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CERO crónicas de la nueva poesía, de Max González Sáez

COMENTARIO DE "CERO"

Por Hugo Quintana.



Hacer un comentario literario respecto de una novela o un poema o un cuento, bien pudiera considerarse como una tarea más o menos complicada, toda vez que la empresa literaria ya nos habla de una especie de arriesgarse ante la nada o el vacío, se corre el peligro de realizar una interpretación abstrusa o absolutamente nefasta, sobre todo si se trata de que un comentario debe dar claves respecto del libro que se busca esclarecer, en términos de significado, obviamente; pero la dificultad sube considerablemente si lo que debemos encarar es un cuerpo híbrido e hipertextual, donde las rutas de decodificación pueden estar un poco más allá de lo que habitualmente uno está acostumbrado a ver.

CERO, de Max González Sáez, es un libro de crónica urbana, donde su creador nos ha querido compartir un poco del mundo en el cual él deambula y reflexiona. Paso a dar testimonio ahora, en una suerte de análisis descriptivo, de todo lo que pienso respecto de la riqueza y la cantidad de recursos que posee este libro, que a su vez, habla muy bien de la gran capacidad literaria de su autor. Uno siempre tiende a defender los trabajos de los amigos, pero creo, desde una posición más fría y objetiva, guardando la debida distancia crítica que en rigor se debe tener, que CERO no necesita defensores, pues como todo buen libro de literatura, tiene la posibilidad de devorar a sus respectivos lectores.

Paso entonces a realizar el detalle de las observaciones:

1-. En su comienzo, el libro inicia acercándose a algunas ideas o definiciones de lo que vendría ser el origen del género de la crónica urbana, una suerte de fusión establecida en la literatura de conquista de Latinoamérica, entre la literatura mágica y la literatura de testimonio. El narrador nos comenta estos hechos, y nos aclara ciertos puntos teóricos al respecto.

2-. Aparece una suerte de categorización acerca de los tipos de asados, realizando a su vez, una confrontación de cuadros diversos, construyendo algo así como postales de nuestra realidad, que vienen a configurarse en superposiciones, o collages, a propósito de lo que nuestras vivencias nos indican.

3-. Se comprueba la existencia de un sujeto-narrador que deambula la ciudad, comenzando por el Paseo Ahumada y el Paseo Estado, y que se encuentra en un constante ejercicio de reflexividad acerca de la realidad que observa, registrando constantemente, pero además devolviendo a la realidad aspectos, fragmentos de sí mismo.

4-. Cuestiona el cómo "lo público" ha ingresado hacia la esfera de "lo privado" que es la casa, en una especie de ultraje que se materializa a través de los imaginarios que nos provocan los medios de comunicación de masas, por una parte, o de la simple contaminación con la calle, haciendo crítica al voyerismo excesivo del sujeto contemporáneo, y al mismo tiempo, a la dimensión de homogeinización que se están registrando en estos imaginarios, vale decir, cabría hacerse la pregunta de si acaso -por ejemplo- estaremos todos soñando los mismos sueños!!!.

5-. Otro aspecto interesante, es el desdoblamiento del sujeto-narrador, aspecto que recorre el libro y que se produce siempre desde una fuerte dosis de autocuestionamiento, pues este sujeto-narrador, que cita a Lyotard, también se encuentra en crisis, y la manera de afrontarla es realizando no un diálogo, sino un monólogo permanente, que da cuenta, a su vez, del monólogo en que constantemente se encuentra funcionando el sistema.

6-. Dato curioso es la página en blanco que permite la aparición de la opinión del lector, donde el tema asignado es la nada, ya desde el vaciamiento de la sociedad contemporánea, o desde su conceptualidad filosófica.

7-. Aparición de diálogos muy al borde de lo teatral, llamadas telefónicas transcritas como si se tratara de una narración más, agilidad de planos, coqueteo con la canción pop, crítica al sistema educativo, crítica feroz hacia el lector como un consumidor de entretención más que de literatura propiamente tal.

8-. Diversidad de registros, pues nos encontramos con "Rossy", un cuento que contiene un juego con la identidad sexual de quien narra la historia, elemento que se resuelve sólo hacia el final del texto, junto con el atroz golpe que éste significa; o el ensayo de crítica cultural que se encuentra enmarcado en los estudios post-coloniales (el autor -cabe señalarlo-, se encuentra concluyendo un Doctorado en Pensamiento y Cultura en la Escuela de Estudios Avanzados de la USACH); o la historia donde se verifica una pérdida de referencias espacio-temporales, ya que su narrador comienza un carrete en Viña del Mar, pero misteriosamente se descubre en Filadelfia donde todo a su alrededor se vuelve hostil.

9-. El poema de Paterson escrito en 1998. Etc., etc., etc.

Hasta aquí nuestra descripción, pues aprovechamos la ocasión de dejar tarea pendiente para los lectores y lectoras.

No quiero dejar de mencionar dos aspectos interesantísimos, pues la constante reflexividad de este sujeto-narrador posibilita la realización de un juego de significantes, donde es el autor implícito quien se equivoca a propósito con las letras del teclado del computador; donde se permite espacios en que la literatura es quien se autocuestiona, en un ejercicio de metaliteratura crítica; o donde en una muestra de muñeca tenística (como diría un relator deportivo), hace uso de distintas posiciones desde la que se puede situar un narrador, las ópticas desde la cuales se puede organizar un relato.
El otro aspecto es la constante hibridación como ejercicio discursivo, pues el proyecto de CERO es un viaje, una búsqueda especial, "Deconstructiva" diría Derridá, donde la fragmentariedad esconde un re-inicio, un suerte de aniquilación experimental, porque detrás se encuentra un sujeto saturado que desea recuperar el valor de las cosas y, por cierto, de las palabras que nos conectan, que nos comunican. En el fondo hay una urgencia por devolverle a la literatura, y a la poesía en particular, el status de humanidad que ha extraviado en el devenir de los tiempos y las reificaciones que el signo lingüístico ha experimentado, entre la desesperación y la abulia que parece mostrarnos la vida, en esta larga galería de máscaras rotas en que hemos transformado nuestra realidad.

 

 


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Max González Saéz: Comentario de "CERO", crónicas de la nueva poesía.
Por Hugo Quintana.
Diciembre de 2004.