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FALUCHOS
(30 Poetas Maulinos)

Selección Mario Meléndez

Editorial Magisterio
Santiago, Chile. Julio 2004

 

 

PROLOGO

"Cantar es ser"
(Rilke)

Faluchos, antología esencial de la poesía maulina, intenta recoger aquellos textos que hemos considerado clásicos- ya que han resistido o resistirán, en el caso de los más jóvenes, el paso inexorable del tiempo y las generaciones - de 30 autores nacidos o arraigados en la región del Maule.

Con un premio Nobel y cuatro premios nacionales de literatura, todos en el género poesía, amén de otros reconocimientos no menos significativos, nuestra creación poética se instala por derecho propio entre las producciones más señeras de la lírica nacional. En un país donde existen destacados y abundantes poetas, originales creadores, fundadores de estilos, escuelas, corrientes y propuestas estéticas de relevante influjo universal (creacionismo, antipoesía, larismo, etc.), nuestros representantes mauchos han marcado fuerte presencia en el desarrollo histórico de la poesía chilena.

Los autores de esta antología estimamos oportuno y necesario recoger aquellos poemas - ya constituidos en obras de arte - que vienen a hacer justicia a esta indesmentible tradición, y nos ha bastado recopilar 30 textos de igual número de poetas para demostrar la permanencia y trascendencia de voces definitivas en el concierto literario del Chile.

Pedro Antonio González, romántico y modernista por ritmo y motivos, inaugura el presente trabajo dándole el vamos no sólo a la poesía maulina sino, en rigor, a la literatura nacional. Fue el poeta de mayor relevancia en el país durante el primer decenio del siglo pasado, sacando nuestro incipiente quehacer literario de la modorra colonial en la cual vegetó inocentemente durante tantos años.

Jorge González Bastías, Jerónimo Lagos Lisboa y Max Jara, representantes del mundonovismo hispanoamericano, cultivan un estilo leve y sincero; son considerados por la critica de la época como prototipos de intelectuales espontáneos y contemplativos. De versos íntimos y profundos, se constituyeron en importantes referentes de la poesía menor en el panorama literario de entonces y, sorprendentemente, se mantienen incólumes hasta nuestros días.

Figuras inconmensurables en la lírica universal moderna, como de Rokha y Neruda, consolidan esta tradición poética que ahora rescatamos otorgándole una resonancia telúrica, social y holística a la poesía maulina.

Es inoficioso hablar de la importancia de estos autores, por obvio y reiterativo. Pero son nuestros y hay que mencionarlos, aunque la presencia tutelar de ambos en los sedimentos de la lengua madre, a veces, nos abisme y abrume por su terrible belleza, contenido y extensión.

El grupo Mandragora, oriundo de Talca, fue otro hito fundamental en nuestro desarrollo literario, y que logró repercusiones insospechadas. Difusores acérrimos del surrealismo, agitadores continentales de una forma de ver, hacer, sentir y soñar tanto la existencia como el arte, Gómez Correa y, en cierta medida, Omar Cáceres dejaron una huella indeleble en la poesía del Maule.

Dentro de este movimiento debemos incluir obligadamente al huidobriano Eduardo Anguita, poeta de síntesis y propuesta innovadora derivada del creacionismo, inmerso en el devenir dialéctico del lenguaje poético como expresión superior del idioma.

Otro poeta fundamental en Chile y América en la segunda mitad del siglo pasado, que contribuyó con Jorge Teillier a la construcción de la poesía lárica, fue, es y será Efraín Barquero. Creador nato, sólido, maduro, consecuente hasta la médula, plasmó un entrañable universo maulino que ha trascendido la temporalidad del materialismo vulgar y se inserta dentro de los poetas fundamentales de Chile. Agusto Santelices, Emma Jauch, Edilberto Domarchi, Rubén Campos Aragón, Manuel Francisco Mesa Seco y Miguel Moreno Monroy continúan y desarrollan otros matices de esta propuesta que dignifica a los seres y las gentes del Maule y hacen su aporte a la presente antología con textos verdaderamente notables.

Sin duda, Fernando Quilodrán incorpora elementos de poesía social, vastamente cultivada por autores de la región, y Matías Rafide nos remite a la palabra hermética, sugerente y lacónica. Ambos escritores, oriundos de Curepto, han contribuido con su esfuerzo y entrega -desde distintas perspectivas lingüísticas- al desarrollo de las letras maulinas.

