ENTREVISTA 
A FERNANDO CARRASCO
Por 
Dante Ildefonso
Fernando Carrasco 
(Lima, 1976). Ha sido ganador y finalista en diferentes premios, tales como el 
del Concurso de Cuento Alfredo Bryce y el Concurso de Cuento Dedo Crítico. 
Acaba de publicar un libro de relatos Cantar de Helena y otras muertes 
(Editorial Limapop. 2006)
-¿Cómo te iniciaste en 
la escritura literaria?, ¿En qué línea, si es que la hay, te encuentras tú?
- Me parece que todo nace 
con mi afición por la lectura y por indagar por la trayectoria de mis escritores 
predilectos. Leer a los escritores peruanos de la Generación del 50 
como Zavaleta, Luis Loayza, Ribeyro y Reynoso fue fundamental para mí, 
así como fue importante leer al Boom Latinoamericano y gran parte de la 
vanguardia europea y norteamericana. También leí con fruición 
a los japoneses como Agutakawa, Mishima y Kawabata Además tengo un padre 
que que siempre fomentó 
en mí la pasión por la Literatura. Tengo la certeza de que él 
siempre quiso ser escritor y como se sabe los hijos somos una proyección 
de ellos. En la universidad La Cantuta conocí a algunos buenos profesores 
que alimentaron mi afición literaria. Allí conocí al fallecido 
poeta Cesáreo Martínez con quien entablé amistad. Lo conocí 
el año 97 en una lectura de cuentos que él organizó. Recuerdo 
que yo comencé a leer un cuento largo, cuando culminé la primera 
parte Chacho se puso de pie y comenzó a aplaudir, y la gente lo imitó. 
Luego terminé de leer todo el texto. El cuento En el juego de la vida 
está incluido en mi primer libro y se lo dediqué a él. 
De otro lado, considero que uno comienza a escribir porque existe todo un mundo 
interior que nos mueve a ello. Hay recuerdos, deseos, sueños, traumas, 
complejos, de distinta índole que irremediablemente nos llevan a expresarlos 
de alguna manera; yo opté por la literatura sin darme cuenta. Y cada día 
trato de vivir intensamente y aprender más sobre ese trabajo de carpintería 
del que hablaba García Márquez que existe detrás de todo 
texto narrativo. En cuanto a la segunda pregunta considero que tengo algunos cuentos 
que se vinculan con lo existencial, lo metafísico y otros que entran en 
sintonía con la llamada literatura neorrealista urbana marginal.
que siempre fomentó 
en mí la pasión por la Literatura. Tengo la certeza de que él 
siempre quiso ser escritor y como se sabe los hijos somos una proyección 
de ellos. En la universidad La Cantuta conocí a algunos buenos profesores 
que alimentaron mi afición literaria. Allí conocí al fallecido 
poeta Cesáreo Martínez con quien entablé amistad. Lo conocí 
el año 97 en una lectura de cuentos que él organizó. Recuerdo 
que yo comencé a leer un cuento largo, cuando culminé la primera 
parte Chacho se puso de pie y comenzó a aplaudir, y la gente lo imitó. 
Luego terminé de leer todo el texto. El cuento En el juego de la vida 
está incluido en mi primer libro y se lo dediqué a él. 
De otro lado, considero que uno comienza a escribir porque existe todo un mundo 
interior que nos mueve a ello. Hay recuerdos, deseos, sueños, traumas, 
complejos, de distinta índole que irremediablemente nos llevan a expresarlos 
de alguna manera; yo opté por la literatura sin darme cuenta. Y cada día 
trato de vivir intensamente y aprender más sobre ese trabajo de carpintería 
del que hablaba García Márquez que existe detrás de todo 
texto narrativo. En cuanto a la segunda pregunta considero que tengo algunos cuentos 
que se vinculan con lo existencial, lo metafísico y otros que entran en 
sintonía con la llamada literatura neorrealista urbana marginal.
 
