VISITA A LA CASA DE RUBENS
En esta casa-monumento el Maestro moró.
Cuando habitaba aquí, trabajó
–aun sin pintar–
por el embellecimiento del siglo
para mayor satisfacción de
gobernadores y prelados.
Este fue su taller:
aquí la pintura entró en
la época de la manufactura.
Muchas obras suyas fueron obra
de muchos. Él corregía los planos
de obras que le eran encargadas,
instruía a sus discípulos en el arte
de la ejecución, corregía
otra vez y ponía su firma.
Por la mano de este diplomático
aun la desnudez se volvió vestimenta,
el descendimiento de la cruz una hazaña,
el sufrimiento un triunfo –una vieja
creencia que encarna voluptuosamente
en el combate contra la duda–. Con justicia
hoy se le festeja entre los nuestros
como el más sensual de los pintores.
Con los más modernos medios
instruía a su pueblo cómo
rendir homenaje al modo de ver
de los soberanos.
***
ODA AL GORRIÓN
Chusma entre los pájaros,
chusma que sale silbando y
vuelve a ráfagas como
polvareda que trina,
granuja que pelea por
cada migaja, plebe
bañándose en polvo,
vagabundo muy casero,
golfo desviviéndose
por su amigote,
insolente que hiede
los cagajones, canalla
que emprende el vuelo.
***
POÈTE MAUDIT
En la casa de su padre
hay muchos cuartos, pero
a él le tocó el más pequeño.
Y hacía versos,
obediente.
El cuarto más pequeño
tiene cuatro rincones, pero
él trazó un círculo de tiza.
Y a lo largo y a lo ancho
midió la escasez.
El círculo más pequeño
tiene circunferencia
y centro.
Luego de mí vendrá otro,
que será más grande.
***
EL IMPOSIBLE MAIAKOVSKI
El barquito del amor
se ha estrellado en lo cotidiano.
(De la carta de adiós de Maiakovski)
Esta noche vi los restos
de un rompehielos de papel
y escuché negrísimo
el canto del cisne:
No estaba en mi juicio
Otra vez gana el invierno
Aquí mi armadura
se estrella en el hielo
Esta noche vi la quilla
resquebrajada y la garganta
hinchada, y oí el límpido
disparo en el frío glacial.
Esta noche vi el breve
cortocircuito, la luz que
se vuelca, “el barquito del amor
que se estrella en lo cotidiano”,
y escuché una voz
–hablaba del poeta,
y dijo lo que calla,
¡Al carajo mis huesos!
cantó amenazante.
***
BREVE FLORILEGIO
Vladimir Maiakovski no se levantó más.
Paul van Ostaijen tuvo que esconderse.
Paul Éluard abrió los ojos.
Bertolt Brecht pudo escapar.
Nazim Hikmet fue aprehendido.
Yannis Ritsos sobrevivió a Leros.
César Vallejo murió de agotamiento.
A Mao Ze-dong, poeta, lo protegió
el hombre de estado. Javier Heraud cayó
en una emboscada, y contaba veintiún años.
Antonio Machado calló en Collioure.
¿Dónde canta García Lorca?
Louis Aragon sobrevivió a su amada.
Pablo Neruda murió de cáncer
muy a tiempo.
***
¿QUIÉN HABLA?
¿Quién habla de la precariedad humana
en versos preciosos?
¿Quién recuerda el delirio de los sentidos
en tono de remordimiento?
¿Quién no tapa la boca al hermano
con palabras de esperanza?
¿Quién redescubre la belleza
contando sus miserias?
¿Quién brinda allá solemnemente
y pide sacrificios?
¿Quién no solloza tras una noche
de amor?
¿Quién vuelve a contar los pies del verso
y pone el punto final?
¿Quién no corteja a la muerte
para mayor resguardo?
***
PRINCIPIOS
1
Esta es mi verdad.
No la verdad entera.
No la sola verdad.
La anterior está gastada,
y la nueva, rota.
2
¿Quién iba a separar
el bien del mal?
Dejemos pastar cabras
con ovejas.
3
También hablaríamos de la belleza.
En su ausencia
que el poeta más miope
la describa a los ciegos.
No está muerta:
impedida.
4
Y por otra parte déjennos
escribir para la posteridad.
Porque su tiempo advenga.
