EL RINOCERONTE
Hace un milenio
que bajamos
al borde del barro
donde vimos a un enorme
rinoceronte prehistórico
enjaulado entre hojas quebradizas,
con el cuerno al cielo
como el filo del cuchillo
que corta al mundo en dos mitades.
La humedad de su cuerpo,
cayó como granizos
durante el temporal en el
campo asoleado de la ira.
Los pescadores observaban a la
monumental bestia
abrirse como redes en el infinito.
Donde los pequeños entes anidaban
en el interior de interminables líneas
del camino de la podredumbre,
que surcan los ejércitos invisibles,
y todo descendió entre el
campo ardiente de las descendencias.
Este poema fue antalogado por Raúl
Zurita (Premio Nacional de Literatura) en la publicación
"Yo no me callo" de Editorial Los Andes, en Santiago
de Chile, 1997.
CARTA A BONO EN PARÍS
Estoy como en ese cuarto de hotel
de un millón de dólares.
Observando a través de la ventana
como cae la nieve,
humedeciendo las calles de la ciudad.
Escuchando "The matter more pretty of world"
recordando esas viejas canciones del patio del colegio.
En que todo lucía
como una moneda de centavo.
Eran los tiempos que las distancias
me parecían remotas
y estar sentada en los pasillos de los aeropuertos
una situación casi irreal.
Ahora en este pulcrísimo hotel,
envuelta en un vestido blanco.
Todo ha sido vertiginoso y casi cinematográfico,
cuando el carretero de la muerte
caminaba hacia el cementerio.
Mis mundos se derrumbaron
y todo se evaporó entre mis manos,
y solamente pude guardar tu fotografía
en mi baúl.
Eran los tiempos en que soñaba estar contigo
en un castillo de Dublín,
construyendo esos mundos perfectos,
donde no existe el desamor.
El tiempo corrió como atleta soberbio.
El carretero de la muerte se alejó para siempre.
Galopé hacia tierras áridas, desafiantes.
Levanté circos como hongos
después de la lluvia,
aprendí a sentir el látigo del silencio.
Lancé muchos papeles
y aún escuchaba tus canciones,
cuando caminaba por las calles empedradas
de la ciudad.
Ahora los transeúntes
corren de un lado a otro,
como esa niña que se levanta
temprano para subirse al microbús.
Saco del cajón aquel libro bellamente impreso,
y siento, mi querido Bono,
que ambos estamos envejeciendo.
ART: EL FENÓMENO
TEATRAL
Tres sombras pensativas
son el reflejo de grandiosos
árboles,
sobre la orilla del río
se reflejan
los extremos de la mesa.
Aquellas raíces
subterráneas
que emergen de los huesos
calcinados.
Las tres sombras dubitativas
tiran los arcanos mayores
en el brasero de la ira,
para quemar
el certificado de la
tempestad de los pasillos.
De esos aeroplanos
que sobrevuelan
en los sombreros de las
manzanas de Magritte.
MADRID / SARAJEVO /
BERLÍN
Son las linternas feroces
que emergen
desde el fondo de una maleta,
que vieron como la linea del tren
se rompió como gacela quebradiza.
En el palpitar de las calles desoladas,
de esos resplandores que entraron
por la ventana;
de esos sueños metafísicos,
de aquella radio que anunciaba
el desembarco de los ángeles
y dibujaba
ese severo retrato familiar.
Esa imagen etérea
cuelga desde lo alto
de un péndulo.
De ese tiempo que corrió
como telégrafo frenético,
en busca de esa
comedia mal representada
que es el estallido de una
granada,
al final de una calle de Sarajevo.
CARTA ABIERTA A SERGUEI
En la pista de aterrizaje,
caminas ansioso
en busca del olor del habano
de la vieja Cuba.
Como el sentir de la médula
de millones de hormigas que pululan
en los pasillos gélidos,
de esos viajeros eternos
que llevan a cuesta
el madero de su cruz,
que arde en la inmensidad del mar,
sobre la línea horizontal
de tu mirada.
Se cruzan los
campos imperfectos de la
creación.
Las turbinas de los aviones,
encienden los motores de esos alientos
casi divinos,
que se balancean
en el árbol del poder.
en las noches póstumas
después del tornado que emanó
del pararrayo
en la vieja biblioteca.