 - 
¿Por qué y desde cuándo te fuiste a radicar a Huánuco? 
¿Qué diferencias encuentras con tu vida de Lima, te pregunto como 
creador? 
- Mi llegada a Huánuco fue fortuita. Una mañana 
de enero del 2004 un amigo que viaja mucho me comentó que había 
allá una institución privada que deseaba contar con mis servicios 
de profesor. Cuando conversé con ellos, se comprometieron a pagarme el 
hotel y los pasajes de regreso a Lima los fines de semana, porque yo necesito 
de la movida cultural y la bohemia limeña. Tuve que dejar mi trabajo en 
la capital y me fui a la aventura, nunca antes había estado en aquella 
ciudad. Huánuco es una ciudad pequeña y muy sosegada que goza de 
un clima inigualable. A diferencia de Lima allá se puede descansar un poco. 
En Lima uno vive a cien por hora, a veces nos podemos pasar días enteros 
viviendo sólo para afuera. Huánuco me brinda la soledad y la calma 
necesarias para leer, escribir y reflexionar sobre los temas que me interesan.
 
 - ¿Cómo está la movida literaria 
allá?
- Allá existe un gran entusiasmo por la literatura 
y por el arte en general. Existen buenos pintores, fotógrafos, músicos. 
En el campo literario destaca una trilogía reconocida en todo el país. 
Samuel Cárdich es, en palabras del desaparecido poeta Washington Delgado, 
uno de los poetas más grandes que tiene el Perú. Además es 
un buen narrador. Mario Malpartida ha escrito cuentos memorables. Recientemente 
la Universidad Privada Ricardo Palma acaba de publicar su obra cuentística 
íntegra con el título Cuentos Rodados. Andrés Cloud 
también tiene cuentos importantes. Además de ellos existen autores 
como el cronista Virgilio López y el poeta Andrés Jara Maylle. Actualmente 
se publican varias revistas literarias significativas. En la revista Letra 
Muerta los docentes huanuqueños publican sus trabajos al lado de críticos 
especialistas de San Marcos y otras universidades del país. Esta Revista 
acaba de publicar una antología de doce cuentos aparecidos en todos sus 
números. El libro se titula Doce cuentos en Letra Muerta y tiene 
un prólogo del escritor Oswaldo Reynoso. A todo esto habría que 
añadir que este año la universidad Hermilio Valdizán de esta 
ciudad organizó el III Coloquio sobre Literatura Nacional y Literaturas 
Regionales “Washington Delgado Tresierra”.
- 
Háblanos de tu libro Cantar de Helena y otras muertes. ¿De cuándo 
son estos relatos? ¿Cómo los estructuraste, dado que encontramos 
diferentes registros?
- Algunos de esos cuentos los escribí 
cuando acababa de ingresar en La Cantuta el año 1993. Los primeros 
cuentos que escribí son los que aparecen en la sección Tres cuentos 
rockoleros. Los cuentos sobre la muerte llegaron después en un período 
de cierta crisis existencial donde debido a una enfermedad estuve en cama durante 
varios meses. Además, la muerte de mi hermano a muy temprana edad marcó 
mi vida. El libro como tal estuvo culminado el 2004, pero después de trabajar 
mucho con el lenguaje me animé a publicarlo este año. En realidad 
el libro iba a tener sólo temas donde se suscitaban muertes materiales; 
es decir, los de la primera sección, pero para darle magnitud al libro 
incluí los tres cuentos rockoleros donde se producen una suerte de muertes 
morales, amorosas o espirituales. La primera sección presenta un registro 
linguístico clásico, castizo, purista si se quiere, con ciertos 
matices líricos, mientras que en los cuentos rockoleros, por la temática 
misma, aposté por un lenguaje más libre, directo, acompañado 
de giros populares al estilo de algunos de mis autores preferidos.
- 
Al leer tus historias y por el estilo uno puede rastrear algunas influencias, 
por mencionar en el Perú, las de Ribeyro o Reynoso, ¿cómo 
asumes tus influencias, como una cuestión meramente estética digamos?
- 
Indudablemente todo escritor presenta influencias que se vislumbran en sus textos. 
Estas influencias pueden ser conscientes o no. Es conocida la influencia de los 
poemas homéricos en Virgilio, y las de éste en Dante y así 
podemos proseguir la cadena. En el Renacimiento español era una costumbre 
incluso parafrasear o competir con los poetas clásicos a quienes se admiraba 
como lo hicieron Fray Luis de León, Garcilaso, entre otros. En mi caso, 
como ha señalado el crítico Miguel Ángel Huamán, mi 
trabajo con el lenguaje se emparienta de alguna manera con la prosa de Luis Loayza 
y con el de Eielson de El cuerpo de Guliano. En los tres cuentos rockoleros, 
como tú lo señalas, se nota la influencia de Ribeyro y Reynoso a 
quienes he leído, íntegramente, con atención. Pero además 
en esta sección se puede percibir el tono y la atmósfera de Vargas 
Llosa en su cuento El Desafío, el Bryce de Huerto Cerrado, 
Niño de Guzmán, Omar Ames y Augusto Higa. En algunos casos estas 
influencias se dieron de manera indirecta, pero en otros casos como en el inicio 
del cuento En el juego de la vida quise hacer un homenaje a Oswaldo Reynoso.
 