La pareja impar
1981
Medita sobre el amor, musa.
Estas son las palabras.
Canta el amor, poeta,
canta. Inventa de nuevo
la más vieja música.
Canta el amor
sin sonsonetes,
sin tonitos.
Gime de amor.
Y canta.
***
Vagando sin rumbo,
tomé el estrecho
de ceniza y espuma,
de aurora y rocío.
De ceniza y miga,
de vereda y pavo,
de vara y pulgada,
de garra y gato.
Vagando sin rumbo,
tomé el estrecho
de ceniza y espuma.
Quería a una mujer.
***
Hago rumbo al estrecho.
En tu estrecho sondo el fondo,
sondo el hondo azul marino.
Despierto el fondo del letargo.
***
Iban y venían. Eran los que daban
y tomaban. Rezaban, comían.
Poseían, invertían. Se leía. Se escribía.
Tomaban e iban. Enterados, olvidaban.
Ibas y venías. Eras la que daba
y tomaba al que toma, la que daba al que da.
A manos llenas. Yo leía. Yo escribía.
Tú ibas y dabas. Intacta, inacabada.
***
Bajo la escalera el par
de zapatos, tus zapatos, juntos.
Zapatos que echan de menos a los pies.
Zapatos que condenan el hueco.
Zapatos, que vuelven de vacío.
***
Enjambradera
1986
Tocaré la trompa desde lo alto de la torre. [2]
Lejos sonará. Escucha: lejos, perdido.
En jaque me ponen con la torre. Juego
con fuego frío –el de la ira de marfil–.
***
Entre taludes, detrás de dunas,
al paso estrecho y al huerto
lleva la palabra, hacia
el reino de vara y pulgada.
Al reino de gato y garra,
al huerto y al paso estrecho
lleva el camino inmisericorde.
Donde un hombre toma a una mujer.
Con ojos llenos de olvido
1989
ACTAS
Auténticas, civiles, privadas, públicas.
Dando fe del nacimiento. De la denuncia. Actas
de notoriedad, de deferencia, impedimento, anuencia.
Partida de matrimonio. De compra. De venta. De defunción.
1
Flores, frutas, aves y caza menor,
enseres domésticos, armas, etc., arreglos florales,
piezas de caza mayor, escenas de cocina, hortalizas,
desayunos o pasteles, bodegones de la vanidad,
naturaleza muerta con pez, copas verdes
y redondas de vidrio soplado, lo que al pasar
se para, el tintineo de cristales,
lo que se para y pasa, la taza de estaño,
el platón que respira, la cesta ebria, la suma
del déficit, el agitado mantel, la tela
tensa, la luz instantánea, la ilusión
duradera, el fulgor fastuoso del vino,
el peso justo, el equilibrio arisco,
un siglo de oro, el llamado metrónomo,
ser o no ser, una capa de barniz,
exactitud notarial, la recolección
nunca satisfactoria.
2
Éste es el almacén de las herramientas.
He aquí todas las herramientas del hombre:
la vajilla de cerámica, la rueda, el arado y
la escritura, el mecanismo del reloj, el telar,
el mapa y la brújula. Aquí no faltan
el sílex –que guarda rencor al hierro–,
el percusor, la recámara del primer fusil,
la camisa de fuerza y el escudo, el reloj registrador,
el potro de tortura, la medida y el peso. Y he
aquí la palabra, la adjunta de la cosa,
que representa y guarda todas
las viejas herramientas.
***
FÁBULA POSMODERNA
1
¿Dónde estamos? En ningún lado. En las palabras. Ni siquiera
en su casa. Pronto cada poema es inhabitable.
Y no se narra nada y ni uno lo pone por escrito
a sabiendas del héroe.
2
El relato se sitúa en el tiempo. La fábula
toma el hilo en el momento de la verdad, imagina
cómo encontrar el camino en el laberinto,
cómo engañar al monstruo.
3
¡Y la moraleja del relato
incendia la fábula!
Entramos en imagen, sobreexpuestos.
El monstruo instruye.