Singular es el caso de Naín Nómez, quien logra desarrollar una propuesta estética más experimental que ya proyectaba desde Santiago al resto del país al momento de sobrevivir al golpe de Estado de 1973; poética existencialista, nostálgica y versicular que va a madurar en el exilio.

La última promoción de poetas acusa disímiles raigambres, pero ha logrado recoger y proyectar la herencia lírica de los autores precedentes congregando en la región la expresión de distintas voces (existencialistas, lárica, vernacular, social, simbolista, hermética, etc.). Lo anterior viene a potenciar al Maule profundo, a la maulinidad, como una reserva de la genuina poesía hecha al amparo de lecturas clásicas y modernas, del fervor, del entusiasmo, de la imaginación y de un paisaje rústico y generoso lleno de leyendas, costumbres, astros, ríos, pájaros, rostros amados y hondos pesares, "la tristeza y la sequía,/ sin cuyas heridas/ el pan no es ángel / ni el amor florece sus besos verdaderos".

Con esta breve sinopsis podemos percatarnos que la validez y vigencia de muchos de nuestros poetas es innegable, necesaria e imprescindible para entender la presencia, influjo y permanencia de la poesía chilena en la configuración de la actual lengua castellana y, por ende, universal. Esperamos sinceramente que en un futuro cercano, los poetas emergentes no antologados confirmen y prolongen con nuevos textos este devenir histórico de las letras maulinas. Es el propósito último de esta obra.

Enhorabuena.

Bernardo González Koppmann
Talca (Chile), enero 2003

 

 

PEDRO ANTONIO GONZÁLEZ
(1863-1903)

HIMNO AL CRÁNEO


Oh, cráneo sombrío,
que con tu cavidad, desierta y vana,
proclamas el vacío
de las grandezas de la vida humana.
Cuántas veces también tú sentirías
rugir en lo interior de tu caverna,
ya para siempre solitaria y muda,
las tormentas bravías
del delirio del dogma, en lucha eterna
con el sarcasmo de la eterna duda.
Quizás tú fuiste el místico palacio
de un apóstol sublime
para quien la extensión del mismo espacio
fue lóbrega prisión, cárcel que oprime.
Pero si fuiste el templo por Dios hecho
para el autor de un dogma soberano,
por qué dentro de ti se siente estrecho
el mísero gusano?
Quizás tú fuiste el bizantino trono
del déspota más vil de que hay memoria,
de cuantos con su torpe y negro encono
provocaron los rayos de la Historia.
Pero si fuiste el pedestal sangriento
de un autor de cadenas,
por qué alza un himno en torno tuyo el viento
y brotan azucenas?

 

 

PABLO DE ROKHA
(1894 -1968)

GENIO Y FIGURA

Yo soy como el fracaso total del mundo ¡oh pueblos!
el canto frente a frente al mismo Satanás
dialoga con la ciencia tremenda de los muertos
y mi dolor chorrea de sangre la ciudad

Aún mis días son restos de enormes muebles viejos
anoche Dios lloraba entre mundos que van
así, mi niña, solos, y tú me dices "te quiero"
cuando hablas con tu Pablo sin oírme jamás

El hombre y la mujer tienen olor a tumba
el cuerpo se me cae sobre la tierra bruta
lo mismo que el ataúd rojo del infeliz

Enemigo total, aúllo por los barrios
un espanto más bárbaro, más bárbaro, más bárbaro
que el hipo de cien perros echados a morir

 

 

PABLO NERUDA
(1904-1973)

NACIMIENTO

Nació un hombre
entre muchos
que nacieron,
vivió entre muchos hombres
que vivieron.
Y esto no tiene historia
sino tierra,
tierra central de Chile, donde
las viñas encresparon sus cabelleras verdes,
la uva se alimenta de la luz,
el vino nace de los pies del pueblo.

Parral se llama el sitio
del que nació
en invierno.

Ya no existen
la casa ni la calle:
soltó la cordillera
sus caballos,
se acumuló
el profundo
poderío,
brincaron las montañas
y cayó el pueblo
envuelto en terremoto.

Y así muros de adobe,
retratos en los muros
muebles desvencijados
en las salas oscuras,
silencio entrecortado por las moscas,
todo volvió
a ser polvo:
sólo algunos guardamos
forma y sangre,
sólo algunos, y el vino.

