"Ciudadanos de baja intensidad", cuentos de Marcelo Mellado
La Calabaza del Diablo, 2007. 157 páginas
Una encomiable ética del fracaso
Por Juan Manuel Vial
La Tercera Cultura, sábado 22 de diciembre de 2007
Ciudadanos de Baja Intensidad, el notable conjunto de cuentos escrito por Marcelo Mellado, es un libro que recoge las experiencias, más o menos personales, de un francotirador provinciano que entre sus mejores armas cuenta con un humor filudo y con la siempre quemante elegancia de la palabra bien administrada.
Hace dos o tres semanas, el escritor Marcelo Mellado fue zarandeado y golpeado por una pandilla de poetas porteños, los cuales, cabe suponer, estaban al tanto de la persistente y arrojada fobia del autor hacia tipos como ellos: a través de varios escritos de indudable valor cómico-estético, Mellado ha pateado (metafóricamente hablando) al gremio de los vates criollos, llegando en cierta ocasión memorable -una hilarante columna de opinión publicada hace años en un matutino de la capital- a definirlos como una ridicula camarilla de "rapsodas dipsómanos". A modo de explicación, el agredido argumentó que el zamarreo se debió a que los "poetisos" -para volver a ocupar uno de sus términos favoritos- lo consideran un ser lindo y exitoso, algo que vendría a ser un craso error, "puesto que yo soy un huevón feo y fracasado".
Cabe también suponer que alguno de los agresores leyó el reciente libro de cuentos escrito por Mellado, Ciudadanos de Baja Intensidad, lo cual explicaría, al menos en términos de lógica cavernaria, la furia de los apatotados: ademas de una serie de pullas dirigidas al ejercicio de las artes
recitativas, de la índole de "la poesía es una picantería de chileno charcha y bueno para el frasco", este notable compendio de historias más o menos personales ofrece una sátira contundente del mundo de los poetas de provincia (titulada Matías Pajarito), específicamente de los de San Antonio, ciudad puerto que Mellado conoce bien, pues vivió allá por años. Eso, hasta que el lumpen letrado de la zona lo obligó a cambiar su residencia a Valparaíso, lugar en donde, como se informó al principio, tampoco fue bien recibido.
Marcelo Mellado es un escritor que incomoda a mucha gente, y este rasgo de personalidad literaria, en un momento en que la publicación de libros suele verse emponzoñada por una serie de componendas destinadas a satisfacer el mal gusto del mercado, es algo muy meritorio, más aún cuando quien ejerce de francotirador lo hace teniendo siempre a mano, entre sus más preciadas municiones, un humor filudo y la siempre quemante elegancia de la palabra bien administrada.
De todo esto da cuenta Ciudadanos de Baja Intensidad: entre las 16 narraciones que componen el libro, está muy latente lo que aquí,
por un asunto de mera conveniencia, podríamos llamar el Evangelio Mellado: además de detestar a los poetas, muchos de los cuales "ya ni siquiera escriben", y de igual manera a la piscola, "asquerosidad con sabor a remedio antiguo", nuestro hombre consigue construir, desde el ámbito de la provincia proscrita, el retrato hablado de un país que "se ha patrimonializado hasta el paroxismo", un lugar plagado de arribistas y ventajistas, dentro del cual -casi sobra decirlo- los malos y los mediocres obtienen los beneficios escamoteados a los que de verdad se dedican a la creación artística.
Y si ya hemos hablado del evangelio, corresponde ahora mencionar la ética de Mellado (una ética encomiablemente comprometida con el fracaso) y, para ello, nada mejor que tres frases de un cuento titulado Básketbol: "En el fondo, éramos hombres de segunda, porque no teníamos las cosas resueltas como los otros huevones. Carecíamos de la certeza, de la voluntad de verdad, de la prepotencia, de la arrogancia de los que la llevan, de los ganadores y todo eso. Y ahora que está la cagada con tanto winner que anda suelto; porque el arribismo nos tiene más que complicados".
Ciudadanos de Baja Intensidad es un conjunto de cuentos notable por varias razones: está escrito con una prosa juguetona y mordaz a la vez; involucra entre sus protagonistas a seres desencantados que han perdido muchas cosas, menos la inteligencia y la lucidez; conforma un discurso sostenido que se distingue por sobre las partes que lo componen y, aunque en apariencia esto pudiese contradecir lo recién dicho, es imposible soslayar el hecho de que todas las narraciones aquí incluidas -vistas ahora como átomos independientes- conforman lo que acá y en Chuchunco se reconoce por literatura de calidad.