"Soñé que encontraba
a Gabriela Mistral en una aldea africana. Había adelgazado un poco y
adquirido la costumbre de dormir sentada en el suelo con la cabeza sobre
las rodillas. Hasta los mosquitos parecían conocerla", escribe Roberto
Bolaño. El autor residente en Blanes (España), un tipo que respira
literatura, debe ser uno de los pocos chilenos que sueña con la Mistral
de verdad, y no sólo con su perfil de señora estricta impreso en un
billete de cinco mil.
"En la realidad
común chilena, ella es muy conocida desde siempre por su nombre, pero
desde temprano nos quedamos con la leyenda de su vida y no hubo un
conocimiento cabal de su obra", estima Jaime Quezada, quien desde hace
unos 20 años se ha dedicado a estudiar y rescatar su escritura y
pensamiento. Ahora, acaba de publicar las Poesías Completas de Gabriela
Mistral, con la Editorial Andrés Bello.
El
volumen reúne por primera vez, en Chile, los cinco libros de poemas
publicados por la poeta: Desolación (Nueva York, 1922), Ternura (Madrid,
1924), Tala (Buenos Aires, 1938), Lagar (Santiago, 1954) y el póstumo
Poema de Chile (Barcelona, 1967). Y será seguido luego por un compendio
de su Prosa Completa.
"Este
libro viene a cubrir un espacio importante en la literatura chilena. No
cabe duda de que la Mistral es una de las fundadoras de la poesía
chilena del siglo XX, junto con nuestros grandes poetas, y es la madre
tutelar de varios. Neruda la admiraba, Nicanor dice que Chile debiera
llamarse Gabriela Mistral o e su defecto Lucila Godoy. Y en los últimos
años hay un redescubrimiento de su obra", indica Quezada.
Sin
embargo, a la Mistral siempre la ha perseguido el fantasma del olvido en
su país. Ya en 1935 Volodia Teitelboim y Eduardo Anguita la omitieron de
su Antología de la Poesía Chilena Nueva. La Academia Sueca la descubrió
antes que el jurado del Premio Nacional, que obtuvo recién en 1951, seis
años después del Premio Nobel. Y a más de cuatro décadas de su muerte,
ocurrida en 1957, en Long Island, la edición de sus Obras Completas
sigue pendinte. "La Fundación Gabriela Mistral ha firmado un acuerdo con
el Departamento de literatura de la Universidad de Santiago que puede
concretarse en las Obras Completas, esperamos, antes del Bicentenario",
informa Quezada.
Para él,
esta postergación histórica se debe a varios factores. Primero, al
temprano distanciamiento físico que tuvo con Chile. "Ella salió
alrededor de los 30 años, no volvió más salvo en dos o tres
oportunidades. Sus libros se publicaron en el extranjero y acá quedó la
imagen de la maestra rural, porque no hubo un conocimiento real de la
escritura".
Luego,
añade, "no tuvo estudiosos o críticos, o los que tuvo cayeron en el
mito. Nunca separaron obra de vida, y hacían estudios rosas, de
caramelo, que no aportaban mayormente a conocerla". Pero además,
reconoce Quezada, "hubo desdén hacia su obra en todos los
sentidos".
"Se
desconocía su pensamiento americanista, social y cívico. Ella estaba en
un altar distante, lejana, en el otro olimpo, pero no porque quisiera,
sino que se le dejaba ahí. Y ella lo sabía, por eso no puso mayor
énfasis en volver a Chile", asegura.
Tenía
amigos en el país, como Alone, quien prologó la edición chilena de
Desolación (1923), pero "sus amigos tampoco contribuyeron mayormente a
difundirla". Y por último, señala, le tocaron circunstancias históricas
difíciles: "Era una época en que no le era fácil a la mujer, los años
´20, ´30 y ´40. Ni siquiera la mujer tenía derecho a voto en Chile. A la
voz de una mujer no se le hacía mucho caso, no tenía mucho peso, y puede
que ella haya sufrido algo de eso también.
..... Mientras en 1945 la
Academia Sueca la premiaba por "su poesía lírica, inspirada por
poderosas emociones y que ha hecho de su nombre un símbolo de
las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano",
en Chile era blanco de prejuicios. "Para la gente de derecha,
era una izquierdista; para los de izquierda, era de derecha;
para los ateos, una beata. Y como no era militante, no tuvo un
partido político que la respaldara, a diferencia de Neruda",
dice el crítico Luis Vargas Saavedra. Además, añade, "la poesía
de la Mistral no es alegre, más bien e dramática. No es tan
taquillera, tan atractiva para el lector como la poesía de
Neruda, que es sensual, alegre, eufórica". ..... Manuel Peña Muñoz, estudioso de su
obra, añade que se la miraba despectivamente en algunos sectores
de la clase alta por que "era una profesora rural, del norte y
con rasgos indígenas". ..... Pero
esta situación esta cambiando. "Hay una mirada nueva sobre
Gabriela Mistral, que ha venido impulsada desde fuera. Su
presencia es muy importante en México, Argentina, Venezuela,
América Central, Estados Unidos y España", concluye Jaime
Quezada.
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en La Tercera, 20 junio
2001