Siguió el vino viviendo,
subiendo hasta las uvas
desgranadas
por el otoño errante,
bajó a lagares sordos,
a barricas
que se tiñeron con su suave sangre,
y allí bajo el espanto
de la tierra terrible
siguió desnudo y vivo.

Yo no tengo memoria
del paisaje ni tiempo,
ni rostros, ni figuras,
sólo polvo impalpable,
la cola del verano
y el cementerio en donde
me llevaron
a ver entre las tumbas
el sueño de mi madre.

Y como nunca vi
su cara,
la llamé entre los muertos para verla,
pero como los otros enterrados,
no sabe, no oye, no contestó nada,
y allí se quedó sola, sin su hijo,
huraña y evasiva
entre las sombras.
Y de allí soy, de aquel Parral
de tierra temblorosa,
tierra cargada de uvas
que nacieron
desde mí madre muerta.

 

 

NAÍN NÓMEZ
(1944)

DEL POETA COMO SER HUMANO

De oráculo sagrado a empleado
público; de eléctrico cantor bajo las tiendas
de campaña, de ovidio, a druida venido a menos;
de ardiente silencioso, devorador de tules,
cortesano de palabras y ritos, a despistado social,
acuarela de turistas, coloquio de usureros;
de oficio fatigoso pero digno, a profesor de tinieblas;
de escarbador de cielos, de ángel,
de prometeo de fiesta y agua,
a esta estatura mediana de suelos,
a este engrillado de premios,
a este venderse al mejor postor.

¿En dónde estamos?

El poeta ya no cree en su misión.
El poeta se rebela contra el relámpago de la inspiración.
El poeta reniega de sí mismo.

El poeta se siente cansado con la libre competencia
y entabla diálogos de sordos.

Le han quitado sus pájaros errantes,
sus mordisqueados pezones de alabastro,
sus lirios polvorientos.

Las ratas le han roído los mármoles,
y sus ríos ignotos de han cubierto de smog.

Ahora
el poeta debe abrir la boca sin llorar ni reír,
sin moverse de ese mundo,
sin hacer estallar las palabras,
moviéndose pesadamente por la tierra
como el resto de los mortales;
no hacer de moscardón, no emputecerse
con los reyes del mundo ni con los delatores.
Moverse mas allá de los limites está prohibido
desde ayer y para siempre.

Digamos por último,
no importa si se ha muerto;
ocupará los micrófonos,
se redescubrirán sus peores versos,
dejará de hacer daño con sus palabrotas de mal gusto.
El poeta
ahora iluminado.

¿En dónde estábamos?

Los poetas se agachan y toman posiciones.

Detrás de ellos
una nube de libros
es empujada por el viento de la Historia.

Las imágenes empiezan a vivir.

 

 

MARIO MELENDEZ
(1971)

SEÑORES DEL SUR

Señores del sur
he comprometido mis raíces con ustedes
mi palabra llegará como un río
a recoger la tierra y su origen.
Llámenme agricultor
cuando el trigo se despierte
cuando cruja la semilla
y el invierno se levante en una mano.
Llámenme soldado
cuando el agua y la piedra se reúnan
entonces seré el puñal
que desgarre ceniza y envoltura.
No digan al Maule cómo me llamo
me reconocerá por la voz
por los susurros que mis labios
llevarán hasta su lecho.
No digan nada en Constitución
o en Pelluhue o en Chanco o en Curanipe
mi nombre fue encontrado en una ola
no es necesario que digan nada.
Señores del sur
mi casa es mi mejor emblema.
Pueden ver a través de las ventanas
o a través de mis ojos
lo que les tengo preparado.
Abriré de una en una mis heridas
y escupiré poemas en vez de sangre
y a todos les diré mi nombre.

Porque no quiero ver a Pedro
arrinconado en un museo
o a Manuel Francisco
retenido en una boca.
Ellos sabían cantar
eran dos vientos de distinto oficio
dos gotas que el Maule
sacudió con violencia.
Y yo ¿quién soy?
algo tengo de todos
cara de pan o de hormiga
muslos comprometidos
con el sabor de la tierra
hombros de padre
dientes de inquilino o de patrón.
Soy una flor con espinas
y pétalos de mármol
un poema preparado
con la lluvia de cada día.

 

 

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