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  EN 
LOS INTRAMUROS DE VERÁSTEGUI
 
Por Miguel Ildefonso
En 
este invierno limeño del mes de julio, fui a visitar, en su nueva morada, 
a uno de los poetas más importantes del Perú, y querido amigo, Enrique 
Verástegui (1950), autor de libros fundamentales como En los extramuros 
del mundo y Angelus novus, que conforman, entre otros, una obra mayor 
al que ha titulado Ética.
- 
¿Luego de escribir Ética, qué has estado escribiendo 
en poesía?
- Luego de la Ética he publicado 
Ensayos sobre ingeniería y Teorema del Yu, y que tuvieron 
excelente acogida. Al trasladarme de Cañete a Lima, y sin tener prefijado, 
he estado escribiendo  algunos 
poemas que pienso que pueden cerrar la Ética como un libro quinto. Y se 
titularía: Colorario: teoría de los cambios. Es un libro 
que está en poder la Universidad de Argentina y a quien le he legado mi 
novela. No tengo ningún interés prioritario por publicar ni mi poesía 
ni mi novela ni mis ensayos. He estado escribiendo como una cuestión de 
exorcismo del conocimiento para acceder a un nuevo tipo de conocimiento.
algunos 
poemas que pienso que pueden cerrar la Ética como un libro quinto. Y se 
titularía: Colorario: teoría de los cambios. Es un libro 
que está en poder la Universidad de Argentina y a quien le he legado mi 
novela. No tengo ningún interés prioritario por publicar ni mi poesía 
ni mi novela ni mis ensayos. He estado escribiendo como una cuestión de 
exorcismo del conocimiento para acceder a un nuevo tipo de conocimiento. 
- 
Una querida amiga poeta Carolina Fernández me contó hace poco que 
le dijiste que ya no ibas a escribir más poesía. ¿Es cierto?
- 
Bueno, eso se lo dije a Carolina hace menos de una semana por teléfono, 
en un momento en que se me había ocurrido formar el Tribunal Internacional 
para Crímenes de Guerra, y dedicarme toda la vida a luchar por la justicia 
y los derechos humanos, teniendo como capital la Ética y mi libro de matemáticas. 
Pero eso es un decir, porque no he hecho nada por formar el Tribunal todavía, 
y no sé si encontraré apoyo.
- Acabo 
de leer en la revista huanuqueña Letra Muerta 
dos poemas inéditos tuyos muy hermosos, uno de ellos se titula Madres. 
¿En qué estado lo escribiste?
- Lo escribí 
a propósito de la muerte de la madre de un amigo pintor y la muerte de 
la madre de una amiga, y que me llenaron de tanta pena que no tuve otra opción 
que escribir ese poema. Este es el poema:
Madres
Estas 
lágrimas en las flores
Son mi corazón condolido por tantas mamás 
que parten
Con el cambio de siglo, con el cambio de época,
Dirigiéndose 
al cielo desde donde contemplan
A sus hijos, compungidos, huraños, mascándose 
las uñas,
Deseando volver a verlas
Para abrazarlas, rendirles la 
pleitesía que se merecen.
Dejaron progenie, herencia.
Tanto dolor 
desgarra mi corazón desolado.
- 
Entonces Verástegui sigue escribiendo poesía, no se ha terminado.
- 
No. Yo a lo que estoy es a la espera de una computadora portátil multimedia 
para escribir nuevos libros, no quiero escribir en una Pentium IV, por ejemplo. 
Quiero escribir allí los grandes proyectos que todavía me faltan 
escribir, que ya están organizados en mi mente. 
- 
¿Cuándo fue que te planteaste la escritura de Ética?
- 
En el momento mismo en que empecé a escribir Monte de goce, 
que es el libro del pecado, lo concluí con Albus a los 45 
años, pero es un libro que había dejado en tiempo. El título 
está vinculado anagramáticamente con la estética. La Ética 
es la estética del siglo XXI y así será recordado. Un libro de estética, de ética 
y de episteme, de epistemología, de conocimiento, que analiza y postula 
un nuevo tipo de conocimiento en un mundo globalizado no tanto por la economía 
como por la tecnología, que es el Internet, por ejemplo, y en un mundo 
que necesita una luz en medio de este caos que son las guerras contemporáneas... 