Salteador y viajero
1992
EL CAMINO
Cuando Confucio muestra el Camino
al misionero errante en el Imperio Central,
y frunce las cejas por la predilección
de los guías indígenas de aquel extranjero
por senderos nocturnos y veredas sinuosas,
el jesuita comenta: “Hay un solo Camino,
pero muchas maneras legítimas
de recorrerlo.” –“¡No se ande con rodeos!”
advierte Confucio. –“¿Qué son rodeos?”
pregunta el descaminado y se explaya
sobre casuística, necesidad y Providencia,
y sobre el desvío, a veces necesario, para llegar
al Fin Último. Confucio calla. Observa
cómo el otro, con su razón incomprensible,
en un círculo siempre más ancho, regresa
a su punto de partida.
***
CABEZA EN ESTACA
(de Giacometti)
Así, con la boca abierta por
la sorpresa, quedaremos
aturdidos, como
el pez que, queriendo tragar aire,
se dejó pescar por el anzuelo;
tendrán que cerrarnos la boca,
sujetarnos las mandíbulas
que ya ceden, que se descomponen,
reacias, que no comprenden – como
cabeza terca en una estaca.
***
VISTA DE TOLEDO
(El Greco)
Hoy no existe. El Tajo se atreve
a dejar de fluir. A lo largo
de un hiato, una eternidad efímera,
el judío y el moro transitan
sobre el puente que los divide
de una metáfora amurallada.
Toledo no existe. El Greco se atreve
a dejar de soñar, pese
al alboroto, al río y a la calle.
***
ALES STENAR [3]
(Kåseberga, 23.5.1991)
De costilla en costilla,
marcando el casco de una nave,
allá donde el Sund se vuelve tierra
y la vieja leyenda viento
en que sólo las piedras cuentan
cómo les fue a los que subieron
a bordo.
De costilla en costilla,
marcando el casco de la nave:
columnas. A la cubierta
columnas, maniobrando
y repitiendo la catástrofe
de escollo en escollo.
***
NOCHE DE TRUENO
(según la Edda)
Thor pregunta al enano lo que ocultan
tierra y noche antes de que salga el sol. Duramente
cuestiona y cuestiona, martillea con vigor
el yunque hasta que truena. Se carcajea Thor.
Thor es el que abruma. No tiene una
sino mil preguntas. Desgarrador
como un rayo, lacerándole el corazón,
así al enano le arrincona Thor.
Thor interroga al enano y a la tierra, les conmina
excavar el día antes de que salga el sol.
Por más que Thor amontona las preguntas,
nunca el enano está a su altura.
(Porque el enano responde en un idioma
usado bajo la tierra, sin una sola
palabra, impenetrable para trueno
y rayo, en su lengua casi mineral.)
Thor cuestiona y cuestiona hasta que sale el sol
y petrifica lo que no aguanta la luz del día.
***
AUTORRETRATO
Yo que probé el escozor
de la mala labia, de lo inmaduro
que se me va de la lengua y muerde
en el paladar como pimienta;
yo que sentí de la palabra el picor
como la blanca página,
y escribo callado como muerto,
por tanto blanco harto;
yo que vi la carrera de las gallinas
sin cabeza, ¿y qué edad tenía
cuando escuché aquel latido
entrecortado del terror?
Yo que olí libros y una flor
cuyo nombre no desvelo.
Acervo imaginario
1995
ESPECTRO DE TÍA ABUELA
Está de regreso, mírala: por allá va
rumbo al camposanto, arrastra una pierna.
Si fijo en ella la vista, mira de reojo,
si no la llamamos, si yo solo, sólo yo,
no corro a su encuentro y grito y la beso
en la mejilla gélida con la mancha parda,
y la arrastro a casa como antes, cuando
todavía no era espectro y enloquecía
de amor por mí. Ha pasado; inmóvil miro
atrás en el tiempo, y no sé qué hacer
con ella, y conmigo, y con mi autorreproche.
Y lo que hubiera querido gritarle,
lo escribo: así distingo con más nitidez
lo que no puedo decir y lo que calla.
***
SIN TÍTULO
(sobre obra gráfica de Luc Hoenraet)
El garabato severo, el marco dúctil
que encuadra lo borrado o marcado
con cruz para no olvidar ni revelar
lo que significa no querer decir nada
–como la vida misma, la naturaleza,
y tan elocuente como árboles cuya
escritura tortuosa sólo es legible
para quien los desarraigue–.
Las altas copas escuchan con pudor y exigencia
lo que les sopla un viento manso y bobo
que frota la corteza donde le faltan ramas.