- En la sección Tres cuentos rockoleros 
hay bohemia, tradición popular y música, ¿Qué tan 
importantes son para ti las otras artes, me refiero aparte de las literarias?
- 
A mí me cautiva también la pintura, pero por encima está 
la música. Como se lee en La Insoportable levedad del ser de Milan 
Kundera , “la música es el arte que más se aproxima a la belleza 
dionisíaca entendida como embriaguez”. En mi casa se escucha música 
todo el día y eso ha influido mucho en mi formación y lo he aprovechado 
en mi obra también. Mi padre es un aficionado a todo tipo de música 
popular. De él heredé el gusto por los tangos de Gardel y los corridos 
mexicanos, los sanjuanitos y los pasillos del Ecuador, los valses de Felipe Pinglo 
Alva y la voz de Rómulo Varillas con Los Embajadores Criollos, así 
como de los boleros, merengues y guarachas de La Sonora Matancera. También 
me agradan las voces de Caetano Veloso y Chico Buarque; de Edith Piaf y Charles 
Trenet. Ni qué decir de la música clásica, siempre estoy 
oyendo Las danzas húngaras de Johanes Brahms a Vivaldi, Mozart y 
Bela Bartok. Los jóvenes escritores de mi generación gustan mucho 
del rock, del punk y lo mencionan en sus libros. A mí ese tipo de música 
no me interesa, sólo me gustan Los Beatles y Carlos Santana, pero de allí 
Davis Bowe, Morrison y los otros, no me embriagan. Yo estoy por otra época. 
Algunos amigos comienzan a llamarme Chiquillo antiguo. Y creo que ellos tienen 
razón. 
 
- ¿En qué nuevos 
proyectos narrativos y críticos estás?
- Estoy corrigiendo 
un nuevo libro de cuentos que espero publicar a fines del próximo año. 
Ahora me interesa mucho avanzar con mi primera novela. Este libro trata sobre 
la vida escolar y los conflictos de los adolescentes. Yo estudié en el 
colegio Melitón Carvajal y ese mundo complejo que he conocido lo estoy 
llevando a la ficción, la obra está ambientada durante el deleznable 
primer gobierno de Alan García, un período signado por la corrupción, 
la miseria y la subversión. El título tentativo de la novela es 
Los soldados de plomo. En cuanto a lo que es crítica literaria no 
tengo nada definido, pero me interesa seguir analizando la obra de autores muy 
importantes que no gozan de los favores de los medios pitucos de Lima. Las revistas 
académicas muestran mayor apertura. Estoy colaborando con revistas especializadas 
como San Marcos que dirige el estudioso Tomás Escajadillo. También 
colaboro con la revista Ínsula Barataria de Lima y con Letra 
Muerta de Huánuco. 
 
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