Más bien tengo la mente puesta en mi novela, Terceto de Lima, que 
según Vargas Llosa fue la mejor novela de la década del 90.
 
XXI y así será recordado. Un libro de estética, de ética 
y de episteme, de epistemología, de conocimiento, que analiza y postula 
un nuevo tipo de conocimiento en un mundo globalizado no tanto por la economía 
como por la tecnología, que es el Internet, por ejemplo, y en un mundo 
que necesita una luz en medio de este caos que son las guerras contemporáneas... 
Más bien tengo la mente puesta en mi novela, Terceto de Lima, que 
según Vargas Llosa fue la mejor novela de la década del 90.
- 
Bueno. Hablando de novela, ¿leíste Los detectives salvajes?
- 
Si Roberto Bolaño se permitía atacar a Vargas Llosa, por qué 
no puedo atacar yo a Roberto Bolaño y decir que es un mediocre novelista. 
Mediocre porque ha tergiversado la vida de los escritores que él retrata. 
Ha tergiversado el sentido de la vida de los escritores, lo cual está muy 
lejos de la ficción y de la realidad.
- 
¿Piensas reeditar esta novela?
- No. Solo quiero vivir tranquilo 
aquí, en La Molina, en una zona pituca de Lima, y pasar la vida leyendo 
a Harold Bloom, por ejemplo, que me fascina ahora.
- 
Mencionaste las guerras de hoy, ¿estás al tanto de lo que está 
sucediendo?
- Estoy horrorizado, a tal punto que apago el televisor 
y cierro el periódico, y no puedo leer nada, porque todo es muerte, sangre, 
tragedia, guerra.
- ¿Y qué pasa con 
la poesía en una época como esta? ¿Qué fue de esos 
años con Marcuse y de los hippies?
- Falta un poeta que se 
enfrente al poder y proclame la paz. Nos falta un Allen Ginsberg actualmente que 
tuvo el coraje de enfrentarse a los Estados Unidos en plena guerra de Vietnam, 
en nombre de la paz y de la libertad de conciencia. Tú has citado a Marcuse, 
y así como otros, es un nombre que ha dado un tipo de reflexión 
críticamente válido en la sociedad, en tanto que el marxismo leninismo 
de la Unión Soviética era vigente, y que postulaba una democratización 
de Rusia, de paso. En tanto que la Rusia soviética no existe, ese pensamiento 
crítico de la sociedad ha dejado de existir. 
- 
¿En qué consiste tu trabajo con las matemáticas?
- Empecemos 
hablando de El motor del deseo, es un libro de ensayo y de análisis 
de la dialéctica, que escribí en las islas Baleares y en París 
en los años setentas, y que constituye un libro que no ha sido superado 
en tanto que se ocupa de la dialéctica y de la poesía; y no tanto 
solo de la poesía, sino se ocupa de la dialéctica y de las producciones 
del texto literario, en tanto que poema, drama o novela. Terminado eso, y derribado 
el muro de Berlín años después, y ya después de que 
en Barcelona hiciera un análisis del juego de ajedrez, ese libro de matemáticas 
que salió el año 95, El modelo del teorema, es un libro que 
revoluciona las matemáticas puras y postula un nuevo tipo de matemáticas 
tanto como un nuevo tipo de filosofía. 
- 
¿Cómo piensas que será recordado Enrique Verástegui?
- 
Yo no sé cómo voy a pasar a la historia. Ya quizás esté 
a punto de morirme, porque sufro del colesterol, puede darme un ataque cardiaco 
o un derrame cerebral. Lo que sé es que todo lo que he hecho está 
bien hecho. He hecho una buena poesía, una buena matemática, un 
buen ensayo y una buena novela. El cómo voy a pasar a la historia me tiene 
sin cuidado. Lo que me interesa y satisface es tener la conciencia tranquila, 
ahora que ya se emplea la palabra conciencia, de que he dedicado mi vida a producir 
cultura, una cultura que enaltece al hombre, y que continuamente recibo las gracias 
de mis lectores, muchos de los cuales son jóvenes como tú.
- 
Gracias, Enrique.