Así los recuerdos se pegan a nuestra piel.
La caricia más ruda, el deseo más penoso,
la embriaguez más sobria, la astucia final.
Una mosca de alas de oro
1997
NACIMIENTO DE LOS COLORES
Sostenía el gris que todo era blanco
lo que no era negro, que todo era día
lo que no era noche. Los innumerables colores
residían clandestinos en la luz del sol,
que aún no podía soportarlos.
Lo que ahora parece rojo tenía un color vino blanco.
¿El naranja? Un color de leche integral.
El amarillo era blanco antiguo.
El verde, un blanco entrecano.
Y era tan claro el azul tímido.
El índigo emblanquecía aún.
El violeta olía a óleo.
Lo demás era negro. Cada noche
eran tiempos negros. Cada mar
era negro, cada selva, cada continente.
El arte era pura magia, tan negra como
el alma del mundo. La tinta hacía oídos sordos
a los colores.
¿Hace falta una luz del día?,
preguntaba a veces el amanecer, o mejor dicho:
preguntaba la lluvia (llovía a cántaros).
Hasta cuando la luz del sol la atraviesa
y la pone de mil colores,
la vuelve naranja;
su oro fresco palidece
hasta el amarillo y el verde,
luego se vuelve morado
y tiñe de índigo
un arriate de flores violetas.
El primer arco iris
salta a primera vista.
***
MOTIVO VIAJERO
(sobre una pintura de Solange Abbiati)
El motivo estaba harto
de sólo ser un patrón
en la alfombra. Anhelaba
descubrir el ancho mundo, y se fue
como zarcillo de hiedra en el
vacío. Se estiró, en busca
de una relación que no existía
más que en la alfombra. Valeroso,
el motivo se encabrita contra
el cielo, como una pluma de casco.
Echa una mano y envuelve
de colores y sonidos cálidos
aquella rama pendiente.
Mareas del habla
1999
VÍSPERAS
Alto y agudo como ángulo de escuadra,
el repique de la campana por las vísperas,
que ahuyenta a los grajos del campanario.
Más agudas, más allá de los grajos,
las golondrinas habitan en el azul;
allá recogen viandas aladas
y giran, y jalan, y largan como
grumetes el cordaje inalcanzable.
***
Quiere ser mirlo
la cría: vuela del pico,
cantan las alas.
***
Locas castañas
caen sin ton ni son
en los paseantes.
***
Con el estanque
sueña la garza de noche,
de pie en el hielo.
***
MONTSÉGUR [4]
1
Ver saquear en las alturas, en una luz
del más allá, el nido de herejes vacío,
como si las huestes de hombres de bien
avanzaran en ropa de vacacionistas,
con mirada insatisfecha y miembros
quemados por un sol carnívoro,
ansiosos del adelanto del tesoro
que a los ojos no se deja ver,
que el gran angular no capta.
El nido del águila queda inexpugnable.
Los perfectos no son de este
mundo –¿y dónde habrá el otro?
2
¿Y dónde habrá el otro que salva-
guarde el tesoro inaprensible
a los saqueadores? Cada pasadizo
secreto, cada subterráneo termina
en la altiplanicie de una antigua canso,
en unos Cantos heréticos, más allá
del antiguo teatro de combate entre Dios
y el diablo. ¿Adónde ha huido
el trovador? ¿Dónde está el juglar,
el amador mortalmente herido
de cuyos labios consumidos aún hoy
queda pendiente una amada distante?
3
De Marcabru, de Ezra Pound, de
Peire Cardenal, aún suena una estrofa
entre las ruinas, alto en la tonalidad
latigueante de tramontana y ventisca.
De la oscuridad y de la luz
cantan las piedras de Montségur,
de una gaya ciencia errante,
de un trovar del que pierde,
y de la proximidad de la lejanía
en una lengua inextirpable,
de visiones heréticas en un tono
azul, por encima de la torre más alta.
***
FÉLIX, POR PAUL
(Klee, 1906)
Un padre como primo segundo de Dios.
Irreversiblemente un cráneo calvo cubre
la mirada gélida, un escepticismo
que se atenúa en el lecho de una barba.
Un padre como príncipe elector, insobornable,
que elige al emperador. No por propia mano
que descansa: hecha está la obra. Las manos
de su hijo han de coronarla.
