sobredosis de Alberto Fuguet...
- “Nunca busqué desarrollar esa idea pero viéndolo con calma después de varios años creo que algo de eso hay en el sentido de que Sobredosis nos muestra el mundo del carrete desenfrenado de la clase alta y mi novela hace un recorrido por muchos problemas sociales a través de relatos de carretes extremos de personajes completamente marginados que no tienen la posibilidad de irse a vivir al Hotel Sheraton si se enojan con el papá. Hay sobredosis pero es la de los que quedaron fuera. Personajes que están al borde del delirio producto de la vida que les toca vivir”.
- Se aprecia un choque del ritmo biológico natural de los personajes con la ciudad. Como dos velocidades que se desequilibran mutuamente...
- “Traté de hacer algo bastante experimental. Meter varias novelas dentro de una sola. Hay aventuras que se entrecruzan con el personaje principal que es el travestido Candy Dubois que refleja entre otras cosas la idea de querer ser algo que no se es. El Chile de hoy tiende a eso. La gente es impulsada por diferentes estructuras de poder a ser lo que no son. A nadie le agrada la soledad en medio de la multitud, sin embargo es lo que impera porque la entrega de todo el tiempo disponible a la productividad es lo que el modelo impone como saludable y es lo mismo que termina enfermando. El travesti actúa como símbolo de los espacios prohibidos que no aparecen en los medios de comunicación conservadores. Se finaliza con una fuerte crítica al consumismo y un deseo de salir del mismo con la variable angustiante de que no se ve una salida. En este sentido el mensaje es lapidario. Por otro lado hay una sobredosis de erotismo que busca reflejar a una sociedad castradora. En que la sexualidad se inscribe en el registro de lo oculto. En esta misma línea se observa de forma bien explícita el tema del consumo de drogas”.
- Se aprecia un cierto miedo al control mundial por parte de un software relacionado con sistemas de crédito. ¿Es un temor personal?.
- “Si. A diez años de publicada la primera edición ese temor lo mantengo y veo como la globalización convierte a las tarjetas de crédito en un mecanismo de control maligno. Vamos dejando rastros de dónde estamos, hacia dónde nos dirigimos y esto sumado al poder neoliberal sobre la vida de la gente se traduce en una amenaza permanente de la pérdida de la subjetividad. De ahí que los poderes fácticos busquen que todo el planeta tenga un plástico en la billetera. Así profetiza 'Disco Duro de la Ciudad' y va más allá cuando leemos: 'Hoy en día tampoco es desalentador el número de personas que posee un código de barras, por tanto si iniciamos el programa en Chile, estaremos alcanzando grandes sumas de ganancias, es más, el control total apunta a poner un chip en las cédulas de identidad, el sujeto jamás podrá tener privacidad...' es fuerte pero es un reflejo del rumbo del capitalismo”.
- A ratos parece que sus personajes van a explotar en una ola de violencia, de hecho en algunos casos lo hacen...
- “Plasma lo que nos tocó vivir durante la dictadura. La violencia visible. Hoy seguimos sumidos en un sistema violento en que afortunadamente la destrucción física se retira pero sigue la agresión camuflada a través de un mercado implacable que no regula nada más que las garantías que siguen teniendo los ricos para ser cada día más ricos”.