Sin prolijidad tenaz, no hay recopilación que valga. Con ella,
Pedro Pabo Zegers ha faenado hasta reunir, en un libro, varios -primer
aporte básico-, ofreciendo en un solo haz lo que estaba segmentado o
escondido. Recopilación de la obra mistraliana, 1902 -1922 (RIL
editores, Santiago) reúne primerizas prosas, tanteos poéticos, cuentos
melodramáticos, aparecidos en diarios nortinos; luego, poemas y más
poemas, que van siendo perfeccionados en sucesivas publicaciones
sureñas y santiaguinas. Queda evidente: la tremenda evolución
artística, la búsqueda y el hallazgo gradual de su voz literaria
(insigne a partir de 1920), la nobleza de una etiestética cada vez más
matizada, y la variedad de intereses (pedagogía, arte, religión,
historia, crítica).
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Segundo aporte: refutar, con textos, el que Gabriela Mistral haya sido
"descubierta" y magnificada por México, para ser después (y a
regañadientes) apreciada por Chile. Verdad, que México, o sea, José
Vasconcelos, la capta y pondera, y verdad que su obra se irradia
hispanoamericanamente en crecientes círculos de prosa periodística.
Pero todo ello sobre la base de una previa captación chilena,
polarizada en loas y pullas. Dentro de las loas, el hecho de haber
sido antologada demuestra reconocimiento de su creciente valía. A.
Rocco el Campo, el 14 de mayo de 1921, escribe en Zig-Zag esta
síntesis excelente: "Sus oscilaciones psíquicas se perfilan en la
arquitectura de los vocablos" (podríamos añadir: "y de la sintaxis").
G. V. (González Vera) comparte que "Su cerebro produce el efecto de un
cerebro doble"; es decir, con "todas las facultades de una mujer bien
dotada, más las condiciones intelectuales de un hombre". Y el sagaz
Alone ya estampa la palabra clave: "Sus oídos se irán habituando a que
pronunciemos, aunque sea en voz baja, para nombrarla, la palabra
genio".
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Por supuesto que hubo los hostiles anti-Alones, quienes,
lamentablemente, en la hipersensibilidad de Gabriela Mistral pesarán
más que los entusiastas Alones. Más que los homenajes y despedidas que
jalonan su carrera pedagógica. Leemos una obra literaria que va
subiendo como una marea invencible hacia el Nobel. Todo un fenómeno de
maduración prodigiosa. Reconstruirla, tercer aporte.
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Inicia Pedro Pablo Zegers una serie de volúmenes que aspira a ir,
década por década, entregando el vasto opus de la prosa de Gabriela
Mistral. Lo publicado, en diarios y revistas no chilenas, es decir, no
coleccionados por nuestra Biblioteca Nacional, desafía a ejercer una
prolijidad cada vez más tenaz.
en El
Mercurio
21 de septiembre de 2002