Un hijo como un suizo en la llanura
de una página blanca, un hijo sin
otra arma que el ojo indefenso, cuya mano
no empuña otro cetro que la pluma, un hijo
que muere en cada rasgo:
en su obra crea a su padre.
Voces de la llanura
2001
CUENTA ATRÁS
El hombre que nació viejo y murió niño: la edad para atrás.
(César Vallejo, Contra el secreto profesional)
Contando desde la vejez a la infancia
–otro niño problemático, nacido viejo,
muerto joven, más solo que nunca
en esta multitud que casi lo deshace,
mientras uñas idiotas, pelo y barbas
siguen creciéndole–. ¡A cortar y a afeitar
al que no pueda largarse a tiempo!,
se dice el empleado dentro de su levita
por orden del jefe con hocico de puerco.
Un dolor más, y se vuelve al regazo.
Se acaba la cuenta para quien no quiere
oír y no llega a viejo: experimentará
cómo la suma disminuye a menos que cero
de ese tiempo que se ha vivido al revés.
A
2005
CAMINO DE VUELTA
Pensando en M.S.
Y hubo un día que vino un hombre
que en su haber tenía mi lengua,
que quitaba palabras de mi boca
y les determinaba un destino.
¿Desde ese día, a dónde quieren
ir amblando las palabras,
contando los pies del verso,
al paso de ambladura?
Luego vino otro hombre,
el que guiaba la lengua común,
me puso en boca sus palabras
que me dejaban un sabor áspero.
Golpeaba su látigo por dos.
¡De dos en dos, y en fila!
Palabras de necio que no preguntan
si las creen los oídos,
si en ellas reparan los ojos
en el camino de aquí para allá,
de la experiencia oblicua
a un sentido retorcido.
Y un día se fue aquel hombre
que en su haber tenía mi lengua,
por el camino de las palabras,
el largo camino de vuelta a A.
***
PAUNAT [5]
El bastón del peregrino enraíza
aquí, se niega a ir a Santiago,
es como árbol que renace.
De par en par se abre la puerta
y las baldosas tambaleantes,
que caminan desde hace siglos,
no quieren ya escuchar nada
de mis zapatos gastados.
La rama del árbol se hizo bastón;
el bastón retoñó y florece;
la roca saltó en pedazos
bajo el fuego y el hierro
del hombre, se dispersó
en baldosas –y cada baldosa se hunde
en búsqueda de la piedra, la sola que quede
intacta, íntegra.
La única piedra
que falta a la iglesia.
***
DE COSAS QUE ESTÁN ALLÍ
(sobre pinturas de Bruno Van Dijck)
1
De cosas inamovibles
que hacemos a un lado.
De cosas que allí están
fuera de nuestro alcance.
Dejan que pensar
y luego huyen
–¡no miren! ¡no miren!–
del ojo al punto de fuga.
De cosas insignificantes,
que no tienen casi sombra,
a lejanías que se alzan
como amasijo del vacío.
2
Una botella que camufla el color,
con un tapón azul,
contra un blanco color roto,
irreparablemente.
¿Intratable, no retratable?
Una botella, su camuflaje dentro,
donde cae una luz tenue,
y con un hilo de sombra.
Algo deslucido pleno de fondo,
con un tapón de cielo
y una estela de tierra.
3
Un bote con tapadera,
más cerrado que ostra.
Un estuche cuadrado,
hermético.
Lo que descubres
se te escapa.
Al destaparse
queda el desgaste.
4
Está allí, negro sobre blanco,
negro pálido sobre blanco sucio.
Está escrito como una letra,
un carácter en negrita.
Está, inasequible,
como un castillo de naipes.
Está allí como escrito
y tiembla todavía.
Está, recién pintado,
sin defensa, desamparado.
5
¿Vale la pena contemplarlo?
Eso está por verse.
El fisgón allí mira
y mira, y mira un bote.
Un bote con posos de luz
con un brillo extinguido.
¿Qué pincel quitará la catarata?
¿Y qué pintor astuto
se mantiene a cubierto?
6
Aún florece la planta de casa
en la retina, roja color de óxido
sobre un verde profundo. Mientras
un solo ojo, cerrado, pueda retenerla,
se queda como azalea.
7
Aún el iris colorea
la azalea: una grana
herrumbrosa en el blanco del ojo.
Para que pinte el pintor
lo que anticipa su pupila.
8
Quieta una planta de casa
en la córnea; su color rojo
se congela, olvida,
olvida que pasa.
9
Recuerda que estás hecha de tierra
sacada del huerto, de su mantillo,
y que en una luz de puertas adentro
te convertirás en humus.
10
Olvida, olvida ese verde viejo,
olvida cada hoja y su nervadura,
recuerda la tierra, pierde la flor,
acuérdate sólo de la raíz.
11
Levántate del tiesto de barro
que volverá a ser tierra,
y viste con aire, modela en luz
lo que en tu raíz amanece .
Junturas
2009
MADAME CHIANG
En sombra de mallas finas
se encamina Madame Chiang,
como si llevara el paso,
pasito de pie de verso,
de la baldosa a la losa;
su pekinés corretea
del olor al hedor,
de la meada a la caca;
su padre arrastra los pies
de Bruselas a Pekín
en sus recuerdos
–y en ocasiones a Tokio,
ya que Madame Chiang
tenía madre japonesa
pero no marido chino–.
Bajo las flores del tilo
camina Madame Chiang,
y a lo chino ella planta
ambos pies en la tierra,
como si a cada paso
solicitara perdón
por no ser tilo
ni gingo ni cerezo,
por levantar los pies,
por tomar sedativos,
arrástrase en tierra extraña,
vuelve hacia un inicio
que no es menos extraño
que en ese tiempo y allá lejos,
va de aquí para allá,
de planta a planta del pie,
y tropieza con una sombra
que no resulta la suya.
***
ZONA DE SOMBRA
“¡No te olvides que oscurece!”
me grita una voz de cuatro años
desde la ventana abierta al jardín
donde observo la luz en las piedras
de una casa que ya no sabe
ni donde está, que ha olvidado
quiénes somos, cómo esta zona
aislada se le escapa al pueblo.
***
REENCUENTRO [6]
Sopla ahora un viento del sudeste,
el viento de la locura, según
un decir popular. Indeciso
entre el Dordoña y el Garona,
quisiera irme río abajo, hacia
donde las aguas de ambos
con ancha boca de embudo
exclaman el mar. Pero primero,
en los muelles de Burdeos,
a lo largo de edificios imponentes,
he de celebrar la gloria de la llegada
y del adiós. Desgarrado está el corazón
de quien no encuentra aquí reposo
y mire hacia atrás, de quien no pueda
escoger entre viñedos y nostalgia
o la partida hacia un tercer país
donde nadie de nosotros esté en casa.
Pero concededme la estadía y
dejadme permanecer entre lo
que perdura y funda el poeta,
y lo que huye o quiere volver
a las tierras de la locura.
***
ALDABA
En puertas de las mansiones,
manos de muchacha vaciadas,
rostros con sonrisa espléndida.
Levanta la aldaba y déjala
caer en el soporte de bronce.
La resonancia hace arrugarse
el embaldosado del pasillo,
donde aún quedan colgados
los espejos de las felicidades
pobres de antaño. Llama
a la puerta, sigue llamando.
***
Autorretrato. Soñado
1
Sorprendido al leer,
a la caza de la letra,
creyendo de los libros
todas las mentiras que imprimen
en la retina. Culpable
de escribir, yendo tras
el sentido que no quiere
empezar ni terminar.
Furtivo cazador con
sus lámparas deslumbrantes.
Hurón de letras en
el bosque de babel.
2
Adonde lo lleva la necesidad
que carece de ley, y sigue
las huellas de una vida
que elude la mirada,
a la caza furtiva de
otra carne y otro hueso.
Voraz como el hurón
que se aferra en
un pescuezo. Culpable
de vivir en la sombra,
en su propia sombra,
entrampado en sí mismo.
***
Perseguido
En el bolsillo
un libro, todavía otro
en otro bolsillo,
y todavía un bloc de apuntes
en un bolsillo
interior. Y preguntas
que te pisan los talones,
preguntas insidiosas,
preguntas a las
que no sabes
qué contestar.
Si te pillan
y te preguntan por
los libros de
los bolsillos,
muéstrales un
libro, y otro, y
calla, pero escribe
otro libro
que termine
en un signo de
interrogación.
***
Autorretrato. Despierto
Aguzar las preguntas,
plantear la cuestión de
la culpabilidad. Aclarar
el sueño, cazador que
se esfuma a la caza de
respuestas de carne
y hueso en el bosque
del desconcierto.
Llevar al hurón
a la jaula, frotarte
los ojos. Retener
lo que el espejo lea.
***
Hasta dónde se tienden las cascadas, [7]
El pájaro lo sabe, sabe el ápice
Que no cede, lo que canta el cisne
Y lo que el semejante calla
***
El pardillo hibernal en el alambre
Canta con todo el pecho del alba
Y de un apareamiento inaudito.
No sabe qué hacer quien lo escucha.
Inéditos
ELOGIO DE LO SUPERFLUO
Seca y algo magullada
en una luz confusa de otoño,
grande apenas como una cereza,
demasiado pequeña para la manzana
de adorno que quiere ser,
–manzanita que sobrevives a la buena
de Dios, y que el cuarto sazonas
con minúscula acidez,
al olerte saboreo el tiempo.
***
LIMO AZUL
(Pauillac, Gironda)
Desviándose río abajo hacia los vados,
la mirada se fija en la tierra aluvial.
El río se atraganta en el banco
de arcilla y escupe un suelo salobre. Islotes
se alargan y agrandan, se tuercen
y encogen.
Limo arriba quiere la pupila estrecharse
al mirar el pólder. Aguas abajo
un horizonte más ancho se abre paso
en el limo azul.
***
MUJER BONITA DE TLATILCO
(México, Altiplano Central, 1200-600 a. C.)
De torso esbelto, casi blanco,
de piel curtida bajo el ombligo,
con sus caderas frondosas
y entre fuertes muslos, abierta,
la grieta de un tiempo bisiesto,
nos mira fijamente y pide
a Tláloc lluvias tupidas
y un hijo de maíz; aún hoy
la mujer bonita de Tlatilco
desearía tener hombre.
***
MENSAJERO
El mensajero tarahumara corre hacia las alturas
por un paso estrecho a lo largo del abismo,
y baja hacia el barranco, y de nuevo
sube. Hace tiempo que está de camino
con su mensaje que no admite demora,
y casi no le queda tiempo para dormir:
jamás se dejará encarrilar por nadie,
no reside en otro lugar que éste, donde
la luz del día es más intensa y el aire enrarece
– lejos de aquéllos que se afincan
y viajan hasta la Barranca del Cobre
donde moran los tarahumaras.
***
MANIFIESTO EN POS DEL OLVIDO
El poeta lumpen iba a la búsqueda
de la olvidada lírica callejera;
buscaba y buscaba hasta dar con
algún trozo en el mercado de los
harapos poéticos.
Un lector lumpen
lo leyó, lo rescató de su memoria
harapienta: una metáfora oxidada
súbitamente logró meterse
sobre pies de verso torcidos
en la vanguardia andrajosa.
El poeta lumpen lo celebra,
y come y lee y bebe y escribe
el manifiesto más subversivo
que acto seguido se eclipsa
en un olvido andrajoso.
***
ABRAN CAMINO A LA ESTATUA
Para Juan Manuel Roca
Abran camino a la estatua
fundida en luz de sol y lluvia.
No se le ofrenden flores,
no se demoren: ¡abran camino
a lo que no tiene sombra!
No es un jinete en las nubes
cuyo caballo se encabrita.
No echa rayos ni blande espada.
Allá se halla, sin inmutarse mira
lo que, pasajero, deberá pasar.
Se mantiene así, como
quien oye llover, plena de nuestros días,
sobre un pedestal de tierra
en los andamios del tiempo:
una estatua para Nadie.
***
PLANO
caminante no hay camino
se hace camino al andar
(Antonio Machado)
El camino a casa sigue interminable
los paseos que vienen y van
por calles que aún se atreven
a ser un plano de aquel entonces
Los dos juntos regresamos
¿Y por qué me siento tan solo?
Perseguimos a quienes llegamos a ser
A veces es como si volviera hacia
atrás en donde aún no te conozco
A veces, como si tomados de la mano,
tuviéramos que encontrar un sendero que
se ahuecara más y más y desapareciera
en una curva. El sendero a casa
llega donde estamos caminándolo